Voz nº1994

En estos días, las noticias no fueron placenteras en Washington con motivo de la Asamblea General del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. hay recesión mundial a la vista, y tanto directivos de los organismos, como jefes de Estado mundiales, hicieron un llamado para tomar urgentes e inmediatos correctivos.

Los distintos países están sufriendo una especie de contagio, luego de una génesis entre los otrora admirados "tigres asiáticos", que luego pasó a Japón y Rusia.

Aunque todavía no hay contundencia que lo demuestre, los mercados financieros internacionales se encuentran muy nerviosos sobre lo que pueda ocurrir en Latinoamérica y ya se apuesta que será irreversible la crisis en Brasil y luego en los demás países de la región. Brasil representa el 45 por ciento del Producto Interno Bruto regional. De manera tal, que lo que afecte a Brasil, toca directa o indirectamente al resto de las economías latinoamericanas.

Antes que nada, los inversionistas globales están marcados por un factor sociológico instintivo que los lleva a categorizar a todos los mercados emergentes, y dentro de ellos América Latina, dentro de un solo grupo. De modo que, una combinación de "fobia a los mercados emergentes", y un desplome brasileño, tendría desastrosos efectos sobre el resto de América Latina, porque los mercados no soportarían otra mala noticia, y en consecuencia, los planes de inversión en la región se esfumarían. Una crisis de confianza no suena nada bien para economías que cuentan con inversión extranjera directa para financiar gran parte de su crecimiento económico.
Ante esta situación, el gobierno de Pastrana propone conceder a los empleados oficiales un reajuste ponderado del 14 por ciento, supuestamente para encajarlo dentro del ajuste para equilibrar el presupuesto y disminuir las presiones inflacionarias, lo que produjo la justa reacción de las centrales sindicales.

Asimismo, se propone una reforma del IVA, con la cual el gobierno pretende aumentar la base mediante el gravamen de nuevos productos y servicios y la disminución de un punto en la tarifa general. Confirmando la ya vieja tradición con respecto a la tributación, el Estado colombiano ha encaminado la obtención de sus recursos a partir de los impuestos indirectos, fundamentalmente el IVA, que grava de manera equitativa a las personas y empresas que tienen ingresos desiguales. Y a se encuentra en el 16 por ciento para la mayor parte de los productos básicos.

La política fiscal debe dar prioridad a la tributación directa, e impedir al capital la evasión y la elusión de impuestos en una alta proporción; se debe dar aplicación a un principio progresivo que soporte una política de redistribución del ingreso, aplicando la norma según la cual "el que tiene más paga más".
Este modelo de obtener los ingresos del Estado por la vía de hacer tributar a la población más pobre, es lo que coloca a Colombia como uno de los países más proclives a la concentración del ingreso, dados los índices de tributación de los pobres y los de evasión de los ricos.

El gobierno de Pastrana en vez de apretarse de veras el cinturón, a los colombianos nos quiere meter todavía más la mano en el ya menguado bolsillo. Con un agravante: la gran sacrificada en el gasto público del presupuesto para el año entrante es la inversión. Lo que significa no sólo acentuar la actual recesión, sino sacrificar las posibilidades de mayor crecimiento y empleo para el futuro.