CEPRID

Los EEUU se preparan para la “caotización” militar de turno

Viernes 14 de diciembre de 2012 por CEPRID

Vladislav Zhukovskiy

Nakanune.ru

Traducido del ruso para Interunión y el CEPRID por Arturo Marián Llanos

A juzgar por todo, las élites estadounidenses se preparan para seguir aumentando la agresión militar y la escalada de los conflictos político-militares, que permiten desestabilizar la situación en el perímetro de sus competidores estratégicos (Eurozona, China, Japón, mundo islámico etc.) y provocar el traspaso del capital especulativo global al mercado financiero de los Estados Unidos y, en primer lugar, el mercado de la deuda estatal.

Sobre el fondo de los comentarios que no cesan de la mejora de la situación económico-financiera, la situación real en la economía permanece muy grave. El crecimiento económico del 2% del tercer trimestre de 2012 aunque ha superado el pronóstico medio (1,9%), no obstante, ha quedado sustancialmente por debajo del 2,4% de 2010 y del 4,1% del último trimestre de 2011. Más aun, prácticamente en su totalidad este crecimiento fue determinado por el salto de las inversiones en los bienes inmuebles (+14,4%), ampliación de los gastos estatales en la economía a costa del aumento de los déficit presupuestarios (9-13% del PIB a lo largo de 2008-2012) y el aumento del peso de la deuda estatal (hasta 106% del PIB). Sobre todo despierta preocupación la rápidamente creciente militarización de la economía norteamericana – los gastos de las autoridades federales en el segundo trimestre de este año han aumentado en 3,7%, mostrando el primer crecimiento desde el segundo semestre de 2010. Los gastos en la defensa nacional que, además de las operaciones de castigo en Oriente Próximo y Afganistán, así como el apoyo mediante la fuerza a la demanda del dólar americano, incluyen la financiación del potencial científico-técnico y la transferencia de las tecnologías del sector militar al civil, han aumentado hasta en 13%.

Solamente en el período de enero a agosto de 2012 a costa de la política de caotización del Próximo Oriente, la rebaja de los rating de crédito soberano de los países miembros de Eurozona por parte de las agencias de rating norteamericanas, el desbalanceo de los mercados financieros internacionales y el programa propagandístico a gran escala para crear una imagen favorable de los EE.UU. cara a los inversores, las élites norteamericanas han logrado asegurar la compra de los papeles de deuda de la Tesorería Federal de los EE.UU. por los no residentes por el valor de 372,3 mil millones de dólares. Es 5,4% más que en el mismo período del año pasado (353,2 mil millones) y por los motivos obvios coincide con el déficit sumario del comercio exterior de los Estados Unidos en este período.

Este proceso no ha podido ser cambiado ni siquiera por China, que comprendiendo las proporciones alcanzadas por los desbalances y deformaciones en la economía mundial, lleva barios años reorientando activamente la estructura de sus reservas internacionales y diversificando las inversiones en los activos extranjeros.

Hay que comprender que incluso el actual ritmo bastante bajo del crecimiento de la economía norteamericana, que no permite alcanzar una mejora significativa en el mercado laboral, es el fruto de múltiples manipulaciones estadísticas e índices trucados.

Gracias a la utilización de los índices hedonistas, manipulación con la estructura de la cesta de la compra y la composición de los gastos presupuestarios de los hogares, distinto tipo de suposiciones acerca de la efectividad absoluta del consumidor las autoridades gobernantes logran subir artificialmente los indicadores del ritmo de crecimiento de la economía, de la producción industrial, de las inversiones del capital y los ingresos de la población.

Mientras tanto, ya hoy la Casa Blanca es incapaz de soportar el colosal peso de la deuda estatal, que en otoño de 2012 ha superado la marca de 106% del PIB (hace cuatro años era 65%), por lo que los Estados Unidos en realidad están en situación de default.

Se trata de la excesiva carga de la deuda sobre el estado (106% del PIB), las obligaciones sin cubrir por parte de la Casa Blanca de la seguridad social y salud (355% del PIB), el déficit crónico del presupuesto a lo largo de muchos años (9-13,5% del PIB durante más de 3,5 años) y del balance comercial (3,8-6% del PIB), así como el excesivo peso de la deuda sobre la población que está empobreciendo (115-125% de los ingresos del hogar).

Lo único que permite a los Estados Unidos mantener a flote la colosal pirámide de la deuda estatal, que constituye el fundamento de todo el sistema actual internacional financiero de divisas del “imperialismo del dólar” – es el control sobre la máquina impresora y el estatus del dólar norteamericano impuesto al mundo como la divisa de reserva, principal medio de pago, de circulación y acumulación.

Ha sido muy significativa la triste experiencia de Iraq e Irán, que a principios de los años 2000 tuvieron el descuido de anunciar su rechazo del uso del dólar como medio de circulación y pago en el marco del comercio internacional de petróleo y el paso a los pagos en euro y divisas regionales. En seguida tras esas declaraciones de los dirigentes de las repúblicas islámicas tuvo lugar la gigantesca operación contra el “terrorismo internacional”, creado, por lo que se puede juzgar, por los servicios secretos norteamericanos y europeos, y la sangrienta guerra en Próximo Oriente. En actualidad la demanda de los dólares se mantiene no tanto debido a los factores macroeconómicos objetivos y la superioridad científico-técnica, cuanto a la colosal superioridad político-militar y propagandístico-informativa de los EE.UU., así como su estatus de “gendarme mundial” y “difusor de la democracia”.

Indudablemente, en su expresión relativa el indicador del volumen de la deuda estatal de los EE.UU. aún no ha alcanzado el máximo histórico absoluto de 123% del PIB, registrado en plena Segunda Guerra Mundial. Sin embargo hay que señalar el hecho de que desde el comienzo de los años 1970, cuando tras el discurso de agosto de Richard Nixon los EE.UU., de hecho, declararon default, al negarse a cambiar los dólares por el oro siguiendo el curso fijo, el peso de la deuda por habitante de los EE.UU. en expresión real (es decir teniendo en cuenta la inflación) ha subido de 7,5 hasta 41 mil dólares. Y eso que durante la Segunda Guerra Mundial durante el período de 1939-1945, incluso a pesar del importante aumento del déficit presupuestario y de la deuda estatal, el peso de la deuda estatal por habitante calculada en los dólares fijos de 2005 no superaba los 17 mil dólares. Mientras que en el período anterior a la Segunda Guerra Mundial, durante los años 1900-1935 este indicador oscilaba entre los 500-3000 dólares.

Tampoco mejora la cosa con los déficit presupuestarios que suponen una pesada carga no solamente sobre las espaldas del sistema financiero estadounidense, sino de toda la economía mundial. Por si fuera poco con que a lo largo de 2008-2012 los gastos estatales del gobierno federal superaban como media los ingresos en 9-13% del PIB, además las dimensiones del propio déficit presupuestario por habitante de los EE.UU. había alcanzado el máximo histórico absoluto de 4,3 mil dólares en plena crisis económico-financiera global de 2008-2009.

Al mismo tiempo ha alcanzado dimensiones astronómicas el pago anual de la deuda estatal, en primer lugar el pago de los intereses por parte del gobierno norteamericano, con el dinero aportado por los contribuyentes. Según los datos oficiales de la Tesorería Federal de los EE.UU. los pagos anuales del gobierno federal a cuenta de los intereses de la deuda estatal habían subido de 200 dólares por habitante en 1950-1960 hasta los 400 dólares a mediados de los años 1970 y a más de 1,1mil dólares a finales de los años 1980 y primera mitad de los 1990.

Lo más sorprendente es que, a pesar de que la deuda estatal de los EE.UU. solamente en los últimos 11 años (de 2000 a 2011) ha aumentado el doble, debido al llenado sin precedentes de los mercados financieros mediante la emisión, el rescate de grandes proporciones de los papeles de deuda estatal a cuenta del Sistema de Reserva Federal, con lo que artificialmente se rebaja la tasa de préstamos en el mercado de la deuda estatal, las dimensiones del pago anual por los intereses de la deuda por parte de los ciudadanos estadounidenses en los precios fijos de 2005 se ha reducido de 1-1,2 mil dólares a 570-700 dólares. Todavía más visibles son los resultados de la actuación del SRF de los EE.UU. para llevar a cabo abiertamente la política de la monetarización de la deuda estatal. Gracias al rellenado sin precedentes mediante la emisión de los mercados financieros por parte de la Reserva Federal, que en el período 2008-2012 ha superado los 2,5 billones de dólares y el mantenimiento artificial de las tasas reales de interés en la zona negativa incluso contando la inflación real, la cantidad del gasto para pagar los intereses de la deuda estatal ha bajado de 4-4,2% del PIB a finales de los 1990 hasta la cifra menos esencial de 2% del PIB.

Queda totalmente evidente que la pirámide de la deuda estatal de los EE.UU. que es el fundamento y la base de todo el sistema internacional financiero de divisas del “imperialismo del dólar”, y que asegura el traspaso de los recursos reales y de la riqueza nacional del resto de los países a los bolsillos de la oligarquía financiera de Wall Street a cambio de la deuda de los EE.UU., está al borde del colapso. Si observamos que el SRF de los EE.UU. anunció a mediados de septiembre otro turno, ya cuarto de la suavización cuantitativa por el volumen de 480-500 mil millones de dólares, vemos que la construcción de la pirámide de las deudas ha llegado a su límite y los mecanismos de mercado ya no son capaces de asegurar la demanda para el principal producto de los Estados Unidos – los dólares que se están depreciando rápidamente.

La pirámide de la deuda estatal de los EE.UU., que mantiene el nivel de vida de los ciudadanos estadounidenses 1,5-2 veces por encima del real, se desplomará en cuanto el SRF deje de llenar los mercados con la liquidez barata a través de la emisión y las tasas de beneficio de las obligaciones estatales de los EE.UU. vuelvan a una posición más o menos equilibrada, determinada por el mercado y no por la máquina de imprimir billetes.

En otras palabras, se está produciendo el rápido y, al parecer, incontrolado inflado de los gastos estatales y del peso de la deuda, que permiten mantener a flote el consumo de los hogares norteamericanos artificialmente aumentado en 1,7-2 veces. Si la dirección de la Casa Blanca no es capaz de pisarle el cuello al complejo militar-industrial y recortar la financiación de las operaciones militares para “implantar la democracia” en Próximo Oriente y Afganistán, se arriesga a provocar la crisis presupuestaria en toda regla en los EE.UU. Precisamente una crisis presupuestaria con toda probabilidad definitivamente quebrantaría la confianza de los inversores y demás países hacia la divisa norteamericana y se conviertiría en el motivo de destrucción del sistema actual financiero de divisas del “imperialismo del dólar”. Lo cual, por cierto, en varias ocasiones ha sido abiertamente anunciado por la dirección de China, que intenta llevar a cabo una política económico-financiera independiente orientada hacia sus intereses nacionales.

Aquí habría que mencionar que en el período desde el agosto de 2011 hasta el agosto de 2012 el volumen de las inversiones del gobierno de la República Popular China y del Banco Popular de China en los papeles de deuda estatal de los EE.UU. se ha reducido de 1,27 a 1,15 billones de dólares. En tanto que Rusia, cuyo bloque económico-financiero está ocupado por los seguidores de las reformas liberales y los “fundamentalistas de mercado”, que con toda sinceridad creen que el estado debe servir a los intereses del business global y las multinacionales, ha aumentado sus inversiones en un 11% (de 138,1 a 153,3 mil millones de dólares). En este mismo período de tiempo Japón ha aumentado sus inversiones en los papeles de deuda de la Tesorería Federal norteamericana en 23,6% (de 907 a 1121,5 mil millones), los países exportadores del petróleo en 7% (de 245,8 a 263 mil millones), los países paraísos fiscales de la región del Caribe – en 22,1% (de 210,4 a 256,9 mil millones de dólares), y Brasil ha aumentado sus inversiones en los papeles de deuda del gobierno de los EE.UU. en 15,8% - de 219,2 a 253,9 mil millones de dólares.

Por lo que podemos juzgar, la dirección de China, a diferencia de sus colegas rusos, atados por la conciencia sectaria estrechamente liberal, se da perfecta cuenta de las dimensiones de los desbalances estructurales acumulados en la economía norteamericana y el sistema financiero mundial. Así que las élites político-financieras de la RPCh pretenden, por un lado, reforzar su influencia económico-financiera fuera del país, y, por otro lado, superar el todavía sustancial retraso científico y tecnológico con respecto a los EE.UU., UE y Japón, sin lo cual China no podrá aspirar al papel del líder de la economía mundial y no dejará de ser el “taller de montaje” de las corporaciones globales.

Mientras tanto los burócratas rusos, con el acompañamiento de los animados discursos acerca de la modernización e innovación, siguen retirando anualmente de la economía 3-6% del PIB para invertirlos en los papeles de la deuda de nuestros competidores estratégicos, estimulando la modernización y la creación de la producción innovadora fuera de las fronteras de nuestro país.


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