Con la crisis de la vacuna la descomposición de la UE se acelera
Jueves 25 de marzo de 2021 por CEPRID
WOLFGANG STREECK
Observatorio de la Crisis
La primavera está en el aire y Bruselas debería estar llena de actividad. ¿Recuerda la Next Generation de la UE de Úrsula von der Leyen, el ‘fondo de recuperación por el coronavirus” de 750.000 millones de euros, dividido con una fórmula incomprensible entre los Estados miembros?
El Fondo se acordó en julio del año pasado, y uno podría estar pensando que la UE ahora estaría ocupada vendiendo deuda a sus bancos favoritos. Estos luego venderían la deuda al Banco Central Europeo, con un beneficio saludable, haciendo felices a sus accionistas, mientras se alimenta la flexibilización cuantitativa, manteniendo altos los precios de los activos y por tanto aumentando la felicidad de las accionistas (‘estabilizar los mercados financieros’ es el termino políticamente correcto).
Bueno, como no somos banqueros, no necesitaríamos saberlo. Pero, espere un segundo.
A estas alturas, ¿no deberíamos haber oído hablar de, al menos, algunos de los 27 parlamentos nacionales que otorgan la bendición necesaria al plan de producción de dinero de la Next Generation, no previsto en los tratados de la vieja generación?
Y, sobre todo, ¿no deberíamos estar observando a los países desarrollando proyectos que se financiarán con el dinero de la próxima generación? Según las normas de este Fondo, estos proyectos deberían estar en manos de la Comisión Europea que, según nos dijeron, verificará si el dinero estaría bien gastado, porque el efectivo no sería para el consumo sino para la inversión.
La idea era que el dinero debería gastarse en algo relacionado con virus y al mismo tiempo debería hacer que los países fueran más ‘competitivos’ en el momento que debiera reembolsarse (supuestamente a fines de 2028).
Hasta la fecha, solo hemos oído hablar de Italia, el principal benefactor, que recibirá 209.000 millones de euros (seguido de España con 140.000 millones de euros). En la bota el dinero provocó la desintegración del gobierno de Conte, que no pudo reunir suficiente apoyo interno para sus proyectos. Su lugar fue tomado por una coalición de casi todos los partidos comandada por Mario Draghi, quien inmediatamente entregó la planificación de la recuperación nacional a McKinsey, lógicamente, por un muy buen precio… que pagaran todos los italianos.
Tampoco hemos escuchado quién se sentará en esos comités en Bruselas que se supone que deben decidir qué proyectos de los estados miembros vale la pena financiar. Como ya se ha dicho, no necesitamos saberlo todo, y la UE, incluida la “Next Generation”, nunca tuvo la intención de ser una democracia.
Mientras tanto, podemos ocuparnos de contemplar las estadísticas de vacunación de la Unión. A mediados de marzo se veían extrañamente similares a cómo se veían a mediados de febrero: Alemania 7,4 por ciento, frente a un 5 % ; Italia 7,5 desde 4,9 %, Francia 6,8 desde 4,3 % y España 8,1 desde un 5,2 por ciento en febrero.
En comparación, el Reino Unido había pasado del 23 al 35 por ciento de vacunados y los Estados Unidos del 15,9 al 20 por ciento, mientras que Israel ya había vacunado a más de la mitad de su población, casi el 60 por ciento. Incluso en Alemania, donde los críticos del gobierno y la UE corren el riesgo de ser acusados de simpatizar con AfD, la gente está comparando las tasas de vacunación en la UE con las del Reino Unido y de los EEUU.
El “bazar de las vacunas”, la vergüenza de la UE
Los ciudadanos europeos se les está agotando la paciencia. Dinamarca y Austria están estableciendo una empresa conjunta con Israel para aprender cómo obtener y dispensar vacunas. Italia impuso una prohibición de exportación de la vacuna AstraZeneca que estaba a punto de ser enviada a Australia, solo para que los partidarios del “libre comercio” dijeran que la farmacéutica debía ceñirse a los acuerdos comerciales de la UE.
El presidente francés ahora exige «solidaridad europea» mientras se niega a utilizar la vacuna sueco-británica AstraZeneca. A esta declaración se unió Merkel, quien acaba de decir que, teniendo 66 años, nunca se vacunaría con el preparado de AstraZeneca, ya que esto solo funciona para personas menores de 65 años, ¿Estará esperando a la vacuna franco-alemana de Sanofi? Por su parte AstraZeneca anunció más tarde que reduciría las entregas a Alemania a la mitad debido a las ‘restricciones a la exportación’. Presumiblemente en represalia, Alemania y otros países de la UE suspendieron el uso de AstraZeneca por unos días.
Mientras tanto, Hungría, y otras naciones también de la UE, comprarán vacunas de Rusia y China. Viktor Orbán, el aspirante a hombre fuerte húngaro, parece haber renunciado por completo a Bruselas y busca cerrar filas con Vladimir Putin.
Para complicar la situación Austria y otros cuatro estados exigen una investigación sobre lo que consideran el «bazar de vacunas» de Bruselas, pero los contratos con las grandes farmacéuticas siguen siendo secretos. En algún momento, alguien pondrá números a las muertes causadas por la Gran Ralentización de la Vacunación. En contraste, la UE insiste en mantener abiertas sus fronteras, incluso cuando estamos enfrentando una “fatídica cuarta ola”.
En medio de todo este desastre hay alguna buena noticia, aunque no para la Unión Europea. La democracia parece que podría regresar a donde pertenece, en el sentido de que los políticos nacionales están aprendiendo que el combate contra el virus es demasiado importante para dejarlo en manos de Bruselas. También están aprendiendo que no pueden encerrar a sus votantes durante el tiempo que recomiendan los virólogos: uno tiene la impresión que estaremos encerrados por más tiempo que la esperanza de vida que les queda a muchas personas. Merkel, que en un momento pareció haber caído en manos de una banda de fanáticos del ZeroCovid, compuesta por virólogos, físicos teóricos y profesores de filosofía, ha vuelto hacer una de sus inimitables cambios en su política sanitaria, ahora esta dispuesta ha permitir que las restricciones se relajen a pesar del aumento de incidencia de “la bestia que los alemanes llaman el mutante británico”.
Por supuesto, queda por ver si los gobiernos podrán diseñar y aplicar las exigentes medidas para mantener el virus bajo control y vivir con él en una sociedad urbana compleja, porque, ahora mismo, bajo el hechizo de Bruselas, ni siquiera pueden organizar una campaña de vacunación.
Las otras noticias son malas. He aquí una pequeña selección.
• La clase política alemana está entusiasmada con que Biden mantenga sus tropas en Afganistán; porque entonces Alemania también pueda mantener sus tropas allí, con la esperanza de que mientras los talibanes no se hayan hecho cargo formalmente del poder, habrá menos refugiados afganos que lleguen a Europa, es decir, a Alemania.
• Alemania realizará un mayor gasto en armas para la OTAN y por supuesto para el Estados Unidos de Joe Biden. Ahora, otorgar el dos por ciento del PIB será un poco más fácil dado que este índice se ha reducido significativamente por la pandemia.
• Al mismo tiempo, Biden pretende desarrollar aun más hostilidad contra Rusia y dará más apoyo a Ucrania; como consecuencia, Rusia parece haber abandonado la esperanza que las sanciones estadounidenses y europeas se levanten alguna vez. Esto no es bueno de ninguna manera para Alemania.
Y al fondo de todo se vislumbra Nord Stream 2, el gasoducto que va de Rusia a Alemania a través del Mar Báltico. Estados Unidos, que espera vender gas licuado a Alemania, y Francia, y electricidad nuclear a Alemania, seguirá haciendo todo lo posible para que el gasoducto se ponga en marcha.Todo lo que Merkel puede esperar es que sus amigos, incluido Úrsula von der Leyen, no pongan en peligro su ‘giro hacia la energía’ rusa, hasta después de su jubilación este otoño.
El escenario no puede ser más pesimista para los eurócratas, su colapso puede no estar tan lejos como pensamos hace sólo un año.
WOLFGANG STREECK, SOCIÓLOGO ALEMÁN
CEPRID
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