Edición 1995, licencia
No. 002357 del Ministerio de Gobierno.
Quincena del 11 al 24 de Noviembre de 1998.
SUMARIO
Resumen VOZ
15 DÍAS
Economía:
Hechos y
Cifras
Economía
política y lucha de clases
(por Nelson Fajardo)
Páginas Editoriales:
Enfoque:
Los cien días.
(por Alvaro Vásquez del Real)
Editorial:
Las elecciones en Venezuela.
Mirador:
Hablemos de Machuca
(por Carlos A. Lozano Guillén)
Cartas.
Nacionales:
Tipificación
de la desaparición forzada, genocidio, desplazamiento, masacre y
el incremento de pena para el delito de tortura. No retroactividad excluye
genocidio contra la UP.
El asesinato
de Gómez Hurtado. Los hilos de la red derchista.
(por Hernando López)
Cambios en
la cúpula. Ascendidos los cuestionados.
El encuentro
Pastrana-Clinton. Más dependencia.
Tema Central:
Panel VOZ.
El Paro Estatal
en blanco y Negro. Sindicalismo, unidad y acción política.
Internacional:
Habla para
VOZ el abogado que llevó a la cárcel a Pinochet.
Un
desquite histórico.
(por Luis Alberto Matta)
Exitoso
encuentro del Foro de Sao Paulo.
Cultural:
La izquierda
en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible.
(por Carlos A. Lozano Guillén)
Máximo
Jiménez: el cantor del pueblo.
Reinaldo
Ardil, de la pluma al fusil.
Ulitma:
El diálogo
entre el gobierno y las FARC. Incidnetes en la antesala. |
Panel VOZ.
El Paro Estatal en blanco y Negro.
SINDICALISMO, UNIDAD Y ACCIÓN
POLÍTICA
Tres preguntas bastaron para que un representativo grupo de los
dirigentes sindicales que nuclearon el Paro Estatal, celebrado entre el
7 y el 20 de octubre con participación directa de unos 600 mil trabajadores,
realizaran un importante balance del movimiento, la más importante
protesta organizada de los últimos años en el país.
Voz tiene una positiva valoración del Paro Estatal, porque
la conducción del mismo por los dirigentes sindicales fue altruista,
y el acuerdo que le dio término tras 21 días de duración
fue digno. Sin embargo, fue la idea del periódico presentar el balance
y el significado de este importante acontecimiento que estremeció
al gobierno de Pastrana antes de cumplir los primeros cien días
de gestión, desde la óptica de los principales protagonistas.
Faltaron algunos pero debido a diversas circunstancias no pudimos reunirlos
a todos. De la opinión de los entrevistados se puede colegir que
no sólo el acuerdo fue digno, sino que también arrojó
dividendos políticos y sociales.
Por Pabloé.
1. ¿Qué responden ustedes a quienes consideran que
el movimiento desbordó a sus dirigentes, que la gente pedía
cuerda, y el Comando de Paro no supo qué hacer con ella, con magros
resultados a la hora de su levantamiento?
Luis Eduardo Garzón, presidente de la CUT:
La pregunta parte de una valoración negativa del paro. Obviamente,
existen sectores de trabajadores que pueden sentirse afectados por la ponderación
del salario. Pero el desbordamiento del paro depende de los resultados.
En la CUT creemos que los tres proyectos fundamentales de Pastrana están
refundidos: reforma política, paz y ajuste fiscal.
No existe un solo referente mundial de parálisis de las dimensiones
de éste paro, exceptuando la huelga de los franceses hace cuatro
años. En América Latina menos, con excepción de los
paros de protesta de Perú y Ecuador.
Lo más importante es el acumulado de unidad: tuvimos un comando
de paro integrado por 25 organizaciones, y ningún sindicato, ni
uno, sostiene que lo engañaron. Fue el mega—pliego, con una mega—comisión
y una experiencia inusual: era el pliego de la USO, el pliego de Telecom,
el pliego de la salud. Ganamos en interlocución, una característica
fundamental. La arrogancia del gobierno terminó en una declaración
de once páginas.
Miremos: Telecom tiene tres logros importantes en esa declaración:
los join venture; la revisión del sistema de contratación
que hoy llega al 80%, el retiro del proyecto de telecomunicaciones para
dar tramite en cambio al de gestión, y, tres, el fenómeno
de la interconexión y su relación con los grupos mono-polísticos.
Se preserva el régimen pensio-nal para el magisterio, y la
autonomía financiera para Ecopetrol. Conseguimos 61.000 millones
de pesos para salud, tocamos el situado pero para nivelación. El
Sena incluso, que está descontento con el paro, sale bien librado:
su director acaba de producir una carta frente a Ley la 44.
Tenemos que reconocer que nunca medimos la olla de presión.
Primero lanzamos un paro de 48 horas, pero no sensibilizamos al gobierno;
en desarrollo del paro enfrentamos cuatro actividades sin imaginar que
se extendería por espacio de 21 días. Algunos consideraban
que el paro nos salía barato si lo levantábamos sin despidos.
La táctica del gobierno fue aislarnos. Los salvoconductos
y la forma como abordaron al ELN, la resolución del conflicto con
los desplazados en Barrancabermeja cuatro días antes del paro con
presencia de Pastrana, la declaración de ilegalidad y la forma en
que empezaron a reprimir las movilizaciones mientras la gente seguía,
además de ocho asesinatos ocurridos en desarrollo del paro, incluido
el del vicepresidente de la CUT, Jorge Ortega García.
Yo tengo que defender, no el acuerdo que es de una página,
sino la manera como debemos contextualizar el acuerdo, y la dinámica
del paro que desgasta en 40 puntos al gobierno de Pastrana. La gente sale
unificada, considerándose un acumulado para seguir peleando. Paro
que tiene resultados puntuales con algunos sectores.
En el Comité Ejecutivo consideramos que el Comando de Paro
hay que fortalecerlo, las centrales no debemos liquidarlo como hicimos
el año pasado cuando después del paro del 11 febrero asumimos
la vocería, sin tener en cuenta esa riqueza enorme de dirigentes
sindicales intermedios pidiendo pista. En estos días tuvimos problemas
en Telecom, también con los compañeros del Ministerio de
Trabajo, asumidos y solucionados por el Comando. En Caprecom y el Sena
también está asumiendo la vocería el Comando.
Hay una olla a presión muy grande por dos razones: el gobierno
pasado firmó todo y no nos cumplió nada —el Sena tiene cinco
paros el último año para no acordar nada—, y éste
gobierno no nos va a firmar nada, pero por lo menos ya sabemos a qué
jugamos. Cada quien define sus apuestas.
Apecides Alvis, presidente de la CTC:
Las masas trabajadoras no nos desbordaron. Incluso por los propios
resultados y soluciones que se encontraron. Menos en éste proceso
colectivo donde hubo abierta participación de todos los sectores
involucrados, con oportunidad de concretar y fijar posiciones discutidas.
Por el contrario, enriqueció a la dirigencia del paro porque le
permitió valorar en su justa dimensión las acciones que debía
acometer, dándole un contexto de unidad y orientación política
al movimiento.
Desde luego, al final se presentaron diferencias. Si no hacíamos
las valoraciones pertinentes podíamos poner en peligro los resultados.
Algunos pretendieron que abordáramos inmediatamente un paro cívico
nacional gracias al malestar social existente en el país por la
cadena de improvisaciones del gobierno.
Un gobierno no podía mantener un paro con los costos económicos,
sociales y políticos hasta donde llegó. Es que los trabajadores
estábamos preocupados pero no desesperados como el gobierno frente
al paro.
No es que no hubiéramos tenido las soluciones. Tanto que
no permitimos que el paro desbordara en consecuencias negativas, incluso
a raíz del asesinato del compañero Ortega, una provocación
a sectores políticos y el movimiento sindical, además de
los otros crímenes perpetrados contra sindicalistas en desarrollo
del paro.
No hubo desbordamiento. Es un proceso natural en toda acción
colectiva, donde la controversia y disparidad de criterios son lógicos
para llegar a los puntos y decisiones comunes para dar paso a la integración
y coherencia del movimiento. Lo más valioso es haber solidificado
la unidad del movimiento sindical que, ojalá, pudiésemos
consolidar más, incluso al punto de la unidad orgánica, máxime
frente a gobiernos como éstos.
Julio Roberto Gómez, secretario general de la
CGTD:
Ésta fue una negociación atípica, signada por
la prepotencia de un gobierno con una legitimidad poco usual en nuestro
país que lo llevó a confrontar al movimiento sindical antes
que asumir una actitud de negociación frente a un pliego que no
tenía nada de especial. Reivindicaciones tradicionales. La mediocridad
del gobierno es tan grande que el pliego fue comparado con un programa
de Estado.
Contra la voluntad y prepotencia del gobierno, hubo en la mesa ocho
ministros de Estado, el Presidente de la República que recibió
al Comando y mantuvo la negociación a control remoto, dos vicemi-nistros
y, de alguna manera, el Equipo Económico. No hubo ningún
empate técnico: aquí hubo un triunfo incuestionable para
los trabajadores, independientemente de que eso se pueda medir en billones
o trillones. Con un reconocimiento y la legitimidad del movimiento sindical
colombiano.
Fue frustrante revivir la época de los 70, cuando cualquier
brote popular era reprimido violentamente: gases, bolillo, perros, antimotines,
tanquetas echando tinta curiosamente de color azul ahora, ya no roja, es
decir, una agresividad inaceptable que contrasta con las aparentes intenciones
de paz con los grupos insurgentes.
Se nos acusó de obedecer a cierta simpatía con la
candidatura de Serpa, cuando a Samper le hicimos en febrero de 1997 el
mejor paro de los últimos tiempos por espacio de ocho días,
sólo rebasado por éste.
Sí, el acuerdo tiene debilidades, pero también fortalezas.
Una de las debilidades, la política salarial. Me preocupa que hayamos
roto la política económica en sólo uno o dos puntos,
cuando la inflación va a estar por encima del 18 por ciento según
el Dane, una entidad de la cual desconfío profundamente por manipulación
estadística. Otra debilidad, que el Sena y Caprecom se hubieran
quedado sin solución, después que dos compañeras se
la jugaron toda: Zoeria Villada y Laura Charum. Por fortuna, éste
paro no es el fin de la historia: con éste gobierno quedan tres
años muy largos.
Fortalezas grandes: Telecom, Caja Agraria, discutir a fondo todo
lo de privatización, el caso del magisterio y salud, además
del Incora y demás sectores. Y el reto del movimiento sindical de
replantear muchas de sus políticas, como políticas de empleo
y el sector informal que exigen soluciones organizativas de las centrales
obreras.
2. ¿Cuáles retos les deja a los trabajadores y al movimiento
sindical su protesta y la experiencia del Comando Nacional de Paro?
Wilson Borja, presidente de Fenaltrase:
Autocríticamente reconocemos que hubo ciertas improvisaciones,
empezando por el Encuentro Estatal, donde dejamos suelto casi todo, incluido
el paro indefinido cuyas condiciones no eran lo mejor.
El pliego sobre lo que queríamos tampoco era concreto y presentaba
desniveles. Algunas de nuestras organizaciones —Fenaltrase, el Sena, Telecom,
Contraloría, etc— teníamos claro que lo central no era lo
salarial sino el Ajuste Económico, íntimamente relacionado
con la estructura del Estado: el problema macroeco-nómico del país.
Pero en el Comando Nacional de Paro había gente pensando en intereses
eminentemente estomacales.
De tal forma que los cambios que se están registrando en
el desarrollo de algunos proyectos de ley que hacen trámite en el
Congreso indudablemente tienen que ver con el paro, al llamar la atención
del pueblo colombiano sobre diferentes aspectos.
Javier Orozco, presidente Sintradin:
Los estatales demostraron en el paro una legítima vocación
de paz. En lo agrario se levantó la bandera de la reforma agraria
integral y democrática, y de crédito de fomento a través
del Incora y Caja Agraria, como parte de un proceso de paz.
El país se enteró de que los trabajadores tenemos
propuestas para resolver un problema que está generando guerra:
la inequitativa concentración de la tierra, y un modelo económico
que ya no funcionó. Al calor del paro se jalonaron procesos de unidad
campesina que por primera vez en décadas tiene una sola organización,
la Coordinadora Nacional Campesina, donde se reúnen el Consejo Nacional
Campesino, CNC; Anuc, que estaba por fuera de toda coordinación,
y una cantidad de organizaciones regionales con enorme capacidad de movilización.
Se jalonaron procesos de unidad de acción con trabajadores,
indígenas, campesinos y negros. En Incora y Caja Agraria fue evidente
su participación en las acciones de Bogotá y muchas regiones,
demostrando una vinculación muy cercana de un sector de sindicalismo
estatal con usuarios marginados en los territorios que encuentran en nuestras
reivindicaciones las propias de ellos.
Al punto que en la Coordinadora Nacional Campesina se habla de que
el paro nacional estatal jugó una suerte de carrera de relevos en
lo agrario. Así, los campesinos inician en el Huila ésta
semana una serie de movilizaciones para desarrollar el acuerdo estatal
en lo agrario, confluyendo el año entrante con el paro nacional
agrario. Exigen que el gobierno concrete los recursos del Fondo Nacional
de Paz que van para reforma agraria a través del Incora.
Se ganó en legitimidad del movimiento obrero, en el rescate
de entidades como Incora y Caja Agraria. Es posible viabilizar el acuerdo
mediante acciones con las comunidades, la única manera de conseguirlo.
Frente a los retos, incrementar la unidad, la urgencia de conjuntar la
agenda con el movimiento agrario, para el caso nuestro, asegurando cómo
va a ser el paro de producción, una de las debilidades del paro.
Los problemas del país son de tal tamaño que el movimiento
obrero no puede resolverlos solo.
En el Comando Nacional y en los comandos departamentales se forman
nuevos dirigentes. La gente está acostumbrada a que dos o tres dirigentes
toman la vocería de millones de trabajadores, totalizando problemas
en dos o tres conflictos. Es el caso de Incora, una organización
de 1.500 trabajadores que logra un acuerdo que es para el conjunto del
movimiento campesino, algo que no se hubiera logrado si no es con la acción
de semejante cantidad de personas.
Yesid Camacho, presidente de Anthoc:
Éste no fue un paro para cerrar hospitales sino para abrirlos.
Quebraban por falta de presupuesto. El paro habilita 61.000 millones de
pesos para que los hospitales sigan funcionando, aunque menor al déficit
real puede dar resultados suficientes ya que están destinados a
la oferta. Recursos para cubrir el déficit, no para darle plata
a todo el mundo así tengan superávit, como pasó con
los 210.000 millones de pesos pactados en el paro de mayo.
El gobierno se comprometió a intervenir los fondos de contingencia
para que regresen al Fondo de Seguridad y Garantía, Fosyga, y se
reapliquen en atención de cobertura. Las Administradoras de Riesgos
en Salud y las Empresas Promotoras consideraban que eran recursos de ellas.
En la práctica, el gobierno acepta quebrar las ARS y EPS.
La mayoría de EPS habían destinado los recursos
de los fondos de contingencia para cubrir los déficit causados por
el régimen contributivo. Unimec, por ejemplo, ha gastado en régimen
contributivo más de 20.000 millones de pesos que eran del régimen
subsidiado, y va a tener que devolver esa plata al Fosyga. El paro nos
resuelve otra discusión: el gobierno decía que las ARS y
EPS eran aseguradoras, pero con la intervención se convierten en
simples administradoras, sin utilidades diferentes a las cuotas de administración.
Atacamos la médula espinal de la Ley 100, la intermediación,
la base de la privatización del sector.
Se rompe el plan de ajuste en el proyecto de acto legislativo 007
que anunciaba para salud y educación recortes en la base de liquidación
de los ingresos de la Nación de 1.09 billones de pesos en el primer
año, 2.15 billones el segundo, y 2.7 billones en el tercer año.
En salud y educación representaba recortes de unos 800.000 millones
el primer año. El gobierno se comprometió a mantener esos
recursos: un triunfo político muy grande para la población.
Garantiza que los 5.5 billones de pesos que éste año se destinaron
para salud y educación, se mantengan hacia el año entrante
en los mismos volúmenes a pesos constantes. Mucho más contundente
que cualquiera de los acuerdos firmados con los gobiernos anteriores.
El Ejecutivo proyectaba transformar las rentas cedidas —licores,
cigarrillos, cerveza, loterías y rentas específicas—, en
rentas de libre asignación de los departamentos, con lo cual habría
acabado de quebrar el sector salud: se comprometió a mantener la
destinación específica de las rentas cedidas para salud.
En transformación de subsidio oferta—demanda, se compromete
a constituir una comisión del más alto nivel —con participación
de los ministros de Hacienda y Salud, las entidades territoriales y los
sindicatos—, para concertar los proyectos de ley que se aplicarán
por leyes 344 y 60.
Aunque no se comprometieron a pagarla, en un primer documento reconocen
los 240.000 millones de pesos de la nivelación como una obligación
pendiente de pagar. Es decir, asume. A través de la misma comisión,
el Ejecutivo emprenderá un proceso de concertación con los
departamentos para cubrir la nivelación salarial. Después
que decía que esa era una responsabilidad de los hospitales y las
entidades territoriales, el gobierno termina metiéndose en la colada
como responsable de la nivelación.
La declaración unilateral del gobierno, desde el punto de
vista jurídico incluso, puede tener mayores niveles de compromiso
que un acuerdo firmado. Tiene casi las mismas implicaciones que un decreto
reglamentario o una directriz presidencial en determinado momento. Al movimiento
sindical nos deja cierta independencia con aspectos en los que no estamos
de acuerdo, como la reingeniería en los hospitales o el empréstito
por 180 millones de dólares para comprar computadores y descargarlos
a los hospitales públicos.
Pero éste proceso no puede terminar aquí. Debemos
ampliar incluso el Comando de Paro a fin de construir un proceso muy sólido
para enfrentar los paquetes más difíciles, ya que el ajuste
va a tocar aspectos muy sensibles para la sociedad.
Rafael Baldovino, presidente de Sittelecom:
El Comando siempre tuvo el control de las acciones realizadas, con
enorme respeto por las diferentes posiciones, permitiéndonos abordar
con madurez los momentos más críticos. y un claro mensaje
para el movimiento obrero nacional: es posible adelantar acciones mucho
más allá de las simples reivindicaciones de carácter
económico o laboral.
El Comando debe tener continuidad, pero no en la perspectiva de
hacerle paralelismo a las centrales, una conquista de la clase obrera y
la concreción del derecho de asociación de los trabajadores,
instrumento de batalla y medio para obtener reivindicaciones que se pueden
extender al resto de la sociedad.
Así hubiera sido en el 14.001 por ciento, el paro doblega
la política oficial. Y ataca el problema cardinal de la situación
social de los colombianos: la apertura económica y la globalización.
En la mayoría de los casos, los beneficiarios del pliego no eran
los trabajadores sino amplios sectores de la sociedad, los usuarios en
los servicios, la población en salud y la comunidad educativa.
Aquí achacan el déficit a la corrupción, apenas
uno de los factores. Se inscribe en la apertura económica que hicieron
hacia adentro, con negocios ineficientes como las concesiones en servicios
públicos donde el Estado siempre pierde. El pago de la licencia
hecha por Orbitel y la ETB, testaferros de intereses extrana-cionales,
es ineficiente para el Estado. Los 300 millones de dólares que va
a recibir por una sola vez durante diez años prorrogables, es dejar
de percibir anualmente entre 300 y 400 millones de dólares.
Fue significativo que no se privatizara la Administración
Postal, así como preservar a Audiovisuales. O cuando se comprometen
a no privatizar a Telecom al retirar el proyecto de ley mediante el cual
se le cambiaba la naturaleza jurídica a los trabajadores al convertirlos
en asalariados del sector privado.
Logramos que se acaben las empresas virtuales de comunicaciones.
Aquí llaman competencia a coger la red de comunicaciones del Estado
entregándosela a particulares para que las exploten. Eliminar esa
posibilidad es una ganancia para el país ya que conserva una empresa
útil para la ejecución de políticas sociales, generación
de empleo y seguridad nacional.
El paro logra interlocución y derrotar la arrogancia presidencial
cuando a través de la pantalla chica se negó a discutir con
una “minoría sindicalista”, dizque porque él había
sido elegido por seis millones de colombianos. Esa alocución le
quitó la careta a Pastrana frente a sus posiciones neoliberales
de entrega del país, ya no de intervención, a intereses internacionales,
en particular de Estados Unidos, como se desprende de su reciente visita
a Washington.
Éste ensayo de mantenernos unidos en paro durante 21 días
en medio de las diversidades es una ganancia política para el movimiento
obrero nacional que debemos cuidar con celo a fin de echar para adelante,
en la perspectiva de que el movimiento obrero nacional tenga interlocución
válida frente a un gobierno arrogante y autoritario.
Zoeria Villada, presidenta de Sindesena:
Yo tampoco creo que el Comando de Paro haya sido desbordado. Fue
exitoso por la legitimidad del movimiento sindical y el acumulado de unidad
que logró desenmascarar la política antipopular, antilaboral
y antiobrera de Pastrana.
Independiente de los resultados obtenidos en relación con
el Sena, en los que hemos manifestado nuestra insatisfacción porque
no hubo acuerdo ni redacción cercana a los que proponíamos,
vemos respuestas contras-tantes con lo sucedido en la negociación.
Hoy tenemos una posición de la dirección del Sena opuesta
al ministerio de Hacienda, en la que expresa su preocupación por
la posibilidad de perder la parafiscalidad a raíz del proyecto de
Ley 044 que hace curso en el Parlamento. Es satisfactorio encontrar que
la dirección del Sena asuma cambios de actitud. Y es posible modificar
dicho proyecto en el Congreso.
Si no existen rentas parafiscales se acaba la institución,
entraría el presupuesto del Sena al tesoro nacional y quedaría
a disposición del gobierno, significando la erradicación
de la formación profesional gratuita y la capacitación para
el trabajo. Además, existen propuestas que le cambian la misión
al Sena. De los últimos cinco paros que hemos hecho, cuatro han
sido para exigir el cumplimiento de los decretos salariales, el otro en
defensa de los parafiscales.
No estamos de acuerdo con la redacción del documento. El
gobierno nos bajó las condiciones que teníamos al otorgarle
facultades al Consejo Directivo para adoptar las modalidades que considere
para la aplicación de los decretos, abriendo la posibilidad de que
nos desmejoren.
Tenemos una preocupación grandísima al conocer la
directriz presidencial determinando fechas para la modificación
de plantas de personal hasta el 17 de noviembre, según la racionalización
del gasto ordenada por Planeación Nacional y el Ministerio de Hacienda.
Existe el peligro de hacerse efectiva la intención gubernamental
de reducir la plantas de personal del Sena, una pelea que dimos en 1993,
cuando sacamos la Ley 119 y logramos mantener al menos la planta aunque
necesitábamos más personal.
Tarcisio Mora Godoy, presidente de Fecode:
Es necesario ubicar el contexto en que se desarrolla el paro y tener
en cuenta la crisis del movimiento sindical, el proceso de privatización
desarrollado, la cantidad de empresas cerradas, los sindicatos sin capacidad
de enfrentar las cosas, y una franja de dirigentes que fueron llamados
para que hicieran parte del modelo, ablandando a muchas organizaciones.
El gobierno creyó que era fácil acabar al movimiento sindical
dada la debilidad provocada también por la guerra sucia, los asesinatos
de dirigentes y activistas, las grandes marchas que sólo encontraron
la burla del establecimiento como respuesta.
El paro salió de las fronteras, provocó la reacción
mundial contra la brutalidad oficial, y se convirtió en una escuela
sindical: manejar la confrontación con la fuerza pública,
volver a las marchas de las antorchas, la utilización de los espacios
públicos.
El magisterio ganó el espacio del los padres de familia porque
teníamos el problema de la privatización, de situado fiscal,
de cupos, con un gobierno que quería limitar la educación
pública para los estratos uno y dos de la población. El maestro
que por tradición es sumamente economicista, empieza a hablar de
los logros de los demás trabajadores, gracias a la nueva dirección
en Fecode que cambió la correlación de fuerzas para beneficio
del conjunto del movimiento sindical.
Rescatamos la confianza de los trabajadores en sus sindicatos y
sus centrales, con voces crecientes que reclaman mayores niveles de unidad,
también rompimos el frío de los medios que sólo parecían
interesados en hablar de paz, y nos erigimos como un movimiento transparente,
con posiciones claras y civiles. Nos quedan grandes retos. Debemos poner
en blanco y negro, llevar a la práctica, la declaración del
gobierno que bien puede ser una declaración de buenas intenciones.
Los maestros, con tristeza, encontramos que una minoría —los
viudos del poder— pretende enlodar la negociación más transparente
y el paro del siglo, como le llaman, hablando de una supuesta “traición”.
En salarios conseguimos un 15 por ciento plano para todos, con el
uno por ciento adicional como bonificación y el respeto al régimen
prestacional de los educadores, la mayor conquista y un puntal de lucha
para los próximos años. Hoy dicen los maestros que así
no hubiéramos conseguido nada en salarios, derrotamos la intención
de acabar el régimen prestacional. Lo tercero: haber refinanciado
el Fondo Nacional de Prestaciones por los próximos ocho años,
con un déficit de un billón de pesos.
Se garantiza la discusión del salario sobre el salario profesional,
abriendo mejoramientos importantes frente a cobertura escolar para la comunidad.
La prioridad de los recursos del sector educativo y de salud tiene su significado.
Tenemos 55.000 maestros municipales y departamentales. El gobierno se comprometió
a que esos recursos van a permitir resolver el problema salarial y prestacional.
Aquí le resolvimos el problema en salud y educación hasta
a los gobiernos seccionales que no habían logrado, para simpatía
de alcaldes y concejales. El gobierno se comprometió a reglamentar
la Ley 115 con participación de los educadores.
En ninguna parte del mundo se había tenido que nombrar como
veedor al Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana.
A. Alvis:
Buscábamos beneficios sociales para la población y
los sectores populares del país, el verdadero éxito del movimiento.
Los hechos econo-micistas que pueden esgrimir algunos sectores carecen
de fundamento. Colocamos al movimiento sindical como interlocutor válido,
como deben entenderlo el gobierno y la sociedad colombiana por su seriedad
y vocación de patria.
A la calle no solamente salimos los trabajadores comprometidos en
el paro. Franjas importantes de profesionales independientes salieron,
entendieron que el país requiere cambios y los trabajadores planteábamo
posiciones claras de beneficio social. No podemos bajar la guardia frente
a lo que se nos viene. Nos van a tratar de imponer cosas, éste es
un gobierno autoritario, impositivo.
Está para el examen la declaración no suscrita por
el Comando, pero con un alto ingrediente de participación de los
trabajadores en muchos de los puntos, en otros menos porque no los compartimos.
Pastrana le dijo al país que no había ninguna posibilidad
de pasar del 14 por ciento de incremento salarial y que asumíamos
una posición revan-chista dizque porque añorábamos
el gobierno anterior. La verdad es que el movimiento sindical nunca estuvo
comprometido con el gobierno anterior. Algunos de nosotros, yo por ejemplo,
pertenezco al Partido Liberal, respaldé la candidatura y el proyecto
político de Samper, pero eso no comprometió nunca a la organización
CTC ni personalmente a apoyar ni avalar posiciones negativas al movimiento
sindical.
El acuerdo no nos puede llevar a pensar que ganamos una guerra.
La lucha continúa. Tenemos que hacer un trabajo muy fuerte frente
al sector privado, máxime cuando no hemos renunciado a la protesta
social ni a acciones mucho más allá cuando ellas sean conducentes
y necesarias, superando incluso el contexto meramente sindical. Al movimiento
sindical le llegó el momento de pensar en el ejercicio de una actividad
política, pero no a través de grandes o pequeños grupos,
sino para incidir en las soluciones del país.
J. R. Gómez:
El Comando Nacional Unitario tendrá que convocar otros sectores,
como los movimientos campesinos, estudiantiles, a fin de abrir la posibilidad
de acciones de mayor envergadura.
No podemos seguir hablando de paros cívicos para quedar como
el pastorcito mentiroso. La verdad es que desde 1977 no se hace un paro
cívico en éste país. Lo único que ha habido
son escaramuzas. Los paros cívicos se organizan casa por casa, municipio
por municipio, integrando a todos los sectores de la sociedad, indígenas,
campesinos, transportadores, comerciantes.
En Colombia y América Latina los gobiernos se caracterizan
por ser legales pero profundamente ilegítimos. Pastrana quiso jugar
a ponerle el tatequieto al movimiento sindical, la expresión de
la inconformidad popular hoy. Cuando el transeúnte común
y corriente, el que no tiene empleo ni nada qué perder, el que está
jodido, veía cómo se llenaba permanentemente la plaza de
Bolívar, en el fondo se sentía reivindicado.
Nosotros no le apostamos al fracaso del gobierno de Pastrana. Nos
gustaría que le fuera bien, pero yéndole bien al pueblo colombiano,
es decir, con soluciones sociales porque la gente está cansada de
tanta ignominia y de aguantar hambre.
3. Pedagógicamente hablando, ¿se avanzó en el
forjamiento de una conciencia de clase entre los trabajadores y la comunidad?
L. E. Garzón:
Una cosa es que Fecode haya estado aislado. Y otra muy distinta
creer que ahora es que empieza la lucha contra el modelo. La verdad es
que el proceso empieza con el paro de Telecom, el primero que se hace contra
el neoliberalismo a comienzos del gobierno de Gaviria, además de
los paros de la USO, del Sena, la Salud, etc. El movimiento sindical ha
ganado una interlocución enorme en la paz, incluso a escala internacional.
El paro del 11 de febrero de 1997 fue el primer embrión de
organización y coordinación. Los paros que se generaron por
fuera de esa coordinación fracasaron. Éste paro no fue el
inicio, no: hace parte del proceso de acumulación.
Como negativo, el paro deja una serie de hechos dramáticos,
como la muerte de Jorge Ortega que nos pudo haber liquidado, toda vez que
se trata del cuadro sindical de mayor importancia que nos asesinan entre
los 2.600 compañeros que han caído los últimos 12
años. Es necesario reflexionar frente al sector privado. Es un mérito
enorme lo que hizo la Uneb, así como los esfuerzos hechos por otros
sectores, pero señala una debilidad enorme del sector privado y
refleja que el movimiento sindical hoy básicamente es lo estatal.
¿Qué tipo de sindicalismo es el que tenemos entonces?
Si de cada 100 colombianos 56 están en la informalidad, 18 en la
temporalidad, 15 desempleados, y sólo 8 ó 9 tienen alguna
posibilidad de organización mínima —incluido el personal
directivo y empleados con pactos colectivos—, estamos en una situación
delicada.
Aquí se plantea el criterio de clase. Pero ¿qué
es, en esta etapa de la vida, el criterio de clase, a riesgo de caer en
el obrerismo, un símbolo de gremialismo terrible?. En mi opinión
es lo que ha ocurrido en el sector privado. Aquí encontramos gente
que no está afiliada a ninguna central: los profesores universitarios,
los médicos y profesionales de la administración pública...
Y ¿cómo entendemos lo que es ser de clase en ésta
etapa?
El debate no solamente se hace en Colombia. Hoy no se habla del
sindicalismo, se habla del mundo del trabajo. ¿Acaso el abogado
que no sale con un megáfono carece de criterio de clase? Pienso
que no se trata de eso. La preocupación debe ser cómo vamos
arrumando gente a este lado, para desgracia de columnistas como Rafael
Santos que protesta porque no acabaron ni liquidaron el sindicalismo. Y
ese es un criterio de clase.
Cualquier proyecto político que hoy se establece en el mundo,
el Frente Amplio en Uruguay, el P.T., Sin Tierra en Brasil, Izquierda Unida
en España, ha partido de definir cuál es el comportamiento
de clase. Tenemos compañeros que a nombre del obrerismo califican
de pequeña burguesía al magisterio o a los trabajadores bancarios.
Una buena discusión, enfrentada a cambios de calidad muy importantes
en la producción y el movimiento sindical.
Existe un proceso de cuadros sindicales regionales y nacionales
que descrestan a más de uno. Como dijo un día el ministro
de Trabajo: “¡se las tiran de estadistas!”, y yo digo: “no, señor
Ministro: es que son estadistas”. Gente con enorme capacidad que deja muy
mal parado al equipo ministerial y gubernamental.
Si sabemos administrar ese equipo de cuadros, sin calificarlos según
los conocimientos que tengan de los clásicos, podemos producir sorpresas.
Miren lo que pasó con los guardias penitenciarios, que a la hora
de la negociación se presentaron no como sindicato sino como representantes
del Inpec, porque a la directora no la han dejado discutir el nuevo régimen
penitenciario. Ese es el nivel de interlocución que tenemos.
El único punto laboral que tenía el pliego era el
salarial.
R. Baldovino:
Más allá de si el movimiento obrero ganó en
conciencia de clase, lo importante es que ésta en una coyuntura
bien complicada. El neoliberalismo ha logrado penetrar todas las esferas
de la vida social, incluido el movimiento obrero. Las privatizaciones se
ejecutaron no sólo como políticas de gobierno sino como decisiones
judiciales. En Telecom la competencia la impusieron a punta de tutelas.
Algunos sindicalistas discutieron la privatización y se metieron
a comprar acciones. Alcalis y algunas electrificadoras, por ejemplo. El
paro de Telecom no se produjo por salarios ni mejoras contractuales. Fue
para discutir la conveniencia de la privatización.
Éste paro concreta todo ese acumulado y los estragos del
neoliberalismo en la economía. El sector agrario y la industria
nacional están quebrados. Más allá de si los trabajadores
ganaron en conciencia de clase, diríamos que hay una comprensión
del momento político que vive el país con la aplicación
de todas estas políticas.
Miguel Morantes, secretario general CGTD:
Frente a la pregunta inicial, pienso que no hubo desbordamiento
del paro. Tuvimos imprevistos como los crímenes contra los compañeros
y compañeras, también sorpresas gratas como el respaldo encontrado
en la población y estamentos como la iglesia hacia el paro.
La prensa, que inicialmente se mostró agresiva, terminó
hablando que había habido un empate técnico, que en sano
lenguaje quiere decir que los trabajadores triunfaron. La dirección
en cabeza de los tres presidentes de las centrales y los demás sindicatos
fue acertada, cada intervención era una lección en desarrollo
del paro más largo de la historia.
Nos quedan grandes retos, no sólo frente al paro, sino en
los temas de la unidad y de la paz que tanto interesó al compañero
Jorge Ortega, quien hizo posible el Foro de Paz de los Trabajadores.
Pero quiero llamar la atención sobre el triunfalismo. Esto
fue una victoria, pero no hemos ganado ninguna guerra, tampoco una batalla,
sólo ganamos un lance, digámoslo así, que nos invitan
a afinar hacia el futuro. Y no podemos quedarnos administrándolo
solamente.
J. Orozco:
Es muy difícil saber cómo está la conciencia
de los trabajadores. La gente ha respondido mucho más allá
de la conciencia de los trabajadores, pero cuando se hablaba de un paro
indefinido no imaginábamos que pasara de una semana.
Sin embargo, la discusión debe estar en el papel de los partidos
políticos en el movimiento obrero. Uno de los problemas del movimiento
obrero está en cómo la izquierda democrática y la
izquierda revolucionaria quieren resultados inmediatos que lo posicionen
en la coyuntura como una izquierda renovada y una izquierda más
allá de su vigencia histórica tenga un papel en la coyuntura.
Los sindicatos se han reivindicado de una manera muy autónoma
frente a los directorios de los partidos, posibilitando niveles de unidad
de acción entre las personas inicialmente y las propias direcciones
de los movimientos, más que entre los directorios, sin que estén
al margen de los partidos. El problema ha sido la forma como algunos partidos
han convertido a los sindicatos en un apéndice a través del
cual realizar sus perspectivas y anhelos, enfrentándose incluso
a las aspiraciones de los trabajadores y a las necesidades del momento.
Aquí se ha dado un salto de calidad. Pero se puede caer en
el pragmatismo, en considerar que es un ascenso en la conciencia de clase
el hecho de que la gente responda frente a una situación concreta,
como el problema salarial o de inversión pública. Podríamos
decir que hay avances en la conciencia social. Es decir, en la conciencia
de ir más allá de lo que es uno como sector, planteándose
los problemas sociales del país.
Pero el trabajador individualmente omado sigue siendo un trabajador
presa de los medios masivos de comunicación, presa de las circunstancias.
La respuesta masiva tiene muchísimo de sicológico y de práctico.
Existe en la población la sensación de que si no se moviliza
por las cuestiones que exige el derecho a vivir puede agudizarse la guerra
y el sufrimiento de la gente.
El movimiento obrero está dando muestras de que puede pensar
mucho más allá de sus intereses y trascender acciones políticas.
Plante para los partidos un reto muy fuerte: ¿hasta dónde
van a ser catalizadores de procesos de unidad o van a ser disolventes?
Lo otro es que el movimiento obrero perfectamente puede perfilarse
como un movimiento de acción gremial, capaz de englobar temas de
profundo contenido y alcance político, incluso de hacer política
como sector social. Creo que muchos sectores de los trabajadores y las
comunidades están esperando esa señal, la cual corresponde
a los niveles de madurez que se viven.
Independientemente del pragmatismo, hay un deseo muy grande de acertar,
de unificar, de no señalar, de no excluir, y de sumar.
L. Garzón:
Si continuamos haciendo paros, movilizaciones, marchas, pero no
trascendemos políticamente, no hacemos nada. Tras las elecciones
pasadas no tenemos sino parlamentarios liberales actuando menos mal que
los independientes en lo social. El mundo del trabajo, el de los obreros
y los campesinos, no tiene una sola expresión política.
Sucedes con todos: o somos capaces de jugarle a un espacio amplio,
de masas, o terminamos enredados en nuestras propias limitaciones.
Es necesario discutir qué tipo de movimiento político
nos sirve. Máxime cuando esa reforma que están impulsando
para revivir el Frente Nacional es todavía más excluyente.
El presupuesto nacional se aprobó sin debate, una cosa terrible.
¿Qué hacemos con semejante flujo de masas que influimos?
¿Para qué hacemos todo esto? ¿Por qué no forjamos
un movimiento social amplio, independiente, de izquierda, nacionalista,
una propuesta alternativa de los trabajadores frente al neoliberalismo,
más allá de que el establecimiento continúe coptando
dirigentes para ponerlos de ministros o congresistas por uno o dos períodos
máximo?
Cualquier proyecto político que hoy se establece en el mundo:
el Frente Amplio en Uruguay, el P.T., y Sin Tierra en Brasil, Izquierda
Unida en España, ha partido de definir cuál es el comportamiento
de clase. Tenemos compañeros que a nombre del obrerismo califican
de pequeña burguesía al magisterio o a los trabajadores bancarios.
Una buena discusión, enfrentada a cambios de calidad muy importantes
en la producción y el movimiento sindical.
Existe un proceso de cuadros sindicales regionales y nacionales
que descrestan a más de uno. Como dijo un día el ministro
de Trabajo: “¡se las tiran de estadistas!”, y yo digo: no, señor
ministro: es que son estadistas. Gente con enorme capacidad que deja muy
mal parado al equipo ministerial y gubernamental.
Si sabemos administrar ese equipo de cuadros, sin calificarlos según
los conocimientos que tengan de los clásicos, podemos producir sorpresas.
Miren lo que pasó con los guardias penitenciarios, que a la hora
de la negociación se presentaron no como sindicato sino como representantes
del Inpec, porque a la directora no la han dejado discutir el nuevo régimen
penitenciario. Ese es el nivel de interlo-cución que tenemos.
El único punto laboral que tenía el pliego era el
salarial.
R. Baldovino:
Más allá de si el movimiento obrero ganó
en conciencia de clase, lo importante es que está en una coyuntura
bien complicada. El neoliberalismo ha logrado penetrar todas las esferas
de la vida social, incluido el movimiento obrero. Las privatizaciones se
ejecutaron no sólo como políticas de gobierno sino como decisiones
judiciales. En Telecom la competencia la impusieron a punta de tutelas.
Algunos sindicalistas discutieron la privatización y se metieron
a comprar acciones. Alcalis y algunas electrificadoras, por ejemplo. El
paro de Telecom no se produjo por salarios ni mejoras contractuales. Fue
para discutir la conveniencia de la privatización.
Este paro concreta todo ese acumulado y los estragos del neoli-beralismo
en la economía. El sector agrario y la industria nacional están
quebrados. Más allá de si los trabajadores ganaron en conciencia
de clase, diríamos que hay una comprensión del momento político
que vive el país con la aplicación de todas estas políticas.
Miguel Morantes:
Frente a la pregunta inicial, pienso que no hubo desbordamiento
del paro. Tuvimos imprevistos como los crímenes contra los compañeros
y compañeras, también sorpresas gratas como el respaldo encontrado
en la población y estamentos como la Iglesia hacia el paro.
La prensa, que inicialmente se mostró agresiva, terminó
hablando que había habido un empate técnico, que en sano
lenguaje quiere decir que los trabajadores triunfaron. La dirección,
en cabeza de los tres presidentes de las Centrales y los demás sindicatos
fue acertada, cada intervención era una lección en desarrollo
del paro más largo de la historia.
Nos quedan grandes retos, no sólo frente al paro, sino en
los temas de la unidad y de la paz que tanto interesó al compañero
Jorge Ortega, quien hizo posible el Foro de Paz de los Trabajadores.
Pero quiero llamar la atención sobre el triunfalismo. Esto
fue una victoria, pero no hemos ganado ninguna guerra, tampoco una batalla,
sólo ganamos un lance, digámoslo así, que nos invita
a afinar hacia el futuro. Y no podemos quedarnos administrándolo
solamente.
J. Orozco:
Es muy difícil saber cómo está la conciencia
de los trabajadores. La gente ha respondido mucho más allá
de la conciencia de los trabajadores, pero cuando se hablaba de un paro
indefinido no imaginábamos que pasara de una semana.
Sin embargo, la discusión debe estar en el papel de los partidos
políticos en el movimiento obrero. Uno de los problemas del movimiento
obrero está en cómo la izquierda democrática y la
izquierda revolucionaria quieren resultados inmediatos que lo posicionen
en la coyuntura como una izquierda renovada y una izquierda más
allá de su vigencia histórica y que tenga un papel en la
coyuntura.
Los sindicatos se han reivindicado de una manera muy autónoma
frente a los directorios de los partidos, posibilitando niveles de unidad
de acción entre las personas inicialmente y las propias direcciones
de los movimientos, más que entre los directorios, sin que estén
al margen de los partidos. El problema ha sido la forma como algunos partidos
han convertido a los sindicatos en un apéndice a través del
cual realizar sus perspectivas y anhelos, enfrentándose incluso
a las aspiraciones de los trabajadores y a las necesidades del momento.
Aquí se ha dado un salto de calidad. Pero se puede caer en
el pragmatismo, en considerar que es un ascenso en la conciencia de clase
el hecho de que la gente responda frente a una situación concreta,
como el problema salarial o de inversión pública. Podríamos
decir que hay avances en la conciencia social. Es decir, en la conciencia
de ir más allá de lo que es uno como sector, planteándose
los problemas sociales del país.
Pero el trabajador individualmente tomado sigue siendo un trabajador
presa de los medios masivos de comunicación, presa de las circunstancias.
La respuesta masiva tiene muchísimo de sicológico y de práctico.
Existe en la población la sensación de que si no se moviliza
por las cuestiones que exige el derecho a vivir puede agudizarse la guerra
y el sufrimiento de la gente.
El movimiento obrero está dando muestras de que puede pensar
mucho más allá de sus intereses y trascender acciones políticas.
Plantea para los partidos un reto muy fuerte: ¿hasta dónde
van a ser catalizadores de procesos de unidad o van a ser disolventes?
Lo otro es que el movimiento obrero perfectamente puede perfilarse
como un movimiento de acción gremial, capaz de englobar temas de
profundo contenido y alcance político, incluso de hacer política
como sector social. Creo que muchos sectores de los trabajadores y las
comunidades están esperando esa señal, la cual corresponde
a los niveles de madurez que se viven.
Independientemente del pragmatismo, hay un deseo muy grande de acertar,
de unificar, de no señalar, de no excluir, y de sumar.
L. Garzón:
Si continuamos haciendo paros, movilizaciones, marchas, pero no
trascendemos políticamente, no hacemos nada. Tras las elecciones
pasadas no tenemos sino parlamentarios liberales actuando menos peor que
los independientes en lo social. El mundo del trabajo, el de los obreros
y los campesinos, no tiene una sola expresión política.
Sucede con todos: o somos capaces de jugarle a un espacio amplio,
de masas, o terminamos enredados en nuestras propias limitaciones.
Es necesario discutir qué tipo de movimiento político
nos sirve. Máxime cuando esa reforma que están impulsando
para revivir el Frente Nacional es todavía más excluyente.
El presupuesto nacional se aprobó sin debate, una cosa terrible.
¿Qué hacemos con semejante flujo de masas que influimos?
¿Para qué hacemos todo esto? ¿Por qué no forjamos
un movimiento social amplio, independiente, de izquierda, nacionalista,
una propuesta alternativa de los trabajadores frente al neolibe-ralismo,
más allá de que el establecimiento continúe coptando
dirigentes para ponerlos de ministros o congresistas por uno o dos períodos
máximo? |