CEPRID

ESTADOS UNIDOS QUIERE INVADIR VENEZUELA PARA APROPIARSE DE LA MAYOR RESERVA PETROLERA DEL MUNDO

Martes 9 de junio de 2020 por CEPRID

TRIBUNAL DIGNIDAD, SOBERANÍA, PAZ CONTRA LA GUERRA

CEPRID

No hay un solo país latinoamericano y del Caribe que no haya sido agredido por Estados Unidos de Norteamérica. En 1845 "anexó" Texas y en 1848 le robó a México más de la mitad de su territorio. Luego invadió Centroamérica, en muchas ocasiones al Caribe, Ni siquiera la pequeña isla Granada escapó a sus ansias de dominio y sus guerras de agresión. En las navidades de 1989 invadió Panamá y se llevó como trofeo al dictador Noriega que había sido agente de la CIA.

En las décadas de los sesenta, setenta y ochenta impuso las dictaduras fascistas en especial las del Cono Sur, con Pinochet a la cabeza. El Ecuador tampoco escapó de sus ansias de dominación, lo mismo ocurre en estos tiempos en los que quiere Galápagos, patrimonio natural de la humanidad. En el 2009 destituyó al presidente Manuel Zelaya en Honduras y a Dilma Rousseff presidenta de Brasil, mediante un golpe parlamentario, el 31 de agosto de 2016.

A pesar de la pandemia del covid-19, Estados Unidos ha lanzado todo su poder bélico-económico-político en contra del gobierno venezolano que preside Nicolás Maduro al que muchos odian y otros aman y defienden en todo el mundo. El imperio del terror y sus aliados han lanzado una peligrosa operación "contra el narcotráfico, manido pretexto imperial pada agredir a los Estados y naciones de América Latina.

Buques destructores, barcos de combate, aviones y helicópteros fueron enviados a realizar tareas de "vigilancia" cerca de Venezuela, "casi una semana después de que el Departamento de Justicia de EE.UU. acusara al presidente Nicolás Maduro y otros altos dirigentes chavistas de tráfico de drogas y otros delitos."

El gobierno de Trump ha endurecido el bloqueo contra Cuba y ha condenado al pueblo venezolano a la pobreza extrema con bloqueo y sanciones económicas que han dejado pérdidas por más de 130 mil millones de dólares.

El megalómano y mitómano Trump quiere derrocar a Maduro para apoderarse de las más grandes reservas mundiales de petróleo que están en Venezuela que, también, posee valiosos minerales a más de oro y plata.

Trump, entre sus despreciables infamias, recurre a la lucha contra el narcotráfico para invadir a Venezuela. Desde la Casa Blanca ha dicho: "Estados Unidos está lanzando una operación mejorada de lucha contra el narcotráfico en el hemisferio occidental para proteger a los estadounidenses del azote mortal de los narcóticos ilegales". "No vamos a permitir que los carteles de la droga aprovechen la pandemia para amenazar la vida de estadounidenses", añadió.

Trump realizó el macabro anuncio acompañado del secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper. Además, ha incrementado de manera considerable sus fuerzas armadas navales y aéreas en el Pacífico Sur. El combate al narcotráfico es una patraña para justificar la injustificable agresión a Venezuela, pero el emperador de turno y sus halcones se olvidan que Colombia es el primer productor de cocaína en el mundo y que Estados Unidos es el primer consumidor de todo tipo de drogas en todo el mundo.

Por otra parte, Estados Unidos tiene las fronteras más vigiladas del mundo en las que usa tecnologías de punta. Si ni una mosca puede entrar a Estados Unidos sin permiso del gobierno y sus agentes policiales de toda naturaleza, ¿cómo es que permite la entrada de miles de toneladas de drogas producidas por Colombia, Europa, Asia, Afganistán y algunas regiones de Asia?

Esas verdades callan, pero el guerrerista Esper junto a su Jefe mitómano dijo: "el régimen ilegítimo de Maduro en Venezuela confía en los beneficios que le llegan de la venta de droga para mantener su poder opresor. El pueblo venezolano sigue sufriendo enormemente por el control criminal de Maduro sobre el país", dijo sin sonrojarse el Ministro de Defensa yanqui; que debe ser tan experto en mentir como su jefe Trump.

Poco después, el vicepresidente de Venezuela, Jorge Rodríguez, calificó el anuncio como "un intento de desviar la atención" sobre lo que está ocurriendo en Estados Unidos con la crisis sanitaria por la covid-19.

El anuncio de Estados Unidos llega después de que el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, anunciara el pasado 26 de marzo la presentación de cargos formales contra Maduro y dirigentes allegados, a los que acusa de ser parte de un plan en connivencia con miembros disidentes de la guerrilla colombiana de las FARC para el envío masivo de drogas hacia Estados Unidos. Qué descabellada y absurda acusación.

Maduro rechazó las acusaciones como "falsas" y acusó a Donald Trump y a su gobierno de comportarse como "cowboys racistas del siglo XIX".

El periodista Carlos Aznarez desde Venezuela sostuvo que Trump y sus amenazas de guerra, no va a poder con Venezuela. Dijo que nuevamente la impudicia de Donald Trump se ensaña contra Venezuela Bolivariana. En realidad, la gran obsesión del ultramillonario supremacista blanco que mal gobierna Estados Unidos, se llama Nicolás Maduro. Contra él fundamentalmente y otros altos funcionarios ha apuntado ahora todos sus cañones creyendo que el gobierno revolucionario puede amedrentarse con sus bravatas. Si ya era ridícula, si no fuera dolorosa por sus consecuencias, aquella primera sanción decretada por Obama acusando a Venezuela de ser "un peligro para la seguridad de Estados Unidos", qué decir de esta última patraña del dúo Trump-Mike Pompeo, poniendo como excusa de la agresión, que Maduro y su gobierno están acusados de «narcoterrorismo, tráfico de armas, lavado de dinero y corrupción".

A Trump le molesta el enorme liderazgo de Maduro, de la misma manera que Bush se dio una y mil veces la cabeza contra la pared buscando la fórmula para atacar al comandante eterno Hugo Chávez. La actual figura presidencial USA no es distinta a ninguno de los últimos mandatarios norteamericanos: despóticos, guerreristas, genocidas, ignorantes, en lo que hace a no poder hacer política si no es contando con el recurso de las armas, las invasiones, las imposiciones autoritarias, las políticas devastadoras, la corrupción a gran escala.

Por su parte, Chávez y Maduro representan todo lo contrario y por eso contaban y cuentan con el apoyo incondicional de su pueblo. Decir Chávez, en la Patria Bolivariana y también en Nuestramérica, es expresar las mayores reivindicaciones a las que aspiraban y por la que lucharon durante años millones de venezolanos y venezolanas. Desde alfabetizarse hasta recuperar el auto estima en todos los niveles.

Decir Maduro, es la continuidad declarada y leal de esas mismas banderas, el hombre que se cargó al hombro «la madre de todas las responsabilidades» y trata de llevarlas a cabo con toda dignidad y solvencia a pesar de las agresiones de adentro y de afuera.

Por eso el Imperio lo ha elegido a él y a Diosdado Cabello como los "interlocutores" a eliminar en primer término, para luego apoderarse de las riquezas del país, que es lo que más ambicionaría Trump en el corto plazo. Pero se equivoca de cabo a rabo, ya que cada vez que ha intentado generar desestabilización en Venezuela ha tenido que retroceder perdiendo sus batallitas y hasta pasando vergüenza entre su propia tropa. Patinó con el execrable Grupo de Lima, volvió a perder terreno cuando trató de invadir el país caribeño con la anuencia del títere secretario de la OEA, y no deja de quedar a la intemperie, cuando sigue apostando a un delincuente como Juan Guaidó. Cómo estará maldiciendo Trump a sus "muchachos" de la CIA que le recomendaron a sus peones colombianos Iván Duque y su manager Uribe Vélez. Ambos intentaron (incontables veces) motorizar invasiones de paramilitares ligados al narcotráfico (como Los Rastrojos y otros similares) y siempre se quedaron con las ganas. Si no les alcanzó con el papelón que pasaron con "la entrega de la ayuda humanitaria" (donde reunieron a lo más granado de la derecha continental) cuando las milicias populares y los guardias nacionales bolivarianos los pararon en seco en los puentes lindantes a Cúcuta, ahora acaban de pegarse el último resbalón, intentando entrar (a través de un militar traidor como es Cliver Alcalá, al que para disimular lo ponen también en el listado de sancionados) un grupo de comandos armados para asesinar y generar miedo en la población. Y lo hicieron, aprovechando el momento en que se declaró la cuarentena obligatoria, cuando Venezuela está dando ejemplo de cómo se enfrenta la guerra bacteriológica en la que seguramente también están metidos hasta la cabeza los amigos epimediólogos de la CIA y de Trump".

Cabe recordar que Washington acusó al mandatario venezolano Nicolás Maduro, de tramar una conspiración con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, para "inundar a Estados Unidos de drogas". Monumental absurdo del que se ríen, inclusive, sus aliados más fieles y los más feroces enemigos de Maduro y su gobierno.

Al respecto, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, calificó de "injerencistas y colonizadoras" las acusaciones de Estados Unidos hacia las naciones latinoamericanas, especialmente Venezuela.

Mientras el mundo permanece secuestrado por el coronavirus, dijo, la OTAN campa a sus anchas, tratando de atacar a Venezuela, provocando a Rusia y cercando cada vez más a Cuba. Ahora tenía el "encargo" del general Wolters, como comandante supremo, de «coordinar el apoyo militar para combatir la crisis del coronavirus». ‎ Encima nos toman por idiotas. Es para reírse, si no fuese para llorar de la impotencia.

Cada vez Trump y sus esbirros están con la obsesión de liquidar a Cuba y Venezuela que no se han doblegado ni se doblegarán jamás ante el imperio del terror. En su locura para ser reelegido y derrotar a los demócratas con "tintes socialistas", no vacila en acusar a La Habana y Caracas de tráfico de drogas.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez, refutó la declaración "infundada" de un alto funcionario de EE.UU. y enfáticamente dijo: "Rechazo el supuesto planteamiento citado por (la revista estadounidense) Newsweek de un alto funcionario del Pentágono nombrado, según el cual, la Comunidad de Inteligencia tiene evidencia de que se trafica droga entre Cuba y Venezuela. Es una calumnia total e infundada, con implicaciones peligrosas" denunció el ministro de Asuntos Exteriores cubano, en un mensaje publicado en la red social Twitter.

Rodríguez aludió a una publicación de la revista estadounidense en la que, citando de forma anónima a un funcionario del Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono), acusó a los Gobiernos de Cuba y Venezuela de vínculos con el narcotráfico. Newsweek no presentó ni un solo documento que respalde la acusación.

El director general para EE.UU. de la Cancillería cubana, Carlos Fernández de Cossío, a su vez, consideró "peligrosos" los señalamientos de la Casa Blanca e hizo hincapié en que el Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, "sabe perfectamente que el alto funcionario está mintiendo".

En otro tuit, el canciller cubano criticó el mantenimiento del bloqueo de EE.UU. a Cuba en plena pandemia del nuevo coronavirus, denominado COVID-19. Denunció que esta medida de Washington obstaculiza el acceso a medicamentos necesarios para hacer frente a esta enfermedad mortal, que causa severos daños económicos y humanitarios a los cubanos y viola los derechos humanos de todo el pueblo isleño.

Esta nueva acusación, sin fundamento, añadió, se suma a otras de Estados Unidos contra líderes latinoamericanos. El 26 de marzo, Washington hizo públicos supuestos cargos por narcoterrorismo contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y ofreció 15 millones de dólares por cualquier información que facilite la detención del mandatario bolivariano.

Washington acusó al mandatario venezolano de tramar una conspiración con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, para "inundar a Estados Unidos de drogas".

Por su parte, el Diario Granma de Cuba enfatizó que el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, rebatió la declaración infundada y calumniosa de un alto funcionario de Estados Unidos que acusó a La Habana y a Caracas de vínculos con el tráfico de drogas

Por otro lado, cabe destacar que los yanquis guerreristas mienten en sus acusaciones contra Cuba y Venezuela, al mismo tiempo que no reconocen el informe anual 2019 de la Oficina de la Organización de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito que informaba que el consumo de cocaína en EE.UU. sigue en aumento nuevamente, y que la fuente principal para el mercado nacional de esa droga es Colombia.

En lugar de lanzar tantas infamias contra Cuba y Venezuela, deberían informar que Colombia provee de cocaína a Estados Unidos y que Colombia incrementó las hectáreas de cultivo de hoja de coca, muy a pesar y sobre la presencia de Estados Unidos que, para su particular "guerra contra las drogas", impuso el Plan Colombia, luego el Plan Patriota y hoy tiene siete bases militares en Colombia y todas las que quiera, dependiendo de sus fines y objetivos militares..

Se informó "que, en el año 2018, más de 2 millones de personas utilizaron cocaína. Se había producido un incremento del 42 % respecto a 2011, según la Encuesta Nacional sobre el Consumo de Drogas y Salud. Además, el número de muertes en el país por sobredosis de cocaína se triplicó entre 2012 y 2018.

La calumnia fabricada por la Casa Blanca busca justificar las medidas de cerco económico, incrementadas contra Cuba y Venezuela, justo en medio de la pandemia de la covid-19, así como alentar una posible agresión contra la nación bolivariana".

La analista internacional, Stella Calloni, al referirse a los amagos bélicos de Estados Unidos contra Venezuela y Cuba sostuvo que "la amenaza militar suena más grave cuando EE.UU. no ha podido realizar una maniobra militar con la Organización del Atlántico Norte (OTAN) en Europa adonde envió tropas y equipos en pleno auge de la pandemia en Italia y otros lugares. Fue a pedido de varios países europeos que se detuvo la maniobra, pero el hecho de intentarlo demuestra los límites que atravesó Estados Unidos y su socio Israel.

Los argumentos actuales para esta resolución de la "justicia" norteamericana son ya gastados y utilizados en cada ciclo de la historia, pero no se puede desconocer que en función de querer rendir a Venezuela y con ella al resto de América Latina, han sembrado de bases y establecimientos la región. Sólo Colombia, su mejor centro de operaciones contra toda la región tiene nueve bases, y le siguen Panamá, Perú, Guatemala Honduras, Costa Rica y otros países, incluyendo Paraguay, y Argentina donde el Comando Sur firmó acuerdos con el ex presidente Mauricio Macri.

Pero son los acuerdos últimos de Trump con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, los que más preocupan en estos momentos. De hecho en su visita a Estados Unidos, que comenzó el 18 de marzo pasado Bolsonaro en su encuentro en Florida con Trump proclamaron su apoyo al inexistente y autoproclamado "presidente" de Venezuela Juan Guaidó y a los "esfuerzos de Bolivia para realizar elecciones libres", por supuesto sin aclarar que serían lideradas por los golpistas-entre ellos el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro- que derrocaron al presidente Evo Morales en noviembre pasado.

Resulta que el narcotráfico, el traslado de la droga que se obtiene en laboratorios colombianos abastecidos con los químicos de los países poderosos, no puede ser controlado por las nueve bases de Estados Unidos en territorio de Colombia, donde la DEA ha sido denunciada, incluso por importantes oficiales que desertaron del convivio de esta agencia antidrogas con las mafias colombianas que hundieron ese país en la miseria y la violencia, con miles de muertos. Pero además un organismo de la propia Naciones Unidas, ha advertido que la máxima cantidad de drogas que va a Estados Unidos desde Colombia, lo hace por los puertos colombianos del Pacífico muy lejos de Venezuela.

Según el fiscal no son ni los paramilitares colombianos, ni la DEA, ni el ex presidente Alvaro Uribe- quien debería estar condenado por crímenes de lesa humanidad-, ni su delfín el actual presidente de Colombia, Iván Duque los que sostienen el narcotráfico, como todo el mundo sabe y silencia. Ya es hora de preguntarse ¿quién vigila las fronteras de Estados Unidos, por la que llegan tantas toneladas de drogas, mientras fuerzas de seguridad cazan migrantes y hasta encierran niños de nuestra región en jaulas’?.

Con total impunidad sostiene Barr que se calcula en 200 y 250 toneladas de cocaína enviadas fuera de Venezuela por las rutas de lo que llama "la alianza criminal" es decir Maduro-FARC. Sería bueno revisar las rutas aéreas del Comando Sur.

Este invento es similar al de la amenaza que significaban las armas de destrucción masivas que tenía Irak, para después de invadir, matar un millón de personas y apoderarse de ese país "reconocieron" que en realidad se equivocaron y que no existían tales armas, de lo cual habían sido claramente informados O los argumentos para invadir Panamá en diciembre de 1989º tantos otros similares en la historia..

El periodista Carlos Fazio, en un importante análisis sobre esta situación sostenía en el diario mexicano La Jornada que en "la coyuntura de la llamada "epidemia del siglo", la diplomacia de guerra de Estados Unidos ha decidido profundizar su guerra no convencional, asimétrica, contra Venezuela. Con una serie de acciones sucesivas que pretenden generar miedo y pavor (shock and awe) en filas "enemigas", la administración Trump activó el 26 de marzo pasado el miserable plan diseñado por el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el representante especial para Venezuela, Elliott Abrams, cuyo objetivo final es intentar producir un "cambio de régimen" en el país que tienen las reservas probadas de hidrocarburos más grandes del mundo.

Ese día, en lo que parece marcar un nuevo punto de no retorno ahora bajo la pantalla judicial del golpismo (Lawfare), el fiscal general de EU, William Barr, anunció cargos criminales por narcoterrorismo, tráfico de cocaína, lavado de dinero y corrupción contra el presidente constitucional y legítimo de Venezuela, Nicolás Maduro; una docena de altos funcionarios civiles y militares así como dirigentes del proceso bolivariano −e, incluso, un par de generales prófugos de la justicia venezolana−, bajo la grotesca argumentación de "haber participado en una asociación delictiva" que involucraría a una "organización terrorista extremadamente violenta" –las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC−, así como de "conspirar" para utilizar la venta de drogas como un "arma" contra Estados Unidos.

El 31 de marzo, en otra inadmisible intromisión –que viola el Derecho internacional y los principios de la Organización de las Naciones Unidas, entre ellos, el de no intervención, la libre determinación de los pueblos y la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales−, Pompeo y Abrams hicieron público su "plan" denominado eufemísticamente "Marco para la transición democrática en Venezuela" (cuyo único fin es el derrocamiento de Maduro), lo que fue seguido, el 1 de abril, por el anuncio de Donald Trump, del lanzamiento de un nuevo operativo militar naval antidrogas en aguas del Caribe y el Pacífico.

Trump, quien apareció flanqueado en la Oficina Oval por el secretario de Defensa, Mike Esper, y el jefe del estado mayor, general Mark Milley, dijo que las operaciones marítimas antinarcóticos estarán dirigidas contra lo que, afirmó, es una "creciente amenaza" de "narcotraficantes y terroristas" que buscarán "aprovecharse" de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus para introducir drogas a EU y afectar a la ciudadanía.

A su vez, el secretario Esper identificó a Venezuela como una amenaza en particular, al acusar al "régimen ilegítimo de Maduro" de depender de las ganancias del narcotráfico para mantenerse en el poder. Con lo cual, se cumplirían los propósitos encubiertos denunciados a mediados de marzo por el canciller venezolano, Jorge Arreaza, de que en el marco de una nueva fase de agresiones unilaterales estadunidenses contra su país, el Pentágono y el jefe del Comando Sur, Craig Faller, estaban contemplando un "bloqueo naval" a Venezuela, acción reconocida por la ONU como "uso de la fuerza"; medida que podría ser reforzada en la coyuntura con acciones coercitivas bajo el paraguas de la Organización de Estados Americanos (OEA), vía el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), ambos, viejos instrumentos de la guerra fría al servicio de Washington.

PINO ARLACCHI Y LOS BULOS DE LA CIA Y EL PENTÁGONO

En el marco de la nueva fase de guerra híbrida de EU contra el proceso bolivariano de Venezuela, cabe recordar que el 15 de abril de 2019, durante una sesión de preguntas y respuestas en la Universidad de Texas, el secretario de Estado, Mike Pompeo, afirmó entre risas y aplausos: "Yo era director de la CIA (Agencia Central de Inteligencia). Mentimos, engañamos y robamos. Teníamos hasta cursos de entrenamiento". (Aunque la transcripción oficial del Departamento de Estado no incluyó esas aseveraciones, sí quedaron registradas en video).

La confesión de Pompeo vino a confirmar lo que es público y notorio y está registrado en cientos de documentos oficiales y literatura sobre la CIA de los últimos 60 años. Pero no deja de ser grave que el jefe de la diplomacia estadunidense se refiera a sí mismo como mentiroso y ladrón. Máxime, en la actual coyuntura, cuando expertos comunicacionales del Pentágono y la CIA han echado a andar una nueva etapa de la guerra no convencional contra Venezuela, diseñada en base a operaciones de guerra psicológica, propaganda encubierta y mensajes indirectos a través de los medios de difusión masiva (radio, televisión, prensa escrita, Internet), direccionadas a conseguir el control y la manipulación de la llamada opinión pública mediante distorsiones informativas (noticias intoxicadas).

Al respecto, las acusaciones del fiscal general William Barr contra el presidente Maduro, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, el ministro del Interior, Néstor Reverol y el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, entre otros, de emprender junto con las FARC una "conspiración narcoterrorista" para inundar a EU de cocaína, no admite la prueba del ácido. La teoría de un "narco-Estado" en Venezuela es pura ficción y las agencias estadunidenses lo saben.

Tras enterarse del insólito entuerto, el ex vicesecretario de la ONU, Pino Arlacchi, ex director ejecutivo del Programa Antidroga de la organización mundial (UNODC, por sus siglas en inglés), escribió en su cuenta de facebook: "La acusación a @Nicolás Maduro por tráfico de drogas es una basura política. En 40 años de experiencia antidroga y como Vice Secretario ONU, nunca me topé con #Venezuela, siempre lejos de los circuitos: EEUU primer consumidor, Colombia productor".

Luego, en un artículo firmado difundido por Telesur, Arlacchi señaló que al conocer la noticia de la acusación contra Maduro y miembros de su gobierno por tráfico de drogas, se quedó "sin palabras". Escribió que al observar la persecución contra Venezuela ha visto muchas cosas, "pero honestamente no pensé que la asociación delictiva en el poder en los Estados Unidos llegaría a tanto". Y añadió: "Después de robar $ 5 mil millones de los recursos financieros de Venezuela depositados en bancos de 15 países. Después de establecer un bloqueo de toda la economía del país a través de sanciones atroces, con el objetivo de golpear a la población civil para empujarla a rebelarse (sin éxito) contra su gobierno. Y después de un par de intentos de golpe fallidos, aquí está el tiro final, la calumnia más infame".

Tras considerarlo como un "episodio de guerra asimétrica", Arlacchi, quien se desempeñó como director ejecutivo de la UNODC entre 1997 y 2002, argumentó que "el golpe es tan fuera de medida", que no cree que tenga consecuencias relevantes en Naciones Unidas ni en la Unión Europea. "No hay la más mínima evidencia" para apoyar esa "calumnia" que "sólo existe en la fantasía enferma de Trump y sus asociados", decía Fazio.

Para atizar de peor manera la situación, mientras la OTAN se dedica a «combatir el coronavirus» en Europa, dos de los principales ‎miembros europeos de esa alianza militar –Francia y el Reino Unido– envían buques de guerra al ‎Mar Caribe.

El objetivo de toda esta operación, respaldada por la OTAN, es cerrar la tenaza del "embargo" ‎que estrangula la economía de Venezuela, país que cuenta con las mayores reservas mundiales ‎de petróleo y que hoy enfrenta también la crisis del coronavirus. ‎

El objetivo final es derrocar al presidente Maduro –democráticamente electo por el voto popular ‎pero por cuya cabeza Washington está ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares– e ‎instaurar en Venezuela un régimen que pondría ese país nuevamente bajo la dominación de ‎Estados Unidos, decía el periodista Manlio Dinucci.

El multimillonario Trump y sus secuaces del gobierno estadounidense quieren una guerra para apoderarse del petróleo de Venezuela y de otros minerales codiciados en el todo el mundo. Muy bien se sabe que "a golpe de escándalos y mentiras, gobierna Trump a los suyos. Y ahora, el COVID-19, es el nuevo pretexto de EEUU para seguir colonizando el mundo", pero en realidad, el coronavirus, podría convertirse en el principio del fin del neoliberalismo de Estados Unidos, al tiempo que pondría en peligro la reelección de Trump que, para Estados Unidos y el mundo que ama paz, es un gobierno aborrecible con peligrosos venenos de serpientes.

Correo electrónico: tribunalpazecuador@yahoo.com


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