Xarxa Feminista PV

Las otras, espejo de nosotras. Nosotras, espejos de las otras.

Martes 16 de noviembre de 2004

LAS OTRAS, ESPEJO DE NOSOTRAS Nosotras, espejo de las otras.

Dos casualidades se han producido en el tiempo. La publicación de este número de la revista de Mujeres Preokupando coordinada en Valencia y el que haya realizado un viaje a Chiapas para trabajar con organizaciones feministas que realizan una labor de capacitación y formación de mujeres indígenas. Estas dos casualidades, y el hecho de que me pidieran una colaboración escrita, me han permitido reflexionar sobre una evidencia que apareció de forma espontánea estando allí. Es lo que quiero compartir con vosotras.

La evidencia a la que me refiero no es novedosa como pensamiento antropológico. Pero si es novedosa cuando, en vez de comprenderla desde la razón, se comprende desde la “visión del corazón”, por utilizar una metáfora de Maria Zambrano. Porque la visión del corazón es lo que nos acerca al conocimiento como evidencia.

Si el hombre es el “otro” en relación a la “mujer”. Las mujeres también tenemos muchas otras. Más aún las mujeres que hemos nacido, por casualidad, en esta parte del mundo, dominante de otros muchos mundos. Las mujeres occidentales somos partícipes de una cultura dominante. Que si domina en lo político, en lo económico y en lo social, domina también desde lo patriarcal que llevamos inscrito en el cuerpo. Patriarcado que se nos activa cuando miramos de frente a otra mujer perteneciente a culturas subordinadas.

Soy feminista desde hace tiempo. Trabajo en temas de género. Este compromiso, que es un compromiso de ética femenina, me ha llevado por caminos que han hecho que tuviera que trabajarme en lo personal. Con este bagaje a cuestas conocí a Dª C . La conocí en un taller que las mujeres feministas de COFEMO (Colectivo Feminista Mercedes Olivera) realizaron en Palenque Chiapas) para formar a las líderes de diferentes comunidades. Estas a su vez, las líderes, repetirían el mismo taller, días después, en su comunidad. Es un trabajo en racimo, necesario en el contexto chiapaneco, pues a muchas mujeres sus maridos no las dejan salir de la comunidad, o como expresa Dª C. no les dan “facultad” para asistir al taller incluso cuando se realiza en su propia comunidad.

Cómo decía, conocí a Dª C. en ese taller. Se presentó como una mujer “grande” (para los mayas sólo existen tres edades: niños, adultos y grandes); que “ha luchado para ella misma”. Le gustaba ser mujer, porque “Dios la hizo así”; a pesar de que no fuera bonito formar un hogar, porque “hubo muchos golpes, porque él era muy macho”. Ahora es feliz, “él me da la libertad para poder salir”.

Nos contó que en su casa se siente “querida, teniendo un árbol en el patio”, por eso está “muy contenta de estar ahí trabajando, observando las cosas más y mis pensamientos para, en otro encuentro (de mujeres), hacerlo mejor”.

Nos habló de su familia. “Tuve diez hijos y me viven siete”. La última esta muda, “seguramente porque la tuve a los 40 años”. Nos contó que con su hija pasa mucho tiempo “platicando todo lo que vemos, todo lo que oímos, estoy compartiendo con mi hija lo que yo vine a oír”.

Nos habló de su comunidad, “Estoy, yo, en mi pueblo. Yo se los digo, se los comento, se los platico, a donde yo salgo, a donde yo camino. Yo llego a contarles que mi esposo me da la facultad para venir a las reuniones, a escuchar, a conocer, a aprender, lo que yo no aprendí cuando fui una señora más joven. Hoy, ya grande, estoy viendo la mejoría por conocer, entender otro poco más. Hoy estoy viendo los cambios y que es bonito conocer”.

Nos habló de su organización de mujeres, “estoy por parte de un grupo de señoras, de 19 señoras, que queremos salir adelante, ese equipo de señoras. Yo ando luchando, representando al grupo para ver qué lograr para nosotras. Yo estoy sola acá, caminando, aquí luchando. Viendo por el grupo, a ver qué podemos lograr, qué podemos sacar A ver por parte de la organización donde estamos. Nosotros lo que queremos ver es el provecho de cada uno de nosotras y para sentirnos mejor”.

También nos expresó su miedo. Su miedo cuando tiene que salir de la comunidad y su miedo por no responderle a su grupo de mujeres, “que un día se sientan más contentas conmigo, porque yo estoy luchando, estoy sufriendo, caminando sin conocer, pero yo sé que puedo llegar con dirección, con dirección no hay local al que no se le pueda encontrar”. Y Dª C. compartió con nosotras su petición, “le pido a Dios que, donde estamos, conmueva ese corazón para tomar en cuenta nuestras peticiones”.

Esta es Dª C. Una mujer de 60 años, que no sabe leer ni escribir, que debió de casarse muy joven, que se dedica a atender su casa, es decir, moler el maíz, hacer tortitas, cuidar los animales, sembrar los tablones, lavar la ropa y, a veces ayudar en la milpa . Una mujer a la que su marido ha pegado y que, según ella, la conversión a la religión adventista consiguió que este dejara de beber, de pegarle y le diera libertad para salir de su comunidad. Una mujer que salió de su comunidad, por primera vez, hace nada más que un año. Se desplazo a San Cristóbal, a unos 50 Km., una distancia simbólica grande. Cuando la conocí me pregunté en algún rincón de esos que toda mujer tiene: qué podía enseñarme a mi Dª C.

Volví a verla en su comunidad. Cuando me desplacé a observar el taller que ella iba a coordinar con su grupo de mujeres. Nos recibió en su casa y me dejó su propia cama para dormir. Estuve durante dos horas grabando la conversación entre ella y N., una de las mujeres feministas de COFEMO . Cuando transcribí la cinta es cuando tuve la “visión con el corazón”.

Dª C. me hizo entender de la voluntad interna que hay que tener para retener las cosas cuando no se ha tenido la oportunidad de aprender a escribir, ni la oportunidad de ser una mujer occidental, ni, siquiera, de estar bien de salud. -

“Sí, me sentía mal, por eso no grabé bien porque al otro día no me sentía bien, me sentía bastante mal, me sentía bastante mal, pues que estaba como medio abstraída, por eso yo no me recuerdo bien con que principiamos.-

- “A ver que me acuerde, ya nos vimos con Vds., ya nos saludamos, pues entonces hay que (silencio) hay que... empezar con el trabajo.”-

- ¿Los dibujos que hicimos? Sí, sí me recuerdo que hicimos los dibujos, pero yo creo que eso fue... - Pues este, me recordé ya.-

Una voluntad interna que consigue que la resistencia sea sostenida. Una voluntad que puede traspasar los límites que a veces las mujeres nos imponemos y nos imponen. Una voluntad interna que romperá fronteras, incluso las de género.

Me enseñó que es ser valiente. Salir al mundo, ser mujer y seguir cuidando.

- “Pero si nosotros estamos con nuestro esposo contento y no nos maltrata, no nos molesta y nos cuida, nos ve. Porque es cuidar dos personas. Pues es la vida, así, pues me siento contenta, me siento contenta porque me está cuidando, me está cuidando y me estoy cuidando a mí misma, pues entonces mi felicidad que yo siento en mí misma, que sí, que tengo mi vida en paz, pero vemos personas, pues, que les maltratan, les golpean, les tienen una vida muy, muy, amolada. Pues todo eso, pues, es tan feo, que estoy muy triste, decaída, no tienes diversiones para que ella salga fuera, escuchar en reuniones, o pláticas. Esa mujer se siente triste, encarcelada. Porque, por no salir al mundo.......

Definió la autoestima, que tan de moda está, con la mayor claridad posible, a pesar de haber nacido en una tierra, que siendo tan bella, no se quiere a si misma.

- “Cómo nos debemos dar, estimar a uno misma, estimar uno misma, estimar a nuestra personalidad de uno misma. Y, luego, cómo es sentir como los niños. Cómo nos vemos como personas importantes. Cómo es este sentir. Cómo sentirnos nosotros mismas, en nuestro pecho, con el cuerpo, con nuestros pensamientos, cómo se estima nuestro cuerpo. Cómo es vernos cuando nosotros estamos sintiendo en nosotras mismas. Como, quien decir, yo me siento, digamos, como me siento, cuando me veo en un espejo. Cómo nos vemos el rostro, cómo nos vemos, días con días, años con años, los cambios que nosotras vamos teniendo, en el rostro, en el pensar, en la debilidad de uno, de uno mismo, y estoy contando de mi misma. Y entonces yo me siento, cuando yo me siento, puedo decir, decaída ya, como muy grande, muy, como muy baja, digamos. Pero si yo tengo mi tiempo, me baño, me arreglo, pues yo siento que renuevo. Yo renuevo en mi mente, me ayuda aclarar más a mi misma. Entonces es de nuevo, es como he contado, con las compañeras mismas, como se sienten, pues, ellas mismas de vivir, de sobrevivir, como nos sentimos al vernos nosotras mismas. Cómo nos sentimos cuando nosotros nos vemos de buen carácter, de buena conducta, de vernos nuestro rostro. Bueno, nos sentimos contentas, contentas, felices, tranquilas”.

Mirarse de frente, mirar a l@s otr@s y regalarse tiempo y cuidado. Eso es la autoestima.

Explicó como se siente una mujer violentada con la sencillez de una gran sabia.

- “Entonces nuestras personas, como dije cuando yo fui allí, en Palenque, cómo se siente una persona cuando está en su hogar y ella está trabajando y viene su esposo...por si viene borracho, viene enojado, se te pone a maltratar a la mujer, le dice para que la mujer se sienta mal. Que pasaría con nosotros en eso, pues uno se siente triste, te dan ganas de estar llorando, pues, del sentimiento que es la vida así en el hogar”. Una sencilla y completa explicación de la vivencia de las mujeres que sufren violencia física, psíquica o simbólica. Mujeres que somos todas.

Me hizo comprender, de nuevo, por qué tenemos que seguir luchando por la igualdad, y lo explicó de forma tan transparente que me hizo mujer igual a cualquier hombre.

- “Qué es el hombre, en qué trabaja el hombre. Entonces nosotros hablamos, nuestro grupo, que el hombre trabaja su tierra, su cultivo, en su hectárea de terreno. Y se hizo el cuadro, se hizo el cuadro de su hectárea de terreno, digo, donde trabaja el hombre, entonces qué es lo que pasa el hombre, qué es lo que maneja el hombre en su cultivo, qué es lo que el tiene, el siembra la milpa, siembra la milpa, su producto, saca su producto y luego el hombre que usa en su cultivo que está trabajando, usa, el hombre usa su machete, usa hacha, usa su morral para la noche, usa, su, su, esto creo que nosotros no pusimos, creo, el hombre con su botella de licor. El hombre con su botella de licor, y de nuevo, el hombre es obligación trabajar su cultivo y de nuevo la mujer se pone a trabajar en su solar, digamos, me pongo a trabajar , que es lo que hace la mujer, hace sus tablones, me pongo a sembrar sus tablones de, como quien decir, rábanos, zanahorias, matas de chiles, su, este, sembrar cebollas, se comentó muchas cosas, allá la mujer, trabajar todo eso, entonces, este, la mujer está trabajando, para, este, para, para progresar, para progresar, pues en el hogar, entonces, este, yo creo que es hoy de nuevo, que hay en huerta, pongamos, que hay en la huerta, se comentó que hay matas de guayaba, de limón, matas de, de, de pimeo, eso, por ahí fue lo que se comentaron, pero lo que mas hicimos hablamos en el taller de los tablones y del hombre. Si. Pues si me recuerdo lo que la primer parte que hicimos en grupo. Me enseñó que la diferencia es nuestro orgullo. Nuestro orgullo como mujeres. Del mismo modo que es el orgullo de otras culturas. Definió el amor al vínculo a pesar de no haber leído ningún libro sobre el feminismo de la diferencia.

- “Y luego, cómo es amarnos, unos a los otros, cómo es el amor, querernos estimarnos. Y luego, cómo es amar a otras personas, cómo es estimar a otra persona. Para qué sirve eso, para unirnos como quien decide ser una sola persona, amarnos los unos a los otros”.

Habló de las redes de mujeres y en que consiste la solidaridad entre mujeres.

- “Si, pues eso hay que movilizarlo siempre. Como es primera vez, pues me da pena, un poco, pues. Yo por eso lo estoy haciendo lo más, lo más que se puede estar al frente de ellas, de las señoras. Pero si yo no me puedo hacer ni entre tres o cuatro pedazos. Es que yo tengo que atender mi casa, tengo que atender mi marido, tengo que atender otros quehaceres y todo, pero ni modo. Ahora, todas es, bueno, pues ellas me apoyan, pues ellas atienden a mi marido, sí, le están atendiendo y así puedo librar, así y no es tanto y vamos a aprender más”.

Habló del “entre mujeres” con la mayor facilidad.
- “Si, si. Bueno de esa reflexión que hicimos por cada grupo. Que hicimos las representantas. Entonces de luego, bueno, a cada uno pasó y explicó los dibujos, de cada una de su grupo, y luego hablamos de que la mujer, ¿cómo se llama? ¿Cómo se llama? No sé el nombre. ¿Cómo me llamo? Yo me llamo C., yo dije: me llamo C. ¿Cómo te sientes? Yo me siento muy contenta, muy contenta, muy satisfecha, muy a gusto. ¿Por qué?, Porque estoy en una reunión, y estoy lejos, conociendo, viendo, divirtiéndome, trabajándome, y yo me siento muy contenta. Y de luego pasa la siguiente, y vuelve a pasar. Eso fue todo”.

Me enseñó que la diferencia es un valor que hará posible muchos mundos de respeto y convivencia.

Me enseñó que hay miedos atroces a los que podemos hacer frente.

- “Siempre estuve así, un poco preocupada por las compras, luego el caldo de los pollos y preocupación donde se muele, de recados, que sé yo, de mi tía, de ustedes. Ya, por mañana ya no me encargo de nada, claro, para eso contratamos la señora, que ella va a hacer la comida como le dijimos. Yo tengo un poco que dar la mano, poner donde se va a moler o ver donde se va a poner la comida, me necesitan. Pero es como le dijimos, yo para el día del sábado ya no me voy a meter en nada. Vos vas a ver, vos vas a despachar y vos vas a atender la gente y punto”.

- “No, no, no, yo que estoy, siento que estoy segura con ustedes. Yo me siento un poco segura, sí. Y lo que quiero es apoyo, así como dijeron, que van a formar los dibujos para que nos sentemos y ellas se vayan despertando, viendo qué es lo que trabajan, qué es lo que se hace. Es lo que me gustaría, si”.

Me enseñó a enzarzarme en una lucha con sentido.

- “Pues el propósito de estar reunidas el día de mañana es, para..., para platicar de la..., pues de la vida que nosotros tenemos, de la vida que nosotros sufrimos, de la vida que nosotros pactamos”. Una lucha con sentido. La lucha que nos da sentido a cada ser humano. La lucha que nos da sentido como mujeres

- “Las mujeres, cómo nos sentimos nosotras las mujeres, qué, qué sentimos en nosotras mismas, en nuestra vida, de nuestro vivir, qué es lo que sentimos, hacerles ver la pregunta”. Esa es la verdadera lucha: hacer ver cuál es la verdadera pregunta.

- “Ir animándoles, porque yo conozco mi gente, conozco a las señoras, porque como quien dice estamos, ahorita, por primera vez con ellas. Yo le he contado, pues, mi historia, desde que llegamos hasta cuando salimos, pero siempre ellas, como se dice, no me lograban, no muy me ponen atención, como si las cosas no pueden ...... Entonces ellas, no, no, como que no, como que consideren que no nos pueden resolver nada. Pero, entonces, bueno, hacerles ver. Es como les dije yo ya. No tiene mucho que tuvimos una reunión, y les dije: bueno, miren compañeras a lo que les vengo a platicar, no se si ustedes graben algo, yo no mucho. Si algunas palabras se me quedan, me quedan no muy, porque no soy muy, digamos, acegada. Como no se leer no muy, a pura memoria me queda. Pero a ver si les queda algo. Y les digo a las compañeras: a ver que pueden resolver. Yo quiero que resuelvan, de lo que yo les cuento, lo que yo les saco, quiero resuelvan, si me entienden lo que les vengo a decir, en esta reunión vamos a ver que me sacan”.

Si consiguiéramos tener esta “visión de corazón”, nosotras las mujeres de acá, dejaríamos hablar a las mujeres de allá y aprenderíamos a utilizar la razón apasionada. Esa razón que implica tener pasión con otras mujeres, abandonando la compasión. Aprenderíamos del secreto sabido por muchas, otras, mujeres. Mujeres: mayores o jóvenes o niñas. De acá o de allá. En definitiva, mujeres.

M. López Precioso

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