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Hecho en China: el G20 y su importancia neoeconómica

Domingo 18 de septiembre de 2016 por CEPRID

Pepe Escobar

Russia Today

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

Lo que acaba de tener lugar en Hangzhou (China) es de inmensa importancia geoeconómica. Pekín desde el principio trató el G-20 de una forma muy seria, haciendo de la cumbre un diseño chino y no estadounidense; mostrando el declive de Occidente.

Delineando la agenda de las conversaciones, Xi Jinping fue directamente al punto de vista geopolítico también, como lo establece el tono: "La anticuada mentalidad de Guerra Fría debe ser desechada. Es urgente desarrollar un nuevo concepto de seguridad inclusiva, integral, cooperativa y sostenible".

Debemos comparar esto con las llamadas “cuatro recetas” que previamente había esbozado Jinping (“innovación, vigorización, interconexión e inclusividad”) como las necesarias para volver a impulsar la economía mundial.

Actuando como jefe de estado mundial de facto, Xi Jinping, procedió a abrir la cumbre introduciendo un paquete bastante ambicioso diseñado para impulsar la economía mundial más enfocada hacia el crecimiento y, al mismo tiempo, instalando las reglas chinas de funcionamiento, más amigables para la arquitectura económica y la gobernabilidad mundial.

El objetivo no podría ser más ambicioso: aplastar el sentimiento anti-globalización especialmente en Occidente (del Brexit a Trump) satisfaciendo al mismo tiempo a su selecto público (la reunión más importante de líderes mundiales en la historia de China) y con el objetivo a largo plazo de eliminar para siempre el dominio occidental liderado por EEUU.

Esto es un cambio notable en China, que se benefició al igual que cualquier otro país de la globalización con un crecimiento en las tres últimas décadas impulsado en su mayoría por la inversión extranjera directa y una avalancha de exportaciones.

Sin embargo, ahora la geoeconomía ha entrado en una zona muy preocupante de turbulencias. Desde el final de la Guerra Fría en 1989 –y de la “historia” en sí misma, de acuerdo a ciertos académicos- nunsa se ha estado en la situación de ahora, donde la codicia ha llevado a la globalización a ser “derrotada” por la desigualdad. Pero incluso en la desaceleración, China ha sido el responsable de más del 25% del crecimiento económico mundial en el año 2015.

Así, la inversión de China en otros países aumentó el 62% (hasta una cifra récord de 100.000 millones de dólares) en los seis primeros meses de 2016, según el Ministerio de Comercio de China. Pero hay un problema, que los economistas han denominado “el ambiente de inversión asimétrica”: China sigue siendo más cerrada que otros miembros del BRICS a la inversión extranjera, especialmente en el sector de servicios.

Edificio BRICS

La reunión que mantuvieron los BRICS en el G-20 no era espectacular per se. Pero fue allí donde Xi detalló la agenda del G-20 de China y estableció las premisas para la cumbre anual [de los BRICS] en Goa para el próximo octubre. Según un informe de la Universidad de Tsinghua en Beijing, China debe mejorar estas conexiones multilaterales “para tener un papel más activo y empujar a Occidente a dar un paso atrás en la elaboración de las normas internacionales”. Zhu Jiejin, de la Universidad de Fudan en Shanghai, lo resume todo; "BRICS es una prueba de la nueva filosofía de China en las relaciones internacionales, aunque la fruta va a tardar mucho tiempo en madurar." Interconectar o morir

Todo en Hangzhou se calculó al milímetro. Empezando por el lugar. Siendo el este de China, todo comienza con una analogía histórica. Hangzhou ha sido descrita como "la granja de seda", incluso antes del desarrollo de la antigua ruta de la seda. Ahora se conecta a las inmensamente ambiciosas Nuevas Rutas de la Seda de que algunos analistas chinos describen como "una sinfonía moderna de conectividad".

Estas NRS son, de hecho, la puesta en práctica de las “cuatro recetas” de Xi: el crecimiento económico impulsado por un frenesí de conectividad "inclusivo", especialmente entre los países en desarrollo.

El liderazgo de Beijing está totalmente comprometido con esta estrategia como la última unidad transformadora geoeconómica en Asia y el Pacífico, empatando la mayor parte de Asia a China y hasta Europa.

Incluso antes de Hangzhou, los Ministros de Finanzas y Gobernadores de Bancos Centrales del G-20 se reunieron en Chengdu los días 23 y 24 de julio para analizar la conectividad de la infraestructura mundial. El comunicado tenía que decir lo obvio; mayor interconectividad es una demanda que define a la economía global del siglo XXI y la clave para la promoción del desarrollo sostenible y la prosperidad compartida.

Esto es lo que tiene que ver con las NRS. La empresa consultora china SWS Research estimó en un informe que la inversión total necesaria para la construcción de infraestructura está cerca de un asombroso 3’26 billones de dólares. Desde el Corredor Económico entre China y Pakistán (CPEC), definido por el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, como "el primer movimiento de la sinfonía de la Iniciativa NRS", hasta el ferrocarril de alta velocidad entre China y Tailandia que se interconectará con la red trans-asiática de alta velocidad que incluirá el eje Yakarta-Bandung en Indonesia.

La casa que construyó Ma

Además, está el hecho de que Hangzhou es el centro tecnológico de China. Podría decirse que la mayor estrella de este G-20, además de Xi, fue Jack Ma, fundador del gigante del comercio electrónico Alibaba, establecida en 1999, y que encarna el nuevo “hecho en China”. No por casualidad, todo el mundo, desde el primer ministro de Canadá al de Indonesia, visitaron la empresa principal de Alibaba, Xixi Campus, guiados por el propio Ma. Esta es casi una ciudad, un centro que ayudó a la creación de 680 nuevas empresas en tan solo un año.

Antes del G-20 hubo una reunión denominada B-20, una cumbre de negocios centrada en el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas (PYME), donde el astuto Ma advirtió sobre el “momento crucial que vivimos cuando a las personas no les gusta la globalización o el libre comercio” y promovió un “mecanismo de diálogo público-privado para el desarrollo del comercio transfronterizo” con el que “ayudar a las pequeñas y medianas empresas, los países en desarrollo, las mujeres y los jóvenes para que participen en la economía global”. Un discurso que gustó mucho en Indonesia, que tiene 56 millones de PYMES.

Por supuesto, todo no es un jardín de rosas. Comoe ne l G-20, en el B-20 estuvo presente gente poco fiable, vinculada a fondos de inversión. Aún así, la clave y el objetivo era y sigue siendo ayudar a las PYME en el mundo en desarrollo en esta “nueva globalización”.

Lo que realmente se decidió en el G20 sólo se hará visible a largo plazo. Xi cerró la cumbre haciendo hincapié en que el G-20 ha acordado promover el multilateralismo comercial e ir en contra del proteccionismo (amplia evidencia de lo contrario, tal y como está) y al mismo tiempo desarrollar las primeras reglas generales para la inversión transfronteriza.

También dijo que el G-20 acordó continuar la reforma del FMI y el Banco Mundial para dar más voz a los mercados emergentes (no con Hillary o Trump en el poder).

El "mensaje" de todos modos de China era inconfundible; que se ha marcado un camino geoeconómico para el futuro y está ejerciendo una fuerte presión para que el resto de naciones se unan a este nuevo marco de beneficio mutuo. Y cualquiera que sea el futuro del "giro a Asia" la confrontación (el TPP, la “OTAN comercial”), si la hay, no será eludida. Beijing no asistirá en silencio a la intimidación de EEUU o ante cualquier otra amenaza que considere contra los intereses de seguridad de China.

El G-20 en Hangzhou mostró que China está lista para mostrar su influencia económica y de ejercer un papel mucho más activo en la geoeconomía. Está claro que Beijing prefiere jugar el juego en un sistema de comercio multilateral basado en torno a la OMC. Washington, en cambio, ha estado tratando de manipular el juego con nuevas "reglas" como el TPP y TTIP.

China ha puesto el dedo en la llaga cuando observa que “EEUU ha dicho que no puede permitir que China establezca las reglas, pero parece que su propio establecimiento de reglas ya no está ganando los corazones de nadie, ya que sólo ven que va en sus propios intereses [de EEUU]”.


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