El rearme de ideas antimilitaristas

Articulo de opinion

EL REARME DE IDEAS ANTIMILITARISTAS

Vemos en televisión la imagen aguerrida de quien es presidente legítimo del estado de Ucrania, advirtiéndonos de las consecuencias que supondrían para otros países europeos no tener una actitud intervencionista en la guerra de Ucrania.

Zelenski, estas últimas semanas, sumido en un World Tour cual rock star, se nos presenta con una ceñida camiseta de estética militar en el Congreso de los Diputados a través de una pantalla, y hace una equiparación entre la situación actual en Ucrania y la vivida en el 37 del pasado siglo en la villa de Gernika. Y es, este punto, el que provoca un carraspeo en la bancada más rancia del hemiciclo, disimulando una tos en la palabra Paracuellos.

Curioso que, el líder de unas fuerzas armadas abiertamente neonazis, utilice lo acaecido en Gernika allá por 1937 para denunciar crímenes de guerra. Más curioso aún, teniendo en cuenta que el reino de España jamás tuvo palabras de disculpa para aquella villa, hoy convertida en símbolo de paz.

Dicho de otra manera, resulta surrealista que quien lidera a soldados con todo tipo de ornamentación nazi, denuncie el crimen que la Legión Cóndor cometió. Pero el Congreso de los Diputados, matices y carraspeos aparte, ofreció una sonora ovación al mandamás ucraniano.

En otros lugares, ha tenido suerte dispar. En Grecia, después de ceder la palabra a un militar nazi, el escándalo ha sido considerable. Y es que conviene recordar, que recientemente la justicia helena declaró organización criminal al movimiento político neonazi Amanecer Dorado. Y en Portugal, visto lo visto, han declinado que Zelenski interviniese en el Parlamento lusitano.

Volviendo al Reino de España, tan generoso en condenas según qué tipo, observamos cómo incluso desde canales de televisión se da voz a personas que se sienten ofendidas con el comentario del político ucraniano. A pesar de apoyar su causa. Y es que hay que matizar: los bombardeados eran estalinistas y la guerra fue fratricida. Con lo cual, citamos literalmente a cierta periodista hablando de Gernika “Ni los bombardeados eran tan buenos, ni los que bombardearon eran tan malos”. Todo ello amparado en la libertad de expresión española. Y es que, curioso hubiese sido un comentario similar sobre, no sabemos, ¿Hipercor? Curioso por sus consecuencias judiciales nos tememos.

Y de mientras, el alto diplomático español Josep Borrell, diciendo que los aplausos están muy bien pero que no desviemos la atención. Que aquí el reconocimiento es importante, pero que lo primordial es mandar armas pesadas a Ucrania. Lo importante es eso, como el diario más subvencionado de Euskal Herria nos recordaba recientemente: “Oportunidad para el sector armamentístico. La industria vasca de armamento se prepara para un importante auge por la guerra de Ucrania.”

Borrell defenderá el mercadeo armamentístico mientras nos echamos las manos a la cabeza con matanzas como la de Bucha, donde dependiendo de la autoría del crimen pasarán las víctimas de una categoría a otra. Pasará en Bucha, como pasó en Donetsk, o en Gernika cuando nos vendían que fueron los rojos quienes lo redujeron a cenizas. Aun así, mal consuelo le debe de suponer al muerto que le categoricen como víctima de primera, segunda o quinta. Cuando yaces en una fosa poco importa ya ese orden.

La guerra, las guerras, producen víctimas y desgarro continuado en la población, población civil que sucumbe ante el atronador estallido de bombas y misiles Iskander o Tochka-U, según las fuentes y según la propaganda de guerra que difunden el sátrapa Putin o el ceñido y antipático cómico Zelenski. Y con suerte podrán escapar, y con más suerte, todo dependerá de su color de piel y su procedencia, acceder a la categoría de persona refugiada. Del movimiento antimilitarista y pacifista de ambos países, de Ucrania y Rusia, ni hablamos, y qué decir de los desertores, despreciados en sus países por no querer colaborar con los ejércitos que le corresponden según el territorio donde residan y que son rechazados a las puertas de Europa por cometer tan espurio delito de rechazar el alistamiento obligatorio y no querer participar en esta escalada bélica tan apabullantemente injusta como dañina.

No son tiempos para la paz, la paz justa y desmilitarizada que parece tanto molesta a caricaturas como Iñaki Anasagasti que insultaba a nuestra organización por osar concentrarnos en el Kremlin vasco donde adiestran a la policía más militarizada y represiva de Europa y donde preparan y alientan los pujantes negocios de la industria militar vasca. Sí, la guerra empieza aquí, se fabrica aquí en esa red clientelar de empresas armamentísticas subvencionadas e impulsadas por el Gobierno Vasco que aplauden la actual guerra en Ucrania, que aprueban el envío de armas para mantener el conflicto armado y que no apuestan por ninguna de las, posiblemente escasas, salidas diplomáticas para poder encarrilar algún tipo de acuerdo que permita a las poblaciones ucranianas poder volver a sus viviendas y empezar a reconstruir lo que otros han destruido bajo el paraguas de la asquerosa geopolítica y el no menos nauseabundo capitalismo e imperialismo.

La guerra empieza aquí y desde aquí también tenemos que oponernos a esta escalada bélica y al aumento del gasto militar desobedeciendo, en este caso, a las partidas presupuestarias destinadas a inflar los ejércitos y las empresas de armamento vasco como ITP, Sener, Sapa y el cluster aeronaútico Hegan que las protege. Por ello, un año más, hacemos un llamamiento a hacer objeción fiscal al gasto militar y desviar parte del presupuesto para la guerra a destinos y organizaciones que trabajan por la paz, el desarme y el antimilitarismo. Y también a denunciar a la industria militar vasca con la bizi martxa del 23 de abril desde el edificio de diputación en Gran vía, 25 a las 11.

Vivimos unos momentos sumamente trágicos, unos tiempos de rearme perpetrado por el imperialismo ruso y de la OTAN y que requiere de la población civil un rearme, esta vez de ideas y convicciones antimilitaristas que nos permitan organizarnos ante la barbarie que nos asola y donde Josep Borrell ya ni disimula su estupidez manifiesta y su ardor guerrero y donde el congreso de los diputados se convierte en una tribuna para ensalzar la guerra. A la guerra, a las guerras hay que derrotarlas con deserciones, insumisión, antimilitarismo, desobediencia civil y, sobre todo movilización, para acabar con tantas Gernikas, Buchas, Gazas y tantas y tantas expresiones bélicas producidas siempre por los mismos actores, en contextos diferentes pero siempre el mismo afán económico, imperialista y capitalista. Nos toca rearmarnos de antimilitarismo y de justicia social.

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