Edición 1990, licencia No. 002357 del Ministerio de Gobierno. 

Quincena del 2 de septiembre al 15 de septiembre de 1998 
 

SUMARIO 
 
 

Resumen VOZ 15 DÍAS  
 
 Hechos & Cifras

Economía
¿Qué piensa Andrés Pastrana?
(por Miguel Flórez Hernández)
La crisis se agudiza
(por Earl Ferreira)

Enfoque
(por Alvaro Vásquez del Real)

Cartas: Voz en el ciberespacio

Editorial
El asilo político
(por Jaime Cedano)

Punto de vista
¿Disidentes o mercenarios?
(por Carlos A. Lozano)

Presidente Pastrana: Rompa la cadena
PARAS-MILITARES

Aristas en el Acuerdo de Puerta del Cielo

El flagelo paramilitar en Colombia
(por Jaime Robles)

Éxodo en el Magdalena Medio. El estado en el banquillo

La encrucijada del Sinú

Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero.
La eutanasia para quién

Breves sindicales

¿Nóminas, o clientelismo paralelo?

Encuentro Nacional Sindical y toma de Bogotá

Sesionó Comisión Nacional de Paz

Retos de la acción comunal

Problemas ideológicos y trabajo de masas

La mujer y el 17º  Congreso del PCC

VII Encuentro Nacional de Casas de Solidaridad con Cuba

Los misiles Monica. Otro acto de cobardía yanqui

Foro sobre Administración de justicia y crisis carcelaria

Los prisioneros de guerra. FARC-EP proponen salida.
 
 

Los misiles Monica.

Otro acto de cobardía yanqui

El ataque ordenado por Clinton contra Afganistán y Sudán fue un acto
cobarde, unilateral y violatorio del derecho internacional. La Casa
Blanca lo utilizó para recuperar la iniciativa y neutralizar el
escándalo tras la aceptación del mandatario estadounidense de los
devaneos sexuales con Monica Lewinsky. Clinton en la cuerda floja
 

Por Hernando López.

En evidente maniobra del presidente William Clinton para tender una
cortina de humo en el asunto del caso Lewinsky que lo tiene encartado,
el mandatario estadounidense ordenó el ataque con misiles nucleares,
sorpresivo y a mansalva, sobre objetivos ubicados en los territorios de
Sudán y Afganistán.
Clinton dio la orden de disparar misiles Tomahawk, uno de los misiles
crucero más sofisticados, el jueves 20 de agosto a las 10:00 horas GMT y
a las 17:30 GMT los mismos habían hecho impacto en Jartum, capital de
Sudán, y en las cercanías de Kabul la capital de Afganistán. Según los
voceros norteamericanos, los objetivos fueron una supuesta fábrica de
armas químicas en Sudán y aparentes centros de “entrenamiento del grupo
terrorista islámico de Ben Laden” en Afganistán. Afirmaciones que no
están demostradas y aún no tienen fundamento, hasta el punto que
Washington ha preferido enfriar el asunto aunque en medio de amenazas de
que si los terroristas atacan se sucederán acciones similares.
La opinión internacional en todas las encuestas ha reconocido que en la
decisión de Clinton pesó la difícil posición a que lo llevó el proceso
que le adelanta un fiscal de Washington por los devaneos se-xua-les del
presidente con Monica Lewinsky, que en los días que precedieron al
cobarde ataque lo tuvieron contra la pared y en el peor momento de su
gestión presidencial. Precisamente, acudiendo al nacionalismo yanqui,
Clinton alegó los ataques terroristas contra las embajadas americanas en
Kenia y Tanzania,  para justificar la orden de disparar los misiles. El
efecto no se hizo esperar: repuntó en las encuestas, aunque desde
distintos lugares, incluyendo el Congreso de los Estados Unidos, se
escucharon críticas a la decisión presidencial.
La actitud de Kofi Annán, Secretario de Naciones Unidas, quien
permaneció en silencio ante la violación del orden internacional de
parte de la potencia gringa, fue criticada en distintos sectores de la
opinión mundial, incluyendo a voceros oficiales de gobiernos
representados en las Naciones Unidas. Todos los países del Medio Oriente
condenaron los atentados criminales de la Casa Blanca, al igual que lo
hizo Rusia y otros países del Movimiento de los No Alineados. Francia y
otras potencias aliadas guardaron distancia de Washington y señalaron
que fue una acción unilateral de los Estados Unidos contra el
terrorismo. Sólo el gobierno sionista de Israel, el que con frecuencia
repite el mismo tipo de atentados  terroristas contra los países árabes,
salió de forma abierta a respaldar la decisión de Clinton.
El gobierno sudanés prometió venganza e invitó a observadores
internacionales a visitar la supuesta fábrica de armas químicas para
desmentir la versión de la CIA.
Llama la atención la nula intervención del Consejo de Seguridad en este
incidente internacional muy grave, porque pone en duda el concepto de la
soberanía nacional y del respeto al derecho internacional vulnerado por
los Estados Unidos en un acto unilateral, demencial y terrorista, que
viola la carta de las Naciones Unidas y el ordenamiento de las
relaciones entre países. En Colombia, la gran prensa no pasó de la
simple información periodística de los misiles-Monica, mientras le
dedicaba grandes saábanas al caso Lewinsky. La flamante periodista y
parlamentaria María Isabel Rueda, en largo artículo de Semana hace una
novela al estilo de Corin Tellado de los amores de Clinton y Monica, y
no le dedica un solo párrafo al incidente internacional precipitado como
cortina de humo. El Tiempo en el editorial del domingo no fijó posición,
aunque en una especie de sopa de letras pareció absolver a Clinton.
Entre tanto, la prensa gringa tejió su propio cuento, armando una novela
del enfant terrible de Arabia Saudita, Osama Bin Laden, el
multimillonario islamis-ta, que dedicó su fortuna a promover atentados
terroristas contra Estados Unidos en el exterior. Falta ver si  Bin
Laden es un personaje de la realidad o mejor creado por la frecuente
ficción de los organismos de inteligencia yanqui para justificar el
terrorismo de Estado en el nivel internacional de la Casa Blanca.