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Paremos la guerra contra Iraq


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Paremos la guerra contra Iraq


La Administración Bush prevé la ocupación indefinida de Iraq y la imposición de un régimen militar provisional estadounidense

14 de octubre de 2002, Nota informativa CSCAweb (www.nodo50.org/cscaweb)

Fuentes oficiales de la Administración Bush han revelado un plan detallado para instalar un gobierno militar estadounidense en Iraq una vez derrocado el actual, descartándose inicialmente la formación de un gabinete de fuerzas opositoras. Mientras el Pentágono ultima los operativos militares para la invasión y ocupación de Iraq, algunas fuentes informan de la presencia de unidades israelíes en instalaciones militares estadounidenses en Qatar.

Tras haber sido aprobada por el Congreso estadounidense la resolución que autoriza a la Administración Bush a utilizar la fuerza militar contra Iraq, es decir, lanzar la guerra contra este país, fuentes oficiales de la Administración de EEUU han revelado a la prensa estadounidense un plan detallado para instalar un gobierno militar estadounidense en Iraq una vez derrocado el gobierno actual [1]. El plan, que prevé igualmente acusar y enjuiciar al gobierno iraquí y a los altos oficiales militares del país por crímenes de guerra, retoma el modelo de la ocupación estadounidense de Japón en la posguerra mundial de 1945. Con ello, y según fuentes oficiales de la Administración Bush, se pretende forzar la deserción de los generales iraquíes y restar apoyos militares al gobierno de Iraq de cara a la invasión del país.

El plan establece que, una vez invadido y ocupado, Iraq será gobernado por un comandante militar estadounidense -se apunta al General Tommy R. Flanks, comandante en jefe del Comando Central que opera en el Golfo Pérsico- que asumiría el mismo papel que el general McArthur tras la rendición de Japón en 1945.

La propuesta previa de utilizar a los grupos iraquíes de oposición en el establecimiento de un nuevo gobierno en el país tras el derrocamiento del actual [2] -siguiendo el modelo ejecutado en Afganistán- habría quedado relegada, de acuerdo con fuentes oficiales estadounidenses y según la citada edición de The New York Times, por considerarse una idea prematura y a pesar de que los altos mandos del Pentágono apoyan esta línea de intervención frente al Departamento de Estado, la CIA y la propia Casa Blanca, quienes han promovido la intervención directa mediante el gobierno militar estadounidense, al menos en una primera fase cuya duración no ha sido fijada. "Simplemente no estamos seguros de la influencia que los grupos de oposición exterior tienen en el interior. Podrían existir diferencias entre los iraquíes y no queremos caos y anarquía en el inicio del proceso".

El gobierno provisional tendrá el control absoluto sobre el territorio iraquí mientras una 'fuerza aliada' dirigida por EEUU "llevaría a cabo su misión principal: encontrar y destruir las armas de destrucción masiva". Igualmente, y según declara el asesor de Bush para Oriente Medio, Zalmay Jalilzad en The New York Times, la opción más probable es que "[...] la coalición aliada asuma la defensa territorial y la seguridad tras la liberación de Iraq".

El plan prevé como posibilidad establecer un Consejo Consultivo que asistiría al gobierno militar estadounidense y, posteriormente, una administración civil. Una vez superado un periodo indefinido de transición, EEUU devolvería el poder a los iraquíes. Igualmente, se reducirá el número de las fuerzas armadas iraquíes y serán depuestos los oficiales del partido ba'ath que detentan los ministerios del gobierno actual. "La mayor parte de la burocracia dependerá de una nueva gestión".

Nueva estrategia diplomática ante el CS

No parece casual que las revelaciones acerca del plan de ocupación de Iraq estadounidense se hayan hecho públicas cuando la Administración Bush ha iniciado una nueva estrategia diplomática ante los miembros del CS de NNUU. Ante la indecisión del CS sobre respaldar o no la propuesta de EEUU de emitir de una nueva resolución sobre desarme en Iraq que, además de obligar a una inspección inmediata, especifique "las consecuencias" que Iraq sufriría de no cumplirse las expectativas en plazos y resultados que impone Washington -es decir, el uso de la fuerza internacional- la diplomacia estadounidense está presionando ante los miembros del CS para que en cualquier caso, la resolución que se apruebe autorice a EEUU el uso de la fuerza contra Iraq legitimando con ello la guerra.

Esta nueva imposición, presentada por la Administración Bush como una nueva estrategia diplomática y respaldada por el gobierno británico ha sido presentada a los cuatro miembros del CS y está siendo discutida en los últimos días. Rusia y China podrían ser favorables a la misma si bien la decisión del CS podría retrasarse nuevamente tras una propuesta alternativa presentada posteriormente por Francia. La propuesta francesa favorece la aprobación de una primera resolución sobre inspecciones y aplaza a una segunda las consecuencias a tomar por el CS en el caso de que Iraq no cumpla satisfactoriamente con las inspecciones y/o con el desarme de su supuesta capacidad armamentística. La Administración Bush ya ha anunciado su oposición a la propuesta de Francia e insiste en que en caso de adoptarse, la primera resolución deberá garantizar a Bush la autoridad para utilizar la fuerza unilateralmente contra Iraq.

Igualmente, la Administración Bush -que una vez ocupado Iraq controlará directamente las segundas reservas petrolíferas del mundo, el 11% del total- exigirá que el programa de NNUU "petróleo por alimentos" se extienda para financiar la estabilización y la reconstrucción de Iraq tras la guerra.

En cualquier caso, se adopte o no una resolución o dos, poco cabe esperar de la decisión del CS de NNUU porque el debate de fondo entre sus miembros ya no es apoyar o no una nueva resolución de inspecciones en Iraq sino -a través de la posición final del CS sobre el respaldo o no de la guerra de EEUU contra el gobierno de Bagdad- explicitar la sumisión internacional a la nueva doctrina de la Estrategia de Seguridad Nacional [3] que anula el referente legal de NNUU y vacía de contenido los principios básicos que lo sustentan [4]. La determinación de EEUU de lanzar la guerra contra Iraq es un hecho y ante ello, el juego de la diplomacia estadounidense ante los miembros del CS se revela como una mera pantomima de relaciones públicas que básicamente responde al formalismo de refrendar públicamente ante NNUU y ante el mundo la determinación hegemónica de EEUU y la preservación de una mínima imagen por parte de Rusia, China, Francia abocadas a perder su rango internacional ante la agresiva política exterior estadounidense..

Los planes del Pentágono para la guerra

Igualmente, la prensa estadounidense se ha hecho eco en los dos últimos días [5] -a pesar de los formalismos políticos y diplomáticos en torno a la resolución que autoriza a Bush a atacar Iraq- de la definición del plan militar que el Pentágono lleva meses planificando para la guerra contra Iraq. Un informe presentado a Bush [6], ultimado por el propio general estadounidense Tommy Franks (jefe del Comando Central de EEUU en la región del Golfo, y máximo candidato a la jefatura del gobierno militar que imponga EEUU tras la ocupación de Iraq) bajo las instrucciones de los asesores del Pentágono explicita y confirma las previsiones de las operaciones para la invasión militar de Iraq [7].

Las recomendaciones del Pentágono confirman un modelo de invasión con fuerzas ligeras y mucho más rápidas, preferentemente con tropas como el cuerpo de Operaciones Especiales y las divisiones I División Calvari, una unidad de tanques con base en Fort Hood, la III División de Infantería, un cuerpo de infantería mecanizada con base en Fort Steward y la 101 División Aérea, cuerpo de helicópteros de combate con base en Fort Campbell. Todas ellas han sido ya desplazadas a las bases de Kuwait y Qatar en el último mes ante la previsión de un mínimo de 45 a 60 días para poder desplazarse y hacerse operativas sobre el terreno.

Según fuentes oficiales militares y políticas del Pentágono [8] el ataque inicial contra Iraq se iniciará con cientos de bombardeos, lanzamiento de misiles de crucero y ataques aéreos de torpedos contra los sistemas antiaéreos iraquíes. Para ello se ha hecho una estimación de entre 10 días y dos semanas. Una segunda fase se centrará en "objetivos del régimen"-instalaciones presidenciales, emplazamientos de la guardia personal del presidente iraquí, sistemas de comunicación, infraestructuras secretas de la policía y las bases de la Guardia Republicana y otros cuerpos de seguridad. La marina igualmente será utilizada para lanzamientos de misiles con aviones B-52 desde el Golfo Pérsico y el Mar Rojo.

Asimismo, las mismas fuentes militares han indicado que se prevé la utilización de un nuevo tipo de armamento -armas de energía dirigidas para de codificar la electrónica de los sistemas militares y de comunicaciones iraquíes- nunca utilizado anteriormente.
"El diseño de la guerra se centra ahora en un ataque contra el gobierno [de Iraq] y no contra el país. Nuestro interés es llegar allí muy rápidamente, decapitar al régimen y abrir el país demostrando que estamos allí para liberarlo, no para ocuparlo" [8]. Siguiendo a las mismas fuentes, el blanco será Tikrit, una ciudad de 50.000 habitantes a unos 160 Km. de Bagdad, lugar de procedencia del Sadam Husein y considerada por ello en el Pentágono como "el centro de gravedad político" y "el nexo entre Husein, el servicio de seguridad, y su armamento de destrucción masiva". Según la información del mismo periódico, la especulación acerca de que el servicio de seguridad iraquí está integrado por miembros leales al régimen procedentes de Tikrit opera a favor de repetir una estrategia ya empleada por EEUU en la guerra contra Yugoslavia, cuando en 1999 los aviones militares lanzaron una fuerte campaña de bombardeos contra fábricas y almacenes donde supuestamente se concentraban los apoyos más sólidos de Slobodan Milosevic.
Guerra urbana

Los planes de guerra estadounidenses se orientan a causar el colapso del gobierno iraquí e incluyen derribar prioritariamente a los cuerpos de seguridad interna y a la guardia republicana para debilitar al ejército regular y provocar su deserción. Las previsiones de algunos de los asesores militares del Pentágono, particularmente del jefe del Comando Central regional, General Franks, son que a pesar de que el ejército pueda rendirse, no se puede garantizar el apoyo local a la invasión y ocupación del país, especialmente en las grandes ciudades y particularmente en Bagdad. A ello se añade la consideración de que frente a la previsible resistencia militar de la guardia republicana y otros cuerpos iraquíes, la fuerza aérea de reconocimiento y los bombardeos aéreos estadounidenses son mucho menos efectivos en un medio urbano superpoblado.

Otra cuestión no determinada en los planes militares -y que se presenta por los oficiales estadounidenses como preocupante- es la del tiempo que durará la intervención militar en Bagdad, una ciudad de más de cuatro millones y medio de habitantes, y cuyo asedio prolongado puede causar las protestas de la opinión pública internacional debilitando la estrategia de EEUU. Por todo ello, el Pentágono insiste publicitariamente en los medios de prensa en subrayar las ventajas de no resistir tanto para las fuerzas militares iraquíes como para la población local: "Si gran parte de la población apoya a EEUU, entonces el ataque será menor de lo previsto, ya que la población local podría proveer información para la inteligencia militar" [10].

Las más optimistas previsiones militares, en cualquier caso, apuntan a que la ocupación efectiva de Bagdad podría llevar una semana, lo que constituiría el éxito mayor para el Pentágono, pues permitiría adoptar los planes previstos tras la ocupación. Pero los expertos señalan que si las operaciones retrasan la ocupación durante dos ó tres meses, el riesgo aumentará, pues las consecuencias de una campaña larga, en términos de desestabilización regional, puede causar masivas revueltas populares en el escenario árabe y musulmán de incalculables consecuencias para la estabilidad de los regímenes regionales aliados de EEUU [11].

Los apoyos regionales árabes

Las presiones políticas y económicas de EEUU ante terceros estados regionales ­aliados o no- cuya geografía determina una funcionalidad específica y fundamental en la cesión de espacio aéreo y terrestre para el desarrollo de las operaciones militares de las tropas estadounidenses, han causado su efecto. A pesar de los titubeos de Turquía que se sigue negando a ceder su espacio territorial sin previa autorización de NNUU para atacar a Iraq, el acceso al norte iraquí está garantizado por la "zona de exclusión aérea" y el Kurdistán iraquí. Igualmente, la asistencia territorial que ha garantizado Jordania [12] asegurará el acceso a la parte occidental del país. Por su parte, los estados árabes del Golfo como Kuwait, Oman o Qatar, han dado ya su apoyo esencial para la ejecución de los ataques aéreos de EEUU contra Iraq, dada la negativa saudí -matizada hace unas semanas.

Significativo es que Qatar, que posee las terceras reservas mundiales de gas, y que había mantenido en los meses pasados una posición contraria a cualquier ataque contra Iraq a pesar de su alineamiento histórico con los intereses regionales de EEUU haya virado su posición ante el profundo deterioro de las relaciones entre EEUU y Arabia Saudí tras la negativa saudí a permitir el uso de su territorio en la guerra contra Afganistán y el consecuente cambio operado en la Administración Bush sobre la necesidad de modificar la estrategia tradicional de apoyo al régimen de la familia Sa'ud [13]. Qatar, cuyo régimen conservador ha sabido ver los dividendos políticos y económicos de esta guerra, se perfila desde hace meses como el candidato idóneo de la zona para optar al puesto de aliado estratégico preferente en el Golfo.

La reciente información aportada por oficiales estadounidenses al respecto de que 600 miembros del Centro del Comando Regional -ubicado hasta ahora en Arabia Saudí- van a trasladarse a la base de al-Udei el próximo noviembre (con vocación de permanencia indefinida) [14] confirma la decisión estadounidense de estacionar definitivamente en Qatar su centro de operaciones en detrimento del régimen de Arabia Saudí. Igualmente lo confirman las cuantiosas inversiones económicas que el Pentágono está haciendo en al restauración y ampliación de la base militar qatarí de al-Udei con un presupuesto de más de 1.400 millones de dólares. A esta base, que ya fue utilizada por EEUU en la guerra contra Afganistán en 2001, se le está dotando de un carácter multifacético que incluiría -tras la construcción de la pista de despegue más larga de Oriente Medio- infraestructuras militares para que puedan estacionarse y operar todo tipo de aviones de combate, incluidos bombarderos B-52 [15]. Una vez completadas las obras, la base albergará a un contingente de tropas estables de 10.000 miembros.

Diversas fuentes indican que unidades israelíes se habrían incorporado asimismo al contingente estadounidense de la base qatarí de al-Udai, a fin de facilitar la coordinación de la campaña contra Iraq entre EEUU e Israel [16]. Ello sería un indicio más de que, en esta ocasión y a diferencia de la Guerra del Golfo de 1991, Israel sí participará en la intervención contra Iraq, al ser considerado por la Administración Bush como su más fiable -si no el único- aliado en la región.

Demócratas y republicanos: intereses de clase

Como se ha visto, las previsiones de la guerra desde el punto de vista militar están ya definidas desde hace semanas según las directrices emanadas del secretario de Defensa Rumself y su círculo de asesores en el Pentágono, al igual que lo está la definición de un plan preciso para la instalación de un gobierno militar en Iraq tras su ocupación. Esta constatación da cuenta de la irrelevancia del debate formal que ha tenido lugar en las últimas semanas en el Congreso y Senado de EEUU acerca de la conveniencia o no de autorizar al presidente Bush el lanzamiento de la guerra unilateral contra Iraq. Y ello es así, máxime, cuando la Administración estadounidense ha contado con los apoyos mayoritarios a la iniciativa belicista de Bush tanto en su propio partido como en el de los demócratas, que sólo en ciertos sectores, han sabido utilizar la cuestión de la guerra contra Iraq exclusivamente como leiv motiv de su campaña electoral ante las elecciones de noviembre, sin que mediase en esta cuestión una posición de rechazo fundada en principios políticos firmes o siquiera razonables [17].

Pretendiendo distanciarse de la imagen imperialista que caracteriza al gobierno de Bush, la oposición del Partido Demócrata no ha divergido en el debate político -salvo en las formas- de los objetivos asociados a la guerra contra Iraq. A este respecto, es revelador que los opositores más señalados, salvo contadas excepciones [18], hayan fundado su oposición a la guerra en cuestiones secundarias relativas al momento de lanzarla o a la necesidad de contar con el apoyo de NNUU. Ello vuelve a demostrar la clara convergencia que funda los intereses de clase del sistema bipartidista estadounidense y cuestiona las bases de su representatividad democrática, particularmente si se atiende al hecho contrastado de las encuestas que afirman el progresivo ascenso de la impopularidad de la guerra entre la opinión pública estadounidense y el gran impulso que está teniendo en todo el país el movimiento contra la guerra [19].


Notas:

1. Toda la información contenida en este apartado se ha extraído de The New York Times, 11 de octubre de 2002.
2. Véase en CSCAweb:
La administración Bush prepara con la oposición iraquí una conferencia en la que se definirán las instituciones de Iraq tras la intervención y el cambio de régimen en el país, Representantes de la oposición iraquí se reúnen de nuevo con la Administración Bush, mientras EEUU y Gran Bretaña evalúan el empleo de armas nucleares tácticas contra Estados acusados de pretender construir armas de destrucción masiva y Máximos responsables de la oposición iraquí inician en Washington sus reuniones con la Administración Bush
3. Véase en CSCAweb:
Mientras la Administración Bush da a conocer el contenido de la nueva estrategia de seguridad nacional de EEUU, Israel da por iniciada la guerra contra Iraq desencadenando su ataque final contra Arafat y los palestinos
4. Véase en CSCAweb:
Carl Messineo y Mara Verheyden-Hilliard: Evaluación crítica de la nueva 'Estrategia de Seguridad Nacional' de la Administración Bush
5. The New York Times, 9 de octubre de 2002 y The Washington Post, 10 de octubre de 2002
6. The New York Times, 9 de octubre de 2002.
7. Véase en CSCAweb:
El Pentágono prosigue con los preparativos militares para el ataque a Iraq
8. The Washington Post, 10 de octubre de 2002.
9. Ídem.
10. Experto militar estadounidense citado en The Washington Post, 10 de octubre de 2002.
11. Robert Kilebrew, coronel estadounidense retirado, asesor del ejército de EEUU, citado en The Washington Post, 10 de octubre de 2002.
12. Véase en CSCAweb:
La Administración Bush y la monarquía hachemí llegan a un acuerdo secreto para uso de territorio jordano en la intervención de EEUU contra Iraq
13. Véase en CSCAweb
Mientras la Administración Bush da a conocer el contenido de la nueva estrategia de seguridad nacional de EEUU, Israel da por iniciada la guerra contra Iraq desencadenando su ataque final contra Arafat y los palestinos
14. The New York Times, 9 de septiembre de 2002.
15. Véase en CSCAweb:
El Pentágono prosigue con los preparativos militares para el ataque a Iraq
16. "Israeli Trops in Qatar", Breaking News Advisory, 11 de octubre de 2002. Sobre la posible implicación de Israel en la próxima guerra contra Iraq véase en CSCAweb:
¿Qué es lo que realmente está en juego?: los planes de EEUU para un nuevo mapa de Oriente Medio
17. El debate ha sido recogido ampliamente por la prensa estadounidense en las dos últimas semanas, particularmente en The Washington Post.
18. El congresista Robert Byrd, afamado por su apego a la Constitución estadounidense y sobre la que ha basado su crítica a la ilegalidad de la resolución aprobada por el Congreso.
19. Véase en CSCAweb:
La respuesta del movimiento contra la guerra: cientos de miles de personas se manifestarán contra la guerra en Iraq los días 26 y 27 de octubre en diversas ciudades del mundo



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