CEPRID

Siria: Todos los muyahidines del mundo y los Estados Unidos lo aprueban

Sábado 4 de agosto de 2012 por CEPRID

Michele Giorgio

Il Manifesto

Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por M.R.

En un país cada vez más aislado, se está concentrando la yihad mundial. La Unión Europea refuerza las sanciones. Y nadie quiere ver el verdadero enfrentamiento: el de suníes y chiitas, que no deja prisioneros.

Las autoridades sirias ostentan tranquilidad. El gobierno prevé que en breve la situación volverá a la normalidad en Damasco y, respondiendo a las advertencias de los americanos (y de los israelíes), hace saber que utilizará las armas químicas “solo” frente un ataque externo. En efecto, el régimen todavía es sólido, controla gran parte de la situación sobre el terreno. Por esta razón redimensiona el alcance del atentado en Damasco de hace una semana - que ha decapitado los vértices de la defensa e de la seguridad – y el significado de la operación «Volcán en Damasco y terremoto en Siria», lanzada por al menos cinco mil rebeldes armados, que cuentan con el «asesoramientos» de agentes de servicios secretos extranjeros que desde hace meses actúan en Siria. El régimen todavía puede permitirse devolver al remitente la última resolución de la Liga árabe que propone al presidente Bashar Assad «una vía de salida segura» (no tener el mismo final que el libio Muamar Gadafi), a cambio de un abandono inmediato de la escena.

Sin embargo, si incluso Aeroflot, la compañía de bandera rusa, ha suspendido los vuelos hacia Damasco (a partir del 6 de agosto), significa que el aislamiento de Siria está volviéndose total.

Se ha puesto en marcha una concentración de fuerza sin precedentes para derrumbar el régimen de Assad de una manera u otra, esquivando los vetos ruso y chino en la ONU que hasta hoy han impedido un ataque OTAN o de «Voluntariosos», según el modelo libio. Golpeando una vez más de forma unidireccional, la Unión Europea decidió ayer extender las sanciones contra Siria, reforzando en particular el embargo en vigor sobre armas. A partir de hoy será además efectivo el congelamiento de bienes y el bloqueo de los visados, y se añadirán nuevos nombres a la lista de 129 que ya figuran en la "lista negra" de Bruselas. Queremos «alertar contra una ulterior militarización del conflicto en Siria... hemos dado pasos concretos para limitar los suministros que alimentan los combates», ha explicado la «ministro de exteriores» de la UE, Catherine Ashton. Pero, ¿cómo se puede impedir una ulterior militarización si no se actúa contra ambas partes en guerra? Está delante de los ojos de todo el mundo, el salto cualitativo dado por el «Ejercito libre sirio» (Els), la milicia rebelde, gracias a los suministros clandestinos de armas que pasan por las fronteras con Turquía, Líbano y Jordania. A falta de un bloqueo también de estos suministros (y de los millones de dólares puestos a disposición de los rebeldes por algunas de las petromonarquías del Golfo), no es creíble un alto al fuego. Ignorar la composición de las alineaciones en el campo y las motivaciones más amplias que empujan a los sirios a masacrarse entre ellos, no hace más que añadir daño al daño. Por una vez es necesario reconocer a nuestro ministro de exteriores, Giulio Terzi, conocido por sus declaraciones unidireccionales e incautas, haber dicho (ayer) una verdad incontestable: «Estamos en una situación de guerra civil (en Siria) y existe un amplio espacio para que las organizaciones yihadistas se enraícen en el país».

Hay que decirlo con claridad: hoy en Siria no está en curso una lucha por la democracia y los derechos. Las protestas vistas en los primeros meses en Damasco, Deraa y otras ciudades y poblados (reprimidas brutalmente por el régimen), la participación de disidentes históricos en aquellas manifestaciones, son un lejano recuerdo. Lo que dicta el ritmo de la guerra civil es el enfrentamiento entre las fuerzas islamistas suníes y la minoría alauita (chiita) en el poder desde los tiempos de Hafez Assad, padre del actual presidente, y aliada con otras minorías (cristianos incluidos). Sobre estas dos partes actúan los intereses de potencias regionales e internacionales.

Los medios de comunicación de diversos países reflejan esta cuestión, pero no los italianos (ni los españoles NdT) para evitar que esta verdad entre en conflicto con la visión dada hasta hoy «de un pueblo unido en lucha contra el brutal dictador sostenido solo por sus servicios secretos». Suníes y alauíes se masacran en Siria, ambas partes están implementando formas de limpieza étnica (no solo el régimen, como sostiene Terzi) en diferentes áreas del país. Los «shabiha» al servicio del régimen se ocupan de «limpiar» poblados y pequeños centros bombardeados con anterioridad por el ejercito sin distinguir mucho entre combatientes y civiles. Los rebeldes suníes no usan por cierto guantes de seda cuando capturan o se enfrentan a los soldados «enemigos» y a los sostenedores del régimen, aunque sean civiles.

Miles de muyahidines, de combatientes islámicos afluyen en Siria. Los americanos lo saben y de hecho lo aprueban, porque ahora el objetivo es hacer caer a Assad. Estos muyahidines han participado en la «batalla de Damasco» y participan ahora en la operación «al Furqan» lanzada por los rebeldes en Alepo. Había sucedido en Afganistán y luego en Iraq. Llegan desde Libia, de Arabia Saudita, de Egipto, de Iraq, del Líbano, de Chechenia y desde muchos otros países. Incluso del enclave español de Ceuta en Marrueco. Sin embargo, en los casos de Afganistán e Iraq, la internacional yihadista combatía contra la ocupación extranjera (rusa y americana). Siria, al contrario, es un país musulmán. ¿Por qué eligen el «martirio» contra Assad? Porque el Islam suní, en sus formas más radicales, no reconoce a los chiitas y a otras minorías musulmanas una pertenencia plena a la nación islámica. Para los salafistas que llenan las filas de las formaciones qaedistas, los chiitas con sus rituales «extraños» y sus «particulares» creencias son de hecho unos «paganos». A todos ellos, no le interesan la democracia y los derechos y aún menos las sofisticadas argumentaciones del disidente de izquierda Michel Kilo sobre un régimen que niega la libertad y en el que el socialismo es solo un espejismo. Su único fin es devolver Siria al sunismo. Es lo que predican los jeques de la revuelta de Homs y Alepo hasta Riyadh pasando per Doha. «La Yihad contra Assad es un deber islámico», proclamó el febrero pasado Hammam Said, de los Hermanos Musulmanes sirios. Un llamamiento que han recogido seis mil yihadistas extranjeros, según otras fuentes diez mil.

Assad pronto o tarde caerá, la sentencia en realidad está escrita desde hace años, desde cuando el presidente sirio, traicionando muchas esperanzas ha reformado solo el sistema económico en sentido neoliberal (en contra de millones de trabajadores sirios), sin tocar el sistema político e institucional. Pero en su lugar no veremos a Michel Kilo y sus compañeros de décadas de lucha.


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