Xarxa Feminista PV

Palestina como cuestión feminista

Domingo 5 de mayo de 2024

Belén Marco, Susana Draper y Ana María Morales, de los nodos de La Laboratoria en Nueva York y en Quito conversan con Sarah Ihmoud, Eman Ghanayem y Tara Alami del Colectivo Feminista Palestino.

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Marcha organizada por el Colectivo Feminista Palestino en Nueva York. Foto: Belén Marco Crespo.

Belén Marco, Susana Draper y Ana María Morales. 5 MAY 2024 El Salto

El pasado 8 de marzo, la lucha Palestina y el repudio al genocidio que está aconteciendo en Gaza ocuparon un lugar central en muchas partes del mundo. Conversamos con compañeras del Colectivo Feminista Palestino (PFC en adelante), quienes además de coordinar varias acciones camino al 8M en diferentes ciudades de Estados Unidos, han insistido en la necesidad de construir un feminismo popular de base, antiracista, anticolonial y antiimperialista. Dentro de este marco, han desplegado análisis múltiples para entender la complejidad de violencias sostenida sobre el pueblo palestino desde una lente feminista.

Laboratorias: Nos gustaría que nos cuenten un poco sobre el contexto en el que emerge el PFC, cuáles son sus valores y de qué forma comprenden la lucha palestina como una cuestión feminista.

Sarah: El Colectivo Feminista Palestino es un colectivo de feministas palestinas y árabes que viven principalmente en la Isla Tortuga, nombre que usan las comunidades indígenas para referir a lo que hoy se nombra como Estados Unidos. Somos un colectivo intergeneracional de activistas, organizador*s, practicant*s, creador*s, pensador*s, artistas, académic*s, curander*s, protector*s del agua y la tierra, dador*s y sustentadores de vida. Estamos comprometid*s centralmente a lograr la liberación social y política palestina enfrentando la violencia, la opresión y el despojo sistémicos de género, sexual y colonial. Nos reunimos para pensar en cómo la violencia colonial y patriarcal están interconectadas y cómo se manifiestan en nuestras propias vidas como mujeres palestinas y personas queer. No hay liberación de las mujeres, de las personas queer o de las personas no conformes con su género sin nuestra liberación más amplia como pueblo del colonialismo, por lo que obviamente estamos inspirad*s y venimos de una larga ascendencia de construcción de movimientos sociales.

En la historia feminista palestina miramos hacia atrás, hacia más de 100 años de organización contra la violencia colonial e imperial en nuestras tierras y territorios, y también nos inspiramos de otros movimientos feministas Árabes, Negros, Indígenas y del Tercer Mundo. Nos movilizamos para promover el feminismo palestino como una filosofía y una praxis liberadora que es necesaria no sólo para nosotr*s como palestin*s, sino también como una lucha interconectada con otras para crear el mundo en el que queremos vivir.

Nos formamos como colectivo en 2019 cuando Israa Ghrayeb, que tenía 21 años, fue asesinada en feminicidio en su pueblo cerca de Belén. Eso marcó el comienzo de un nuevo movimiento feminista en Palestina llamado Tal’at, que fue una red de feministas y organizadoras palestinas que pidieron responsabilidad por su asesinato bajo el lema: no hay patria libre sin la libertad de las mujeres. Organizarse contra el feminicidio fue una especie de impulso para esta nueva ola de movimiento feminista y organización desde la patria. Nos inspiró como feministas palestinas basadas en lo que llamamos shatat, que no es una traducción directa del término diáspora porque en árabe se refiere más bien a dispersión. Esta diferencia es importante porque todavía somos un pueblo que se está dispersando, que se enfrenta permanentemente a la dispersión. Entonces, en este espacio de dispersión, creamos esta organización de movimiento en parte como respuesta y en conversación con nuestras hermanas en la patria, que se estaban organizando contra la violencia de género en nuestras propias comunidades en relación con estas formaciones más amplias de violencia colonial.

Comenzamos a trabajar y construir a nivel nacional lo que ahora es la primera red de feministas palestinas y árabes en los territorios de Isla Tortuga (Estados Unidos) y lanzamos nuestra primera campaña, que se llamó “Palestina como cuestión feminista” en marzo de 2021, con el objetivo de movilizar el feminismo como una lente a través de la cual podemos volver a comprender y centrar la urgencia de la liberación palestina en las agendas políticas feministas. En un nivel, se trataba de fortalecer los linajes feministas palestinos y los diálogos entre los espacios del movimiento fortaleciendo así nuestras relaciones con las organizadoras feministas en la patria. A otro nivel, se trataba de comprender la especificidad de nuestro papel como feministas de Palestina en el corazón del imperio estadounidense y lo que eso significa en términos de organización feminista transnacional, poniendo la liberación palestina en la mesa de los feminismos.

Tara Alami: A partir de la primera campaña de 2021 y 2022, pasamos unos cinco o seis meses trabajando en un calendario que se llama Calendario y Programa de Funciones Feministas Palestinas. Además del compromiso feminista, la declaración “Palestina es una cuestión feminista”, fue la primera cara pública integral o la primera encarnación de los principios del PFC. Teníamos 13 principios en ese calendario y mientras trabajábamos en él, nos preguntábamos: ¿qué significa para nosotr*s imaginar un futuro feminista palestino desde dentro del vientre de la bestia, uno que nos conecte, como atacado en este estado de dispersión, es decir, a nuestro pueblo que resiste la violencia de los colonos en Palestina y en otros lugares? Entonces, se nos ocurrió este calendario como una gramática feminista encarnada de la vida, el amor y la liberación. En esos 13 principios centramos nuestra visión y praxis anticolonial y decolonial afirmativa de la vida.

Eman Ghanayem: Estaba pensando en cómo el pueblo palestino siempre ha utilizado todas las herramientas que tenemos para crear, para proyectar la liberación, y el feminismo es una de esas herramientas. En nuestro colectivo, no pensamos en el feminismo como una herramienta aislada de los demás, sino como una que incluye a las demás. Entonces, la violencia que experimentan las mujeres palestinas no es algo que veamos aisladamente de la violencia que experimenta nuestro pueblo en todo el espectro de nuestra clase social, nuestro género y nuestra edad. Hace poco hablaba sobre cómo el movimiento feminista puede trabajar más para incorporar a l*s niñ*s en nuestra lucha, porque tendemos a pensar en las cuestiones sociales y políticas de manera aislada y profundizamos así su compartimentación. Si el movimiento feminista en Estados Unidos sólo se preocupa específicamente por los derechos de las mujeres o los derechos de las mujeres cis: ¿adónde van los niños? ¿Cuál es nuestro papel hacia nuestra comunidad, no sólo hacia nosotros mismos? El PFC ha estado presionando para lograr más potencial y negándose a ser miope y tradicional en formas limitantes. El Tercer Mundo, el mundo Indígena, el mundo colonizado, el mundo poscolonial, siempre ha encontrado formas de crear y hacer que estos términos sean muy amplios y mostrarlos como inherentes a nuestras formas de ser y cuidar un*s de otr*s. Gran parte de la lucha que enfrentamos como PFC es definir y redefinir los términos que funcionan para nosotr*s de manera que incluyan muchas más que formas muy específicas y anticuadas de pensar sobre género y derechos.

Sarah Ihmoud: El feminismo tiene mala fama en la región de Swana y en nuestra región por una razón. Obviamente, hemos visto las formas en que los discursos feministas coloniales han sido utilizados y movilizados en guerras y genocidios anteriores como una forma de justificar la intervención militar e imperial estadounidense en la región, bajo el pretexto de liberar a las mujeres árabes de una sociedad árabe opresiva, de la cultura musulmana en particular o de nuestros hombres indígenas supuestamente peligrosos, y obviamente vimos esto en Afganistán, vimos esto en Iraq. Ahora estamos viendo resurgir este tipo de discursos con el genocidio en Gaza. Es importante argumentar por qué el feminismo todavía tiene mala fama en nuestra comunidad. Parte de lo que también estamos haciendo en nuestra propia comunidad es luchar contra esas interpretaciones coloniales del feminismo y reimaginar, tanto colectivamente como desde los espacios de base que estamos construyendo, lo que significarían formas alternativas de feminismo. En términos de nuestro colectivo, parte de los valores están incorporados en el hecho de que somos un colectivo, porque una de las cosas que el colonialismo le hace y le ha hecho a nuestro pueblo durante casi un siglo es intentar desconectarnos, fragmentarnos en geografías separadas. Y, obviamente, estamos aquí en Estados Unidos por diferentes razones, pero much*s de nosotr*s estamos aquí porque nuestras familias fueron desplazadas. Por eso, parte de la construcción de espacios colectivos es una práctica de reconectar los tejidos de nuestras intimidades como pueblo indígena. Y construir un colectivo feminista es también reconstruir ese espacio, pensar, soñar junt*s, construir amistades un*s con otr*s, amarnos y crear espacios de pertenencia, especialmente en un contexto como Estados Unidos, Canadá, que tanto odio nos muestran. Y estamos viendo que ese odio también resurge en este momento. Este es un momento en el que realmente sentimos que nos necesitamos un*s a otr*s. Y nuestros espacios, nuestro colectivo, han sido un santuario en muchos sentidos.

Laboratorias: ¿Cómo encuadran su trabajo en el lenguaje de la justicia reproductiva y en una comprensión feminista de la paz? Encontramos que esto conecta mucho con lo que decían sobre la necesidad de reimaginar nuestro lenguaje desde fuera de las capturas del “feminismo” colonial e imperial.

La cuestión de la justicia reproductiva

Sarah Ihmoud: Israel es un proyecto colonial y la colonización implica necesariamente la eliminación de los pueblos nativos de sus tierras y territorios indígenas. Una lente feminista nos invita a comprender las políticas sexuales y de género de ese proyecto. Como feministas palestinas, nombramos en particular la violencia de género y sexual que abarca el genocidio reproductivo, como algo central para esa estructura más amplia del poder colonial y su maquinaria racializada de dominación. Entonces, esto incluye la violación y la violencia sexual y cómo fueron utilizadas sistemáticamente como armas contra las mujeres palestinas al inicio de la Nakba en 1948, cuando 750.000 palestin*s fueron expulsad*s ​​de sus tierras y territorios ancestrales. En cierto modo, eso da una forma más amplia a la lógica del poder colonial de los colonos y a cómo todavía opera hoy.

Entonces, cuando vemos que más de 30.000 palestinos han muerto en esta escalada genocida en Gaza, de los cuales el 70% son mujeres y niños; cuando vemos que un millón de mujeres y niñas han sido desplazadas varias veces a pie; donde hay un aumento del 300% en la tasa de abortos espontáneos entre mujeres embarazadas; donde las mujeres embarazadas y lactantes se encuentran en una desventaja grave y obvia con esta maquinaria de violencia y poder; y donde hay un comunicado de prensa reciente de la ONU llamando la atención sobre el hecho de que ha habido lo que ellos llaman ataques deliberados y asesinatos extrajudiciales de mujeres y niños en lugares donde buscaban refugio o huían; y también observaron casos de violación, violencia sexual e incluso –¿cómo lo llamaron?– el traslado forzoso de al menos un niño palestino por parte del ejército israelí en Gaza.

Entonces, tenemos que preguntarnos: ¿cómo entendemos el ataque específicamente como agresiones de género contra los cuerpos, las sexualidades y las capacidades de las mujeres para dar vida? Sabemos que, como en otros contextos coloniales, nuestros cuerpos, nuestra sexualidad y nuestras capacidades reproductivas son atacadas de manera particular. Por lo que representan: tierra, reproducción, parentesco y gobernanza indígena y la posibilidad de soberanías alternativas -de soberanía palestina sobre el territorio. Por eso creo que es importante comprender la cuestión de la justicia reproductiva en este contexto más amplio e histórico. Vemos una urgente necesidad de definir el Genocidio Reproductivo en el contexto de Palestina.

Tara Alami: El encarcelamiento y la violencia del Estado nación, de un Estado nación colonial de colonos, es un ataque a la generacionalidad de los pueblos nativos y la tierra. A medida que el Estado colono se desarrolla en diferentes etapas, se convierte en un ataque a la nacionalidad de todas las personas oprimidas y de todos los géneros oprimidos o subrepresentados y de las personas que viven deliberadamente (con deliberadamente quiero decir: diseñadas por el estado) en zonas con condiciones materiales muy precarias, ya sea estar sin vivienda, empobrecid* o hambrient*, o sin tener acceso a la educación, o viviendo en un desierto alimentario, sin tener acceso a una atención médica equitativa y asequible, y podría seguir y seguir...

Tal vez se esté volviendo más claro para la gente durante los últimos 5 o 6 meses que el ataque a la generacionalidad y a la capacidad de reproducirse, sostenerse, dar y sostener la vida en Palestina es parte integrante del diseño colonial de los colonos sionistas. Está en el tejido del genocidio sionista y, en el contexto actual de Gaza, sabemos que casi más de 5.000 mujeres han tenido que dar a luz en las condiciones más inseguras, bajo bombardeos constantes, pero también en condiciones antihigiénicas, condiciones en las que no tienen acceso a atención médica adecuada, condiciones pre y posparto en las que pasan hambre, desnutrición, incapaces de mantener la vida después de darla. Hay fotos de bebés prematuros en la UCI que fueron asesinados porque estaban muertos de hambre, porque no había electricidad en el hospital, porque sus máquinas ya no funcionaban...

Y vimos una aguda necesidad de definir el “genocidio reproductivo” en el contexto de Palestina durante los últimos cinco o seis meses, y también durante los últimos cien años de resistencia contra el colonialismo y el imperialismo, ya sea británico o sionista estadounidense…

En la ocupada Cisjordania, en Palestina, el ataque a la generacionalidad puede adoptar diferentes formas: puede tomar la forma de incursiones nocturnas realmente violentas por parte de las fuerzas de ocupación israelíes en aldeas y, literalmente, ataques a hogares donde l*s niñ*s son secuestrados de sus padres o viceversa, los padres son secuestrados de sus hijos y llevados y encerrados en mazmorras sionistas. Puede tomar la forma de ser un prisionero político palestino, y sabemos que dondequiera que haya opresión, y en este caso, un ataque genocida a generaciones, habrá resistencia y aquí es donde, por ejemplo, el contrabando de esperma se reveló como una forma de resistencia anticolonial contra este genocidio en curso durante décadas y décadas. Ahora mismo, la gente está llamando genocidio a lo que está sucediendo en Gaza. Pero la verdad es que es una escalada. Es una escalada masiva de un genocidio que ha estado ocurriendo durante décadas y décadas.

Así que no se trata sólo de los últimos cinco o seis meses, y tampoco se trata sólo de Gaza, sino de toda Palestina. La declaración que escribimos y publicamos recientemente define el genocidio reproductivo, tal vez más concretamente como políticas, e incluso discursos y prácticas materiales, que pueden actuar y restringir, atacar o atacar deliberadamente las capacidades, las opciones y el acceso de l*s palestin*s o, más ampliamente, que dan y sostienen la vida, comunidades que se vuelven vulnerables por la violencia militar sistémica, la ocupación, el asedio, el colonialismo de colonos o guerras coloniales e imperialistas similares. En nuestra definición, incluimos el encarcelamiento, la guerra psicológica, el castigo colectivo, la limpieza étnica, la violencia sexual y de género contra mujeres, niñas y hombres por parte de un estado ocupante o una fuerza militar y luego imponer condiciones de inhabitabilidad en la ciudad. Simplemente no puedes mantener la vida en estas condiciones. Y hemos visto en Gaza en los últimos meses una escalada de esta situación. Pero también debemos recordar que los palestinos en Gaza han estado viviendo bajo un bloqueo aéreo, terrestre y marítimo durante 17 años. Y luego, antes de eso, antes de que las fuerzas de ocupación israelíes se retiraran, como una ocupación, creo que la gente a veces olvida que durante décadas Gaza tuvo asentamientos reales. Antes del bloqueo y asedio militar.

En este momento estamos viendo un control y corte deliberado de recursos vitales como el agua, el combustible, la electricidad y los alimentos. Recientemente, vimos que parte de la ayuda estadounidense —si se les puede llamar gotas de ayuda— en realidad fueron arrojadas sobre paneles solares de un hospital, destruyendo así la fuente de electricidad de ese hospital. Este es un claro ataque a las fuentes de sustentación de la vida. Una negación de salvar vidas o de lo que quede de recursos médicos para salvar vidas. Y la hambruna colectiva de todas las personas, pero especialmente como hemos visto en el norte de Gaza, especialmente de los niños discapacitados que requieren una dieta específica, que tienen necesidades o restricciones dietéticas específicas o necesitan alojamiento específico para poder vivir no solo vivir cómodamente, sólo para vivir. Además, hemos visto la erradicación de genealogías enteras de los palestinos en Gaza, las familias cristianas de Gaza que han sido blanco de ataques aéreos y el asesinato en masa de niñ*s y bebés, la destrucción de instituciones médicas, ya sea mediante ataques aéreos o mediante ataques terrestres invasión.

La aniquilación de fuentes de cosechas agrícolas: por ejemplo, Gaza es famosa por las fresas y hemos visto los ataques aéreos contra las granjas y la vida. Las granjas tienen como objetivo la fuente de trabajo y sostienen las infraestructuras alimentarias vitales. Hemos visto cómo se ha creado un ambiente muy tóxico donde la gente, además de no tener acceso a la infraestructura sanitaria más básica, ha estado expuesta diariamente, a desechos, materiales tóxicos, infecciones virales, infecciones bacterianas que pueden impactar, obviamente, la salud de las generaciones futuras. Vimos esto en Iraq, donde las mujeres de Faluya todavía dan a luz a niños que nacen con enfermedades congénitas y mortales debido a los ataques liderados en 2003 por Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá. Eso fue hace más de 20 años, y todavía estamos viendo los efectos de esos ataques en los niñ*s y en los bebés que están naciendo ahora mismo en 2024. Y volviendo a vuestra pregunta, como dijo Sarah, parte de nuestra misión y nuestros valores se basan en responsabilizar a los llamados espacios, grupos o instituciones feministas o instituciones de derechos de las mujeres aquí en Estados Unidos, pero también contrarrestar sus esfuerzos por cooptar y transformar el significado del lenguaje de los derechos de las mujeres y usándola como un arma contra las mismas mujeres, o borrando por completo el genocidio reproductivo que está ocurriendo en Palestina.

Un ejemplo de ello es la declaración de Planned Parenthood de diciembre de 2023, que omitió por completo mencionar a Palestina y el colonialismo de colonos sionistas, que se basa, por supuesto, en la lógica de la eliminación. La condición de posibilidad del Estado sionista requiere la aniquilación del pueblo palestino y su expulsión —nuestra expulsión de nuestra tierra. Entonces, en su declaración vimos claramente un marco orientalista que veía a los grupos racializados o, en este caso, a los palestinos, como desviados sexuales realmente violentos, desviados sexuales agresivos que son animales y salvajes. Por supuesto, reconocemos que estas acusaciones son un intento de disuadir la actual escalada del genocidio y desviarse de ella, lo que ayuda a generar consentimiento para los actuales ataques contra Gaza. Por eso, como colectivo de feministas árabes y palestinas informadas por el pensamiento y los marcos indígenas, ecofeministas y feministas del Tercer Mundo rechazamos completamente esta y otras declaraciones de organizaciones de justicia reproductiva o de derechos de las mujeres sobre Palestina que siguen el mismo marco.

Una comprensión feminista anticolonial de la paz

Sarah: Sólo haré un par de puntos sobre la paz. Creo que estamos en un momento en el que asistimos a la implosión del proyecto sionista, y parte de eso tiene que ver con un reconocimiento de que el proceso de paz liberal ha fracasado y es por eso que hemos visto el surgimiento de estrategias y formas alternativas de resistencia en todos los territorios ocupados, no sólo en Gaza. Creo que tenemos que entender esto como un rechazo por parte de l*s palestin*s de la base del paradigma de paz liberal y de lo que se entiende ampliamente como el proceso de paz de Oriente Medio, que en última instancia transformó nuestro movimiento de liberación anticolonial en un proyecto de construcción de estado que sólo ha beneficiado a las potencias coloniales y que ha apoyado el proyecto colonial de confiscación de tierras, el control carcelario de nuestra movilidad y las formas más amplias de violencia y control en curso, incluida, centralmente, esta idea de coordinación de la seguridad y la Autoridad Palestina. Tenemos que entender que este paradigma liberal de paz nos ha fallado y se ha convertido en una herramienta para afianzar aún más la violencia colonial israelí y también para permitir la reconsolidación de una clase dominante palestina predominantemente masculina que está comprometida a mantener el status quo.

Una vez más, este momento nos muestra que ese proyecto ha fracasado y cómo se trata también de un momento que nos invita a pensar realmente en las posibles alternativas que no se basen en este lenguaje hegemónico de paz liberal y que, en cambio, tiene que ver con repensar nuestro proyecto de liberación: reimaginar nuestro proyecto de liberación como un proyecto anticolonial. Como feministas, tenemos que pensar en lo que eso significa en términos de cuál es nuestro papel a desempeñar en ese proceso de visión.

Laboratorias: ¿Cuáles son las formas de solidaridad y lucha internacional que ustedes creen que son más necesarias en este momento?

Eman: Tod*s estamos inspirados en Audre Lorde. Nos inspiran las feministas Negras, Indígenas y Latin*s que dicen que no tiene sentido luchar de manera unidimensional. Creo que, como pueblos colonizados, somos buenos siendo solidarios unos con otros. Sólo debemos recordar de hacer visibles a las personas que son invisibles. Nuestro papel como PFC es hacer visibles a las mujeres, hacer visibles a l*s niñ*s, hacer visibles a l*s palestin*s queer y compartir el amor hacia los hombres palestinos, que el mundo parece estar tan privado de no dar. Creo que eso resuena en mucha gente, con muchas luchas, porque estamos cansad*s ​​de que nos digan cómo debería ser una comunidad cuando ya sabemos cómo debería ser.

Sarah: Tenemos que seguir elevando las voces de las mujeres palestinas, especialmente en Gaza, que es realmente la primera línea de nuestro movimiento de liberación en este momento. Y parte de eso es rechazar las narrativas coloniales que se están utilizando para justificar las políticas exterminadoras del Estado de Israel y las políticas más amplias de muerte que se están librando contra nuestro pueblo, nuestra patria y todos nuestros ecosistemas de vida como Pueblos Indígenas. El feminismo decolonial consiste principalmente, por un lado, en rechazar, interrumpir y oponerse enérgicamente a estas políticas coloniales de muerte, como estamos viendo en este momento transformar el paisaje de Gaza. Y al mismo tiempo, se trata de afirmar visiones alternativas de vida que afirmen nuestras vidas y el futuro potencial de nuestra gente en nuestros países de origen. Por lo tanto, tenemos que seguir elevando y desplegando esas visiones alternativas que dan vida al mismo tiempo que rechazamos esta política colonial de muerte. Tod*s estamos implicad*s en la supervivencia de los demás; me gusta esta idea de que seamos co-conspiradores en la liberación de l*s demás y creo que es una manera de pensar también en nuestras políticas de solidaridad transnacional, como co-conspirador*s en la de l*s demás.

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