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COVID-19: ¿La era de las Masas ha muerto?

Jueves 7 de mayo de 2020 por CEPRID

Níkolas Stolpkin

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Muchos parecieran dar por sentado el que un nuevo mundo estaría emergiendo a partir de la denominada pandemia COVID-19. Quizá podrían tener razón con respecto a determinados aspectos relacionados con el control social, pero no más que eso. Sería absurdo imaginar que de ahora en adelante viviremos con mascarillas, limpiaremos asiduamente nuestras manos con alcohol gel, mantendremos una distancia relativa, no habrá apretones de manos, no besaremos en la mejilla, no habrán abrazos, no se podrá bailar en pareja, no habrán más eventos masivos...

Dentro del sistema económico imperante, sería difícil pensar en la ausencia del rol que representan aún las masas. Tanto en el aspecto político como económico, las masas juegan un rol preponderante. Sin las masas la política y la economía de hoy no tendrían sentido. Los gobernantes responden a las masas así como la actual fabricación de productos. No estamos en tiempos en donde la opinión de las masas no eran tomadas muy en cuenta por sus gobernantes. Ni estamos en tiempos en donde los productos mayormente eran elaborados por artistas y artesanos. Tampoco estamos en tiempos de esclavitud vulgar sino subrepticia.

La clase gobernante necesita de las masas porque es la forma en que mejor las controla, y no de manera aislada o individual que es cuando más se utiliza la razón.

La política, además, es el puente de comunicación que existe entre las élites económicas y el pueblo, y el Estado su morada. Sin ese puente sólo quedaría el imperio de la fuerza o las élites no podrían avanzar sin dificultad y erigir las instituciones que hoy dominan.

¿De ahora en adelante no habrán aglomeraciones o encuentros masivos? ¿Las manifestaciones deportivas, musicales, teatrales, religiosas, lúdicas, populares, políticas serán cosas del pasado? ¿Por cuánto tiempo estarán suprimidas las actividades con fuerte carga popular? Por supuesto que nos costaría creer en algo así, pero dichas preguntas son necesarias tenerlas en cuenta y que las autoridades vayan despejando dudas.

Nuestros pueblos nunca habían experimentado en tiempos de paz y, al mismo tiempo, visto amenazada su libertad de maniobra y laboral, un confinamiento tal como lo estamos experimentando hoy y a nivel mundial.

Impedidos de poder ir a sus lugares de trabajo –ya por un prolongado tiempo– o impedidos de proseguir su vida habitual, muchos comienzan a padecer la angustia y desesperación de un horizonte que aún no da señales de mejoría.

El confinamiento parcial o total, voluntario u obligatorio, comienza poco a poco a surtir efecto; un efecto adverso tanto en lo político, económico como social. Y es en las recesiones económicas donde también afloran los efectos negativos de la crisis. Los índices de cesantía, inflación, suicidio, alcoholismo, depresión, divorcio, violencia doméstica, etc, se dispararan.

Las grandes empresas no tienen mayor problema con las restricciones, pero las pequeñas y medianas empresas, los trabajadores tanto formales como informales –quienes han sufrido más las restricciones–, comienzan a entrar a terrenos adversos que, de proseguir tal como está, nos arriesgamos a ser partícipes de un escenario complejo que podría desembocar en revueltas sociales significativas o un clima social negativo.

Sin una pronta apertura económica o un horizonte favorable, la desobediencia a la autoridad y la revuelta social asomarán con más voluntad allí donde ya no se sostenga más el confinamiento o las restricciones. No es de extrañar que estas ya comiencen a aflorar en distintas partes o regiones. Las familias o personas necesitan trabajar, comer, desplazarse, pagar deudas, esparcirse...

Se requieren decisiones políticas pronto; liderazgo político. La política debe ejercer su función: liderar, entregar certezas y tranquilidad a la población. La comunidad científica no hará ese papel. Las familias, los trabajadores, los estudiantes, los desempleados necesitan pronto ver un horizonte que los tranquilice y les de esperanza.

Los Medios, a su vez, deberían asumir un rol más responsable y dejar de lado su actual rol apocalíptico de cifras y curvas que de nada ayudan más que avivar el fuego del miedo. ¿Por qué no empezar desarticulando el actual centro de la información que gira hoy alrededor del COVID-19? Difícil tarea, evidentemente, teniendo en cuenta el manejo de la información que tienen las grandes potencias económicas frente a los países políticamente dependientes que suelen acomodarse o hacerse eco de lo que difunden las grandes potencias.

¿Los países dependientes políticamente junto a sus Medios pueden actuar de manera independiente frente a las grandes potencias a las cuales gustan hacer reverencia? Fijémonos cuando eso suceda y vean el comportamiento de los Grandes Medios de Comunicación frente a los países o líderes que logran actuar con independencia o fuera de los parámetros de algún órgano internacional de relevancia.

Níkolas Stolpkin es analista político nacional e internacional - Political Analyst - Crítico de política y Cultura Contemporánea - AUTODIDACTA

@NStolpkin


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