Voz

Vigilar la política tarifaria del nuevo gobierno en materia de servicios
públicos, convertirse en instrumento del proceso de paz y fiscalizar los
planes de desarrollo municipal, tareas que deberá abocar el movimiento
comunal en el país.

Una consulta electoral interna, mediante la cual se renovaron las
asociaciones de juntas de acción comunal en todo el país, de acuerdo a
procedimientos estatutarios, se cumplió el pasado domingo 23 de agosto.
En Bogotá, en desarrollo de la jornada, se renovaron los organismos de
dirección comunal en cada una de las 20 localidades en que está dividida
administrativamente la capital de la República.
Un reporte inicial en el distrito indica que varios dirigentes y
activistas del Partido Comunista, que pusieron en consideración sus
nombres para participar en tales organismos de dirección colegiada,
fueron elegidos a sus cargos. Entre ellos, Eduardo Martínez, en la
localidad de Usaquén, Guillermo Fonseca en Ciudad Kennedy, y Adela
Gamboa y Roberto Quintero en Engativá. Se sabe que otros líderes del
movimiento popular fueron elegidos igualmente en la localidad de
Sumapaz.

Espíritu de cambio

La del domingo 23 fue una de las últimas tareas en esta dirección,
mediante las cuales los cuadros directivos del movimiento comunal han
sufrido un vigoroso proceso de renovación en sus filas, dando paso a
muchos líderes jóvenes y mujeres, deseosos de comprometer la
organización en la defensa de los verdaderos intereses de la comunidad.
En torno a los retos que esperan a la acción comunal, uno de sus líderes
en Bogotá indicó a VOZ que en su opinión la tarea más importante en la
actual coyuntura política del país es vincular efectivamente a los
comunales a la lucha por la paz democrática, por una salida política
negociada al conflicto interno del país.
Esta no es una consigna exótica para la ciudadanía capitalina, indicó el
dirigente comunal. Pues si bien es cierto, no se respiran en la ciudad
los niveles de violencia de otros municipios, sí es cierto que ella se
ve cada día más empujada al escenario de la guerra.

No esperar más

La acción cada vez más frecuente de grupos paramilitares, la presencia
de centenares de desplazados, que incluso emigran de una localidad de la
ciudad a otra, como sucede ahora en Usme y Ciudad Bolívar, constituyen
un campanazo de alerta.
Es decir, el movimiento comunal en Colombia está en mora de realizar un
verdadero protago-nismo frente a la paz, indicó el vocero comunal. Pero
además, en el caso de Bogotá, hay planteadas tareas que no deben
postergarse más. Por ejemplo, la legalización de más de 450 barrios
subnormales, exigiendo a la administración del alcalde Peña-losa que
cumpla efectivamente el programa de desmargi-na-lización, incluido en su
Plan de Desarrollo.
La lucha por frenar el desbordamiento en la política de tarifas de los
servicios públicos, cuyos recibos llegan todos los días más caros a las
casas; contra la privatización de tales empresas y el desmonte total de
subsidios, previsto para el año 2.000. La autonomía real del movimiento
comunal frente a los partidos políticos y otros centros de poder, y una
veeduría efectiva frente a la ejecución de planes de desarrollo
municipal, son tareas que en Bogotá y el resto del país debe asumir la
acción comunal, indicó el vocero de esa organi-zación.