CEPRID

Un balance de los 30 años del MST. “De que lado você samba?”

Viernes 8 de agosto de 2014 por CEPRID

María Orlanda Pinassi

Herramienta

En primer lugar quiero agradecer la invitación y la oportunidad de participar en la mesa de apertura del VI Congreso del MST que, en este 2014, conmemora 30 años de historia de mucha lucha y conquistas, fenómeno que despertó el respeto y la admiración de los luchadores sociales del mundo entero. Tan importante como destacar y comprender lo que ya ocurrió, es aprovechar este gran encuentro, que reúne 15 mil militantes de todos los rincones del país, para hacer juntos una reflexión sobre qué hacer en el próximo período.

Como tal vez algunos de ustedes saben, el punto de vista que defiendo es el de la lucha de clases. Desde éste punto de vista, me atrevo a hacer un análisis del MST recurriendo a cuatro grandes maestros, cuatro fuentes permanentes de inspiración e iluminación: Marx, Engels, Florestan y Mészáros.

Con Marx y Engels

De Marx y Engels extraigo dos definiciones especialmente importantes. Para ellos: 1) las revoluciones de 1848 dejaron en evidencia los reales intereses que dinamizan la lucha de clases en el capitalismo, en la que sólo existen dos clases enfrentadas –la burguesía y el proletariado. Eso significa que, desde mediados del siglo XIX hasta el día de hoy, en la sociedad cuya esencia es la lógica de la propiedad privada y de la explotación del trabajo, no puede haber términos medios ideológicos; y 2) el proceso de desarrollo capitalista crea y reproduce permanentemente contradicciones sociales que se potencian por el simple hecho de que, en la medida que las fuerzas sociales puestas en movimiento por el gran capital generan una riqueza gigantesca y cada vez más concentrada, imponen a la aplastante mayoría de la humanidad una miseria creciente.[i]

(…) cada día es más evidente que las relaciones de producción en que la burguesía se desenvuelve no tienen un carácter uniforme y simple, sino un doble carácter, que dentro de las mismas relaciones en que se produce la riqueza, se genera también la miseria; que dentro de las mismas relaciones en que se realiza el desarrollo de las fuerzas productivas, existe asimismo una fuerza que da origen a la opresión, que estas relaciones no crean la riqueza burguesa, es decir, la riqueza de la clase burguesa, sino destruyendo continuamente la  riqueza de los miembros integrantes de esta clase y formando un proletariado que crece sin cesar. (Marx, 1987: 97).

Con Florestan Fernandes

Florestan Fernandes inspira por su coherencia de vida, su rectitud ideológica y los aportes fundamentales que elaboró con el propósito de que comprendiéramos las particularidades más notables de las formas de objetivación del capitalismo en Brasil y en América Latina, los límites de la revolución burguesa y las potencialidades de la transición socialista en este rincón del mundo tan golpeado por la expansión capitalista y sus impulsos al desarrollo. En ese sentido, afirma que    El desarrollo desigual y combinado puede manifestarse dentro de un ilusorio juego de apariencias. Sin embargo, los “polos insatisfechos” tenderán a escapar de la huella buscando su propia trayectoria. Los que buscan el consenso mediante la cooptación y la falsificación de l realidad terminarán confrontándose con la cruda realidad: una era de lucha de clases, que pondrá la violencia organizada al servicio de las clases trabajadoras del campo y las ciudades. (Fernandes, 1981: 97)

Con István Mészáros

István Mészáros, además de sus incuestionables cualidades humanas, es un pensador marxista imprescindible por la crítica radical que descarga contra el sistema socio-metabólico del capital que, desde los años 1970, materializa el agotamiento de todas sus posibilidades civilizatorias y expone sus límites más absolutos, imponiendo al planeta un patrón de desarrollo y de acumulación absolutamente destructivo, sobre todo para la clase trabajadora que ante una compleja y trágica fragilización económica adopta posturas cada vez más defensivas, la llamada línea de menor resistencia. Por eso mismo, según Mészáros, cualquier salida desarrollista en términos convenientes a la reproducción del capital, es hoy humanamente indefendible. O sea,

Hoy en día no se puede plantear “un desarrollo general de la producción” ligado a la expansión de las necesidades humanas.  De modo que, dada la forma en que se ha concretado –y continúa imponiéndose- la aberrante tendencia globalizadora del capital, sería suicida concebir la destructiva realidad del capital como la presuposición del tan necesario nuevo modo de reproducir las condiciones sustentables de existencia humana. (Mészáros, 2003: 17)

La función social del MST

Utilizando estas herramienta, pregunto: ¿cuál es la función social que el MST viene desempeñando en estos sus 30 años de historia y cuál es la función social que pretende desempeñar de aquí en adelante?

En la dinámica capitalista, tres décadas es mucho tiempo. Ahora, el MST debe reflexionar, actuar y responder con decisión a problemas creados a lo largo de un proceso que abarca el programa de desarrollo del régimen civil-militar (años 70-80), el recetario neoliberal de FHC[ii] y el llamado neodesarrollismo de los gobiernos petistas (años 2000) que, en mi opinión, es un neoliberalismo sin vueltas. Sus orígenes estuvieron tensionados por las graves consecuencias sociales generadas por la “Revolución Verde”, la colonización de la Amazonía y la ampliación de las fronteras agrícolas –la contrarreforma agraria, según Octávio Ianni-, las políticas del trágico desarrollo (64-78) impuesto por el régimen civil-militar. Hablamos del exterminio y la esclavización silenciosa de miles de indígenas en la región amazónica, hablamos de la masiva expulsión de productores rurales hacia las ciudades y de la equivalente proletarización con vistas a la industrialización impuesta en el país durante la dictadura.

En este marco, el MST reintrodujo en la escena político-ideológica la lucha por la Reforma Agraria, violentamente interrumpida en 1964. Desde entonces, hasta la hegemonía del capital financiero y transnacionalizado en el campo, el MST debió enfrentar además del viejo antagonista –el latifundio improductivo- la imperativa expansión de la cuestión hidráulica, del agronegocio y de la minería. En cada uno de estos momentos, la cuestión agraria se reconfigura en términos de la modernización conservadora y sigue siendo eje central de la particular objetivación del capitalismo brasilero.

La realidad mutante y adversa en la que el MST actúa, exige, pues, reconstruir los vectores de su crítica y enfrentar una siempre dolorosa autocrítica. Subrayo, sin embargo, que esto debe ser hecho sin perjuicio de su perspectiva de clase, muy presente desde su mismo nombre: Movimiento de Trabajadores Rurales Sin-Tierra. Para esto, leí atentamente el último Programa Agrario del MST (febrero del 2014) en el que, para adoptar una postura innovadora se argumenta que en el actual marco histórico ya no cabe la lucha por la “reforma agraria clásica”. Entendemos que “reforma agraria clásica” debe ser aquella que se convirtió en una de nuestras más antiguas deudas históricas, la misma que en el siglo XX movilizó a las más importantes organizaciones sociales en el campo, entre las cuales descolló el MST. En ese entonces los blancos eran el latifundio improductivo y la retrógrada elite agraria del país; la prioridad era promover un desarrollo pleno de las fuerzas productivas en el campo, fomentar sobre tales bases una pequeña producción dirigida hacia el mercado interno en expansión, exigir la definición de políticas públicas sólidas para el sector y, en consequiencia, ser un significativo protagonista del proceso de democratización de las instituciones burguesas en un país de raigambre colonial y tradición autocrática.

Con toda razón, el MST  afirma que nuestros tiempos son otros y que en éstos la modernización de la agricultura prescindió de la reforma agraria para las masas. El desarrollo viene siendo capitaneado por el agronegocio que, basado en un poderoso consorcio entre las burguesías interna y externa debidamente transnacionalizadas, reformula nuestra “vocación agrícola” por medio del monocultivo renovado, la producción de commodities para la exportación y un modelo tecnológico agresivo pautado por la gran utilización de venenos, los transgénicos y la maquinaria pesada. Frente a esta situación, propone que hoy se debe “luchar por la construcción de la Reforma Agraria popular”. Pero ¿qué significa esto exactamente?

Lo popular y la igualdad sustantiva

No quiero extenderme sobre el tema, pero para presentar lo que pienso sobre los objetivos del MST en éste su nuevo momento, me parece importante un breve comentario sobre el significado histórico del término popular. Sus orígenes se remontan al período de las grandes revoluciones burguesas y ayudan a revelar los nexos causales de las diversas clases sociales y el desarrollo desigual y combinado entre todos los países involucrados en el proceso. En la Francia del siglo XVIII, por ejemplo, los iluministas, sobre todo Rousseau y Diderot, consagraron la democracia y la ciudadanía como principios universales de la emergente sociedad burguesa. Alemania, que en ese mismo momento no vivía una revolución, no tenía Estado liberal, ciudadanos, ni otros protagonista para la famosa modernización “desde arriba”, filosofaba (con Herder y Fichte) sobre el concepto de pueblo (volk), la comunidad popular, en busca de un ideal nacional mítico.

Los brillantes estudios de los jóvenes Marx y Engels sobre aquellas circunstancias demostraron que los principios liberales fueron tomados, arrancados de su universalidad abstracta y desmitificados en la calle por el radicalismo jacobino, imprimiendo a la revolución un sentido legítimamente democrático-popular. El concepto de ciudadanía no servía demasiado porque no aclaraba el sentido de democracia burguesa. Con la explosión de la lucha de clases –y el fin de las posibilidades revolucionarias de la burguesía en 1848-, los conceptos adquieren un doble sentido, pues en la medida misma en que dejaban de ser mera abstracción filosófica para los antagonistas del capital –pertenecientes a las clases trabajadoras-, serían incesantemente vulgarizados por los apologistas de la igualdad formal en una sociedad que sólo consigue reproducirse mediante la desigualdad sustantiva.

La radicalización del MST

Vuelvo ahora al MST que, como dije, surge como un movimiento de masas con objetivos desarrollistas y progresistas ante un país de capitalismo atrasado. Su génesis no es revolucionaria y, en gran medida, apuntaba a ofrecer una alternativa que minimizara los efectos sociales de la expulsión de los campesinos hacia las ciudades y el consiguiente proceso de proletarización que estaba en curso. Las condiciones concretas de la historia brasilera, intolerante a cualquier perspectiva mínimamente democrática, fueron las impusieron la radicalización de sus luchas y formas de enfrentamiento, ya sea con las milicias oficiales como con las fuerzas paramilitares. Y la militancia, pese a toda la violencia sufrida en estos 30 años –en la que se destacan las masacres de Corumbiara y Eldorado dos Carajás en los años 1990-, jamás se desalentó ni dejó de dar la respuesta adecuada. No hay ni un solo palmo de tierra en la historia del MST que no haya sido conquistado, que no haya sido resultado de mucha lucha y mucho sufrimiento.

La praxis del enfrentamiento sumada al proceso pedagógico interno, algo que va desde la aprensión formal de la crítica teórica hasta la educación informal permanente, surgida de las formas de organizar la vida en los acampes y las ocupaciones, tuvo la valentía de forjar una sociabilidad diferente de la socialidad burguesa. Con esto, considero que el MST dio un paso importantísimo en la construcción de sujetos y de sujetos conscientes de su papel socio-histórico en cuanto movimiento efectivamente popular. A través de la militancia, de su base social, de sus frentes de masas, el MST, durante mucho tiempo, trascendió la génesis pequeñoburguesa constituyéndose en un movimiento con potencial emancipatorio. Sostengo, por lo tanto, que el MST, incluso reivindicando la “reforma agraria clásica” construyó, mediante la necesaria lucha, un movimiento con alma social y popular.

Destaco ahora tres grandes momentos en tal dirección:

1.      Las ya clásicas –y polémicas- ocupaciones de tierras improductivas y de tierras públicas que, especialmente en la región Norte del país, pero no sólo, pusieron a cada uno de los sin-tierra en la mira de las armas de losjagunços (matones) al servicio de los capitalistas, la mayoría de los cuales estaban apoltronados en bellos y distinguidos escritorios de la Avenida Paulista.

2.       Las embestidas urbanas que el MST  ensayó en los años 1990, con destaque para su rol activo en el origen del Parque Oziel y del MTST (Movimiento de Trabajadores Sin-Techo), en Campinas, en la ocupación y fundación de barrios populares en otras muchas grandes ciudades brasileras, como San Pablo, Rio de Janeiro, Fortaleza. Un gran paso en la construcción de verdadero poder popular basado en el campo y la ciudad.

3.       La ofensiva protagonizada por las mujeres, en acciones que comenzaron mucho antes pero explotaron en el año 2006 en Aracruz (actualmente Fibria), en Rio Grande del Sur, seguidas por acciones en los trenes e instalaciones de Vale, en Pará y Maranhao, en las tierras de Kátia Abreu, en Tocantins, en Monsanto, San Pablo, en las acciones que asumen el sufrimiento de los indígenas y quilombolas, en el Centro-Oeste y Nordeste de Brasil. Estas no son, como las anteriores, acciones reivindicativas –aquellas mujeres conscientes no podían querer reproducir la lógica nefasta de las empresas que atacaban-, sino acciones de denuncia contra el gran capital, contra el modelo de agricultura criminal practicado en Brasil, contra el modelo de desarrollo destructivo, de lesa humanidad.

Considero, por ello, que este es el auge de la conciencia de clase alcanzado por el movimiento, sobre todo porque las mujeres en lucha expusieron a plena luz los dilemas más profundos del MST: ¿cumplir la agenda de su génesis –la Reforma Agraria desarrollista e institucional- o escuchar el clamor de su base, sobre todo acampada, que con la voz de las mujeres reclama la radicalización del movimiento contra el capital?

Preocupaciones

En un artículo publicado en 2005 manifestaba ya mis preocupaciones con los rumbos entonces tomados por el MST, a la vista de la realidad brasilera ante la crisis estructural del capital, el neodesarrollismo y los vínculos ideológicos que históricamente el MST mantuvo con la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) y el PT (Partido de los Trabajadores), partido que a pesar de una super e hiper-tardía política de consenso, viene consiguiendo un éxito enorme e incuestionable, antes incluso de asumir el planalto en 2003, lugar que ocupa hasta hoy. Allí se montaba, en el mejor de los casos, el marco de institucionalización de la agricultura familiar, pero el problema es que el paquete preveía una reforma agraria de mercado, peligrosamente controlada por el Banco Mundial mediante una imperativa política de crédito e ideología empresarial, lo que significa neutralizar el carácter clasista de la Reforma Agraria clásica y estimular acuerdos entre asentamientos rurales y el mundo del agronegocio.

Para provocar el debate, formulé las siguientes preguntas:

1)     Para el MST, ¿la lucha por la tierra constituye un fin o una mediación, una continuidad o una ruptura con el orden establecido por el capital? O sea, el MST, por el carácter de la lucha más inmediata que sostiene, ¿está históricamente condenado a la regresividad o es un movimiento potencialmente revolucionario? 2)     ¿En qué medida el MST, un movimiento social de masas centrado en la lucha por la tierra, que carga todo un lastre histórico reformista, específico del capitalismo brasilero, podría ser una alternativa más universal y concreta para la actual necesidades de una actuación política ofensiva de la clase trabajadora frente al complejo destructivo del capital? 3)     ¿Hasta qué punto el MST, mediante su organización interna, estaría esbozando una sociabilidad capaz de provocar rupturas con la relación-capital?

Concluyendo

Me parece que tales cuestiones son ahora más actuales, porque desde 1984 -fecha de creación del MST- hasta hoy, las circunstancias económicas y políticas complejizaron exponencialmente su base social, agudizando el dilema característico de su representatividad de clase. La actual conformación social del movimiento está constituida por acampados, asentados, asentados prósperos, asentados precarizados, asalariados y semi-asalariados en el campo y la ciudad, arrendatarios y rentistas, proveedores de materia prima, etcétera. Y debido a la dependencia creciente del crédito, de las políticas públicas y las exigencias draconianas para cumplir con el patrón de producción dictado por el mercado dominado por el agronegocio, reproduce una problemática diversidad interna de intereses, en la cual todos sin excepción parecen afectados por la pérdida progresiva del control sobre su propio funcionamiento y por la subsunción real del trabajo al capital.

A lo largo de toda su historia, el MST se movió entra el radicalismo de sus prácticas de ocupación y la lucha institucional para viabilizar los asentamientos y acomodar a las familias trabajadoras en sus lotes. La contradicción de la reforma agraria de mercado golpeó las puertas del movimiento, exigiendo una incómoda definición entre atender las contingencias del mercado con campesinos-emprendedores integrados al capitalismo agrario y fomentar una indigesta lucha de clases intestina o perseverar en la formación de trabajadores conscientes de su papel histórico en la construcción del socialismo. Esta es su más profunda contradicción interna: mantener en la memoria las conquistas del pasado, defender su “vocación campesina”, apostar al emprendimiento de algunos asentamientos, retroceder en las luchas e institucionalizarse. O denunciar los límites cada vez más estrechos que el capital, a través de instrumentos privados y estatales, impone a su existencia como alternativa societaria –casi siempre problemática- en el interior del orden. Además, enfrentar, con la positividad que la lucha de clases exige, la proletarización de su base social convertida en enorme sementera de fuerza de trabajo disponible para el capital en el campo y la ciudad.

Los caminos de la “revolución en orden” se agotaron. Las actuales condiciones de la realidad objetiva están definidas por un patrón de acumulación esencialmente destructivo, por lo que es imperioso criticar duramente a cualquier vía de desarrollo –incluido el neodesarrollismo- formulado en función de la reproducción del sistema socio-metabólico del capital. Esto, obviamente, alcanza al sentido histórico y la función social de la Reforma Agraria que sea asumida por la base social del MST, cuya historia revela con nitidez creciente lo contradictorio de pretender seguir los dos caminos al mismo tiempo.

En esta medida, considero modestas las propuestas de éste congreso: 1) de canalizar su lucha en función de la agroecología y la soberanía alimentaria en un mundo que democratiza las pestes del agrotóxico y los transfénicos; 2) de canalizar la energía de su base hacia la reforma política propuesta por el gobierno de Dilma e 3) de proponer “la construcción de una reforma agraria popular”, siendo que la misma ya fue construida, en la lucha, por su valiente militancia en todo el Brasil. Pienso que es absolutamente necesario que el MST entienda cuál es su base social hoy, pero para eso es necesario oírla, decidir con ella el sentido y el reinicio de las luchas que deberán articularse con los otros sectores de la clase afectada por el capital, sectores organizados y no organizados del campo, de la ciudad, exigiendo medidas inmediatas –reforma agraria y reforma urbana- y construyendo el verdadero poder popular que, desde 1848, se hace  realiza en las calles, nunca por decreto.

Argumenté con la compañía de Marx, Engels, Florestan y Mészáros. Termino con el poeta popular pernambucano Chico Science: ¿De que lado você samba?

“Faminto e calmo o samba chegou Domingo de todos os lados Daqui pra ali de lá pra cá Pode se escutar o som daqui do Brasil Lembro quase tudo que sei E organizando as idéias Lembro que esqueci de tudo Mas, eu escuto o samba! E você samba de que lado De que lado você samba Você samba de que lado De que lado você samba De que lado, de que lado De que lado, de que lado Você vai sambar? O problema são problemas demais Se não correr atrás da maneira certa de solucionar Olha o samba do teu lado do teu lado olha o samba olha o samba do teu lado Do lado olha o samba do teu lado, do teu lado O samba chegar Olha o zambo do teu lado do lado olha o zambo Olha o zambo do teu lado do lado olha o zambo Olha o zambo , Olha o zambo O problema são problemas demais E não correr atrás da maneira certa de solucionar Lembro quase tudo que sei E organizando as idéias Lembro que esqueci de tudo Mais... Eu escuto o samba E você samba de que lado De lado você samba Você samba de que lado De que lado você samba De que lado, de que lado De que lado você vai sambar???”

Bibliografía

Fernandes, Florestan: Poder e contrapoder na América Latina, Rio de Janeiro, Zahar, 1981. Marx, Karl: Miseria de la filosofía, Buenos Aires, Editorial Cartago, 1987. Mészáros, István: El siglo XXI ¿Socialismo o Barbarie?, Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2003.

Notas:

[i] Prueba de esto es que “1% de la población adulta detenta 40% de la riqueza mundial, (o sea) dos quintos de la riqueza mundial están concentrados en las manos de 37 millones de individuos, según indica un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas difundido en Londres este martes. Si se considera a al 10% más rico del mundo, la proporción de la riqueza mundial en manos de tal grupo es el 85,2%. En el otro extremo, el 50% más pobre del mundo apenas son dueños del 1% de la riqueza global. El estudio, compilado en el libro Personal Wealth From a Global Perspective es la mayor iniciativa para investigar el tamaño de la desigualdad en la distribución de la riqueza en el mundo. ” Ver al respectohttp://www.bbc.co.uk/portuguese/noticias/2009/03/090324_desigualdadeestudo_rw.shtml [ii] Siglas que identifican al ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Nota del Traductor.

María Orlanda Pinassi es socióloga brasileña, es integrante del consejo de redacción de Margem Esquerda. Profesora de sociología de la UNESP, Araraquara, San Pablo, colaboradora de la Escuela Nacional Florestan Fernandes y autora del libro Da miséria ideologica à crise do capital – uma reconciliaçao histórica, San Pablo, Boitempo Editorial, 2009. Correo electrónico: mpinassi@uol.com.br.

Intervención en el Panel de apertura del VI Congreso del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, el 10 de febrero de 2014.

Traducción al castellano de Aldo Casas. Los subtítulos son responsabilidad de la revista.


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