Israel, Iraq y Estados Unidos
Edward Said*
Al- Ahram Weekly, núm. 607, 10 a 16 de octubre de 2002
Traducción: Loles Oliván, CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
'Una inmensa alfombra de
mistificación y abstracción se ha extendido sobre
todo el mundo árabe por este empeño de deshumanización
sistemática. Lo que los ojos y los oídos perciben
son terror, fanatismo, violencia, odio a la libertad, inseguridad
y, lo último, armas de destrucción masiva que han
de ser encontradas no donde sabemos que están y nunca
se mira (en Israel, Pakistán, India, y obviamente, en
EEUU, entre otros) sino en el hipotético espacio de las
'posiciones terroristas', en manos de Sadam, en las de un grupo
fanático, etc.'
Muchas partes de Líbano fueron brutalmente bombardeadas
por aviones de guerra israelíes el 4 de junio de 1982.
Dos días más tarde el ejército israelí
entró en Líbano por la frontera sur del país.
Menahem Begin era primer ministro y Ariel Sharon su ministro
de Defensa. La razón inmediata para la invasión
fue un intento de asesinato en Londres del embajador israelí,
pero entonces, como ahora, la culpa fue achacada por Begin y
Sharon a la 'organización terrorista' de la OLP, cuyas
fuerzas en el sur de Líbano habían mantenido un
alto el fuego durante casi todo un año antes de la invasión.
Pocos días después, el 13 de junio, Beirut estaba
bajo el cerco militar israelí a pesar de que cuando se
inició la campaña, los portavoces del gobierno
israelí habían citado el Río Awali, a 35
Km. de la frontera norte de Israel, como su objetivo. Más
tarde, emergería sin equívocos que Sharon estaba
intentando asesinar a Yaser Arafat bombardeando todo lo que había
alrededor del desafiante dirigente. Junto al cerco se llevó
a cabo un bloqueo de ayuda humanitaria, se cortó el agua
y el suministro eléctrico, se mantuvo una campaña
de bombardeos aéreos que destruyeron cientos de edificios
en Beirut y al acabar el asedio a finales, de agosto, 18.000
palestinos y libaneses, la mayoría civiles, habían
sido asesinados.
Líbano se había echado a perder en una terrible
guerra civil desde la primavera de 1975 y aunque Israel había
enviado solo una vez a su ejército a Líbano antes
de 1982, las milicias derechistas cristianas habían buscado
su alianza con anterioridad. Con un baluarte en Beirut oriental,
estas milicias cooperaron con las fuerzas de Sharon en el cerco,
que acabó después de un horrendo día de
bombardeos indiscriminados el 12 de agosto y por supuesto, con
las masacres de Sabra y Chatila. El principal aliado de Israel
era Bashir Gemayel, el presidente del partido de las Falanges
Libaneses, quien fue elegido como presidente de Líbano
por el parlamento el 23 de agosto. Gemayel odiaba a los palestinos
que imprudentemente entraron en la guerra civil del lado del
Movimiento Nacional, una poco firme coalición de partidos
de izquierda y árabes nacionalistas que incluía
a Amal, precursora del hoy movimiento chiita Hizbullah y quien
jugó el papel más relevante en la salida de los
israelíes [del sur de Líbano ocupado por Israel]
en mayo de 2000. Haciendo frente a las previsiones de ser vasallo
directo de Israel después de que el ejército de
Sharon produjera de hecho su elección, Gemayel pareció
tener reparos. Fue asesinado el 14 de septiembre. Dos días
después comenzaron las masacres de los campamentos [de
refugiados palestinos] dentro de un cordón de seguridad
facilitado por el ejército israelí a fin de que
los extremistas cristianos partidarios de Gemayel pudieran hacer
su horrible trabajo sin oposición y a conciencia.
Bajo la supervisión de NNUU y por supuesto de EEUU,
las tropas francesas habían entrado en Beirut en agosto.
Deberían unirse a ellas otras fuerzas estadounidenses
y europeas más tarde, aunque los guerrilleros de la OLP
habían comenzado su evacuación de Líbano
el 21 de agosto. Para el 1 de septiembre, la evacuación
se había efectuado y Arafat, más un pequeño
grupo de asesores y soldados fueron acogidos en Túnez.
Mientras tanto, la guerra civil libanesa continuó hasta
1990, cuando se alcanzó un acuerdo conjunto en Taif que
más o menos restauraba el
antiguo sistema confesional que se mantiene en la actualidad
[1].A mediados de 1994, Arafat, todavía presidente
de la OLP, y algunos de esos mismos asesores y soldados pudieron
entrar en Gaza como parte de los denominados Acuerdos de Oslo.
A comienzos de este año se citó a Sharon arrepintiéndose
por haber fracasado en asesinar a Arafat en Beirut. Y no fue
por no haberlo intentado bien, pues docenas de lugares ocultos
y de barrios fueron convertidos en basura y muchas vidas se perdieron.
1982 hizo ver a los árabes creo- no sólo
que Israel usaría tecnología avanzada (aviones
de combate, misiles, tanques y helicópteros) para atacar
a la población civil indiscriminadamente, sino que ni
EEUU ni los otros árabes harían nada para parar
estas prácticas aunque significara tener como objetivos
a dirigentes y capitales árabes [2].
De 1982 a 2002
Así concluyó el primer intento contemporáneo
a gran escala de cambio de régimen militar por parte de
un país soberano contra otro en Oriente Medio. Lo traigo
a la memoria como un sucio telón de lo que está
ocurriendo en la actualidad. Sharon es ahora el primer ministro
de Israel, sus ejércitos y su máquina de propaganda
rodean y deshumanizan una vez más a Arafat y a los palestinos
como terroristas. Merece la pena recordar que la palabra
terrorista comenzó a emplearse sistemáticamente
por Israel para describir cualquier acto palestino de resistencia
a mitad de los años 70. Esa ha sido la norma desde entonces,
especialmente desde la primera Intifada de 1987 a 1993, que ha
eliminado la distinción entre resistencia y puro terror
y que tan efectivamente ha despolitizado las razones de la lucha
armada. Durante los años 50 y 60, Ariel Sharon ganó
su fama, por decirlo así, dirigiendo la infame Unidad
101 que asesinó a civiles árabes y arrasó
sus casas con la aprobación de Ben Gurion. [Sharon] estaba
al mando de la pacificación de Gaza en 1970 y 1971. Con
ninguna [de estas operaciones], incluida la campaña de
1982, logró deshacerse por medios militares del pueblo
palestino o cambiar el mapa o el régimen lo suficiente
para asegurar una victoria total de Israel.
La principal diferencia entre 1982 y 2002 es que los palestinos,
represaliados y cercados ahora, están en territorio palestino
que fue ocupado en 1967 y donde han permanecido a pesar de los
estragos de la ocupación, de la destrucción de
la economía [palestina] y de toda la infraestructura civil
de la vida colectiva. La principal similitud son, por su puesto,
las desproporcionadas medidas utilizadas para ello, por ejemplo,
los cientos de tanques y buldózeres usados para invadir
las ciudades y los pueblos como Yenin o los campamentos de refugiados
como el de la propia Yenín y Deheished, para asesinar
y vandalizar, para prohibir el paso a las ambulancias y a los
trabajadores de primeros auxilios, para cortar el agua y la electricidad,
etc. Todo con el apoyo de EEUU cuyo presidente, de hecho, ha
llegado hasta el punto de denominar a Sharon 'hombre de paz'
durante los peores desenfrenos de marzo y abril de 2002. Resulta
significativo cómo la intención de Sharon fue mucho
más allá de "desenraizar el terror",
al destruir sus soldados todos los ordenadores y llevarse por
la fuerza los archivos y discos duros de la Oficina de Estadística,
del Ministerio de Educación, del de Finanzas, del de Sanidad,
de los centros culturales, al destrozar los despachos y las bibliotecas;
todo ello para reducir la vida colectiva palestina a un nivel
de la era pre-moderna.
No quiero hacer una recopilación de mis críticas
a las tácticas de Arafat o de los fracasos de su deplorable
régimen durante las negociaciones de Oslo y posteriores.
Lo he hecho extensamente aquí y en otras partes. Además,
mientras estoy escribiendo, la vida del hombre [de Arafat] está
literalmente pendiente de un hilo; sus desmoronadas oficinas
en Ramala están igualmente sometidas al cerco mientras
Sharon hace todo lo posible por herirle hasta que caiga muerto.
Lo que me preocupa es la idea general del cambio de régimen
como un proyecto atractivo para los individuos, para las ideologías
y para las instituciones que son asimétricamente más
poderosas que sus adversarios. ¿Qué clase de planteamiento
hace relativamente factible concebir que un gran poder militar
tenga licencia para [ejecutar] un cambio político y social
en una escala nunca imaginada con anterioridad, y que lo haga
con escasa preocupación por los enormes y diversos daños
que tal cambio necesariamente comporta?¿Y cómo
los proyectos de no incurrir en riesgo de bajas en el propio
bando estimulan más y más fantasías sobre
ataques quirúrgicos, guerra limpia, campos de batalla
de alta tecnología, cambios del mapa en su totalidad,
creación de la democracia (o semejante), todo ello dando
origen a ideas de omnipotencia, haciendo borrón y cuenta
nueva, y teniendo control absoluto de lo que ocurre en nuestro
bando?
Cambio de régimen en Iraq
Durante la actual campaña estadounidense para el cambio
de régimen en Iraq, es el pueblo de Iraq, la gran mayoría
de quienes han pagado el precio terrible de la pobreza, la malnutrición
y las enfermedades como resultado de 10 años de sanciones,
quien ha desaparecido. Ello está en línea con la
construcción de la política de EEUU para Oriente
Medio en sus dos pilares centrales: la seguridad de Israel y
la abundancia de reservas de petróleo a bajo coste. El
complejo mosaico de tradiciones, religiones, culturas, etnias
e historias que componen el mundo árabe -especialmente
en Iraq- a pesar de la existencia de Estados-nación con
resentidos gobernantes despóticos, se pierden en los planes
de los estrategas de EEUU y de Israel. Con 5.000 años
de historia, Iraq es considerado ahora fundamentalmente, bien
como una amenaza para sus vecinos (lo que dada su actual
debilidad y su condición de asediado no tiene ningún
sentido) o como una amenaza para la libertad y la seguridad
de EEUU, lo que aún tiene menos sentido todavía.
Ni siquiera voy a molestarme aquí por añadir mi
condena contra Sadam Husein como alguien terrible: doy por hecho
que ciertamente, desde cualquier criterio, merece ser expulsado
y castigado. Lo peor de todo, es una amenaza para su propio pueblo.
Sin embargo, desde el periodo anterior a la Guerra del Golfo,
la imagen de Iraq como un gran país árabe, próspero
y diverso ha desaparecido; la imagen que ha circulado tanto en
los medios de comunicación como en el discurso político
es la de una tierra desierta poblada por una pandilla dirigida
por Sadam. Que la degradación actual de Iraq haya arruinado,
por ejemplo, la industria editorial árabe (dado que Iraq
proveía el mayor número de lectores del mundo árabe);
que fuera uno de los pocos países árabes con una
clase media profesional tan extensamente educada y competente;
que tenga petróleo, agua y tierras fértiles; que
haya sido siempre el centro cultural del mundo árabe (el
Imperio Abasí con su gran literatura, su filosofía,
su arquitectura, su ciencia y su medicina fue una contribución
iraquí y sigue siendo la base de la cultura árabe);
que para otros árabes la sangrante herida del sufrimiento
iraquí haya sido como el calvario del pueblo palestino-
una fuente continua de dolor para árabes y musulmanes
por igual, todo ello es siempre literalmente ignorado. Sus vastas
reservas de petróleo, sin embargo, están allí
y, de acuerdo con el argumento en boga, si nosotros las
sacamos de las manos de Sadam y nos beneficiamos de ellas, no
seremos tan dependientes del petróleo de Arabia Saudí.
Esto también se cita escasamente como factor en los diversos
debates llevados a cabo en el Congreso de EEUU y en los medios
de comunicación. Pero merece la pena mencionar que tras
Arabia Saudí, Iraq posee las más grandes reservas
de petróleo de la tierra y el más ó menos
1.1 billón de dólares a que equivale ese petróleo
que tiene Iraq la mayor parte ya comprometido por Sadam
con Rusia, Francia y otros pocos países- es un objetivo
crucial para la estrategia de EEUU, algo que el Congreso Nacional
Iraquí (CNI) ha utilizado como un triunfo ante los consumidores
de petróleo no estadounidense [3]. Buena parte
del regateo entre Putin y Bush concierne a cuánta parte
de ese petróleo están dispuestas a prometer a Rusia
las compañías estadounidenses. Suena extrañamente
a los 3 mil millones de dólares ofrecidos por Bush padre
a Rusia [en 1991]. Después de todo, ambos Bushes son
empresarios del petróleo y se preocupan más sobre
este tipo de cálculos que de los puntos delicados de la
política de Oriente Medio, como destruir de nuevo la infraestructura
civil iraquí.
Así, el primer paso para la deshumanización
del odiado otro es reducir su existencia a unas pocas
y simples frases, imágenes y conceptos repetidos con insistencia.
Ello hace mucho más fácil bombardear al enemigo
sin escrúpulos. Tras el 11 de septiembre, eso ha resultado
bastante fácil para Israel y para EEUU con el pueblo palestino
y con el pueblo iraquí respectivamente. Lo importante
a destacar es que mediante una preponderancia aplastante, la
misma política y los mismos uno, dos o tres escenarios
planeados se están proponiendo principalmente y de igual
modo por los mismos estadounidenses y los mismos israelíes.
En EEUU, como ha escrito Jasón Vest en The Nation
(de 2 deseptiembre de 2002), hombres del ultra derechista
Instituto Judío para la Seguridad Nacional (JINSA)
y del Centro para Política de Seguridad (CSP) pueblan
los comités del Pentágono y del Departamento de
Estado, incluido el que dirige Richard Perle (designado por Wolfowitz
y Rumself). La seguridad estadounidense e israelí se consideran
equivalentes, y JINSA gasta "las más grandes cantidades
de su presupuesto en trasladar a grupos de generales estadounidenses
retirados y admiradores a Israel". Cuando regresan escriben
artículos y aparecen en programas de TV pregonando la
línea del Likud. La revista Time publicó
una pieza sobre la Junta Política de Defensa del Pentágono
(muchos de cuyos miembros proceden de JINSA y CSP) en su edición
del 23 de agosto, titulada "En el interior del secreto Consejo
de Guerra".
Por su parte, Sharon ha repetido hasta la saciedad que su
campaña contra el terrorismo palestino es idéntica
a la guerra de EEUU contra el terrorismo en general y de Osama
Ben Laden y al Qaeda en particular. Ellos, afirma Sharon, son
por el contrario parte del mismo "terrorismo internacional"
que incluye a muchos musulmanes de todo Asia, África,
Europa y de EEUU, a pesar de que el Eje del Mal de Bush
se esté concentrando por el momento en Iraq, Irán
y Corea del Norte. En la actualidad, 132 países tienen
algún tipo de presencia militar estadounidense, todos
ellos asociados a la guerra contra el terrorismo que se mantiene
indefinida y flotante para avivar más el delirio patriótico,
el temor y el apoyo a la acción militar en el frente de
la política interna, donde las cosas van de mal en peor.
Todas las áreas de Gaza y Cisjordania están ocupadas
por tropas de Israel que rutinariamente asesinan y/o detienen
a palestinos porque son sospechosos terroristas y militantes;
de igual modo, las casas y las tiendas son demolidas con frecuencia
con la excusa de que albergan fábricas de bombas, células
terroristas y centros de reunión de militantes. No se
aporta ninguna prueba, ninguna pregunta se hace desde los medios
que aceptan la designación sin rechistar.
Alfombra de mistificación
y abstracción
Una inmensa alfombra de mistificación y abstracción
se ha extendido sobre todo el mundo árabe por este empeño
de deshumanización sistemática. Lo que los ojos
y los oídos perciben son terror, fanatismo, violencia,
odio a la libertad, inseguridad y, lo último, armas de
destrucción masiva que han de ser encontradas no donde
sabemos que están y nunca se mira (en Israel, Pakistán,
India, y obviamente, en EEUU, entre otros) sino en el hipotético
espacio de las "posiciones terroristas", en manos de
Sadam, en las de un grupo fanático, etc. Una figura constante
en la alfombra es que los árabes odian a Israel y a los
judíos por ninguna otra razón que por el hecho
de que odian también a EEUU. Potencialmente, Iraq es el
enemigo más temido de Israel por los recursos económicos
y humanos de ese país; los palestinos son formidables
porque apoyan la vía de completar la hegemonía
israelí y la ocupación de la tierra [palestina].
La derecha israelí -como Sharon, que representa la
ideología del Gran Israel reclamando todo [el territorio
de la] Palestina histórica como hogar nacional judío-
ha triunfado especialmente al hacer de su visión de la
región, la dominante entre los defensores de Israel. En
un comentario de Uzi Landau, ministro israelí de Seguridad
(y miembro del partido Likud) en la TV estadounidense este verano
declaró que todo esto de la ocupación no
tenía sentido. "Somos un pueblo que vuelve a casa".
Ni siquiera mostró curiosidad ante este extraordinario
concepto del anfitrión del programa, Mort Zuckerman -también
propietario de US News and World Report, y presidente
del Consejo de Presidentes de las Organizaciones Judías.
Pero el periodista israelí Alez Fishman, en [el diario
israelí] Yediot Aharanot de 6 de septiembre, describe
las "revolucionarias ideas" de Condoleeza Rice, Rumself
-quien también se refiere a los
denominados Territorios Ocupados- Cheney, Paul Wolfowitz,
Douglas Feith y Richard Perle- quien encargó el conocido
estudio de RAND que designa a Arabia Saudí como enemigo
y a Egipto como el precio de EEUU en el mundo árabe [4]
-como terroríficas porque abogan por el cambio de régimen
en todos los países árabes. Fishman cita a Sharon
cuando dice que este grupo, muchos de ellos miembros de JINSA
y CSP, y conectados con AIPAC, organización afiliada al
Instituto de Cuestiones del Cercano Oriente de Washington, domina
el pensamiento de Bush (si este término es correcto para
él); y dice [Sharon]: "al lado de nuestros amigos
americanos, Effi Eitam -uno de los miembros del gobierno israelí
con menos remordimientos y representante de la línea dura-
es un paloma".
Estrategia de Seguridad Nacional
El otro lado de esto, más espeluznante, es la proposición
incontestada de que si nosotros no prevenimos el terrorismo
(o cualquier otro enemigo potencial) seremos destruidos. Ese
es ahora el núcleo de la estrategia de seguridad de EEUU
que expulsan regularmente en entrevistas y programas Rice, Rumself
y el propio Bush. La declaración formal de esta posición
apareció hace poco tiempo en la Estrategia de Seguridad
Nacional de EEUU [5], un documento oficial preparado como
manifiesto global para la nueva política exterior de la
post Guerra Fría de la Administración Bush. Se
da por supuesto que vivimos en un mundo excepcionalmente peligroso
con una red de enemigos que de hecho existe, que tiene fábricas,
oficinas, infinitos miembros y cuya completa existencia está
orientada a nuestra destrucción, a menos que les
demos nosotros primero. Esto es lo que enmarca y da legitimidad
a la guerra contra el terrorismo en Iraq para la que se ha pedido
respaldo al Congreso [de EEUU] y a NNUU.
Individuos y grupos fanáticos existen, por supuesto,
y muchos de ellos están generalmente a favor de ocasionar
daños de algún tipo a Israel o a EEUU. De otro
lado, Israel y EEUU son ampliamente percibidos en los mundos
islámico y árabe, en primer lugar, como los creadores
de los denominados extremistas de la yihad, de entre quienes
Ben Laden es el más famoso, y, en segundo lugar, de ignorar
alegremente el Derecho Internacional y las resoluciones de NNUU
en beneficio de sus hostiles y destructivas políticas
para esos dos mundos. David Hirst escribe en una columna de The
Guardian fechada el 6 de septiembre en El Cairo que incluso
los árabes que se oponen a sus despóticos regímenes
"verán el ataque de EEUU contra Iraq como un acto
de agresión dirigido no solo a Iraq sino a todo el mundo
árabe; y lo que resulta absolutamente intolerable es que
se haga en beneficio de Israel cuya adquisición de grandes
arsenales de armas de destrucción masiva parece permitirse
mientras las suyas resultan abominables".
Igualmente digo que hay una narrativa específicamente
palestina y, al menos desde mediados de los 80, un deseo formal
de hacer las paces con Israel que es bastante contrario a la
más reciente amenaza terrorista representada por al Qaeda
o a la espuria amenaza que supuestamente representa Sadam Husein,
quien es un hombre terrible por supuesto, pero difícilmente
capaz de lanzar una guerra intercontinental; sólo ocasionalmente
se admite desde la Administración [Bush] que [Sadam] pueda
representar una amenaza para Israel, pero ello debe ser uno de
sus pecados capitales. Ninguno de sus vecinos lo percibe como
una amenaza. Se mezcla a los palestinos y a Iraq de modo escasamente
perceptible hasta el punto de constituir una amenaza que los
medios de comunicación refuerzan permanentemente. La mayor
parte de las historias sobre los palestinos que aparecen en las
influyentes y refinadas publicaciones de amplia difusión
como las revistas de The New Yorker y de The New York
Times muestran a los palestinos como fabricantes de bombas,
colaboradores, bombas humanas y nada más. Ninguna de esas
publicaciones ha publicado nada desde el punto de vista árabe
desde el 11 de septiembre. Nada en absoluto.
De modo que cuando los críticos de la Administración
como Dennis Ross (encargado por parte de Clinton en las negociaciones
de Oslo, pero antes y después de realizar esa labor,
miembro de un grupo del lobby israelí) sigue diciendo
que los palestinos echaron a perder una generosa oferta israelí
en Camp David, está distorsionando flagrantemente los
hechos, que como varias fuentes solventes han demostrado, consistían
en la concesión por parte de Israel de áreas palestinas
discontinuas rodeadas por completo de puestos de seguridad israelíes
y de asentamientos, y sin fronteras comunes entre Palestina y
cualquier Estado árabe, (por ejemplo, Egipto, en el sur,
Jordania en el este). Nadie se ha preocupado en preguntar por
qué palabras como generosa y oferta deben
aplicarse a un territorio ilegalmente mantenido bajo un poder
de ocupación en violación del derecho Internacional
y de las resoluciones de NNUU. Pero habida cuenta del poder de
los medios de comunicación para repetir, volver a repetir
y subrayar afirmaciones simplistas, así como los esfuerzos
inagotables del lobby israelí repitiendo la misma
idea el propio Dennis Ross ha sido singularmente obstinado
insistiendo sobre esta falsedad- se muestra a los palestinos
encerrados en una posición de elegir "el terror en
lugar de la paz". Hamas y Yihad Islámica son vistos
(quizá equivocadamente) no como parte de la lucha palestina
para liberarse de la ocupación militar israelí
sino como parte del deseo general palestino de aterrorizar, amenazar
y ser un peligro. Como Iraq.
En cualquier evento, con la novísima y más bien
improbable afirmación de la Administración de EEUU
de que el Iraq laico ha estado proporcionando y entrenando la
locura teocrática de al Qaeda, el caso contra Sadam parece
haberse cerrado. El consenso gubernamental que prevalece -aunque
incontestado- es que como los inspectores de NNUU no pueden verificar
las armas de destrucción masiva que [Sadam] tiene, lo
que ha ocultado y lo que podría llegar a hacer, debe de
ser atacado y derrocado. Toda la cuestión de dirigirse
a NNUU para recibir autorización, desde el punto de vista
estadounidense, es conseguir una resolución tan inflexible
y punitiva que, no importa si Sadam Husein la cumpla o no, le
incrimine hasta tal punto de haber violado el "derecho internacional"
que su mera existencia justificará el cambio militar del
régimen. A finales de septiembre, por otra parte, en una
resolución del CS aprobada por unanimidad con al abstención
de EEUU, Israel fue requerida a poner fin al cerco de las oficinas
de Arafat en Ramala y a retirarse del territorio palestino ilegalmente
ocupado desde marzo (y cuya excusa israelí ha sido "la
autodefensa"). Israel ha rechazado su cumplimiento y la
razón fundamental de EEUU para no hacer demasiado en obligar
[a Israel] a cumplir su propia posición es que nosotros
entendemos que Israel debe defender a sus ciudadanos. El porque
se requiere a NNUU en un caso y se ignora en otro es una de esas
inconsistencias que EEUU simplemente se permite.
Un pequeño conjunto de expresiones autoinventadas y
no examinadas, como "prioridad anticipada" o "autodefensa
preventiva" están siendo orquestadas por Donald Rumself
y sus colegas para persuadir a la opinión pública
de que los preparativos de la guerra contra Iraq o contra cualquier
otro Estado que necesite un "cambio de régimen"
(o el otro raro eufemismo de "destrucción constructiva")
están respaldados por la noción de autodefensa.
El público tiene el alma en vilo por las repetidas alertas
rojas o naranjas, se fomenta que la gente informe a las autoridades
responsables de la aplicación de la ley sobre comportamientos
sospechosos y miles de musulmanes, árabes y sudasiáticos
han sido detenidos y en algunos casos arrestados bajo sospecha.
Todo ello se está llevando a cabo por orden del presidente
como una muestra de patriotismo y amor a América. Todavía
no he podido comprender qué significa amar a un país
-en el discurso político de EEUU, el amor a Israel es
igualmente una frase habitual- pero parece significar una lealtad
ciega e incuestionable a los poderes cuyos secretos, evasivas
y rechazos intencionados para entretener a un público
alerta (que, por ahora, no parece estar despierto a la reacción
coherente o sistemática) han ocultado lo repugnante y
destructivo de toda la política de la Administración
Bush en Iraq y en Oriente Medio.
'Nosotros' contra Iraq
Tan poderoso es EEUU en comparación con la mayoría
de los grandes países juntos que no puede ser obligado
o forzado a obedecer ningún sistema de conducta internacional,
ni siquiera el que su secretario de Estado podría desear.
En la abstracción de si nosotros debemos ir a la
guerra contra Iraq, a 7000 millas de distancia la discusión
de la política exterior despoja a otro pueblo de cualquier
identidad auténtica y humana; Iraq y Afganistán
vistos desde los bombarderos de un rápido misil o en TV
son, en el mejor de los casos, un tablero de ajedrez en el que
nosotros decidimos entrar, destruir, reconstruir, o no,
a voluntad. La palabra terrorismo así como la guerra
contra él, sirve amablemente para fomentar este sentimiento
pues, en comparación con muchos europeos, la gran mayoría
de los estadounidenses no han tenido contactos ni vivido experiencias
en lugares y con pueblos musulmanes y por ello, no tienen noción
del tejido de vida que una campaña de bombardeos sostenidos
(como en Afganistán) destruiría en mil pedazos.
Y, visto como es, como una emanación de ningún
sitio excepto de las bien financiadas madrasas [escuelas
coránicas] sobre la base de una decisión
de gente que odia nuestras libertades y que está celosa
de nuestra democracia, el terrorismo atrae a los polemistas en
los debates más extravagantes y apolíticos. La
historia y la política han desaparecido; todo porque la
memoria, la verdad, la verdadera existencia humana han sido realmente
degradadas. No se puede hablar del sufrimiento palestino o de
la frustración árabe porque la presencia de Israel
en EEUU lo prohíbe. En una ferviente manifestación
pro Israel en mayo pasado, Paul Wolfowitz mencionó de
pasada el sufrimiento palestino pero fue abucheado y nunca más
ha vuelto a referirse a el.
Más aún, una política coherente de derechos
humanos o de libre comercio que consecuentemente se adhiere a
las infinitamente subrayadas virtudes de los derechos humanos,
la democracia y la economía libre a las que nosotros creemos
apoyar constitutivamente está siendo probablemente socavada
internamente por grupos de interés especial (como atestigua
la influencia de lobbies étnicos, de industrias
del acero y la defensa, de los cárteles del petróleo,
de la industria farmacéutica, de jubilados o del lobby
de las armas, por nombrar solo a unos pocos). Cada uno de los
500 distritos del Congreso representados en Washington, por ejemplo,
tiene una industria de defensa o relacionada en ella; hasta el
punto que, como el secretario de Estado James Baker dijo justo
antes de la primera Guerra del Golfo, la verdadera cuestión
en aquella guerra contra Iraq era "el empleo". Cuando
se habla de asuntos de política exterior, merece la pena
recordar que solo algo así como del 25% al 30% de los
miembros del Congreso tienen siquiera pasaporte (comparado con
el 15% de los estadounidenses que han viajado al extranjero)
y lo que ellos digan o piensen tiene menos que ver con la historia,
la filosofía o los ideales que con quien es influyente
en las campañas de los miembros, quien envía dinero,
etc. Dos prestigiosos miembros del Congreso, Earl Hilliard, de
Alabama y Cynthia McKinney, de Georgia, que apoyan el derecho
palestino a la autodeterminación y que son críticos
con Israel, fueron recientemente derrotados por candidatos relativamente
oscuros que estaban bien financiados desde fuera de sus estados
por lo que ha sido abiertamente citado como "dinero de Nueva
York" es decir, judío. Ambos derrotados fueron criticados
en la prensa como extremistas y no patriotas.
En lo que respecta a la política de EEUU para Oriente
Medio, el lobby israelí no tiene igual y ha convertido
al poder legislativo del gobierno de EEUU en lo que el ex senador
Jim Abourezk llamó una vez "territorio ocupado por
Israel". Sin comparación posible, el lobby
árabe, aun existiendo, funciona con mucha menor eficacia.
Por poner un ejemplo, el Senado emite periódicamente resoluciones
no requeridas que se envían al presidente y en las que
se enfatiza, se subraya, se reitera, el apoyo de EEUU a Israel.
En mayo se produjo una de esas resoluciones, justo cuando las
fuerzas israelíes estaban ocupando y destruyendo las mayores
ciudades de Cisjordania. Uno de los inconvenientes de este respaldo
incondicional a las políticas más extremas de Israel
es que a largo plazo resulta simplemente negativo para el futuro
de Israel como país de Oriente Medio. Tony Judt lo ha
argumentado bien sugiriendo que Israel está muerto porque
la idea de permanecer en tierra palestina conducirá a
ninguna parte y simplemente aplaza la inevitable retirada [de
los Territorios Ocupados, TTOO].
Crímenes de Guerra y 'daños
colaterales'
Toda la cuestión de la guerra contra el terrorismo
ha permitido a Israel y a quines le apoyan cometer Crímenes
de Guerra contra toda la población palestina de Cisjordania
y Gaza, 3.4 millones que se han convertido, como la frase en
boga define, en daños colaterales de no combatientes.
Terje-Roed Larsen, que es el administrador especial de NNUU para
los TTOO, acaba de publicar un informe acusando a Israel de inducir
una catástrofe humanitaria: el desempleo ha alcanzado
el 65%; el 50% de la población vive con menos de 2 dólares
al día, y la economía, por no decir nada de las
vidas de la gente, se ha quebrado. En comparación con
esto, el sufrimiento israelí y la inseguridad es considerablemente
menor: no hay tanques palestinos ocupando ninguna parte de Israel,
ni siquiera amenazando los asentamientos israelíes. Durante
las dos semanas pasadas Israel ha asesinado a 75 palestinos,
muchos de ellos niños; ha demolido viviendas, deportado
gente, arrasado rentables tierras agrícolas, mantenido
a todo el mundo encerrado bajo 80 horas de toque de queda durante
horas enteras impidiendo [el movimiento] a los civiles mediante
controles o prohibiéndolo a las ambulancias y a la ayuda
médica y, como siempre, cortando el agua y la electricidad.
Las escuelas y universidades simplemente no pueden funcionar.
A pesar de que estos son sucesos diarios que, como la propia
ocupación y la docena de resoluciones del Consejo de Seguridad
de NNUU, han estado vigentes al menos durante 35años,
se mencionan en los medios de comunicación estadounidenses
solo ocasionalmente, en forma de notas a pié de página
de los largos artículos sobre los debates del gobierno
de Israel o sobre los desastres ocurridos por las bombas humanas.
La simple frase "sospechoso de terrorismo" es igualmente
justificación y epitafio para quienquiera que Sharon elija
que ha asesinado. EEUU no pone objeciones salvo en los términos
medios, por ejemplo, dice, esto no ayuda, pero eso hace
poco por impedir la siguiente tanda de asesinatos.
Ahora nos encontramos más cerca del corazón
del problema. Debido a los intereses de Israel en este país,
la política de EEUU para Oriente Medio es israelocéntrica.
Se ha producido una inesperada coyuntura después del 11
de septiembre en la que la derecha cristiana, el lobby
israelí y la beligerancia semi-religiosa de la Administración
Bush está siendo racionalizada teóricamente por
los halcones neo-conservadores cuya percepción de Oriente
Medio está entregada a la destrucción de los enemigos
de Israel, a lo que algunas veces se califica eufemísticamente
como re-dibujar el mapa promoviendo cambios de regímenes
y democracia en los países árabes que más
amenazan a Israel [6]. La campaña de Sharon para
la reforma palestina es la otra cara de este esfuerzo para destruir
a los palestinos políticamente, la gran ambición
de su vida. Egipto, Arabia Saudí, Siria, incluso Jordania
han sido amenazados de modo diverso, a pesar de que, pudiendo
ser regímenes terribles, han estado protegidos y apoyados
por EEUU desde la Segunda Guerra mundial, como de hecho lo estuvo
Iraq.
De hecho, parece obvio para todo el que conozca algo sobre
el mundo árabe, que su lamentable estado va probablemente
a correr peor suerte una vez que EEUU comience su asalto contra
Iraq. Quienes apoyan la política de la Administración
Bush manifiestan a veces cosas como "qué excitante
será cuando llevemos la democracia a Iraq y a los otros
estados árabes" sin considerar demasiado qué
significará exactamente eso para la gente que vive allí
en este momento, en términos de experiencia de vida, especialmente
después de que los bombardeos de los B-52 destrocen su
tierra y sus hogares implacablemente. No puedo imaginar que exista
un solo árabe o iraquí que no quisiera ver a Sadam
Husein depuesto. Todos los indicadores señalan que la
acción militar estadounidense e israelí ha hecho
empeorar la situación cotidiana de la gente común,
pero eso no es nada comparado con la terrible ansiedad, las distorsiones
psicológicas y las malformaciones políticas impuestas
sobre sus sociedades.
Hoy, ni la expatriada oposición iraquí que ha
estado intermitentemente cortocircuitada al menos por las dos
últimas administraciones de EEUU, ni los varios generales
estadounidenses como Tomy Franks [7], tienen demasiada
credibilidad como gobernantes de post-guerra en Iraq. Ni parece
que se hay dedicado mucho tiempo a pensar qué es lo que
necesitará Iraq una vez que el régimen se haya
cambiado, una vez que los actores internos se muevan de nuevo,
una vez que el [partido] ba'ath sea desintoxicado. Podría
ser que ni siquiera el ejército iraquí moviese
un dedo en la batalla a favor de Sadam. De manera interesante,
en una audiencia reciente del Congreso [de EEUU] tres antiguos
generales del Comando Central de EEUU, expresaron serias y, yo
diría, demoledoras reservas sobre los riesgos de toda
esta aventura tal y como se está diseñando militarmente.
Pero ni siquiera esas dudas señalan suficientemente el
hervidero del fraccionalismo interno del país y la dinámica
étnico-religiosa, particularmente después de 30
años debilitadores bajo el partido ba'ath, de las sanciones
de EEUU y de dos grandes guerras (tres cuando se produzca la
de EEUU). Nadie en EEUU, nadie en absoluto, tiene idea de lo
que podría ocurrir en Iraq, o en Arabia Saudí,
o en Egipto si se produce una gran intervención militar.
Baste decir (y luego estremezcámonos) que Fuad Ayami y
Bernard Lewis son los dos más importantes asesores de
la Administración Bush. Ambos son ideológicamente
antiárabes de forma virulenta y están ampliamente
desacreditados por la mayoría de sus colegas en la materia.
Lewis no ha vivido nunca en el mundo árabe y lo que tiene
que decir al respecto es basura reaccionaria; Ayami es del sur
de Líbano, un hombre que en su día apoyó
de modo progresista la lucha palestina y hoy convertido a la
extrema derecha y casado con el sionismo y con el imperialismo
estadounidense sin reservas.
Tras el 11-S
El 11 de septiembre podría haber abierto un periodo
de reflexión nacional y de evaluación de la política
exterior estadounidense tras el trauma de aquella inconcebible
atrocidad. Tal terrorismo debe confrontarse y castigarse enérgicamente
como al que más, pero en mi opinión, el resultado
de una respuesta enérgica es lo que ha de considerarse
primero, no la respuesta inmediata, irreflexiva y violenta. Nadie
mantendría hoy, incluso tras la derrota de los talibán,
que Afganistán es ahora un lugar mucho mejor y más
seguro considerando que el sufrimiento de los ciudadanos del
país permanece. Claramente, la construcción nacional
allí no es la prioridad de EEUU porque otras guerras en
lugares distintos dirigen la atención lejos del anterior
campo de batalla. Además, ¿qué significa
para los estadounidenses construir una nación con una
cultura y una historia tan distinta de la suya como la de Iraq?
Tanto el mundo árabe como EEUU son lugares bastante más
complejos y dinámicos de lo que permiten los tópicos
de la guerra y las resonantes frases sobre la reconstrucción.
Ello resulta obvio en Afganistán tras los ataques de EEUU.
Para complicar más las cosas, existen voces disidentes
de considerable peso en la cultura árabe actual y existen
movimientos de reforma en todo un amplio frente. Lo mismo es
cierto para EEUU donde, a juzgar por mi experiencia reciente
como conferenciante en varias universidades, la mayoría
de ciudadanos están preocupados por la guerra, preocupados
por saber más, y, sobre todo, preocupados por no ir a
la guerra con tal belicosidad mesiánica y con objetivos
tan vagos. Mientras tanto, como The Nation incluye en
su último editorial, el país marcha hacia la guerra
como si estuviera en trance mientras, con un número cada
vez mayor de excepciones, el Congreso simplemente ha abdicado
de su papel como representante de los intereses del pueblo. Como
alguien que ha vivido entre las dos culturas toda mi vida es
espantoso que el choque de civilizaciones, esa reductora y vulgar
noción tan en boga en la actualidad, haya asumido el pensamiento
y la acción. Lo que necesitamos interponer es un marco
universalista para entender y hacer frente a Sadam al igual que
a Sharon, a los gobernantes de Myanmar, a Siria, a Turquía
y a una multitud de esos países donde la depredación
se tolera sin suficiente resistencia. Hay que oponerse a la demolición
de viviendas, a la tortura, a la negación del derecho
a la educación, dondequiera que se produzcan. No conozco
otra vía para recrear o restaurar ese marco si no es a
través de la educación y el fomento del debate
abierto, el intercambio y la honestidad intelectual que no tendrán
relación con ocultos alegatos o con la jerga de la guerra,
del extremismo religioso y de la defensa preventiva. Pero
tengo que decir que llevará mucho tiempo y a juzgar por
los gobiernos de EEUU y de Gran Bretaña, su pequeño
socio, eso no gana votos. Debemos hacer todo lo que esté
en nuestro poder para provocar la discusión y las preguntas
desconcertantes y frenar con ello el paso y, finalmente, parar
el recurso a la guerra que se ha convertido en la actualidad
en una teoría y no solo una práctica.
Notas del autor y de CSCAweb:
1. Véase
en CSCAweb: Líbano:
¿El fin de los Acuerdos de Taef?
2. Sobre este episodio véase: Rashid Jalidi: Under
Siege, New York, 1986; RobertFisk: Pity the Nation,
London, 1990; más específicamente sobre la guerra
civil libanesa, Jonathan Randall: Going All the Way, New
York, 1983
3. Véase: Michael Klare: "Oiling the Wheels of War",
The Nation, 7, Oct., 2002
4. Véase en CSCAweb: ¿Qué
es lo que realmente está en juego?: los planes de EEUU
para un nuevo mapa de Oriente Medio
5. Véase en CSCAweb: Mientras la Administración
Bush da a conocer el contenido de la nueva estrategia de seguridad
nacional de EEUU, Israel da por iniciada la guerra contra Iraq
desencadenando su ataque final contra Arafat y los palestinos
6. Ibrahim Warde: "The Dynamics of World Disorder: which
God is on whose side?", Le Monde Diplomatique, 22
de septiembre de 2002, y Ken Silverstein y Michael Scherer: "Born-again
Zionists", Mother Jones, octubre de 2002.
7. Véase en CSCAweb: La Administración
Bush prevé la ocupación indefinida de Iraq y la
imposición de un régimen militar provisional estadounidense
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