CEPRID

Balance de las elecciones legislativas francesas y griegas de junio 2012

Martes 26 de junio de 2012 por CEPRID

Jesús Sánchez Rodríguez

CEPRID

Las elecciones francesas y griegas iniciadas en mayo, y completadas al cabo de más de un mes, habían permitido atisbar una ruptura en la dinámica política europea. En mis artículos anteriores lo definía como un punto de bifurcación. El sentido que le daba a esta ruptura venía caracterizado por dos elementos claros. En el caso francés se trataría de una victoria socialista sobre Sarkozy, pero condicionada por el peso del Frente de Izquierdas en la Asamblea Nacional que obligase al PS a girar a la izquierda. En el caso griego, por la formación de un gobierno de izquierdas en torno a Syriza. No hubiese sido ninguna revolución, pero si un terremoto en la UE. Se hubiese tratado de la consolidación en el ámbito político de los frutos de las luchas sociales que han sacudido Europa en los últimos años. Hubiese sido un auténtico desafío a la dictadura de los mercados representada institucionalmente por la troika (Bruselas, BCE y FMI) y personalmente por frau Merkel.

No se trataba de un sueño de izquierdas sin fundamento. El Frente de izquierdas francés había demostrado una enorme capacidad de movilización durante la campaña presidencial. Mélenchon llenaba sus mítines con una asistencia que hacía palidecer de envidia al resto de las formaciones políticas francesas. El mitin de la Bastilla permitió albergar esperanzas de una fuerte representación que condicionase la política del PS. La esperanza en Syriza era aún mayor. En la primera vuelta de las elecciones griegas, el 17 de mayo, tuvo un ascenso espectacular, pasando del 5% obtenido en 2009 al 17%. En la segunda vuelta, un mes más tarde, el porcentaje ascendió al 27%, pero las fuerzas reaccionarias griegas e internacionales tomaron claramente conciencia del peligro y pusieron en marcha la contraofensiva: reagrupamiento de la derecha, campaña propagandística del miedo, amenazas veladas y abiertas. Lo propio en este tipo de coyunturas históricas, nada de que asombrarse. En Egipto, al mismo tiempo, la reacción ha sido más directa, poniendo en acción al ejército.

Analicemos primero la situación general y luego la particular de Grecia. Empecemos por una pauta que necesita un debate y análisis en profundidad. Los límites de la izquierda europea.

En los últimos años han aparecido diferentes recomposiciones de la izquierda en Europa que han tenido un fuerte despegue, han generado importantes ilusiones y expectativas, y, finalmente, se han desinflado. Ejemplos, el partido de La Izquierda (Die Linke) en Alemania, el NPA en Francia, el Frente de Izquierdas, de nuevo en Francia. Creciendo, pero sin tener el despegue espectacular de los anteriores, y por tanto, sin crear ese nivel de expectativas, también podemos citar al Bloque de Izquierdas en Portugal o a Izquierda Unida en España. Falta por último el fenómeno más fulgurante, Syriza. ¿Seguirá esta pauta o la romperá?

Es preciso comenzar por reconocer dos fenómenos interrelacionados. Primero, todas las formaciones con auténticos programas de izquierda parten con un techo electoral bajo por el propio nivel de conciencia existente en la sociedad. Segundo, ese techo se eleva en función sobretodo de la intensidad de las movilizaciones sociales que tengan lugar en cada Estado. Los resultados franceses y griegos no son, por tanto, puro azar. Son el resultado de las luchas sociales sostenidas en ambos países. Sin el otoño del 2010 en Francia y las movilizaciones permanentes griegas otra sería la situación política en ambos países. Pero dicho esto, hay que poner atención, para explicar el resultado posterior - el decaimiento de los resultados de las formaciones mencionadas - en los errores cometidos por dichas formaciones. Ya se pueden apuntar algunos. Las divisiones y disputas en La Izquierda alemana . El dogmatismo del NPA francés o el KKE griego. Los errores tácticos del Frente de Izquierdas. En Izquierda Unida su política de participación en el gobierno de Andalucía con el PSOE, o su actitud que permite gobernar al PP en Extremadura levantan intensos debates en la izquierda española.

La izquierda tantea, como en el resto del mundo, el camino a seguir. Todas las combinaciones que hemos mencionado, como las experiencias de los movimientos sociales o los gobiernos progresistas en América Latina son parte de esa búsqueda de un modelo exitoso, infructuoso hasta el momento. Se enfrentan, por un lado, a los viejos modelos, como los de los partidos comunistas, socialdemócratas o trotskistas y a las inercias del pasado; y, por otro lado, a los movimientos sociales que pretenden hacer tabla rasa con dos siglos de experiencias del movimiento obrero y socialista.

En Francia, la holgada victoria presidencial y parlamentaria de la socialdemocracia va a hacer muy difícil la actuación de la izquierda, salvo que el PS tome un camino similar al de PASOK, lo cual no parece que vaya a ser el caso. En Francia, a la izquierda se la cierran las oportunidades de tener una influencia importante en los acontecimientos franceses y europeos, en tanto se abre una nueva oportunidad a la socialdemocracia de revertir su derrumbe anterior en Europa. Para el PS sería un triunfo el simple hecho de romper la dinámica ortodoxa neoliberal que encabeza Ángela Merkel, para lo que necesita construir una coalición de apoyo ante el muro alemán y sus aliados. Neokeynesianos europeos apoyados por Obama frente a neoliberales europeos y mundiales.

En Grecia, por el contrario, no se ha cerrado nada para la izquierda, que solo puede haber perdido una oportunidad y ganar tiempo. De momento, el empate catastrófico griego al que aludíamos en un artículo anterior se ha resuelto a favor de las formaciones partidarias de seguir los dictados de la troika. En una parte mayoritaria de la sociedad aún ha pesado más el miedo a tomar caminos propios desconocidos, y la ilusión por una vuelta a una normalidad imposible. Esa inercia es la explicación a un comportamiento tan irracional como el de dar la mayoría a dos partidos responsables directos de la situación actual de Grecia, de su empobrecimiento y de su humillación. Pero si se mantiene la situación actual, o empeora, el miedo y la ilusión se irán reduciendo. La izquierda social y política europea miraba esperanzada una posible victoria de Syriza. ¿Pero con cualquier apoyo? Supongamos que hubiese cambiado un cierto porcentaje más, que Syriza hubiese alcanzado el 36% y se hubiese abierto la posibilidad de gobernar.

Las dificultades a las que aludíamos en otro artículo anterior hubieran sido gigantescas y las fuerzas interiores y exteriores que buscarían su fracaso rápido habrían ejercido una enorme presión para desacreditar cualquier salida por la izquierda en Europa.

Sería un escenario muy diferente de los amplios apoyos populares de los gobiernos progresistas en Venezuela, Bolivia o Ecuador. Y a pesar de dichos apoyos, los tres gobiernos conocieron intentos abiertos de acabar con ellos, incluso por la fuerza. Una situación de victoria minoritaria de Syriza se parecería más a la del gobierno de Salvador Allende, cuya experiencia está llena de enseñanzas que convendría no olvidar.

Evidentemente esa victoria de Syriza hubiese provocado un terremoto financiero y político en Europa, y es un ejercicio ocioso discutir las posibles consecuencias de algo que no ocurrió. Porque una vez que se forme el gobierno griego de los partidos sumisos a los dictados de la troika (ND, PASOK, Izquierda Democrática), Grecia dejará de ser el foco de atención de la crisis europea durante un tiempo, dejando el protagonismo al desarrollo de la crisis en España y, posiblemente, Italia. Syriza deberá trabajar para, si se presenta otra oportunidad, poder alcanzar el poder con un apoyo social con el que poder resistir las fuerzas que se desencadenarían en su contra.


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