Edición 1995, licencia No. 002357 del Ministerio de Gobierno. 

Quincena del 11 al 24 de Noviembre de 1998.

SUMARIO


Resumen VOZ 15 DÍAS


Economía:

Hechos y Cifras

Economía política y lucha de clases
(por Nelson Fajardo)


Páginas Editoriales:

Enfoque: Los cien días.
(por Alvaro Vásquez del Real)

Editorial: Las elecciones en Venezuela.

Mirador: Hablemos de Machuca
(por Carlos A. Lozano Guillén)


Cartas.

Nacionales:

Tipificación de la desaparición forzada, genocidio, desplazamiento, masacre y el incremento de pena para el delito de tortura. No retroactividad excluye genocidio contra la UP.

El asesinato de Gómez Hurtado. Los hilos de la red derchista.
(por Hernando López)

Cambios en la cúpula. Ascendidos los cuestionados.

El encuentro Pastrana-Clinton. Más dependencia.


Tema Central:

Panel VOZ.
El Paro Estatal en blanco y Negro. Sindicalismo, unidad y acción política.


Internacional:

Habla para VOZ el abogado que llevó  a la cárcel a Pinochet. Un desquite histórico.
(por Luis Alberto Matta) 

Exitoso encuentro del Foro de Sao Paulo.


Cultural:

La izquierda en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible.
(por Carlos A. Lozano Guillén)

Máximo Jiménez: el cantor del pueblo.

Reinaldo Ardil, de la pluma al fusil.


Ulitma:

El diálogo entre el gobierno y las FARC. Incidnetes en la antesala.

Panel VOZ.

El Paro Estatal en blanco y Negro.

SINDICALISMO, UNIDAD Y ACCIÓN POLÍTICA

Tres preguntas bastaron para que un representativo grupo de los dirigentes sindicales que nuclearon el Paro Estatal, celebrado entre el 7 y el 20 de octubre con participación directa de unos 600 mil trabajadores, realizaran un importante balance del movimiento, la más importante protesta organizada de los últimos años en el país.

Voz tiene una positiva valoración del Paro Estatal, porque la conducción del mismo por los dirigentes sindicales fue altruista, y el acuerdo que le dio término tras 21 días de duración fue digno. Sin embargo, fue la idea del periódico presentar el balance y el significado de este importante acontecimiento que estremeció al gobierno de Pastrana antes de cumplir los primeros cien días de gestión, desde la óptica de los principales protagonistas. Faltaron algunos pero debido a diversas circunstancias no pudimos reunirlos a todos. De la opinión de los entrevistados se puede colegir que no sólo el acuerdo fue digno, sino que también arrojó dividendos políticos y sociales.

Por Pabloé.
 

1. ¿Qué responden ustedes a quienes consideran que el movimiento desbordó a sus dirigentes, que la gente pedía cuerda, y el Comando de Paro no supo qué hacer con ella, con magros resultados a la hora de su levantamiento?

Luis Eduardo Garzón, presidente de la CUT:
La pregunta parte de una valoración negativa del paro. Obviamente, existen sectores de trabajadores que pueden sentirse afectados por la ponderación del salario. Pero el desbordamiento del paro depende de los resultados. En la CUT creemos que los tres proyectos fundamentales de Pastrana están refundidos: reforma política, paz y ajuste fiscal.
No existe un solo referente mundial de parálisis de las dimensiones de éste paro, exceptuando la huelga de los franceses hace cuatro años. En América Latina menos, con excepción de los paros de protesta de Perú y Ecuador.
Lo más importante es el acumulado de unidad: tuvimos un comando de paro integrado por 25 organizaciones, y ningún sindicato, ni uno, sostiene que lo engañaron. Fue el mega—pliego, con una mega—comisión y una experiencia inusual: era el pliego de la USO, el pliego de Telecom, el pliego de la salud. Ganamos en interlocución, una característica fundamental. La arrogancia del gobierno terminó en una declaración de once páginas.
Miremos: Telecom tiene tres logros importantes en esa declaración: los join venture;  la revisión del sistema de contratación que hoy llega al 80%, el retiro del proyecto de telecomunicaciones para dar tramite en cambio al de gestión, y, tres, el fenómeno de la interconexión y su relación con los grupos mono-polísticos.
Se preserva el régimen pensio-nal para el magisterio, y la autonomía financiera para Ecopetrol. Conseguimos 61.000 millones de pesos para salud, tocamos el situado pero para nivelación. El Sena incluso, que está descontento con el paro, sale bien librado: su director acaba de producir una carta frente a Ley la 44.
Tenemos que reconocer que nunca medimos la olla de presión. Primero lanzamos un paro de 48 horas, pero no sensibilizamos al gobierno; en desarrollo del paro enfrentamos cuatro actividades sin imaginar que se extendería por espacio de 21 días. Algunos consideraban que el paro nos salía barato si lo levantábamos sin despidos.
La táctica del gobierno fue aislarnos. Los salvoconductos y la forma como abordaron al ELN, la resolución del conflicto con los desplazados en Barrancabermeja cuatro días antes del paro con presencia de Pastrana, la declaración de ilegalidad y la forma en que empezaron a reprimir las movilizaciones mientras la gente seguía, además de ocho asesinatos ocurridos en desarrollo del paro, incluido el del vicepresidente de la CUT, Jorge Ortega García.
Yo tengo que defender, no el acuerdo que es de una página, sino la manera como debemos contextualizar el acuerdo, y la dinámica del paro que desgasta en 40 puntos al gobierno de Pastrana. La gente sale unificada, considerándose un acumulado para seguir peleando. Paro que tiene resultados puntuales con algunos sectores.
En el Comité Ejecutivo consideramos que el Comando de Paro hay que fortalecerlo, las centrales no debemos liquidarlo como hicimos el año pasado cuando después del paro del 11 febrero asumimos la vocería, sin tener en cuenta esa riqueza enorme de dirigentes sindicales intermedios pidiendo pista. En estos días tuvimos problemas en Telecom, también con los compañeros del Ministerio de Trabajo, asumidos y solucionados por el Comando. En Caprecom y el Sena también está asumiendo la vocería el Comando.
Hay una olla a presión muy grande por dos razones: el gobierno pasado firmó todo y no nos cumplió nada —el Sena tiene cinco paros el último año para no acordar nada—, y éste gobierno no nos va a firmar nada, pero por lo menos ya sabemos a qué jugamos. Cada quien define sus apuestas.

Apecides Alvis, presidente de la CTC: 
Las masas trabajadoras no nos desbordaron. Incluso por los propios resultados y soluciones que se encontraron. Menos en éste proceso colectivo donde hubo abierta participación de todos los sectores involucrados, con oportunidad de concretar y fijar posiciones discutidas. Por el contrario, enriqueció a la dirigencia del paro porque le permitió valorar en su justa dimensión las acciones que debía acometer, dándole un contexto de unidad y orientación política al movimiento.
Desde luego, al final se presentaron diferencias. Si no hacíamos las valoraciones pertinentes podíamos poner en peligro los resultados. Algunos pretendieron que abordáramos inmediatamente un paro cívico nacional gracias al malestar social existente en el país por la cadena de improvisaciones del gobierno.
Un gobierno no podía mantener un paro con los costos económicos, sociales y políticos hasta donde llegó. Es que los trabajadores estábamos preocupados pero no desesperados como el gobierno frente al paro.
No es que no hubiéramos tenido las soluciones. Tanto que no permitimos que el paro desbordara en consecuencias negativas, incluso a raíz del asesinato del compañero Ortega, una provocación a sectores políticos y el movimiento sindical, además de los otros crímenes perpetrados contra sindicalistas en desarrollo del paro.
No hubo desbordamiento. Es un proceso natural en toda acción colectiva, donde la controversia y disparidad de criterios son lógicos para llegar a los puntos y decisiones comunes para dar paso a la integración y coherencia del movimiento. Lo más valioso es haber solidificado la unidad del movimiento sindical que, ojalá, pudiésemos consolidar más, incluso al punto de la unidad orgánica, máxime frente a gobiernos como éstos.

Julio Roberto Gómez, secretario general de la CGTD:
Ésta fue una negociación atípica, signada por la prepotencia de un gobierno con una legitimidad poco usual en nuestro país que lo llevó a confrontar al movimiento sindical antes que asumir una actitud de negociación frente a un pliego que no tenía nada de especial. Reivindicaciones tradicionales. La mediocridad del gobierno es tan grande que el pliego fue comparado con un programa de Estado.
Contra la voluntad y prepotencia del gobierno, hubo en la mesa ocho ministros de Estado, el Presidente de la República que recibió al Comando y mantuvo la negociación a control remoto, dos vicemi-nistros y, de alguna manera, el Equipo Económico. No hubo ningún empate técnico: aquí hubo un triunfo incuestionable para los trabajadores, independientemente de que eso se pueda medir en billones o trillones. Con un reconocimiento y la legitimidad del movimiento sindical colombiano.
Fue frustrante revivir la época de los 70, cuando cualquier brote popular era reprimido violentamente: gases, bolillo, perros, antimotines, tanquetas echando tinta curiosamente de color azul ahora, ya no roja, es decir, una agresividad inaceptable que contrasta con las aparentes intenciones de paz con los grupos insurgentes.
Se nos acusó de obedecer a cierta simpatía con la candidatura de Serpa, cuando a Samper le hicimos en febrero de 1997 el mejor paro de los últimos tiempos por espacio de ocho días, sólo rebasado por éste.
Sí, el acuerdo tiene debilidades, pero también fortalezas. Una de las debilidades, la política salarial. Me preocupa que hayamos roto la política económica en sólo uno o dos puntos, cuando la inflación va a estar por encima del 18 por ciento según el Dane, una entidad de la cual desconfío profundamente por manipulación estadística. Otra debilidad, que el Sena y Caprecom se hubieran quedado sin solución, después que dos compañeras se la jugaron toda: Zoeria Villada y Laura Charum. Por fortuna, éste paro no es el fin de la historia: con éste gobierno quedan tres años muy largos.
Fortalezas grandes: Telecom, Caja Agraria, discutir a fondo todo lo de privatización, el caso del magisterio y salud, además del Incora y demás sectores. Y el reto del movimiento sindical de replantear muchas de sus políticas, como políticas de empleo y el sector informal que exigen soluciones organizativas de las centrales obreras.
 

2. ¿Cuáles retos les deja a los trabajadores y al movimiento sindical su protesta y la experiencia del Comando Nacional de Paro?

Wilson Borja, presidente de Fenaltrase:
Autocríticamente reconocemos que hubo ciertas improvisaciones, empezando por el Encuentro Estatal, donde dejamos suelto casi todo, incluido el paro indefinido cuyas condiciones no eran lo mejor.
El pliego sobre lo que queríamos tampoco era concreto y presentaba desniveles. Algunas de nuestras organizaciones —Fenaltrase, el Sena, Telecom, Contraloría, etc— teníamos claro que lo central no era lo salarial sino el Ajuste Económico, íntimamente relacionado con la estructura del Estado: el problema macroeco-nómico del país. Pero en el Comando Nacional de Paro había gente pensando en intereses eminentemente estomacales.
De tal forma que los cambios que se están registrando en el desarrollo de algunos proyectos de ley que hacen trámite en el Congreso indudablemente tienen que ver con el paro, al llamar la atención del pueblo colombiano sobre diferentes aspectos.

Javier Orozco, presidente Sintradin:
Los estatales demostraron en el paro una legítima vocación de paz. En lo agrario se levantó la bandera de la reforma agraria integral y democrática, y de crédito de fomento a través del Incora y Caja Agraria, como parte de un proceso de paz.
El país se enteró de que los trabajadores tenemos propuestas para resolver un problema que está generando guerra: la inequitativa concentración de la tierra, y un modelo económico que ya no funcionó. Al calor del paro se jalonaron procesos de unidad campesina que por primera vez en décadas tiene una sola organización, la Coordinadora Nacional Campesina, donde se reúnen el Consejo Nacional Campesino, CNC; Anuc, que estaba por fuera de toda coordinación, y una cantidad de organizaciones regionales con enorme capacidad de movilización.
Se jalonaron procesos de unidad de acción con trabajadores, indígenas, campesinos y negros. En Incora y Caja Agraria fue evidente su participación en las acciones de Bogotá y muchas regiones, demostrando una vinculación muy cercana de un sector de sindicalismo estatal con usuarios marginados en los territorios que encuentran en nuestras reivindicaciones las propias de ellos.
Al punto que en la Coordinadora Nacional Campesina se habla de que el paro nacional estatal jugó una suerte de carrera de relevos en lo agrario. Así, los campesinos inician en el Huila ésta semana una serie de movilizaciones para desarrollar el acuerdo estatal en lo agrario, confluyendo el año entrante con el paro nacional agrario. Exigen que el gobierno concrete  los recursos del Fondo Nacional de Paz que van para reforma agraria a través del Incora.
Se ganó en legitimidad del movimiento obrero, en el rescate de entidades como Incora y Caja Agraria. Es posible viabilizar el acuerdo mediante acciones con las comunidades, la única manera de conseguirlo. Frente a los retos, incrementar la unidad, la urgencia de conjuntar la agenda con el movimiento agrario, para el caso nuestro, asegurando cómo va a ser el paro de producción, una de las debilidades del paro. Los problemas del país son de tal tamaño que el movimiento obrero no puede resolverlos solo.
En el Comando Nacional y en los comandos departamentales se forman nuevos dirigentes. La gente está acostumbrada a que dos o tres dirigentes toman la vocería de millones de trabajadores, totalizando problemas en dos o tres conflictos. Es el caso de Incora, una organización de 1.500 trabajadores que logra un acuerdo que es para el conjunto del movimiento campesino, algo que no se hubiera logrado si no es con la acción de semejante cantidad de personas.

Yesid Camacho, presidente de Anthoc:
Éste no fue un paro para cerrar hospitales sino para abrirlos. Quebraban por falta de presupuesto. El paro habilita 61.000 millones de pesos para que los hospitales sigan funcionando, aunque menor al déficit real puede dar resultados suficientes ya que están destinados a la oferta. Recursos para cubrir el déficit, no para darle plata a todo el mundo así tengan superávit, como pasó con los 210.000 millones de pesos pactados en el paro de mayo.
El gobierno se comprometió a intervenir los fondos de contingencia para que regresen al Fondo de Seguridad y Garantía, Fosyga, y se reapliquen en atención de cobertura. Las Administradoras de Riesgos en Salud y las Empresas Promotoras consideraban que eran recursos de ellas. En la práctica, el gobierno acepta quebrar las ARS y EPS.
La mayoría de EPS  habían destinado los recursos de los fondos de contingencia para cubrir los déficit causados por el régimen contributivo. Unimec, por ejemplo, ha gastado en régimen contributivo más de 20.000 millones de pesos que eran del régimen subsidiado, y va a tener que devolver esa plata al Fosyga. El paro nos resuelve otra discusión: el gobierno decía que las ARS y EPS eran aseguradoras, pero con la intervención se convierten en simples administradoras, sin utilidades diferentes a las cuotas de administración. Atacamos la médula espinal de la Ley 100, la intermediación, la base de la privatización del sector.
Se rompe el plan de ajuste en el proyecto de acto legislativo 007 que anunciaba para salud y educación recortes en la base de liquidación de los ingresos de la Nación de 1.09 billones de pesos en el primer año, 2.15 billones el segundo, y 2.7 billones en el tercer año. En salud y educación representaba recortes de unos 800.000 millones el primer año. El gobierno se comprometió a mantener esos recursos: un triunfo político muy grande para la población. Garantiza que los 5.5 billones de pesos que éste año se destinaron para salud y educación, se mantengan hacia el año entrante en los mismos volúmenes a pesos constantes. Mucho más contundente que cualquiera de los acuerdos firmados con los gobiernos anteriores.
El Ejecutivo proyectaba transformar las rentas cedidas —licores, cigarrillos, cerveza, loterías y rentas específicas—, en rentas de libre asignación de los departamentos, con lo cual habría acabado de quebrar el sector salud: se comprometió a mantener la destinación específica de las rentas cedidas para salud.
En transformación de subsidio oferta—demanda, se compromete a constituir una comisión del más alto nivel —con participación de los ministros de Hacienda y Salud, las entidades territoriales y los sindicatos—, para concertar los proyectos de ley que se aplicarán por leyes 344 y 60.
Aunque no se comprometieron a pagarla, en un primer documento reconocen los 240.000 millones de pesos de la nivelación como una obligación pendiente de pagar. Es decir, asume. A través de la misma comisión, el Ejecutivo emprenderá un proceso de concertación con los departamentos para cubrir la nivelación salarial. Después que decía que esa era una responsabilidad de los hospitales y las entidades territoriales, el gobierno termina metiéndose en la colada como responsable de la nivelación.
La declaración unilateral del gobierno, desde el punto de vista jurídico incluso, puede tener mayores niveles de compromiso que un acuerdo firmado. Tiene casi las mismas implicaciones que un decreto reglamentario o una directriz presidencial en determinado momento. Al movimiento sindical nos deja cierta independencia con aspectos en los que no estamos de acuerdo, como la reingeniería en los hospitales o el empréstito por 180 millones de dólares para comprar computadores y descargarlos a los hospitales públicos.
Pero éste proceso no puede terminar aquí. Debemos ampliar incluso el Comando de Paro a fin de construir un proceso muy sólido para enfrentar los paquetes más difíciles, ya que el ajuste va a tocar aspectos muy sensibles para la sociedad.

Rafael Baldovino, presidente de Sittelecom:
El Comando siempre tuvo el control de las acciones realizadas, con enorme respeto por las diferentes posiciones, permitiéndonos abordar con madurez los momentos más críticos. y un claro mensaje para el movimiento obrero nacional: es posible adelantar acciones mucho más allá de las simples reivindicaciones de carácter económico o laboral.
El Comando debe tener continuidad, pero no en la perspectiva de hacerle paralelismo a las centrales, una conquista de la clase obrera y la concreción del derecho de asociación de los trabajadores, instrumento de batalla y medio para obtener reivindicaciones que se pueden extender al resto de la sociedad.
Así hubiera sido en el 14.001 por ciento, el paro doblega la política oficial. Y ataca el problema cardinal de la situación social de los colombianos: la apertura económica y la globalización. En la mayoría de los casos, los beneficiarios del pliego no eran los trabajadores sino amplios sectores de la sociedad, los usuarios en los servicios, la población en salud y la comunidad educativa.
Aquí achacan el déficit a la corrupción, apenas uno de los factores. Se inscribe en la apertura económica que hicieron hacia adentro, con negocios ineficientes como las concesiones en servicios públicos donde el Estado siempre pierde. El pago de la licencia hecha por Orbitel y la ETB, testaferros de intereses extrana-cionales, es ineficiente para el Estado. Los 300 millones de dólares que va a recibir por una sola vez durante diez años prorrogables, es dejar de percibir anualmente entre 300 y 400 millones de dólares.
Fue significativo que no se privatizara la Administración Postal, así como preservar a Audiovisuales. O cuando se comprometen a no privatizar a Telecom al retirar el proyecto de ley mediante el cual se le cambiaba la naturaleza jurídica a los trabajadores al convertirlos en asalariados del sector privado.
Logramos que se acaben las empresas virtuales de comunicaciones. Aquí llaman competencia a coger la red de comunicaciones del Estado entregándosela a particulares para que las exploten. Eliminar esa posibilidad es una ganancia para el país ya que conserva una empresa útil para la ejecución de políticas sociales, generación de empleo y seguridad nacional.
El paro logra interlocución y derrotar la arrogancia presidencial cuando a través de la pantalla chica se negó a discutir con una “minoría sindicalista”, dizque porque él había sido elegido por seis millones de colombianos. Esa alocución le quitó la careta a Pastrana frente a sus posiciones neoliberales de entrega del país, ya no de intervención, a intereses internacionales, en particular de Estados Unidos, como se desprende de su reciente visita a Washington.
Éste ensayo de mantenernos unidos en paro durante 21 días en medio de las diversidades es una ganancia política para el movimiento obrero nacional que debemos cuidar con celo a fin de echar para adelante, en la perspectiva de que el movimiento obrero nacional tenga interlocución válida frente a un gobierno arrogante y autoritario.

Zoeria Villada, presidenta de Sindesena:
Yo tampoco creo que el Comando de Paro haya sido desbordado. Fue exitoso por la legitimidad del movimiento sindical y el acumulado de unidad que logró desenmascarar la política antipopular, antilaboral y antiobrera de Pastrana.
Independiente de los resultados obtenidos en relación con el Sena, en los que hemos manifestado nuestra insatisfacción porque no hubo acuerdo ni redacción cercana a los que proponíamos, vemos respuestas contras-tantes con lo sucedido en la negociación. Hoy tenemos una posición de la dirección del Sena opuesta al ministerio de Hacienda, en la que expresa su preocupación por la posibilidad de perder la parafiscalidad a raíz del proyecto de Ley 044 que hace curso en el Parlamento. Es satisfactorio encontrar que la dirección del Sena asuma cambios de actitud. Y es posible modificar dicho proyecto en el Congreso.
Si no existen rentas parafiscales se acaba la institución, entraría el presupuesto del Sena al tesoro nacional y quedaría a disposición del gobierno, significando la erradicación de la formación profesional gratuita y la capacitación para el trabajo. Además, existen propuestas que le cambian la misión al Sena. De los últimos cinco paros que hemos hecho, cuatro han sido para exigir el cumplimiento de los decretos salariales, el otro en defensa de los parafiscales.
No estamos de acuerdo con la redacción del documento. El gobierno nos bajó las condiciones que teníamos al otorgarle facultades al Consejo Directivo para adoptar las modalidades que considere para la aplicación de los decretos, abriendo la posibilidad de que nos desmejoren.
Tenemos una preocupación grandísima al conocer la directriz presidencial determinando fechas para la modificación de plantas de personal hasta el 17 de noviembre, según la racionalización del gasto ordenada por Planeación Nacional y el Ministerio de Hacienda. Existe el peligro de hacerse efectiva la intención gubernamental de reducir la plantas de personal del Sena, una pelea que dimos en 1993, cuando sacamos la Ley 119 y logramos mantener al menos la planta aunque necesitábamos más personal.

Tarcisio Mora Godoy, presidente de Fecode:
Es necesario ubicar el contexto en que se desarrolla el paro y tener en cuenta la crisis del movimiento sindical, el proceso de privatización desarrollado, la cantidad de empresas cerradas, los sindicatos sin capacidad de enfrentar las cosas, y una franja de dirigentes que fueron llamados para que hicieran parte del modelo, ablandando a muchas organizaciones. El gobierno creyó que era fácil acabar al movimiento sindical dada la debilidad provocada también por la guerra sucia, los asesinatos de dirigentes y activistas, las grandes marchas que sólo encontraron la burla del establecimiento como respuesta.
El paro salió de las fronteras, provocó la reacción mundial contra la brutalidad oficial, y se convirtió en una escuela sindical: manejar la confrontación con la fuerza pública, volver a las marchas de las antorchas, la utilización de los espacios públicos.
El magisterio ganó el espacio del los padres de familia porque teníamos el problema de la privatización, de situado fiscal, de cupos, con un gobierno que quería limitar la educación pública para los estratos uno y dos de la población. El maestro que por tradición es sumamente economicista, empieza a hablar de los logros de los demás trabajadores, gracias a la nueva dirección en Fecode que cambió la correlación de fuerzas para beneficio del conjunto del movimiento sindical.
Rescatamos la confianza de los trabajadores en sus sindicatos y sus centrales, con voces crecientes que reclaman mayores niveles de unidad, también rompimos el frío de los medios que sólo parecían interesados en hablar de paz, y nos erigimos como un movimiento transparente, con posiciones claras y civiles. Nos quedan grandes retos. Debemos poner en blanco y negro, llevar a la práctica, la declaración del gobierno que bien puede ser una declaración de buenas intenciones.
Los maestros, con tristeza, encontramos que una minoría —los viudos del poder— pretende enlodar la negociación más transparente y el paro del siglo, como le llaman, hablando de una supuesta “traición”.
En salarios conseguimos un 15 por ciento plano para todos, con el uno por ciento adicional como bonificación y el respeto al régimen prestacional de los educadores, la mayor conquista y un puntal de lucha para los próximos años. Hoy dicen los maestros que así no hubiéramos conseguido nada en salarios, derrotamos la intención de acabar el régimen prestacional. Lo tercero: haber refinanciado el Fondo Nacional de Prestaciones por los próximos ocho años, con un déficit de un billón de pesos.
Se garantiza la discusión del salario sobre el salario profesional, abriendo mejoramientos importantes frente a cobertura escolar para la comunidad. La prioridad de los recursos del sector educativo y de salud tiene su significado. Tenemos 55.000 maestros municipales y departamentales. El gobierno se comprometió a que esos recursos van a permitir resolver el problema salarial y prestacional. Aquí le resolvimos el problema en salud y educación hasta a los gobiernos seccionales que no habían logrado, para simpatía de alcaldes y concejales. El gobierno se comprometió a reglamentar la Ley 115 con participación de los educadores.
En ninguna parte del mundo se había tenido que nombrar como veedor al Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana.

A. Alvis:
Buscábamos beneficios sociales para la población y los sectores populares del país, el verdadero éxito del movimiento. Los hechos econo-micistas que pueden esgrimir algunos sectores carecen de fundamento. Colocamos al movimiento sindical como interlocutor válido, como deben entenderlo el gobierno y la sociedad colombiana por su seriedad y vocación de patria.
A la calle no solamente salimos los trabajadores comprometidos en el paro. Franjas importantes de profesionales independientes salieron, entendieron que el país requiere cambios y los trabajadores planteábamo posiciones claras de beneficio social. No podemos bajar la guardia frente a lo que se nos viene. Nos van a tratar de imponer cosas, éste es un gobierno autoritario, impositivo.
Está para el examen la declaración no suscrita por el Comando, pero con un alto ingrediente de participación de los trabajadores en muchos de los puntos, en otros menos porque no los compartimos.
Pastrana le dijo al país que no había ninguna posibilidad de pasar del 14 por ciento de incremento salarial y que asumíamos una posición revan-chista dizque porque añorábamos el gobierno anterior. La verdad es que el movimiento sindical nunca estuvo comprometido con el gobierno anterior. Algunos de nosotros, yo por ejemplo, pertenezco al Partido Liberal, respaldé la candidatura y el proyecto político de Samper, pero eso no comprometió nunca a la organización CTC ni personalmente a apoyar ni avalar posiciones negativas al movimiento sindical.
El acuerdo no nos puede llevar a pensar que ganamos una guerra. La lucha continúa. Tenemos que hacer un trabajo muy fuerte frente al sector privado, máxime cuando no hemos renunciado a la protesta social ni a acciones mucho más allá cuando ellas sean conducentes y necesarias, superando incluso el contexto meramente sindical. Al movimiento sindical le llegó el momento de pensar en el ejercicio de una actividad política, pero no a través de grandes o pequeños grupos, sino para incidir en las soluciones del país.

J. R. Gómez: 
El Comando Nacional Unitario tendrá que convocar otros sectores, como los movimientos campesinos, estudiantiles, a fin de abrir la posibilidad de acciones de mayor envergadura.
No podemos seguir hablando de paros cívicos para quedar como el pastorcito mentiroso. La verdad es que desde 1977 no se hace un paro cívico en éste país. Lo único que ha habido son escaramuzas. Los paros cívicos se organizan casa por casa, municipio por municipio, integrando a todos los sectores de la sociedad, indígenas, campesinos, transportadores, comerciantes.
En Colombia y América Latina los gobiernos se caracterizan por ser legales pero profundamente ilegítimos. Pastrana quiso jugar a ponerle el tatequieto al movimiento sindical, la expresión de la inconformidad popular hoy. Cuando el transeúnte común y corriente, el que no tiene empleo ni nada qué perder, el que está jodido, veía cómo se llenaba permanentemente la plaza de Bolívar, en el fondo se sentía reivindicado.
Nosotros no le apostamos al fracaso del gobierno de Pastrana. Nos gustaría que le fuera bien, pero yéndole bien al pueblo colombiano, es decir, con soluciones sociales porque la gente está cansada de tanta ignominia y de aguantar hambre.

3. Pedagógicamente hablando, ¿se avanzó en el forjamiento de una conciencia de clase entre los trabajadores y la comunidad?

L. E. Garzón:
Una cosa es que Fecode haya estado aislado. Y otra muy distinta creer que ahora es que empieza la lucha contra el modelo. La verdad es que el proceso empieza con el paro de Telecom, el primero que se hace contra el neoliberalismo a comienzos del gobierno de Gaviria, además de los paros de la USO, del Sena, la Salud, etc. El movimiento sindical ha ganado una interlocución enorme en la paz, incluso a escala internacional.
El paro del 11 de febrero de 1997 fue el primer embrión de organización y coordinación. Los paros que se generaron por fuera de esa coordinación fracasaron. Éste paro no fue el inicio, no: hace parte del proceso de acumulación.
Como negativo, el paro deja una serie de hechos dramáticos, como la muerte de Jorge Ortega que nos pudo haber liquidado, toda vez que se trata del cuadro sindical de mayor importancia que nos asesinan entre los 2.600 compañeros que han caído los últimos 12 años. Es necesario reflexionar frente al sector privado. Es un mérito enorme lo que hizo la Uneb, así como los esfuerzos hechos por otros sectores, pero señala una debilidad enorme del sector privado y refleja que el movimiento sindical hoy básicamente es lo estatal.
¿Qué tipo de sindicalismo es el que tenemos entonces? Si de cada 100 colombianos 56 están en la informalidad, 18 en la temporalidad, 15 desempleados, y sólo 8 ó 9 tienen alguna posibilidad de organización mínima —incluido el personal directivo y empleados con pactos colectivos—, estamos en una situación delicada.
Aquí se plantea el criterio de clase. Pero ¿qué es, en esta etapa de la vida, el criterio de clase, a riesgo de caer en el obrerismo, un símbolo de gremialismo terrible?. En mi opinión es lo que ha ocurrido en el sector privado. Aquí encontramos gente que no está afiliada a ninguna central: los profesores universitarios, los médicos y profesionales de la administración pública... Y ¿cómo entendemos lo que es ser de clase en ésta etapa?
El debate no solamente se hace en Colombia. Hoy no se habla del sindicalismo, se habla del mundo del trabajo. ¿Acaso el abogado que no sale con un megáfono carece de criterio de clase? Pienso que no se trata de eso. La preocupación debe ser cómo vamos arrumando gente a este lado, para desgracia de columnistas como Rafael Santos que protesta porque no acabaron ni liquidaron el sindicalismo. Y ese es un criterio de clase.
Cualquier proyecto político que hoy se establece en el mundo, el Frente Amplio en Uruguay, el P.T., Sin Tierra en Brasil, Izquierda Unida en España, ha partido de definir cuál es el comportamiento de clase. Tenemos compañeros que a nombre del obrerismo califican de pequeña burguesía al magisterio o a los trabajadores bancarios. Una buena discusión, enfrentada a cambios de calidad muy importantes en la producción y el movimiento sindical.
Existe un proceso de cuadros sindicales regionales y nacionales que descrestan a más de uno. Como dijo un día el ministro de Trabajo: “¡se las tiran de estadistas!”, y yo digo: “no, señor Ministro: es que son estadistas”. Gente con enorme capacidad que deja muy mal parado al equipo ministerial y gubernamental.
Si sabemos administrar ese equipo de cuadros, sin calificarlos según los conocimientos que tengan de los clásicos, podemos producir sorpresas. Miren lo que pasó con los guardias penitenciarios, que a la hora de la negociación se presentaron no como sindicato sino como representantes del Inpec, porque a la directora no la han dejado discutir el nuevo régimen penitenciario. Ese es el nivel de interlocución que tenemos.
El único punto laboral que tenía el pliego era el salarial.
 

R. Baldovino:
Más allá de si el movimiento obrero ganó en conciencia de clase, lo importante es que ésta en una coyuntura bien complicada. El neoliberalismo ha logrado penetrar todas las esferas de la vida social, incluido el movimiento obrero. Las privatizaciones se ejecutaron no sólo como políticas de gobierno sino como decisiones judiciales. En Telecom la competencia la impusieron a punta de tutelas.
Algunos sindicalistas discutieron la privatización y se metieron a comprar acciones. Alcalis y algunas electrificadoras, por ejemplo. El paro de Telecom no se produjo por salarios ni mejoras contractuales. Fue para discutir la conveniencia de la privatización.
Éste paro concreta todo ese acumulado y los estragos del neoliberalismo en la economía. El sector agrario y la industria nacional están quebrados. Más allá de si los trabajadores ganaron en conciencia de clase, diríamos que hay una comprensión del momento político que vive el país con la aplicación de todas estas políticas.
 

Miguel Morantes, secretario general CGTD:
Frente a la pregunta inicial, pienso que no hubo desbordamiento del paro. Tuvimos imprevistos como los crímenes contra los compañeros y compañeras, también sorpresas gratas como el respaldo encontrado en la población y estamentos como la iglesia hacia el paro.
La prensa, que inicialmente se mostró agresiva, terminó hablando que había habido un empate técnico, que en sano lenguaje quiere decir que los trabajadores triunfaron. La dirección en cabeza de los tres presidentes de las centrales y los demás sindicatos fue acertada, cada intervención era una lección en desarrollo del paro más largo de la historia.
Nos quedan grandes retos, no sólo frente al paro, sino en los temas de la unidad y de la paz que tanto interesó al compañero Jorge Ortega, quien hizo posible el Foro de Paz de los Trabajadores.
Pero quiero llamar la atención sobre el triunfalismo. Esto fue una victoria, pero no hemos ganado ninguna guerra, tampoco una batalla, sólo ganamos un lance, digámoslo así, que nos invitan a afinar hacia el futuro. Y no podemos quedarnos administrándolo solamente.

 
J. Orozco:
Es muy difícil saber cómo está la conciencia de los trabajadores. La gente ha respondido mucho más allá de la conciencia de los trabajadores, pero cuando se hablaba de un paro indefinido no imaginábamos que pasara de una semana.
Sin embargo, la discusión debe estar en el papel de los partidos políticos en el movimiento obrero. Uno de los problemas del movimiento obrero está en cómo la izquierda democrática y la izquierda revolucionaria quieren resultados inmediatos que lo posicionen en la coyuntura como una izquierda renovada y una izquierda más allá de su vigencia histórica tenga un papel en la coyuntura.
Los sindicatos se han reivindicado de una manera muy autónoma frente a los directorios de los partidos, posibilitando niveles de unidad de acción entre las personas inicialmente y las propias direcciones de los movimientos, más que entre los directorios, sin que estén al margen de los partidos. El problema ha sido la forma como algunos partidos han convertido a los sindicatos en un apéndice a través del cual realizar sus perspectivas y anhelos, enfrentándose incluso a las aspiraciones de los trabajadores y a las necesidades del momento.
Aquí se ha dado un salto de calidad. Pero se puede caer en el pragmatismo, en considerar que es un ascenso en la conciencia de clase el hecho de que la gente responda frente a una situación concreta, como el problema salarial o de inversión pública. Podríamos decir que hay avances en la conciencia social. Es decir, en la conciencia de ir más allá de lo que es uno como sector, planteándose los problemas sociales del país.
Pero el trabajador individualmente omado sigue siendo un trabajador presa de los medios masivos de comunicación, presa de las circunstancias. La respuesta masiva tiene muchísimo de sicológico y de práctico. Existe en la población la sensación de que si no se moviliza por las cuestiones que exige el derecho a vivir puede agudizarse la guerra y el sufrimiento de la gente.
El movimiento obrero está dando muestras de que puede pensar mucho más allá de sus intereses y trascender acciones políticas. Plante para los partidos un reto muy fuerte: ¿hasta dónde van a ser catalizadores de procesos de unidad o van a ser disolventes?
Lo otro es que el movimiento obrero perfectamente puede perfilarse como un movimiento de acción gremial, capaz de englobar temas de profundo contenido y alcance político, incluso de hacer política como sector social. Creo que muchos sectores de los trabajadores y las comunidades están esperando esa señal, la cual corresponde a los niveles de madurez que se viven.
Independientemente del pragmatismo, hay un deseo muy grande de acertar, de unificar, de no señalar, de no excluir, y de sumar.

L. Garzón:
Si continuamos haciendo paros, movilizaciones, marchas, pero no trascendemos políticamente, no hacemos nada. Tras las elecciones pasadas no tenemos sino parlamentarios liberales actuando menos mal que los independientes en lo social. El mundo del trabajo, el de los obreros y los campesinos, no tiene una sola expresión política.
Sucedes con todos: o somos capaces de jugarle a un espacio amplio, de masas, o terminamos enredados en nuestras propias limitaciones.
Es necesario discutir qué tipo de movimiento político nos sirve. Máxime cuando esa reforma que están impulsando para revivir el Frente Nacional es todavía más excluyente. El presupuesto nacional se aprobó sin debate, una cosa terrible.
¿Qué hacemos con semejante flujo de masas que influimos? ¿Para qué hacemos todo esto? ¿Por qué no forjamos un movimiento social amplio, independiente, de izquierda, nacionalista, una propuesta alternativa de los trabajadores frente al neoliberalismo, más allá de que el establecimiento continúe coptando dirigentes para ponerlos de ministros o congresistas por uno o dos períodos máximo?
Cualquier proyecto político que hoy se establece en el mundo: el Frente Amplio en Uruguay, el P.T., y Sin Tierra en Brasil, Izquierda Unida en España, ha partido de definir cuál es el comportamiento de clase. Tenemos compañeros que a nombre del obrerismo califican de pequeña burguesía al magisterio o a los trabajadores bancarios. Una buena discusión, enfrentada a cambios de calidad muy importantes en la producción y el movimiento sindical.
Existe un proceso de cuadros sindicales regionales y nacionales que descrestan a más de uno. Como dijo un día el ministro de Trabajo: “¡se las tiran de estadistas!”, y yo digo: no, señor ministro: es que son estadistas. Gente con enorme capacidad que deja muy mal parado al equipo ministerial y gubernamental.
Si sabemos administrar ese equipo de cuadros, sin calificarlos según los conocimientos que tengan de los clásicos, podemos producir sorpresas. Miren lo que pasó con los guardias penitenciarios, que a la hora de la negociación se presentaron no como sindicato sino como representantes del Inpec, porque a la directora no la han dejado discutir el nuevo régimen penitenciario. Ese es el nivel de interlo-cución que tenemos.
El único punto laboral que tenía el pliego era el salarial.

R. Baldovino:
 Más allá de si el movimiento obrero ganó en conciencia de clase, lo importante es que está en una coyuntura bien complicada. El neoliberalismo ha logrado penetrar todas las esferas de la vida social, incluido el movimiento obrero. Las privatizaciones se ejecutaron no sólo como políticas de gobierno sino como decisiones judiciales. En Telecom la competencia la impusieron a punta de tutelas.
Algunos sindicalistas discutieron la privatización y se metieron a comprar acciones. Alcalis y algunas electrificadoras, por ejemplo. El paro de Telecom no se produjo por salarios ni mejoras contractuales. Fue para discutir la conveniencia de la privatización.
Este paro concreta todo ese acumulado y los estragos del neoli-beralismo en la economía. El sector agrario y la industria nacional están quebrados. Más allá de si los trabajadores ganaron en conciencia de clase, diríamos que hay una comprensión del momento político que vive el país con la aplicación de todas estas políticas.
 

Miguel Morantes:
Frente a la pregunta inicial, pienso que no hubo desbordamiento del paro. Tuvimos imprevistos como los crímenes contra los compañeros y compañeras, también sorpresas gratas como el respaldo encontrado en la población y estamentos como la Iglesia hacia el paro.
La prensa, que inicialmente se mostró agresiva, terminó hablando que había habido un empate técnico, que en sano lenguaje quiere decir que los trabajadores triunfaron. La dirección, en cabeza de los tres presidentes de las Centrales y los demás sindicatos fue acertada, cada intervención era una lección en desarrollo del paro más largo de la historia.
Nos quedan grandes retos, no sólo frente al paro, sino en los temas de la unidad y de la paz que tanto interesó al compañero Jorge Ortega, quien hizo posible el Foro de Paz de los Trabajadores.
Pero quiero llamar la atención sobre el triunfalismo. Esto fue una victoria, pero no hemos ganado ninguna guerra, tampoco una batalla, sólo ganamos un lance, digámoslo así, que nos invita a afinar hacia el futuro. Y no podemos quedarnos administrándolo solamente.

J. Orozco:
Es muy difícil saber cómo está la conciencia de los trabajadores. La gente ha respondido mucho más allá de la conciencia de los trabajadores, pero cuando se hablaba de un paro indefinido no imaginábamos que pasara de una semana.
Sin embargo, la discusión debe estar en el papel de los partidos políticos en el movimiento obrero. Uno de los problemas del movimiento obrero está en cómo la izquierda democrática y la izquierda revolucionaria quieren resultados inmediatos que lo posicionen en la coyuntura como una izquierda renovada y una izquierda más allá de su vigencia histórica y que tenga un papel en la coyuntura.
Los sindicatos se han reivindicado de una manera muy autónoma frente a los directorios de los partidos, posibilitando niveles de unidad de acción entre las personas inicialmente y las propias direcciones de los movimientos, más que entre los directorios, sin que estén al margen de los partidos. El problema ha sido la forma como algunos partidos han convertido a los sindicatos en un apéndice a través del cual realizar sus perspectivas y anhelos, enfrentándose incluso a las aspiraciones de los trabajadores y a las necesidades del momento.
Aquí se ha dado un salto de calidad. Pero se puede caer en el pragmatismo, en considerar que es un ascenso en la conciencia de clase el hecho de que la gente responda frente a una situación concreta, como el problema salarial o de inversión pública. Podríamos decir que hay avances en la conciencia social. Es decir, en la conciencia de ir más allá de lo que es uno como sector, planteándose los problemas sociales del país.
Pero el trabajador individualmente tomado sigue siendo un trabajador presa de los medios masivos de comunicación, presa de las circunstancias. La respuesta masiva tiene muchísimo de sicológico y de práctico. Existe en la población la sensación de que si no se moviliza por las cuestiones que exige el derecho a vivir puede agudizarse la guerra y el sufrimiento de la gente.
El movimiento obrero está dando muestras de que puede pensar mucho más allá de sus intereses y trascender acciones políticas. Plantea para los partidos un reto muy fuerte: ¿hasta dónde van a ser catalizadores de procesos de unidad o van a ser disolventes?
Lo otro es que el movimiento obrero perfectamente puede perfilarse como un movimiento de acción gremial, capaz de englobar temas de profundo contenido y alcance político, incluso de hacer política como sector social. Creo que muchos sectores de los trabajadores y las comunidades están esperando esa señal, la cual corresponde a los niveles de madurez que se viven.
Independientemente del pragmatismo, hay un deseo muy grande de acertar, de unificar, de no señalar, de no excluir, y de sumar.

L. Garzón:
Si continuamos haciendo paros, movilizaciones, marchas, pero no trascendemos políticamente, no hacemos nada. Tras las elecciones pasadas no tenemos sino parlamentarios liberales actuando menos peor que los independientes en lo social. El mundo del trabajo, el de los obreros y los campesinos, no tiene una sola expresión política.

Sucede con todos: o somos capaces de jugarle a un espacio amplio, de masas, o terminamos enredados en nuestras propias limitaciones.
Es necesario discutir qué tipo de movimiento político nos sirve. Máxime cuando esa reforma que están impulsando para revivir el Frente Nacional es todavía más excluyente. El presupuesto nacional se aprobó sin debate, una cosa terrible.
¿Qué hacemos con semejante flujo de masas que influimos? ¿Para qué hacemos todo esto? ¿Por qué no forjamos un movimiento social amplio, independiente, de izquierda, nacionalista, una propuesta alternativa de los trabajadores frente al neolibe-ralismo, más allá de que el establecimiento continúe coptando dirigentes para ponerlos de ministros o congresistas por uno o dos períodos máximo?