Xarxa Feminista PV

Peligro psíquico y sábado negro

Sábado 17 de junio de 2023

Es mentira que a la extrema derecha le importen los ancianos, las mujeres embarazadas, los niños y la familia

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Mujeres con carteles protestan durante una manifestación por el 8M. Glòria Sánchez / Europa Press

Violeta Assiego 16 de junio de 2023 elDiario.es

En Polonia –país cuyas políticas contra los derechos de las mujeres, las personas LGTBIQ y las personas migrantes admira y desea emular Vox ahora que tiene poder para hacerlo–, un tribunal califica a una madre de “peligro psíquico” para sus hijos.

Dicen los jueces polacos que existe un peligro psíquico para los niños de cuatro y siete años si estos no se crían exclusivamente en una familia natural, es decir, en la formada por un hombre y una mujer (ambos cisexuales), y sí lo hacen en una donde los cuidados de su madre debe ser que son menos cuidados por el hecho de ser una mujer trans. Desoye el tribunal los instrumentos internacionales por los que estos niños tienen derecho a ser cuidados por su familia de origen sin que esta puede ser discriminada por un motivo como el de la identidad de género de sus progenitores.

Sin embargo, para la ultraderecha conservadora –sea en Polonia, en Hungría, en Italia o en la Comunitat Valenciana, Toledo, Burgos…– los valores tradicionales de una creencia religiosa (en este caso la católica) están por encima de los derechos humanos, y lo van a hacer valer desde los gobiernos municipales y autonómicos con una defensa impositiva de la familia tradicional y de la división sexual clásica entre hombre y mujer que ya conocen bien en España quienes recuerdan y vivieron la dictadura: el nacional catolicismo del franquismo.

Por su parte, dice Núñez Feijoo que cuando llegue al Gobierno de España derogará el “sanchismo”, y, para ejemplificar cómo, dice que derogará, entre otras cosas, la ley trans y eliminará el Ministerio de Igualdad. Identifica el líder del PP, y eso es alarmante, “sanchismo” con derechos humanos. Su propuesta de “borrón y vuelta al orden de mis tiempos jóvenes” se traduce en derogar o eliminar normas que garantizan derechos humanos o instituciones que garantizan estos. Debería leerse Feijóo el último informe del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) de Naciones Unidas y sus observaciones finales, donde felicita a España por la creación del Ministerio de Igualdad en 2020 y el establecimiento de una arquitectura nacional para los derechos de la mujer (observación número 17).

“Peligro psíquico para los niños”, “contrario a su interés superior”… para referirse a todo aquello que hace referencia no solo a las personas LGTBIQ, sino también a las mujeres “rebeldes”, a las que denuncian, a las madres “locas”, pobres, migrantes, histéricas… a aquellas que encarnan con sus cuerpos y sus decisiones un estorbo para un sistema donde la moral, el orden y la religión ocupan el centro. Un sistema que quiere que se perpetúe un modelo de familia y sociedad donde no se compartan derechos, espacios ni privilegios con otros modelos de familia, otras formas de entender la libertad y otras culturas y costumbres.

Con la aprobación de leyes que han garantizado derechos humanos de grupos sociales sistemáticamente discriminados y violentados, tantas veces se anunció desde los púlpitos, los lobbies ultraconservadores y los medios conservadores el apocalipsis y las siete plagas, tantas... Pero ni la familia tradicional, ni el sujeto hombre, ni la cisheterosexualidad, ni la blanquitud ni la españolidad han sido destruidos ni amenazados en todos estos años por el matrimonio igualitario, la separación de bienes, el divorcio, el aborto, los métodos anticonceptivos, la igualdad de oportunidades, la migración, la diversidad sexual, la pluriculturalidad… No sucedió.

“La violencia de género no existe, la violencia machista no existe”, dice un diputado autonómico de Vox por Valencia al recoger su acta. No sé si el señor Llanos podría mirar a los ojos a Ángeles, Itziar, Ruth, Margarita, Beatriz, Laura, Aurelie… –madres todas ellas, víctimas de violencia de género, cuyos hijos e hijas fueron asesinados por sus parejas o ex parejas (hombres) con crueldad hacia ellas y, ante todo, hacia las y los propios niños–, y volver a decir ante ellas que la violencia machista no existe, que es un invento de las feministas… Posiblemente lo haría, como lo han hecho tantos otros quebrantando minutos de silencio y declaraciones institucionales tras el asesinato de mujeres negando a las asesinadas y sus familias la reparación simbólica de las instituciones. Eso sí que es machaque psíquico para quienes sufren y viven las violencias machistas.

¿Cuál es realmente el peligro psíquico para las niñas y niños? ¿El mensaje de una madre que lucha por ver a sus hijos e hijas o el de un representante político que con su negación demuestra lo que niega? ¿Cuál es el peligro psíquico para las niñas y niños? ¿Crecer en una sociedad que fomente valores de convivencia, respeto a la diversidad y educación en los derechos humanos o hacerlo en una sociedad donde los dogmas católicos sobre la vida, la familia, la sexualidad, la moral, la cultura y la educación se impongan por encima de cualquier otra forma de pensar?

Es mentira que a la extrema derecha le importen los ancianos, las mujeres embarazadas, los niños y la familia. Si así fuera, hubieran sido los primeros en denunciar lo sucedido en las residencias de ancianos durante la Covid19, muchas de ellas gestionadas por empresas en las que tienen intereses políticos y económicos. Es mentira que les importen los niños, si fuera así serían los primeros en tratar de perseguir los abusos de la Iglesia católica o dejarían de hacer la vida imposible a la infancia pobre, migrante y LGTB. Es mentira que les importen las mujeres embarazadas a no ser que quieran volver a aquellas prácticas en las que sus bebés eran separados de sus madres porque esas criaturas cumplían el deseo de ser padres de otras familias, las familias de la gente de bien. Si les importaran las mujeres embarazadas no privatizarían la sanidad, ni las escuelas infantiles, ni hablarían de “paguita” para referirse a las ayudas que tanto necesitan muchas madres. Es mentira que les importe la familia, si realmente les importara no negarían la violencia machista, no se opondrían a que se diera educación afectivo-sexual en las escuelas y no retirarían la patria potestad a las madres pobres, migrantes… a las maltratadas, a las madres protectoras. Si les importara la familia, respetarían su diversidad.

El peligro psíquico no está en lo que defendemos con los derechos humanos, los feminismos, la lucha contra el cambio climático o la justicia social. No son esas luchas las que provocan violencia, dolor, sufrimiento y desgastan física y emocionalmente. Más bien todo lo contrario, si algo han tenido y tienen esos movimientos es que han hecho a las sociedades más humanas y mucho mejores. No es a Pedro Sánchez lo que vienen a derogar los gobiernos del PP y Vox. Sábado negro se queda corto para todo lo que nos queda por oír, ver y vivir, de ahí la importancia, ahora más que nunca, del autocuidado psíquico, de estrechar lazos desde lo humano, de salirnos de su marco y de reparar los consensos que se han roto, de tejer y reforzar las redes, de hablar con el diferente y de escuchar desde la responsabilidad afectiva. La violencia machista existe, claro que existe, como también existen la transfobia y el racismo. De eso va esta batalla cultural.

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