Edición 1994, licencia No. 002357 del Ministerio de Gobierno. 

Quincena del 28 de Octubre al 10 de Noviembre de 1998.

SUMARIO

Resumen VOZ 15 DÍAS


Economía:

Hechos y Cifras

El país en la encrucijada
(por Gustavo Tabares)

La recesión es mundial

El informe del DANE de octubre de 1998
Desempleo en ascenso


Páginas Editoriales:

Enfoque: El talante Pastranista
(por Alvaro Vásquez del Real)

Editorial: Mister Andrés

Mirador: Juan Pablo II
(por Carlos A. Lozano Guillén)


Nacionales:

Presupuesto Nacional por 45.3 billones aprobado apupitrazo limpio. Para defensa la mayor tajada. (por Alvaro Angarita)

El presupuesto en cifras

Reforma política da el primer paso. Con sabor electoral.

Los pasos de la paz. Entre la convención nacional y el despeje.
(por Carlos A. Lozano Guillén)


Tema Central:

Los 21 días que estremecieron al país. La derrota de Pastrana frente a los trabajadores.

La bencidión de la Iglesia.

Hablan los protagonistas de los trabajadores.


Laboral:

Los funerales de Jorge Ortega García, vicepresidente de CUT. Otro crimen de Estado.


Ideología:

Marxismo y nacionalismo.
(por Alfredo Holguín).


Cultural:

Del "fin de la historia" al siglo XXI de Marc. 
El marxismo es el pensamiento revolucionario de la totalidad.
(por José Luis Colegial)


Internacional:

Venezuela. Aborta golpe militar.
(por Luis Manuel Arce, de Prensa Latina) 

Romper el ciclo de la impunidad

La detención de Pinochet. Fiesta de los comunistas chilenos.

Elecciones en Euskal Herría. Avance de la izquierda vasca.
(por Héctor Mondragón)


Ulitma página:

Declaración del PCC. Rechazar la guerra sucia contra los trabajadores.

En Bogotá. Asamblea comunista.

EL PAIS EN LA ENCRUCIJADA:

Se puede decir que la economía del país está en estado de recesión. La tendencia a la baja de la inflación de los últimos meses no es síntoma de abundancia sino del poco poder de compra de los colombianos.

Por Gustavo Tabares.

La industria colombiana reflejó deterioro en sus distintas variables, hasta el punto de ser el peor período en la última década, mientras el comercio no muestra signos de recuperación. Existen serios problemas, que justifican con creces hablar de recesión. Tan crítica situación se refleja principalmente en la caída de las ventas, de la demanda, factor que se ha identificado de tiempo atrás como de carácter recesivo. Dicho de otra manera, hay recesión por la baja demanda.

Además de la demanda, los elevados costos financieros, es decir, las exorbitantes tasas de interés, constituyen uno de los problemas que afectan en mayor grado la actividad económica en general. Se da una estrecha relación entre los altos intereses y la recesión, siendo aquellos la causa fundamental de ésta. Dicho fenómeno está relacionado, a su vez, con un problema de cartera, explicable tanto por el costo del dinero como por la iliquidez que las autoridades económicas han decretado para supuestamente hacerle frente a la inflación y al desbordamiento del precio del dólar en los últimos meses dentro de una controvertida especulación financiera.

La economía colombiana lleva ya varias semanas en el siguiente juego: el Banco de la República lanza dinero a la circulación buscando reducción de la tasa de interés, esos pesos desaparecen porque los especuladores se dedican a comprar dólares y se sube la tasa de cambio. Para evitar que esto siga sucediendo, el Emisor saca dólares al mercado para neutralizar el alza en el precio de la divisa. Luego, para evitar que continúe la especulación contra la divisa, decide retirar dinero de la circulación y entonces se disparan las tasas de interés. Todo esto es consecuencia del modelo de crecimiento, impulsado desde las organizaciones de crédito internacional, y que los últimos gobiernos han seguido fielmente.

Nos encontramos ante la paradoja de una política monetaria restrictiva que no ha detenido la inflación; una apertura que no ha dado rendimientos en el comercio exterior; una tasa de cambio con oscilaciones abruptas y sin control de las autoridades monetarias; y un inquietante déficit fiscal: en fin, una política económica que ha centrado su estrategia sobre el control a la inflación, desestimando otras prioridades como el crecimiento y la distribución. El resultado ha sido una persistencia de la inflación y una recesión que hoy padecemos  los colombianos y no parece tener fin.

El desempleo junto a la abismal brecha que separa a ricos y pobres, son las dos principales lacras de la iniquidad social que padecemos los colombianos. Las tasas de desempleo que en septiembre de 1994 fue de 7,6 por ciento, en septiembre de 1997 de 12,2 por ciento, para este año los expertos pronostican una tasa del 19 por ciento.

Y en cuanto a la concentración de los ingresos, en lo corrido de los años noventa, sigue aumentando en el país como consecuencia del descenso de los ingresos del trabajo respecto a los de capital, a la fuerte caída en los salarios agrícolas, por el aumento en el desempleo y el deterioro en los puestos de trabajo.

Hasta la inflación está parada

Lo que no es usual en Colombia se está presentando desde hace tres meses: los precios de los principales productos de la dieta alimenticia han bajado. Esta noticia sobre la moderación de los precios de los alimentos produce satisfacción en los directores del Banco de la República, que seguramente destacarán el éxito alcanzado con el manejo de la política monetaria.

La inflación, sin embargo, no es un asunto que vaya solo, sino es el resultado de la dinámica económica. Como la economía está virtualmente parada, la gente no tiene la suficiente capacidad de compra. La gente se vuelve más racional. Tiende a comprar en efectivo y adquiere lo esencial. El comercio ha tenido que hacer esfuerzos para ganar clientes y colocar con más frecuencia vallas que sólo se utilizan en fechas especiales: "estamos en promoción".
La situación ha llegado a tal extremo que la inflación en el país tendió a cero en septiembre. No es cuestión de abundancia, ni de un mejoramiento en la productividad. Es simplemente que no hay dinero para comprar. Y si la gente no compra, los precios tienden a estabilizarse. Los efectos de la crisis económica por la que atraviesa el país los sufre con rigor el sector real de la economía.

Desde las pequeñas hasta las medianas y grandes compañías del país han visto resentirse en alguna forma sus cifras de ventas o utilidades. Y las cifras son elocuentes: desde enero y hasta la segunda semana de septiembre el número de concordatos convocados por la Superintendencia de Sociedades llegó a 70, lo que significa dos procesos por semana en promedio.

Otro resultado de la nociva y explosiva mezcla que resulta de combinar las altas tasas de interés, el creciente desempleo y la incertidumbre internacional, entre otros, ha sido el desenfrenado aumento de la morosidad en el pago de los créditos. Según datos a agosto de este año de la Superintendencia Bancaria, el monto de los créditos vencidos del sistema financiero nacional llegó a 4,78 billones de pesos, de un total de colocaciones por más de 53,5 billones.
En otras palabras, el indicador de calidad de cartera ya se acercó a 9 por ciento, porcentaje que es considerado alto por los analistas y que obliga a las entidades a destinar mayores recursos en provisiones y por ende, menores utilidades.

Por eso, sería tal vez prudente sugerir en este momento, bajar las tasas de interés, pues los actuales niveles no sólo están llevando a una recesión del aparato productivo, sino que empieza a afectar al mismo sistema financiero.