José Fernando Mota Muñoz

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José Fernando Mota Muñoz – abril de 2024


5 de agosto de 2006

por José Fernando Mota Muñoz


Salimos a desayunar por el barrio árabe. Desde el local donde estamos, con una gran cristalera, se controla una esquina vigilada por soldados israelíes y asistimos a un ejemplo del trato que da el ejército de ocupación a los palestinos un día normal. Observamos como la patrulla apostada en la esquina paran a palestinos para pedir la documentación, básicamente a jóvenes y a los que tienen pintas de islamistas (chilaba, largas barbas, …), la actitud chulesca de los soldados me recuerda a la de la policía en Barcelona cuando para a inmigrantes, con la diferencia que estos los apuntan con metralletas.

Seguimos con las exploraciones turísticas. Esta mañana hemos afrontado la ascensión al Monte de los Olivos, saliendo por la vía Dolorosa en sentido contrario hasta la puerta de san Esteban. Una vez fuera de las murallas se inicia la ascensión, lo primero que encontramos son dos grutas, una ortodoxa (la supuesta tumba de la Virgen) y otra franciscana, situada debajo del huerto de Getsemaní, es la cueva donde se supone que Jesús reunió a los suyos y donde fue traicionado por Judas. Seguimos la escalada bajo el duro sol y encontramos una basílica rodeada de olivos, supuestamente de la época de Jesús, un templo ortodoxo ruso con sus cúpulas doradas relucientes, otro católico y por fin, en la cumbre, la mezquita-iglesia de la Asunción y el Paternoster, que encontramos cerrado pues son más de las 12 h. En la misma cumbre hay un barrio árabe, con su correspondiente asentamiento judío. Durante la ascensión hemos encontrado poca gente, algún guiri y un grupo de peregrinos de Angola. Todo el recorrido es un culto a la personalidad de Jesús, donde rezó, donde lloró, donde se reunió, … naturalmente el trasfondo histórico de estos lugares es harto dudoso.

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Vista de Jerusalén desde el Monte de los Olivos

De vuelta a la ciudad antigua damos vueltas buscando donde comer, las indecisiones, típicas de viajar en grupo, me provocan un cabreo, que con paciencia y resignación (y un swarma al plato) se pasa pronto.

De vuelta al hostal nos hemos topado por las calles del zoco con gente del grupo de estudio que habíamos conocido en las reuniones de Barcelona, que nos comentan los duro interrogatorios a los que se enfrentaron en el mismo aeropuerto del Prat, donde incluso los agentes israelíes, con el apoyo de la policía española, salieron fuera de la zona de embarque a buscar a las personas que los habían acompañado al aeropuerto para comprobar si las explicaciones que habían dado estos compañeros eran correctas. Es indignante que la policía que pagamos con nuestros impuestos este al servicio de un estado extranjero que se dedica a interrogar pasajeros en territorio propio. Parece que volar con Air Madrid nos ha ahorrado estas peripecias.

Por la tarde revisitamos el Santo Sepulcro, lo encontramos más lleno de gente, ruido, voces y colas para ver la supuesta tumba de Jesús. Quizás al ser sábado hay más turista israelí. En sus alrededores pululan monjes etíopes, ortodoxos y algún franciscano.

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Santo Sepulcro

De momento una de las cosas que más sorprenden del Jerusalén viejo es la variedad de gentes que lo habitan, el color de sus diferentes trajes y hábitos. Cuando cierran las tiendas, entre las 19 y 20 h., y se van vaciando las bulliciosas calles del zoco, puedes ver pasar a monjas rusas enlutadas y tapadas, que poco se diferencian de las musulmanas tradicionales. Se ven también bastantes palestinos cristianos, que se hacen notar con sus cadenas con una cruz por fuera de la camiseta y por la forma más occidental de vestir de las mujeres. Cuando las tiendas están abiertas el gentío impide fijarse tanto y estas calles poco se diferencian de lo que puedas ver en Tetuán o Fez. También la parte extramuros árabe tiene gran parecido con las ciudades marroquíes, único país árabe que conocía antes de venir aquí.

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Monje ortodoxo en el barrio cristiano

Damos una vuelta por el barrio cristiano, donde por fin podemos tomarnos una cerveza. Este barrio tiene buena parte de sus tiendas cerradas y la presencia de asentamientos judíos es mayor, casas con banderas israelíes y en las que entrevé por sus rejas a mujeres ultraortodoxas, con sus pañuelos en la cabeza.


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