Detrás de la batalla presidencial en Turquía
Lunes 18 de junio de 2007 por CEPRID
Gamze Çavdar Traducido por Manuel Gancedo MERIP / CEPRID 18 -VI -07
“Esta es una bala disparada contra la democracia”, espetó Recep Erdogan, primer ministro de Turquía y presidente del partido que gobierna el país, en relación con la decisión de la Corte Constitucional del 1 de mayo. La corte ha validado una maniobra del partido en la oposición en el Parlamento para bloquear la proposición del ministro de exteriores , Abdullah Gül como candidato a la presidencia de la República Turca. Para privar al partido gobernante del quórum necesario para hacer a Gül presidente, los diputados de la oposición sencillamente se quedaron en casa. Los parlamentarios proclives al gobierno votaron de todas formas al candidato, pero la Corte Constitucional estuvo de acuerdo con la moción de la oposición acerca de la ilegalidad de la votación -quedando por tanto nula y sin efecto-. Después de que el Parlamento intentara de nuevo, sin éxito, elegir a Gül como presidente el 6 de mayo, renunció a su candidatura.
Como estipula la constitución turca, el presidente es elegido por una mayoría de dos tercios de la Gran Asamblea Nacional, actualmente controlada por el partido Justicia y Desarrollo (en turco, Adalet ve Kalkýnma Partisi, -AKP-). Construido en 2001 de las cenizas de los dos partidos islamistas, el Partido del Bienestar y el Partido de la Virtud, el AKP llamado a veces “Islamismo blando” o “neo-Islamismo” formaron un gobierno de mayoría tras ganar en noviembre de 2002 las elecciones legislativas. Su mayoría de escaños en el parlamento de 550 miembros da al AKP la prerrogativa de nominar al candidato a la siguiente presidencia.
El gobierno del AKP ha atraído una inmensa atención por parte de analistas nacionales e internacionales porque, al contrario de la imagen difundida de los partidos islamistas, ha adoptado una ideología de “democracia conservadora” adaptándose a funcionar en un sistema secular. El AKP dice no estar interesado en establecer el imperio de la ley islámica. A pesar de ello, los escépticos en Turquía creen que la moderación del AKP es solo una tapadera para una agenda islamista sin adulteraciones. Raro es el día que pasa sin algún rifirrafe acerca del islamismo ( tachado de irtica o “regresión” ) y discusiones acerca de cómo afrontarlo, incluyendo la posibilidad de una intervención militar para salvaguardar la secularidad del estado, entendida como el control del estado sobre la religión y su expresión.Los actores principales del bloque político secular, incluyendo el presidente saliente, el jefe de personal del ejército turco, el principal partido de la oposición y los principales medios de comunicación, alzaron la voz hace meses en contra de la candidatura a la presidencia de un político del AKP -que entonces se esperaba que fuera el propio Erdogan-. Bajo la superficie de la actividad pública anti-AKP, muchos turcos ven al “estado profundo”, un sombrío nexo entre los oficiales del ejército y la policía, y militantes de la extrema derecha.
Turquía se enfrenta ahora a una larga batalla acerca de quién será su próximo presidente. Erdogan ha aumentado su apuesta pidiendo que las elecciones al parlamento previstas para noviembre sean trasladadas al verano -actualmente están programadas para el 22 de julio- y que el presidente sea elegido por votación popular. Las contiendas parlamentaria y presidencial son el último asalto en un largo combate entre el AKP y sus detractores en el estado secular, una lucha cuyo desenlace es de gran importancia para el futuro político de Turquía. Pero exactamente igual de importantes son las sistemáticas crisis económicas, sociales y políticas cuyas sirenas de alerta son ahogadas y cuya resolución es demorada entre el estrépito de la división entre islamistas y laicistas.
Guardían de la llama kemalista
La elección de un presidente ha sido a menudo una fuente de problemas para la República turca. Tras la muerte del padre fundador Mustafa Kemal Atatürk, la transición a los presidentes civiles ha sido de todo menos suave, por la necesidad por parte de los civiles del respaldo del militarismo más recalcitrante para ser efectivos. La primera experiencia con un presidente civil se tornó catastrófica. Celal Bayar, quien ejerció desde 1950 hasta 1960, fue sentenciado a prisión por un tribunal militar golpista. En 1973, los políticos civiles y las fuerzas armadas fracasaron en el acuerdo de un candidato, lo que resultó un prolongado estancamiento que se salvó finalmente tras el acuerdo de los partidos para que la presidencia pasara a Fahri Korutürk, un antiguo almirante. Los fútiles esfuerzos del parlamento en seleccionar un sucesor para Korutürk vino a simbolizar la incapacidad de la legislatura, profundizándose en 1980. Los generales de alto rango se opusieron firmemente al octavo presidente, Turgut, lo que con el tiempo condujo al golpe militar de Özal, cuyo ejercicio fue controvertido hasta su muerte en 1993.
Esta vez las cosas son más difíciles para los oponentes al previsible presidente civil, a los que no solo afecta el entorno islamista de los líderes del AKP, sino también el creciente poder del despacho del presidente. La constitución de 1982, producto del golpe de 1980, reinstituyó el sistema parlamentario de la de 1961, pero también dio al presidente un brazo de palanca. Como resultado el presidente comparte con el consejo de ministros y el parlamento el poder de promulgar leyes y ratificar tratados, al tiempo que disfruta de autoridad exclusiva en otras áreas, como el nombramiento de los decanos de las universidades y los miembros de los más altos tribunales. El artículo 105 de la constitución concede más competencias al gobierno elegido, estableciendo que “ninguna apelación será hecha a las autoridades legales, incluida la Corte Constitucional, contra las decisiones y ordenes firmadas por el presidente de la república por propia iniciativa”. Los poderes de los presidentes turcos van por tanto mas allá del mero papel simbólico ejercido por los jefes de estado en el sistema parlamentario típico. El sistema turco está, de hecho, cerca de ser un “ejecutivo doble” que combina un consejo y un primer ministro que son designables por el electorado con un presidente que no lo es. Los militares diseñaron intencionadamente este sistema para paralizar a gobiernos electos que pudieran ser controlados por partidos que no congeniaran con sus preferencias políticas.
Durante el largo distanciamiento entre los valedores islamistas el AKP y el estado, la oficina del presidente jugó el papel esperado por el ejército, “conteniendo” al primer ministro y al Parlamento, y facilitando el “golpe blando” que derribó la coalicion gubernamental liderada por Necmettin Erbakan del Partido del Bienestar en 1997. El presidente Süleyman Demirel era la cabeza del Consejo Nacional de Seguridad que aplico las así llamadas medidas del 28 de febrero frenando el poder del activismo islamista y con el tiempo forzando a la coalición de gobierno a dimitir (1). Desde entonces, la oficina del presidente, mas que en ningún otro momento es reconocida como el guardián de la llama secular Kemalista dentro del estado.
Durante el mandato del presidente saliente Ahmet Necdet Sezer, no hubo esta sutil diferencia entre su oficina y el AKP. Sezer vetó una considerable cantidad de propuestas del AKP, organizó a los profesores de las universidades contra el Ministerio de Educación, controlado por el AKP y a menudo alertó a la opinión pública contra “el creciente poder islamista”. Entre las propuestas que veto había una que permitía a los graduados de las escuelas del Imán Hatip -escuelas secundarias que preparan a los clérigos musulmanes- estudiar en departamentos no religiosos de las universidades y convertirse en funcionarios públicos, como jueces, maestros o gobernadores. A pesar del hecho de que muchos de sus defensores y diputados, incluyendo a Erdogan, son graduados de la Imán Hatip, el parlamento dominado por el AKP optó por soslayar la controversia mientras durase el mandato de Sezer, para no enfrentarse aun más a él.
El legado más significativo de Sezer fue interpretar una decisión previa de la Corte Constitucional que definía el ámbito de la esfera pública en el que se aplicaran las costumbres del laicismo estatal. (Sezer había sido juez de la Corte cuando se aparcó la decisión). Los espacios secularizados incluirían ahora al palacio presidencial y otras instancias del estado, y así, por definición, estos fueron lugares de los que las mujeres que usaran el velo, por su interpretación de los dictados del Islam, fueran excluidas. Las posibilidades oficiales del estado, sin perjuicio de las locales, serían también desprovistas de referencias a la religión. Dado que las esposas de muchos ministros del AKP y del MP cubren sus cabezas, el nuevo principio de Sezer apuntaba directamente al gobierno.
Envíos y recepciones
En la primavera de 2007, los debates acerca de los posibles candidatos a presidente se han centrado tanto en sus respectivas esposas como en las cualidades de los propios candidatos. Cuando por primera vez surgió la especulación de que Erdogan pudiera ser el candidato, el hecho de que su mujer usara el velo fue citado para descalificarle. Los principales medios de comunicación dividieron a todos los posibles candidatos del AKP en dos grupos -aquellos cuyas esposas usan velo y aquellos que no-. Cuando Erdogan se inclino a favor de Gül, que pertenece al grupo anterior, la prioridad en la prensa fue el velo de su esposa.
Irónicamente, durante su campaña electoral de 2002, el AKP puso cuidado en elegir como candidatas solamente a mujeres que no cubrieran sus cabezas, precisamente para evitar este tipo de barahúndas. Pero, tan pronto se formo el gobierno del AKP a finales de 2002, los principales medios de comunicación laicos se enzarzaron en disputas para contar los miembros del consejo cuyas mujeres usaban velo. ¿Podían participar en actos oficiales? Las especulaciones no duraron mucho, porque el día siguiente de ser elegido portavoz del Parlamento Bülent Arýnç acompañó a su mujer con pañuelo al aeropuerto para la visita oficial del Presidente Sezer a una reunión de la OTAN. ”En lo sucesivo”, escribió el famoso periodista Hasan Pulur, “ el velo será la norma… Aquellas que no lo lleven serán presionadas para que cubran sus cabezas” (2).
El hombre asociado con el principio legal que precipitó la controversia, Sezer, dejo el país justo cuando el debate se calentaba. Su “aclaración”, una referencia a la controversia anterior acerca de las mujeres que cubrían sus cabezas en los campus de las universidades públicas, llegó tan solo unos días después: "La Corte Constitucional canceló el acuerdo legal que permitió usar el velo en las universidades diciendo que iba contra la constitución. De acuerdo con las decisiones de la corte, no es posible llegar a un acuerdo legal que permita llevar el velo en espacios públicos, ya que esto iría en contra de la constitución. Ignorar la normativa legal que trae el orden al debate público y tratar de validar en la práctica las normas religiosas contradice el principio del imperio de la ley. Me gustaría recalcar una vez mas que no es posible abandonar los principios básicos de la república" (3).
Los viejos generales siguieron la contienda a su manera peculiar. Su calculada reacción trató de buscar un equilibrio entre emitir su mensaje y evitar las acusaciones de interferencia en la política. Como parte de la tradición del estado, los jefazos, incluyendo al Jefe del Estado Mayor, hizo una visita a Arýnç para felicitarle por su nuevo comunicado. Acompañado de un ejército de periodistas esperando informar acerca de sus reacciones, los generales posaron alegremente ante las cámaras. Cuando los periodistas se hubieron ido, los generales comunicaron sus mejores deseos para Arýnç, y entonces se levantaron de repente y se marcharon (4). El mensaje de la truncada visita fue inequívoco.
Con el apoyo de los generales, la coalición anti-pañuelo en el alto estado estaba completa. En su siguiente viaje al extranjero, Sezer dejó a su mujer en casa, probablemente para asegurar la ausencia de la esposa de Arýnç en la ceremonia de partida. Aquí comenzó la práctica estrafalaria, repetida en cada ceremonia oficial, de dejar a las esposas con velo en casa para no ofender las sensibilidades “feministas estatales” del poder establecido dominado por hombres. Es una tradición para el presidente el celebrar las fiestas nacionales en el palacio presidencial. Tras un periodo de confusión inicial la oficina del presidente identificó “exitosamente” a aquellos parlamentarios cuyas esposas usaban pañuelo y se les enviaron invitaciones “solo para parlamentarios”. A los otros miembros del Parlamento cuyas esposas no cubrían sus cabezas se les enviaron invitaciones para dos. Ni la esposa del primer ministro ni la del diputado primer ministro, han asistido a una sola de estas ceremonias desde que el AKP llego al poder. Los máximos dirigentes del AKP como Erdogan dejaron siempre a sus mujeres en casa, mientras que los ocupantes de los escaños del fondo devolvieron sus invitaciones al presidente en señal de protesta, lo que desembocó en la exclusión de sus nombres en la siguiente lista de invitados. Un parlamentario cuyo nombre se dejo caer en 2006 tuvo una breve replica: “El año que viene tendremos una recepción con pañuelos en el palacio presidencial” (5). Una vez mas, el mensaje era claro como el cristal.
Llamadas "al rescate"
Las preguntas acerca de la nominación presidencial surgieron en cuanto el AKP logró el 34 por ciento de los votos en las elecciones de 2002. Gracias a la ley electoral turca, este voto se tradujo en un 66 por ciento de los escaños en el Parlamento. El único otro partido que pasó del umbral del 10 por ciento necesario para un escaño en el Parlamento fue el Partido Republicano del Pueblo. Estaba claro que, a menos que se celebraran elecciones anticipadas, el AKP elegiría presidente.
Tan pronto como en 2005, el líder del Partido Republicano del Pueblo, Deniz Baykal, pidió elecciones anticipadas en la esperanza de que su partido resultara beneficiado. Erdogan evitó cuidadosamente especular acerca de los candidatos presidenciales, pero rehusó la opción de unas elecciones anticipadas, insistiendo en que el parlamento vigente podía designar al próximo presidente. Sin mencionar un nombre, Erdogan dijo que el presidente debería “representar a todo el país y debería ser una persona capaz de crear un ambiente que propiciara la paz, el amor, la unidad y la amistad” (6). Esta descripción no hizo más que incrementar más la especulación.
En la primavera de 2006, Süleyman Demirel, el noveno presidente, marcó otro hito en las discusiones. Demirel declaró que, al no haber el AKP recibido una mayoría de votos en las elecciones al parlamento de 2002, sino solo una pluralidad, un nuevo presidente elegido por el AKP sería un “pato cojo” (7). Además de un déficit de legitimidad, se quejó Demirel, el AKP seguía bajo sospecha de “simulación” (takiye), refiriéndose a su fracaso en convencer a todo el público de que coincidía por completo con el laicismo de Atatürk. Bajo esta nube, Erdogan podía perder credibilidad incluso siendo elegido presidente. Demirel ofreció una solución: el presidente debería ser elegido por votación popular.
Mientras tanto, una serie de acontecimientos sacudieron al país, poniendo al gobierno del AKP más a la defensiva. Quizás el más significativo fue un ataque armado al Consejo de Estado, la más alta corte administrativa, que mató a un juez e hirió a cuatro más. El pistolero, un abogado, gritó supuestamente “Soy un soldado de Alá” antes de abrir fuego durante una sesión de la corte. El Consejo de Estado había previamente levantado la prohibición del velo para empleadas del gobierno y estudiantes universitarias que contaba con la abierta oposición de los líderes del AKP, que insistían en que la definición del laicismo turco debía dejar un lugar a las manifestaciones corrientes de piedad. Este fue un incidente aislado y fue condenado por el gobierno. De todos modos, elevó rápidamente la ya creciente tensión entre el gabinete del AKP y otras instancias del estado, en particular de las cortes. Las protestas anti-AKP acompañaron al funeral del juez. Can Dündar, un conocido periodista hizo a Erdogan personalmente responsable, por incitar a la propaganda contra el tribunal en los medios y negar a los jueces las demandas previas de más seguridad (8). Otros insinuaron que el ataque se había dirigido desde el “estado profundo” para poner en peligro las posiciones del AKP. Como escribió Ali Bayramoðlu en Yeni Þafak, un periódico pro-AKP: “Para ciertos círculos, las elecciones presidenciales sirven para poder avanzar en una zapa contra la estabilidad en el país” (9). El titular de Yeni Þafak decía: “Esto es un truco sucio. ¡Mostrad la verdad!”.
El ataque a los jueces marcó el principio de una serie de esfuerzos de los partidos políticos para formar una coalición anti-AKP. El anterior Primer Ministro Bülent Ecevit, que sufrió un derrame cerebral tras asistir al funeral, entró en coma esa misma noche. Su mujer, Rahþan Ecevit, inició una campaña llamada “Mano a mano por la República” llamando a “salvar” a la república de un peligro indefinido uniendo a los partidos de centro-izquierda y del ala derecha. En respuesta, Demirel declaró que “estaba listo para la misión” al igual que otras figuras prominentes. Algunos, como Baykal, apreciaron los esfuerzos de Rahþan Ecevit, pero encontraron poca fuerza en su proposición. Otros incluso, recordando anteriores diferencias, rehusaron reunirse con ella. Al final, después de que Ecevit hubiera invitado al mismo AKP a unirse a la coalición, el esfuerzo se colapsó.
Bülent Ecevit murió el 5 de noviembre de 2006, y su esposa hizo responsable del atentado al gobierno del AKP. El funeral del ex-mandatario fue otra oportunidad del bloque anti-AKP para preparar sus músculos. La multitud coreó durante horas que “Turquía es laica y así permanecerá” y “Cankaya [el palacio presidencial] es laica y así permanecerá”. El primer ministro Erdogan replica que los eslóganes sonaban como “la hinchada de un partido de fútbol” y en realidad “no significan nada” porque los mismos defensores del AKP eran laicistas. La identidad del candidato del gobierno a la presidencia permaneció en secreto.
A medida que se acercaba el límite de finales de abril para anunciar las candidaturas a la presidencia, la creciente tensión hirvió sobre los altos mandos del estado. Todo parecía orquestado. Primero, Yaþar Büyükanýt, jefe militar y del Estado Mayor, dio una extraña conferencia de prensa “para mantener al público informado acerca de ciertos asuntos relacionados con el ejército”, asegurando que el momento era “una simple coincidencia”. Tras hacer notar que el ejército dependía directamente de la presidencia, por ser el presidente su comandante en jefe, Büyükanýt explicó que las fuerzas armadas esperan que el próximo presidente comparta los valores básicos de la República, “no en sus palabras, sino en esencia” (10). Entonces, al día siguiente, el Presidente Sezer hizo unas declaraciones alertando de que el sistema secular del país “afronta su momento de mayor peligro desde la fundación de la república en 1923” y proclamó que todos los órganos del gobierno, ejército incluido, tenían la obligación de defender al sistema (11). Cientos de miles de personas se manifestaron en las principales ciudades turcas en apoyo al laicismo del estado y en contra del gobierno del AKP.
Al fin el gobierno rompió su largo silencio sobre el candidato el 24 de abril, un día antes de la fecha límite, y programó la votación parlamentaria para la misma semana. El hecho de que el candidato no fuera Erdogan, sino el ministro de exteriores, Abdullah Gül, no calmó a la oposición. Todos los diputados de la oposición boicotearon la votación, con el Partido Republicano del Pueblo tachando la elección de inconstitucional. Solo unas horas después de la primera ronda, el ejército hizo una declaración en la página web oficial del Estado Mayor. Fue la más desabrida desde el enfrentamiento con el Partido del Bienestar en 1997: “Se ha observado que algunos círculos que habían desarrollado esfuerzos ingentes para perturbar los valores fundamentales de la República de Turquía, en particular su laicismo, han aumentado sus esfuerzos recientemente… Una parte importante de estas actividades fue llevada a cabo con el conocimiento y el permiso de las autoridades administrativas, que se supone debían intervenir en la prevención de estos incidentes, un hecho que aumenta la gravedad del problema” (12). El texto seguía diciendo que el ejército es el “garante definitivo del laicismo” y “mostrará claramente su posición si es necesario”. En un movimiento inesperado, el gobierno hizo una contra-declaración recordando al Estado Mayor que ellos son funcionarios del gobierno y, en democracia, no es aceptable que las fuerzas armadas intervengan en política (13).
Ahora que el gobierno del AKP ha fracasado en asegurarse los 367 votos necesarios para elegir a Gül presidente, espera que su más explícito enfrentamiento con el secularismo hasta la fecha aumente su popularidad en las próximas elecciones anticipadas. El gobierno cree que la Corte Constitucional subió el listón de forma arbitraria solo para mantener al candidato del AKP lejos de la oficina del presidente, y espera utilizar este criterio injusto como herramienta de propaganda. Mientras las encuestas muestran que el formidable liderazgo pasado del AKP se ha ido debilitando, en unas elecciones anticipadas puede emerger de nuevo con una mayoría. La batalla presidencial en Turquía está lejos de acabar. De hecho, podría estar empezando.
Estancamiento
¿Está tomando Turquía una deriva islamista? Desde la llegada del AKP al gobierno, esta pregunta ha consumido a los observadores dentro y fuera del país. Realmente es una pregunta importante. Los críticos con el AKP hacen notar su poco clara comunión con la plataforma de Atatürk, el más importante de cuyos principios es el laicismo. Sus defensores, de otra parte, apoyan al AKP cuya premisa es “Modernidad con un toque musulmán”, como alternativa a las políticas laicas tradicionales. Ayudan al partido llevando los asuntos periféricos al centro de la política.
Yendo más allá de los intentos de situar al AKP en una posición laico-islámica, uno encuentra que el AKP no ha cambiado tanto. Sus récord en asuntos cruciales como la reforma económica y la democratización no es tan fácilmente distinguible de los gobiernos seculares del pasado. De acuerdo con un análisis reciente, le tasa de desempleo es de hasta un 22 por ciento, más de un quinto de la población (14).
El AKP no tiene una respuesta para esta epidemia de paro, aparte de defender las políticas neoliberales seguidas desde mucho antes de que el partido asumiera el poder. El gobierno de Erdogan ha aplicado con entusiasmo las políticas de ajuste presupuestario del Fondo Monetario Internacional, con un fuerte énfasis en las medidas anti-inflacionistas. Para hacer esto, el gobierno ha suprimido el crecimiento de los salarios, soslayando sus compromisos laborales y comprometiendo la prestación de los servicios públicos básicos, incluyendo la sanidad, la educación y la seguridad social. Lejos de cumplir su promesa de creación de empleo se ha empeñado en las privatizaciones, incluyendo la venta de la línea de costa y otros lugares sensibles al medio ambiente, para alimentar los apetitos de la nueva burguesía conservadora, ávida de beneficios.
Los logros del AKP en cuanto a democratización son igualmente deslucidos. Tras una inicial era de reformas en 2003, el ritmo se ha ralentizado y el gobierno ha venido a defender posturas que limitan la libertad de expresión, como la nueva ley anti terrorista. Además y en contraste con su imagen de transparencia, el partido ha sucumbido a las viejas enfermedades políticas del clientelismo, corrupción y nepotismo. Hay lagunas también en su comprensión del pluralismo. En 2005, Erdogan marcó unos límites con la promesa de tratar a los kurdos en Turquía con “más democracia”. Hasta la fecha, sin embargo, el gobierno se resiste a reformar la ley electoral para permitir una más diversa representación en el parlamento, un cambio que indudablemente beneficiaría a los partidos políticos kurdos. En consonancia con la práctica de los gobiernos laicos de Turquía desde 1980, que en esencia hicieron al Islam suní la religión oficial, la visión del AKP no deja lugar a la interpretación Alevi del Islam. Las minoritarias comunidades Alevi, que profesan una variedad de visiones heterodoxas del Islam, continúan temerosas de las persecuciones. Los derechos de la mujer, para el AKP, parecen limitarse al derecho a usar el velo. Al final de su legislatura, el gobierno del AKP rechazó algunas políticas para aumentar el poder de las mujeres, con la excusa de que iban en contra de “la cultura y las tradiciones turcas”.
En cierto modo, los principales problemas de la política turca se ensombrecen con el inacabable drama presidencial y las elecciones parlamentarias, con su insoportable historieta de confrontación entre el “neoislamista” AKP y el bloque político secular. Con lo peligroso que este choque puede ser para el futuro de la nación, la continuidad ideológica y política entre los contendientes es preocupante. Los partidos de la oposición de centro derecha y centro izquierda que reunen un número significativo de votos, se han dividido en partidos políticos que son en esencia, copias los unos de los otros. Las soluciones propuestas por estos partidos para los problemas más acuciantes del país, como la desigualdad económica, la falta de libertades políticas, desigualdad de género y la cuestión kurda son siempre las mismas. Los medios de comunicación, monopolizados por un puñado de empresas gigantes, y los sindicatos, débiles y desunidos, están lejos de ser capaces de ejercer presión para romper el estancamiento en ninguno de estos problemas. Y por esto la política turca se reduce a una simple dicotomía entre el estado laico y los islamistas, ninguno de los cuales quieren ver los elefantes en la habitación.
Notas:
(1) Radikal, 25 de febrero de 2007.
(2) Milliyet, 22 de noviembre de 2002.
(3) Milliyet, 24 de noviembre de 2002.
(4) Milliyet, 29 de noviembre de 2002.
(5) Milliyet, 29 de octubre de 2006.
(6) Radikal, 16 de junio de 2006.
(7) Radikal, 15 de mayo de 2006.
(8) Milliyet, 18 de mayo de 2006.
(9) Yeni Şafak, 18 de mayo de 2006.
(10) Milliyet, 12 de abril de 2007.
(11) Milliyet, 13 de abril de 2007.
(12) Milliyet, 28 abril de 2007.
(13) Ibid.
(14) Sabah, 27 de abril de 2007.
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