Xarxa Feminista PV

En la ALDEA DE LA PUNTA sus habitantes resisten ahora y siempre al invasor...

Jueves 17 de febrero de 2005

Este artículo es un trabajo de recuperación de la memoria histórica y colectiva de una lucha contra la especulación y posterior destrucción de La Punta, sobre la historia de este proceso y de sus protagonistas, sobre todo de un grupo de vecinas que nos han demostrado con su dignidad y su fuerza que la única batalla que se gana es la que se pelea. FORA ESPECULADORS DE L’HORTA!!!

EN LA ALDEA DE LA PUNTA SUS HABITANTES RESISTEN AHORA Y SIEMPRE AL INVASOR...

Hablo en femenino porque somos casi todo mujeres y es así, las mujeres somos las que lo hemos hecho. Ese es un carma de la Punta que algún día habría que estudiar” Mamen, 5-2-2003

Vivimos en Valencia, la ciudad del pelotazo urbanístico, y en su avance imparable, excluye las realidades que se oponen a su plan capitalista de expansión y negocio de un@s poc@s sobre otr@s . No se trata tan sólo de que con este plan de la “Valencia del glamour” (playa de lujo de Europa, metrópolis del III milenio) se esté consolidando su total dependencia de los intereses económicos de fuera.

Quieren y están construyendo la ciudad por y para burguesas. Este “experimento” complejo y perverso consiste en que nuestro entorno nos condicione y nos sumerja en una realidad alienada, aséptica, que nos empuje irremediablemente a seguir la corriente marcada por los estímulos de la mercancía y el “progreso”. Esa realidad urbanística nos despoja de nuestra personalidad colectiva, autónoma y fluctuante, y crea una masa homogénea, aislada y dependiente, destruyendo los referentes culturales nacidos y construidos bajo una cultura más popular y participativa, así como nuestro medio y recursos locales.

Uno de los últimos episodios de la especulación y el abuso en Valencia ha supuesto borrar del mapa una de las zonas de huerta periurbana: la pedanía de La Punta, cuya muerte ha sido una degradación lenta que se remonta a los años ’70 y dónde ha tenido lugar un brutal proceso expropiatorio que duró 2 años.

Queremos rescatar del olvido la experiencia de este lugar y lo que hemos aprendido de la lucha que se ha llevado a cabo para defenderlo. Queremos indagar en la fuerza y el peso que ha tenido un pequeño grupo de mujeres en esta lucha. Nos preguntamos por qué en un medio, en ciertos aspectos más conservador, como es el agrario, se había dado esta situación en la cual eran las mujeres principalmente las que representaban - en uno de los ámbitos del movimiento vecinal: la Asociación de La Unificadora - la posición más fuerte.

Esto nos llevó a preguntarnos por la vida de las mujeres de La Punta, una vida en la que el núcleo de la casa y las tierras familiares cobran toda la importancia, y por tener una perspectiva más amplia, hemos acudido a testimonios de mujeres de las tres últimas generaciones de La Punta. Hablamos con la tía Carmen, una mujer que nació en La Punta hace alrededor de 80 años, y que ha estado viviendo allí hasta noviembre del 2003. Carmen, Mamen y Maruja, pertenecen a la siguiente generación y formaron parte del núcleo más fuerte de la asociación de de La Punta (La Unificadora), de la que Carmen fue presidenta. Mireia, hija de Carmen, que tiene ahora 14 años, nunca había vivido en otro sitio que no fuese la pedanía, hasta que derribaron su casa. Nosotras mismas, al escribir el artículo, partimos desde la experiencia de haber estado viviendo, o haber participado en la lucha de La Punta los 2 últimos años.

Queremos hablar de la huerta pero sin idealizaciones. No entendemos los modos de vida tradicionales como idílicos, ni proponemos un regreso a un pasado “que siempre fue mejor”. Precisamente por tratar la realidad de las mujeres en la huerta, nos encontramos con unas estructuras conservadoras y sexistas en cuanto a la especialización de las tareas, respondiendo a los mandatos del género y a la supremacía de los valores masculinos y, por lo tanto, la sumisión de las mujeres y la desvalorización de sus faenas. Es nuestra intención rescatar las vivencias de un grupo de mujeres, que por el largo proceso de trabajo tanto exterior como interior, nos han mostrado unos valores humanos deseables para nosotras: como la dignidad, el apoyo mutuo y la cooperatividad entre las personas, la fuerza y la perseverancia en la lucha y en sus vidas.

La tía Carmen nos da una idea de la vida cotidiana en la huerta describiéndonos cómo era una jornada de trabajo en La Punta hace 70 años: “Jo vaig naixer ahí on la pista (autovía del Saler). Després em vaig casar, açò va ser en l’ any ’55, me’n vinguí ací i ja no me n’he anat a ningún puesto, els meus fills han nascut ací. Ganes d’anar-se’n, gens. (...) Jo, escolta, quan estava allà amb mon pare i ma mare, als nou anys, ja em deixí l’escola,, perquè mon pare agarrà asma i ell en casa no podia estar, s’ofegava. Mon pare no feia res de l’horta, ho feiem tot la meua germana i jo. Pues mira, mosatros munyíem, teníem tres vaques, i després el reparto, ahí en “les barraquetes” (que ara ja no queda res), pues a repartir la llet a les dones, la meua germana i jo.(...) I després, quan tornàvem se ficàvem a fer pallaes. Sabeu lo que són “pallaes”? És la garba de palla d’ arròs. Tú saps lo que és una “garbellà”? L’agarravem (la garba) i la féiem en dos trossos, la estovaves, i després tallaves l’herba també a trossos i ho mesclaves tot. I el fagó, i feies el pienso. Quan veníem del reparto de la llet a això ens dedicàvem:, traure l’estiercol, ficar-les netes, donar-les a menjar, a beure, i en acabant, eren pacallà les once o més, la meua germana i jo esmorçàvem. I en acabant, les vaques ja estaven arreglaes i te posaves, no teniem parà , a l’aseo: a escurar, fer-te els llits, llavar la casa, la cuina, el corral, el pati, i si estava pa pintar ho pintaves, ... Bueno, que parà no hi havia. I en després, a la vesprà, pacallà les 5 o les 6, a la marxa: a munyir, al reparto, a arreglar l’horta, ... Safanories, fagó, sorgo, herba, tota classe de menjar de vaques, i per a casa, no per a vendre. (...) I quan era els dillunsos, que venia per allí l’ aigua, pues a regar. Això tots els díes.

Jo quan venia mon pare ja tenia el forment batut. Hi havia una entaulaora, que en vez de gavinets tenia pedres, i això batia el forment. Entre la meua germana i jo, en un erer (garbillo) deixàvem net el forment, el ficàvem en sacs. Quan venia mon pare, ja feia el que havia de fer (se refiere a vender los productos) Vivíem de les vaques. A mi no m’agradava gens, tindre vaques, això és molt esclau. Le preguntamos qué cambios hubieron al pasar de vivir con su familia, con su padre, a vivir con su marido: Pues ací tampoc estàvem amb una cama damunt de l’altra, en vendería, saps lo que és això? Anar al mercat en València. Fèiem bajoca, ràvens, pimentons, de tot, ...4 ò 5 fanecaes de fèssols, que donaven moltíssima faena. En total teníem 10 fanecaes. En els ràvens, que eren collita d’hivern, el meu home, la meua cunyà, el xicón i jo, a nyugar. Hi havia una porxà i se mos feia les 10 o les 11 ahí nyugant, i jo a les 2 de la matinada me n’havia d’anar al mercat d’Abastos. Què dormia jo?

Així que, escolta, tú fixa’t, la nostra vida ha sigut sempre treballant, treballant, treballant, i era tots els díes.- Respecto a si habían diferencias en el trabajo entre mujeres y hombres, así nos respondía: No, ací treballàvem junts tots. Per fer vendería fan falta mans i quan el meu home caigué malalt de la cadera i no podia fer res, hem anat disparant. A la xicona no podies dir-li res, perque estudiava. Qué vas a dir-li? Deixa l’estudi? No, ja estic jo passant-ho prou negre. I ara què faria ella en l’horta a soles? Perque pa tindre vendería han d’haver mans i si s’en van les mans s’acaba tot.

En familias en las que la principal fuente económica era la agricultura, como ha dicho la tía Carmen, trabajaban por igual (en el campo), con el añadido para las mujeres de una “doble jornada” de trabajo, es decir, el trabajo de la tierra y el trabajo doméstico. En otras familias en las cuales el hombre tenía un oficio no agrícola, eran las mujeres las que principalmente sacaban adelante el huerto familiar, aparte de la constante de las tareas domésticas; eran ellas las que sobre todo llevaban el peso del trabajo en la huerta.

En este medio rural, en la época de la tía Carmen, la movilidad de la gente era prácticamente nula, más allá de La Punta. Con el paso de los años, este circuito cerrado se ha ido abriendo mínimamente, por ejemplo en el caso de Maruja, que nació en Sueca y llegó a La Punta cuando se casó con un pedáneo. Allí empezó a trabajar con sus suegros la huerta familiar, crió a sus hij@s, y se hacía cargo de la casa y del cuidado de tod@s. Nos cuenta los prejuicios con los que se encontró al llegar a la pedanía: Hasta que dije “hasta aquí hemos llegado”, yo me encontraba muy discriminada en este sitio. Primera, por ser forastera; segunda, por ser de Valencia, que yo he estado toda la vida con “amo”, desde los 9 años hasta que me casé (se refiere a haber estado sirviendo, una de las salidas de las mujeres sin recursos que emigraban a la ciudad).

Cuando llegué a la Punta era una gallina forastera. La gente me miraba muy mal, porque yo para la gente de la huerta era una puta. Sí porque mi marido había festejado 9 años y yo con él fui en un año festejada y casada.(...) Claro, tú llegas a una zona de huerta, dónde van todas con faldas por bajo de las rodillas, por media pierna, y tú llegas con una minifalda, con una uñas super largas, super pintadas, super moderneta, claro, te tiraban a degüello...y hombres por los rincones, mirando a ver si te podían ver un muslo, o te podían ver un poco la teta.

También para Carmen fue dura la integración en la pedanía: por ser extranjera, distinta en muchas cosas, como trabajar fuera de la Punta, fumar y hablar abiertamente con los hombres... de niña veraneaba en la playa de La Punta, y luego vino a vivir con su familia (su marido también era de allí).

Desde que conocimos a estas mujeres de la huerta de La Punta, nos impactó, más bien nos sedujo, el vínculo que habían creado con el medio en el que vivían, muy marcado por el olor de la tierra, la brisa del mar o la fertilidad de los campos. Carmen nos contaba: Para mí la Punta, su playa y su entorno, tenía una significación muy grande, porque es en el sitio donde conocí el primer amor, siendo muy pequeña; es el sitio donde tuve mis primeras experiencias a muchos niveles. (..) Yo provenía de la ciudad y no tenía tierra. Aunque mis orígenes son agrícolas, mi abuelo era agricultor, me inculcó algo que no se me irá nunca, que es el amor a la tierra. La tierra es lo único que de verdad nos hace ser felices. Si no tienes tierra, si no puedes tocarla, si no puedes olerla, te conviertes en lo que la gente de la ciudad se convierte. Maruja también nos hablaba desde las entrañas: Tengo que decir que como la Punta no hay nada. Para mi ha sido salir de la “figa” (coño) de mi madre siendo mujer y empezar otra vida de mujer en La Punta, con sus dificultades, muchas veces, pero aquello ha sido para mí una cosa que... he parido tres hij@s allí, me l@s he criado allí, eso es una cosa que la tienes agarrada dentro, pero bueno, lo estoy superando (se refiere a la destrucción de La Punta).

Estos vínculos no son sólo con el lugar sino con sus gentes, el tejido creado entre vecin@s. Mireia lo explicaba así: La Punta era una gran familia. Tú ibas a cualquier sitio de La Punta y te preguntaban : ¿Tú de quién eres hija? Y enseguida que lo sabían, era como si te hubieran conocido de toda la vida.(...) Y la ciudad es un enjambre, madre mía, todo lleno de ventanas, de fincas altas, gente que se lleva mal con su vecina de abajo, que no conoce al de arriba...no mola nada (...) Yo en La Punta nunca he tenido miedo, salía por fuera, daba vueltas en la bicicleta... y la puerta me la encontraba siempre abierta. Era mucha tranquilidad...

Estas particularidades de la Punta como zona rural, como un medio aislado del centro de Valencia y otros núcleos urbanos, condicionaban la organización, la mentalidad, las prácticas sociales... Frente a la dependencia del consumo urbano diari o, disponían de cierta autonomía gracias a los recursos de la huerta y al apoyo cotidiano entre vecin@s. Las mujeres, encargadas del cuidado de las casas y las tierras, ya estaban acostumbradas a enfrentarse a muchos problemas, dificultades, carencias, adquiriendo una capacidad muy desarrollada de organización. Por eso no es casualidad que hayan sido precisamente ellas las que se hayan organizado para luchar contra la ZAL, que suponía una amenaza para sus casas y tierras.

Esta lucha se concretó en la formación de la asociación de vecin@s La Unificadora, en la que el grupo más activo estaba formado por mujeres. Esta asociación se formó a partir del conocimiento casual que tuvieron de la construcción de una central de Iberdrola, y a partir de aquí, indagando, descubrieron el resto de proyectos que amenazaban la pedanía. Mamen nos cuenta cómo era la asociación: Por suerte para nosotras, nuestra junta ha estado muy unida y la gente que ha trabajado alrededor nuestro, las 14, 15, 20 personas que nos hemos movido, que el resto por desgracia, por trabajo y por problemas físicos de edad no han podido, aunque ha habido personas como la tía Consuelo o la tía Carmen que han dado mucha caña y espero que la sigan dando mucho tiempo. Pues el tema económico, lo sabéis demasiado, nunca ha sido prioritario. Ni siquiera el tema de las casas de realojo, porque nosotras nos hemos negado a la legalidad del proyecto. Con lo cual aceptar el chantaje o la patraña esa de que “os vamos a dar casas de realojo, os vamos a dar trabajo, os vamos a dar tierras”, no nos compensaba. No nos compensaba porque si aceptábamos eso estábamos aceptando implícitamente la legalidad del proyecto y nosotras nos hemos negado en redondo a eso. Mireia recordaba alguna de las acciones que se habían llevado a cabo: Las primeras manifestaciones eran en el camino del Canal, contra las bases de contenedores, y después, la primera concentración en Valencia, creo que fue cuando plantamos el huerto delante de la Plaza del Ayuntamiento, y pensábamos que íbamos a ser sólo vecin@s , pero empezó a venir gente y gente (...) Y también me acuerdo mucho de “les lluernades”. Salíamos el viernes último de cada mes, íbamos alrededor de “lo de Iberdrola” con linternas, con farolitos, con velas, y hacíamos carteles para que viniera la gente de Valencia (...) Hicimos unas jornadas de estar en la Punta, y venía la gente, comían en diferentes casas y después les hacíamos una especie de guía por toda la Punta. Después ya ha sido todo de manifestación en manifestación, y empezó a complicarse más la cosa.

Durante los 10 años que ha durado la lucha, la asociación de vecin@s ha centrado sus esfuerzos en una lucha legal por intentar paralizar los proyectos, así como en acciones de concienciación social, y jornadas de acercamiento a La Punta. Ha aglutinado a muchas personas, la mayoría afectadas por las expropiaciones. Éstas no sólo llevaron a cabo una lucha social, sino un proceso personal paralelo de fortalecimiento de la autoestima y valoración personal. Nos parece muy importante destacar las dificultades y conflictos con los que se han encontrado por ser mujeres en esta lucha y su capacidad de crecer y aprender para poder afrontarlos. Carmen nos contaba lo unidos que habían estado ambos procesos: Cómo explicarte el proceso no sólo de transformación nuestra, de interiorización, sino el proceso de transformación de la asociación, que están ligados mutuamente. Maruja ha aprendido a leer y a escribir, a hacer cuentas, a saber explicarse, a hablar perfectamente con cualquier político sin que puedan mirarla por encima del hombro, a mantener desde una postura hipócrita y distante, hasta ser una bocazas cuando había que serlo. Mamen a darse cuenta del valor que tenía como persona, no el valor que tenía su familia, su padre. Yo a descubrir que soy una “charranta” (habladora), que puedo hablar por los codos, que no me canso de hablar, que siempre tengo la cabeza llena de ideas, que además soy capaz de realizarlas, que puedo incluso ser simpática y agradable, cosa que me ha sorprendido a mí misma porque siempre me he considerado un “cardo borriquero”.

Como acaba de resaltar Carmen, era necesario un mínimo de formación para poder enfrentarse a los poderes especulativos que amenazaban la zona, ya que no saber desenvolverse en un lenguaje judicial o burocrático, ponía más fácil a la administración estafarles sin miramientos. Es bastante frecuente la indefensión en la que se encuentran muchas personas del ámbito rural, en especial las mujeres, debido a la analfabetización o baja formación, y a la prepotencia de las autoridades. Valga de ejemplo el testimonio de la tía Carmen: Teniem un campet on la pista, l’agarraren i el partiren en dos. Vingueren a que firmàrem el paper, que deia que ens agarraven una fanecà, però que ens agarraven més d’una. Li digueren al meu home: “firme”; haguera sigut jo, que de faena sé, pero de lletra poc, i m’ hagueren enganyat.

El ritmo que imprimía el conflicto de La Punta en la vida de estas mujeres, les añadía a la doble jornada laboral, de la que ya hemos hablado, la lucha por La Punta, de manera que se convertía en una “triple jornada”. Carmen nos lo describe muy claramente: Sí, sí, yo he llegado a estar 74 horas sin dormir, porque además del tiempo que le dedicábamos a la asociación, teníamos que ocuparnos de todo lo de la casa, que no sólo era fregar, lavar, planchar, hacer la compra, sino que todo absolutamente: arreglar papeles, hacer lo de los médicos, ocuparte de los bancos, si había alguna reunión de l@s hij@s, la asociación. Y además el trabajo fuera de casa. Yo el tiempo libre en mi trabajo para tomarme un café, lo dedicaba a revisar todo lo que había pasado en la anterior reunión, a preparar los escritos del día siguiente.

El conflicto estaba completamente metido en sus vidas. A algunas de ellas el activismo en la asociación les supuso conflictos con su pareja, ya que el juego sucio de l@s especulador@s intentaba aprovechar el hecho de que se trataba de mujeres para provocar celos, desconfianza, ... en sus familias. Maruja nos cuenta: A mi me ha pasado de llegar a casa y tener a mi marido en la puerta esperándome, y ojo, cuando yo me he ido a alguna reunión, mi marido ha tenido la cena en la mesa y mis hij@s también. Llegabas a casa y te estaban esperando. Que qué hacía yo en tal sitio, que acababan de llamar diciendo que estaba con un tío del Ayuntamiento. Me ha pasado de llegar a casa de una reunión y mi marido no dejarme entrar y dormir en el coche toda la noche. Y yo decirle: por mucho que te pese no me voy a dejar la asociación..

Además, han sufrido toda clase de amenazas y chantajes. Carmen nos cuenta: Ha habido amenazas de muerte. Por ejemplo vino a mi casa un empresario de contenedores; estaban mis dos hijas solas y las amenazó. (...) Nos han llegado a atropellar en una manifestación en el camino del canal. (...) Nos han dicho a Maruja y a mí en plena calle, algo que a mi no me molesta, pero es más la forma en que te lo dicen: nos han acusado de ser lesbianas, de entendernos mutuamente las dos(...) y según lo que se decía, más o menos me he debido de tirar a todos los políticos de la Comunidad Valenciana, abogados y periodistas.(...) Llegó un momento que consideré que la Junta Directiva tenía que saber algunas cosas de mi vida privada y de mi familia para tener cubiertas las espaldas, porque se veía claramente que pensaban utilizar la táctica del desprestigio personal como cabeza de la asociación, para desprestigiar la lucha de la pedanía.

A pesar de toda esta presión, ellas se sienten satisfechas, como nos seguía diciendo Carmen: Somos personas que no nos hemos dejado nunca comprar, y eso creo que en una sociedad como la nuestra en la que tanto tienes, tanto vales, creo que poder llegar a donde hemos llegado y poder decir “nunca nadie podrá levantar un dedo y decir que nos ha comprado, que nos ha manipulado”, creo que todas nos tenemos que sentir muy orgullosas. En junio del 2000, la empresa encargada de la expropiación del suelo (SEPES), ya tenía en propiedad 10 casas (las únicas que habían sido vendidas voluntariamente). A partir de este momento se hace necesaria la vigilancia de las mismas, para impedir su derribo. Ante la imposibilidad de cubrir este control, la asociación de vecin@s hace un llamamiento para que acuda gente a darles un uso de forma permanente. A partir de septiembre de ese año, empezamos a okupar estas casas, habilitándolas para vivir en ellas. En total, hemos estado viviendo allí unas 25 personas. Poco a poco comenzaron a surgir proyectos colectivos, de autogestión, en un intento de autoorganizarnos horizontalmente, recuperando prácticas ancestrales a las que este sistema condena a la extinción. Se comenzaron a cultivar huertos abandonados, creándose una colectividad agrícola (intentando acercarnos lo más posible a la agricultura ecológica), para el autoconsumo y el trueque con otr@s productor@s. También surgió la “Cooperativa de Pa L’Atobó”, que llegó a distribuir 40 kg. de pan a la semana, y que utilizó para ello el horno de leña que un vecino prestaba.

Según Mamen: Eran chic@s jóvenes que habían llegado a la pedanía y que nos estaban haciendo un gran favor haciéndonos compañía y ayudándonos en las movidas, y haciendo todo aquello que después de 10 años ya no podíamos hacer porque estábamos desbordadas, cansadas, agobiadas, sin ideas. Durante los más de 2 años que ha durado la okupación en La Punta, se han realizado multitud de actividades: charlas divulgativas, conciertos, una falla alternativa, un curso de agricultura ecológica, teatro, murales, acciones de denuncia...

Para nosotr@s ha supuesto una experiencia muy importante. Nos hemos topado con muchas dificultades, tanto entre nosotr@s mism@s, como con l@s vecin@s, ya que la convivencia ha sido muy intensa, y con la tensión añadida de un conflicto en el que cualquier actuación se vivía como decisiva. Tal y como Maruja y Carmen nos contaban, en este “circuito cerrado” que era La Punta, los prejuicios hacia gente “extranjera” y diferente hacían difícil la integración. De la misma manera, tampoco, nosotr@s l@s “okupas”, estamos muy acostumbrad@s a relacionarnos y organizarnos con gente externa al “guetto”. Sin embargo, creemos que la valoración general es muy positiva, por todo lo que hemos aprendido mutuamente. Ese espacio que era La Punta nos aportó toda una serie de valores y de prácticas que nos parecen imposibles en la ciudad, como el vínculo con la tierra y la organización en colectivo, no sólo en lo político, sino en lo cotidiano. La última fase de la lucha ha sido muy dura para tod@s, sobre todo desde que empezaron las obras de RENFE, y más tarde los derribos de las casas, haciéndose necesaria la vigilancia de la pedanía entera. En todo momento tratar de adelantarnos a la policía (cuya presencia y brutalidad ha sido una constante), a l@s técnic@s, topógraf@s, a l@s chatarrer@s (que, avisad@s por la policía, venían a desvalijar las casas antes de haber sido desalojadas), a las máquinas... Es difícil imaginar en detalle lo que ha supuesto la destrucción de esta zona, el desalojo y demolición de unas 200 casas (en un gran número se ha resistido dentro, l@s habitantes no han salido por su propio pie), y la “convivencia” con las excavadoras, los antidisturbios, etc... ya que desde la primera casa que tiraron hasta la última, ha pasado más de un año. Mireia nos dice: Como yo iba a la escuela todos los días, cuando me iba, La Punta era de una manera, y cuando volvía, me faltaban casas, me faltaban campos, era horrible.

En la última fase del conflicto, cuando la amenaza de tantos años se convertía en una realidad, se ha vivido el desengaño a muchos niveles. Pensamos que el proceso de esta lucha nos corrobora que los medios que supuestamente esta “democracia” nos ofrece para resolver conflictos (la lucha legal, la demanda de supuestos “derechos” para l@s ciudadan@s, la fiabilidad de los medios desinformativos...) no son más que una patraña. Como dice Mamen: Es una situación de impotencia, de total falta de credibilidad en lo que es la Administración y la justicia social, política, humana, colectiva, porque estamos muy sol@s. Y bueno, la última garantía que teníamos eran los jueces, y tampoco, han fallado, son totalmente vendidos al poder, así de claro. (...) Utilizad@s por los medios de comunicación, porque solo vienen si hay una noticia escabrosa; los derribos y los desalojos ya están pasados de moda. Han llegado a decirnos que si no había sangre, algún/a herid@, no venían...

Mireia y Carmen explican también el desencanto en cuanto a la actitud de la “ciudadanía concienciada” y los movimientos sociales. Mireia: La gente que estaba en las casas (okupadas), y la gente más cercana a la gente de las casas, es la que en el último momento estaba ahí. Todos los demás que habían venido antes a ver qué bonito es esto, quedaban 2 o quedaban 4. Es que ni las familias de la gente que estábamos, muchas veces no estaban. (...) Te das cuenta de verdad quién se está preocupando. Porque hay gente que está, y gente que finge estar, como en todas partes. Carmen: Yo no soy una niña pequeña que me tienen que decir: “¿Cómo estás, Carmen? ¿Cómo te encuentras? Ay, cuanto lo siento”. Y una mierda!! Porque si realmente lo hubieras sentido, hubieras luchado, porque no se estaba luchando por La Punta, se estaba luchando por una calidad de vida en la ciudad de Valencia, por la cultura del pueblo, por nuestro patrimonio artístico, etnológico, cultural. Desde el momento en que no has luchado realmente para que eso se parase, y no perdiéramos todo eso, estás de acuerdo con la transformación de la cultura de esta ciudad, con la globalización de la cultura; y la globalización no es un ente que va por ahí, etéreo, no nos equivoquemos, es que todos vivamos con el mismo pensamiento, con el pensamiento de comprar, de adquirir, de capitalizar, de rendir, etc....

Esta serie de desengaños y el hecho de que al final hayan acabado por destruir La Punta, no implica una sensación de fracaso. Carmen lo explica con mucha claridad: Yo no me considero derrotada, y no considero a Maruja derrotada. He perdido una lucha, pero no porque yo haya querido, ni porque no haya puesto los medios que tenía a mi alcance, y otros que no tenía; es porque hay algo más fuerte que , que es el capital. La compra de voluntades y de intereses. Así de claro. La sensación de unión, de confianza, de apoyo, ... que se crea en situaciones tan conflictivas, en las que todo está en juego, es nuestra victoria , así lo sentía también Mireia: Ha habido momentos muy duros, pero después también ha habido momentos muy bonitos... No me arrepiento del problema de La Punta, de haberlo vivido. Yo si no hubiera pasado lo de La Punta a lo mejor ahora sería una idiota más que no tendría ni idea del mundo en que vivimos, no pensaría como pienso, ... igual ahora yo sería una repipi de esas asquerosas que hay en todos los institutos.

Como decía Carmen más arriba, la globalización no es un ente abstracto, sino que se materializa en la ejecución de proyectos locales que cambian la morfología urbana a golpe de decretazo, porra y excavadora, desposeyéndonos de nuestra memoria colectiva y construyendo, a cambio, una ciudad homogénea, alienada y aséptica. Estos proyectos (como la Z.A.L.) responden a directrices marcadas a nivel europeo, por organismos internacionales, que diseñan la distribución del territorio dentro del Nuevo Orden Global. La costa de la península es codiciada como territorio estratégico para las redes europeas de transporte (ejes carreteros, línias de TAV, superpuertos,...) Uno de los organismos europeos interesados en la construcción de estas redes es la Mesa Redonda de los Industriales (European Round Table, ERT, fundada en 1983), que reúne a las 46 multinacionales más poderosas de la Unión Europea (entre ellas, Shell, Iberdrola, Nestlé, Bayer...) y es el grupo de presión más influyente. Se está llevando a cabo una “nueva división del trabajo”, una deslocalización de las industrias hacia países donde la mano de obra es más barata (con menos coberturas sociales), la extracción de materias primas del sur para exportarlas al norte y la planificación de la producción cada país. En este contexto, el puerto previsto desde Sagunto a Valencia forma parte de uno de los ejes de transporte, que unirá Europa con África. Es el eje E-7, que entra en la penínsulaatravésdeltúneldeSomport.

Porotro lado, otro de los intereses en la zona es convertirla en la playa de lujo de Europa. Lejos de ser contradictorios, estos dos intereses son complementarios; de hecho, el puerto de Sagunto (que va a ser ampliado al doble de sus superficie actual, esto es, 2.000.000m2 de suelo industrial, de los cuales 900.000m2 ya han sido destinados para ZAL), está bajo la misma dirección que el puerto de Valencia (Rafael del Moral), con lo cuál, toda la lógica apunta a que es en Sagunto donde van ubicadas las funciones de Apoyo Logístico (manufacturación última de mercancías, almacenaje y redistribución), mientras que Valencia será destinada a Puerto deportivo (zona de ocio y turismo).

Desgraciadamente esto no son elucubraciones, ya que hace unas semanas se nos confirmó por todos los medios desinformativos la nefasta noticia de que se había seleccionado a Valencia como sede del campeonato de vela Copa América, y todas las nuevas reestructuraciones urbanísticas que se iban llevar a cabo en la ciudad, incluida la sentencia de muerte sobre el Cabanyal (barrio marinero) que se verá enterrado bajo la prolongación de una gran avenida que llegará hasta el mar.

Desde que l@s vecin@s supieron de la amenaza de las expropiaciones, pusieron en duda el supuesto “interés general” que había detrás. Carmen, la noche anterior al derribo de su casa, reflexionaba: Esa entidad etérea que se llama ZAL, que nadie sabe muy bien en qué consiste, porque no existe como figura urbanística, ¿qué es en realidad? ¿una prolongación del Oceanográfico, de ese barrio nuevo que ha lanzado a bombo y platillo la señora alcaldesa, que se va llamar barrio de la Ciudad de las Ciencias? Porque de ser una zona de especial protección agraria, La Punta ha pasado a ser una zona calificada como suelo urbano, es decir, no a uso industrial, con lo cual pueden hacer lo que quieran en él. Pero además nos han negado el derecho a la reversión del suelo, eso quiere decir que tienen las manos limpias para hacer lo que les salga de las narices.

Llegar a tener conciencia de que lo que les estaba pasando a nivel local estaba totalmente conectado con proyectos globales y directrices internacionales, fue algo que l@s vecin@s de La Punta fueron descubriendo poco a poco. Al igual que el paso que dieron de sentir la amenaza individual y privada sobre sus casas y sus tierras, a hacer un análisis más colectivo y global , viendo tanto las estrategias políticas que había detrás de estros proyectos, como las consecuencias nefastas sobre la huerta de Valencia, sus gentes, su modo de vida agrícola, la destrucción de un ecosistema único...

Y con ellas, nosotras queremos recordar la lucha de las vecinas de La Punta como una gran victoria, ya que, aunque al final esta pequeña pedanía de huerta haya sido aniquilada brutalmente, con las consecuencias medioambientales, culturales y humanas correspondientes, han conseguido plantar cara a este Gigante destructor que es el “Progreso” y pararle los pies durante 10 años, haciendo de la lucha por la tierra una lucha por la dignidad, que es lo único que no nos podrán robar, expropiar ni hormigonar.

SINOPSIS:

Hemos considerado importante hacer un aparte en este artículo, de manera que las personas que nada sepan de La Punta, puedan situarse y entender el proceso mediante el cuál una zona de casi 1.000.000m2 de huerta fértil y productiva, que colindaba en su día con la marjal (zona de cultivos de arrozales), así como con el mar (con su correspondiente playa), ha pasado a convertirse en el desolado terraplén que es actualmente. La desértica “zona en obras” en la que la han transformado, arrasando las huertas y más de 200 casas ( alquerías y barracas de un valor histórico incalculable), parece querer hacernos olvidar la existencia de esta pedanía, así como el proceso maquiavélicamente planificado que la ha ido aniquilando en nombre del “progreso”.

Pasamos, pues, a enumerar la carrera expropiatoria en La Punta, a modo de sinopsis:

Años ’60:

- Desviación del río Turia, que supuso la expropiación de la zona sur de la pedanía para la construcción del nuevo cauce, detrás de la cuál ya estaban las Autoridades Portuarias, ya que esta obra posibilitaba una futura ampliación del puerto.

Años ’70:

- Construcción de la Autovía del Saler (A-7) y las vías del tren Valencia-Tarragona.

- Expropiación de parte de la pedanía para la construcción de la depuradora de Pinedo.

- Construcción de Mercavalencia.

- Tendido de torres de alta tensión (ilegales, por no respetar la distancia mínima con las viviendas).

- Primera ampliación del Puerto (destrucción de la playa de La Punta y Nazaret).

Una vez degradada la zona (a pesar de lo cual, sus habitantes seguían viviendo de la agricultura como principal actividad económica, con una calidad de vida sin comparación con la ciudad), es esta misma degradación la que justifica los proyectos que quieren implantar, firmando la sentencia de muerte de La Punta. Grandes empresas como Iberdrola, RENFE o el Puerto Autónomo, se han dedicado a seguir la política de “hechos consumados”: expropiando, desalojando, derribando y construyendo, antes de que sus propias leyes hiciesen legales tales actuaciones. Ante la denuncia de estos hechos, la Administración ha respondido recalificando terrenos ( de “especial protección agrícola” a “suelo urbanizable”), haciendo oídos sordos y enviando a las Fuerzas del Orden para acabar con la resistencia.

Concretamente, las actuaciones de estas empresas ya nombradas han sido:

Iberdrola: Construcción de una subestación transformadora de 12.000m2, “necesaria” para el suministro de energía de megaconstrucciones como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el nuevo acceso ferroviario al Puerto, la Avenida de Francia, el Centro Comercial el Saler, la ZAL, ... muchas de las cuales, por cierto, estaban funcionando antes de que la subestación de La Punta estuviese en marcha.

Renfe ( empresa dependiente del Ministerio de Fomento): Ampliación del recorrido del tren de mercancías hasta el Puerto. Nunca se hizo público el proyecto ( de manera que no se pudieron presentar alegaciones en contra), ni se informó a de casas y campos sobre su situación legal. Éstas recibían llamadas amenazadoras por parte de la empresa, instándoles a abandonar sus casas el día antes de ser derribadas.

ZAL (Zona de Apoyo Logístico al Puerto): El proyecto que implica la expropiación y destrucción de 732.000m2 de huerta, se hizo público en el ’94, impulsado por el Ayuntamiento, la Generalitat, el Ministerio de Fomento y el Puerto. En base a él se legitimaban como “necesarios” el resto de proyectos.

*Todas las entrevistas que realizamos para la elaboración de este artículo se hicieron en valenciano (lengua catalana), pero decidimos traducirlas al castellano sabiendo que la revista Mujeres Preokupando llega a muchos puntos de la geografia del estado y de esta manera podíamos facilitar su comprensión. Todas excepto los testimonios de la tía Carmen, porque su habla de la huerta es demasiado peculiar como para traducirla, y porque nos parece que su forma autóctona de expresarse dice muchas cosas más allá de las palabras, que con la traducción se perderían. Esta decisión ha sido polémica para nosotras porque somos partidarias del respeto y el fomento de la cultura y la lengua locales, contra un estado imperialista que pretende su homogeneización para acabar con la riqueza de las diferencias.

Por otro lado, al tratarse de una transcripción oral, hemos decidido modificar sólo lo indispensable para facilitar la comprensión, por tanto, los testimonios (tanto en Valenciano como en Castellano) incluyen fórmulas gramaticales incorrectas, castellanismos, etc, ...

Para ampliar la información (disponemos de varios dosieres) puedes contactar con nosotras en: hortaenlluita@mixmail.com Pies de foto: - F1, Asamblea de mujeres en la Iglesia de La Punta. - F2, Un día soleado en La Punta, el trabajo en la huerta. - F3, Zona arrasada por las obras y visión del nuevo barrio de lujo colindante con La Punta (l’Oceanogràfic y La Ciudad de las Artes y las Ciencias). - F4, Acción de mujeres contra la destrucción de la Punta: la Maldición a los asesinos de la huerta, en concreto, dirigida contra las autoridades portuarias.

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