Voz nº1995

La semana pasada se conocieron las promociones en la cúpula militar, que han sido censuradas por organismos internacionales y nacionales humanitarios porque en los ascensos aparecen algunos de los altos mandos militares cuestionados por la violación de los derechos humanos y vinculados a investigaciones de la Fiscalía y la Procu-raduría General de la Nación.
Hay casos escandalosos como el de los brigadieres generales Rito Alejo del Río, nuevo director de Operaciones del Ejército, y Fernando Millán Pérez, nuevo jefe de Inteligencia de las Fuerzas Militares, vinculados mediante indagatoria a procesos en la Fiscalía por favorecer el paramilitarismo; el del también brigadier general Jaime H. Uscátegui, director de la Escuela de Guerra, llamado a responder por la Procuraduría por los hechos de Mapiripán; y del coronel de Infantería Rodrigo Alfonso Quiñones, quien fue absuelto por la justicia penal militar por el montaje de una red de exterminio de la marina en Barrancabermeja, pero que por la misma razón lo investiga disciplina-riamente la Procuraduría.

De otro lado, al frente de las Divisiones del Ejército fueron ratificados varios altos oficiales, algunos de ellos considerados de la línea belicosa del general Bedoya, llamado a calificar servicios durante la anterior administración. En la I División está el brigadier general Víctor Julio Alvarez Vargas, de ingrata recordación en Urabá; en la II División el mayor general Mario Fernando Roa Cuervo; en la III División el brigadier general Jaime Humberto Cortés Parada; en la IV División el brigadier general Carlos Alberto Ospina Ovalle; y en la V División el brigadier general Euclides Sánchez.

Del Río, Uscátegui y Millán, a pesar de las investigaciones que se adelantan en su contra fueron ascendidos, en lo que se ha considerado un abierto desafío al llamado poder civil, que como dicen algunos analistas es dudoso que exista. Quiñones de la Marina, a pesar de la gravedad de los cargos en su contra, fue llamado a curso de ascenso. Oficiales de tanto cues-tionamiento tendrán ni más ni menos la conducción de las operaciones del Ejército, la capacitación y la labor de inteligencia tan duramente criticada en los últimos años, no sólo por la ineficacia sino por las labores no muy santas que practica.

Con semejante línea de guerra es previsible el temor planteado por el jefe de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, en reciente carta al Gobierno Nacional, en el sentido que se conocen planes del alto mando militar para sabotear los diálogos de paz.