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Entrevista a Brigitte Vasallo: “La identidad funciona a veces para la venganza, a veces para la alianza”

Sábado 15 de julio de 2023

Anuka Fernández Funks, Miranda Carrete 14 De Julio, 2023 Contrahegemonia

Publicado en Feminismos y género

La autora de “Lenguaje inclusivo, exclusión de clase” aterrizó por primera vez en Buenos Aires, en una visita fugaz e intensa en la que compartió debates, hipótesis y anécdotas sobre su nuevo trabajo de investigación: la diáspora campesina en el franquismo y el concepto de “txarnego” y todo lo que implica esa palabra para hijxs y nietxs de quiénes fueron expulsadxs de sus tierras, la búsqueda de un pasado común que construye un presente y un nosotrxs. En esta entrevista, Anuka Fuks y Miranda Carrete conversan con ella sobre sus preocupaciones, intereses, las formas de resistencia ante la reacción conservadora en la política que avanza con discursos transexcluyentes en España y el mundo.

Fueron pocos días los de su estadía en Argentina pero Brigitte Vasallo los vivió con intensidad. Esa es la palabra que usó para definir su paso fugaz. “Hay algo en la intensidad de los colores que me gustan incluso en el del tipo de bolígrafos que uso, hay una cosa ahí de contundencia. Me resuenan bien los lugares donde hay esa onda expansiva. Entonces llegar a Buenos Aires también es un poco cómo llegar a casa”, dice. Una vez aterrizada, una de las primeras actividades que tuvo fue una merienda junto a las artistas y referentas Susy Shock, Violeta Alegre y Marlene Wayar, para después recorrer la distancia entre la Plaza de Mayo y el Congreso de la Nación en la marcha contra los transfemicidios, travesticidios y transhomicidios. Un día después de la movilización conversó en el Centro Cultural Kirchner con Wayar en una actividad organizada por el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad de la Nación. Veinticuatro horas más tarde reunió a casi un centenar de mostris en el auditorio de La Tribu Mostra, un espacio que hace más de un año es trinchera queer en la Ciudad de Buenos Aires. En el medio, reuniones, salidas, entrevistas. Filas para escucharla, capacidades agotadas, listas de espera. Aplauso cerrado cada vez que llegaba, aplauso cerrado cada vez que hablaba.

Brigitte acepta la intensidad y complejiza: “Toda esa emocionalidad hacia mí que en realidad no es hacia mí, pues es algo que ha habido que aprender a gestionar porque me sitúa en lugares en los que ni estoy ni soy ni quiero estar. Es una especie de espejismo de mí. A veces es dificultoso, según en qué momentos emocionales estoy. No sé hacer, no sé dónde se busca, no sé cómo es la solución a esto. No sé cómo construir un espacio en el que estemos menos tristes, menos dolidas. No sé cómo repararnos, entonces a veces es muy exigente”.

—En la charla en el CCK dijiste que la teoría política y poética travesti es de las que más te interesa, que venís leyendo a Marlene Wayar y a Susy Shock, ¿de qué forma te atraviesan estas lecturas?

Leerlas a ellas fue revelador, fue vibrante. Había algo allí que hablaba de mí sin hablar, de mí sin ocupar un lugar. Hablaba de una forma de género que abre mundos posibles que también son habitables para mí. Me consuela, fue realmente maravilloso. El hecho de poder estar con ellas y de que haya surgido una cosa bonita es un regalo de la vida total. Estoy muy impresionada, con el nivel político que tenéis aquí en general todo el mundo que me voy cruzando sin buscarlo, desde la gente que me paro hablar en la calle en las tiendas y la gente que me cogen los taxis y todos vosotros. La marcha fue un reflejo de eso. Hay una onda expansiva que nos atraviesa, nos dais posibilidades de imaginario y yo la verdad es que me voy de aquí con esperanzas.

Una de las posibilidades de imaginar de las que habla Brigitte tiene que ver con el pedido de reparación histórica a las personas travestis trans en Argentina, una de las demandas de la movilización del 28J. “Es imposible de pensar eso allá”, dice.

—En Argentina en unos meses habrá elecciones presidenciales, en España las generales serán el 23 de julio, en un momento donde hay un avance de la reacción conservadora, un resurgimiento de partidos políticos de derecha y de extrema derecha a nivel nacional pero también regional y mundial. ¿Cómo analizás el avance de los discursos transexcluyentes en este contexto?

En España hay un movimiento TERF (Feminista Radical Trans-Excluyente), que yo no creo que sea un movimiento ajeno a la extrema derecha y qué sucedió en una época en que se suponía que no estábamos en extrema derecha. Mi esperanza siempre es que vosotros habéis hecho memoria histórica. Nosotros no hemos hecho la memoria histórica porque es que no hay ningún tipo de conciencia de nada. Nací ya en el último año de dictadura, yo ya he vivido siempre en eso que llaman democracia. Hay generaciones después de mí que no tienen ningún tipo de conciencia, ni de recuerdo y creo que eso tiene consecuencias. Hoy tenemos a las genocidas y a sus hijos y a sus nietas en la televisión haciendo reality shows y siendo gente súper guay y super querida, también por la izquierda.

Somos como un brócoli. Eso dice Vasallo en la charla del CCK ante un público que espera la explicación. El brócoli es fractal – repite el mismo patrón a diferentes escalas-. “Partimos del mundo hegemónico, somos una rama de eso y pasamos a reproducir ese mundo a menos que le pongamos atención”, dice la autora de Pensamiento monógamo y terror poliamoroso.

—Desde el sistema político partidario los modelos de familia que se siguen presentando son los tradicionales, heterocisnormados, blancos, monógamos, de clase alta. ¿Cómo afecta esa construcción de vínculos en nuestras subjetividades?

Afecta muchísimo, tenemos mucha conciencia creada y también ya muchas prácticas elaboradas, pero al mismo tiempo esa representación se va colando en nuestras expectativas de cómo puede ser una vida vivible. No tenemos vivienda. No tenemos lo material para ponernos en riesgo o dar salto al vacío, no tenemos las condiciones materiales para paliar si caemos al vacío. ¿Por qué las clases dominantes o esa forma de derecha tiene esa obsesión con el género? ¿Por qué nos persiguen? Porque somos un mensaje para el resto de la población, y al mismo tiempo tienen esa obsesión porque va junto con el capital. El capital con su colonialidad necesita de esos hombres que vayan a trabajar, esas mujeres que los acojan cuando vuelven a casa. Necesita hijos con filiación clara para que se sepa claramente dónde puede llegar cada quién. Nos han vendido la meritocracia, que si quieres puedes, pero todo es realmente hiperfuncional al sistema. No simplemente porque están obsesionados con el cristianismo del Vaticano, todo va enredado con la cuestión del capital, es un engranaje que va todo junto y que tienen también esa construcción del género como constitutiva porque la necesitan para sostener todas las partes de la cuestión.

—¿Cuáles son las dificultades o desafíos que tenemos para generar otros vínculos que fuguen del sistema heterocisnormado y monógamo?

Creo que una de las grandes dificultades que tenemos para generar vínculos de otro tipo es el propio daño que llevamos encima. Hay unos entornos de muchas violencias acumuladas, abandono, rechazo desde las casas, escuelas. Luego tiene consecuencias en las formas en que nos relacionamos. Tenemos como ventaja construir vínculos perdurables y seguros, porque cuando no tienes necesidades todo se compra y actúas con más ligereza, nosotros necesitamos un poco más de cobijo y eso nos juega como ventaja, como ser comunidades pequeñas. Otra de las dificultades que encontramos es el capitalismo, el tener muchos trabajos, el tener que ir corriendo de un lado para el otro y no tener tiempo ni de ni de pararse hablar ni de pararse a consensuar ni a conocerte con otros ni conocerte a ti misma. Todo ese agotamiento emocional político económico racial también tiene consecuencias en la manera en que nos relacionamos y tiene consecuencias.

Para Briggite el lenguaje “tiene magia”. Es por eso que juega con las palabras, las resignifica, propone nuevos significados y connotaciones en relación a las prácticas y se escurre de definiciones. En la charla con Marlene dijo que “el feminismo de género que no le interesa tanto” sin embargo lo que rescata es el no-binarismo para poder pensar desde allí otros aspectos. Eso que implica estar por fuera de una cosa o la otra. En sus redes sociales, Brigitte se nombra como “marimacho como acto de fuga y txarnega como acto de resistencia”, en varias entrevistas se nombra como escritora y filósofa, algunas veces se nombra mutante. A veces, feminista, a veces, lesbiana. Estas expresiones reflejan la llamada identidad estratégica, un concepto dentro de su teoría que propone a la identidad, como una acción, que puede mutar según la intención con la que se enuncia y su contexto. “Yo no puedo ser nombrada por ninguna palabra si a mí en ese momento no me apetece que esa palabra me incluya. La identidad funciona a veces para la venganza, a veces para la alianza”.

Hoy la autora reivindica lo txarnego, como un concepto que abre y que no cierra. Esa palabra era utilizada como un insulto que recibían las personas que llegaban a las zonas industriales de Cataluña desde las zonas campesinas del resto de España en los años cincuenta. “Me he puesto a investigar la cuestión y me he dado cuenta que una diáspora no se estudia desde el lugar de llegada sino desde el lugar de salida”, afirma. Esa es su “nueva obsesión”, la aldea de la que fue expulsada su familia. Allí está intentando entender su historia. “Necesito saber quien soy”, dice. Ese territorio habitado por campesinas y campesinos, es una de las pocas tierras comunales que queda en la región, señala la escritora. Ahí donde viven sus primas y sus tíos, la comunidad y lxs vecinxs son protagonistas de una forma de vida comunitaria y colectiva. “A mis primas y a mis primos les ha pasado el franquismo, les ha pasado la Iglesia del Vaticano, entonces hay muchas cosas que son distintas entre nosotros. Por ejemplo, yo recojo castañas del suelo y les pregunto: ¿me puedo quedar esto? y me miran con compasión. ¿Cómo no vas a poder coger las cosas del camino?, me responden. Claro, pues a mi me enseñaron que las cosas del suelo no se cogen yo qué sé”, dice Brigitte.

—Hoy estás revisando tu propia historia, encontrándote con muchas cosas desconocidas. ¿Qué es lo que te cautiva de ese movimiento?

Estoy tratando de entender toda esa diáspora. Estoy investigando un sitio que me dijeron que epistémicamente, emocionalmente no existía y que es de donde yo vengo literalmente. Yo soy mutante, nací de campesinas, que ellas mismas mutaron, porque trabajaron de sirvientas en Paris, y allá se refinaron porque les dijeron que lo suyo no valía, aprendieron castellano y francés porque solo hablaban gallego, me lo transmitieron a mi y nos criaron a nosotrxs para hacernos distintas a ellas.

Cuando me fui de la casa de mi familia a Marruecos, tenía que escapar de un hogar violento e irme a un sitio lejos de Barcelona. En Francia o Portugal mi padre me podía encontrar, en Marruecos no. Esa sensación de ser analfabeta literalmente, me pasó ahí, donde no entendía el idioma directamente. Esa sensación me situó en un lugar totalmente distinto, es un lugar que habito con placer. El tener la oportunidad de aprender. Hay momentos que el desconocer es hasta peligroso, pero es un lugar bonito cuando se puede habitar con seguridad, con seguridad física.

Dentro de sus nuevos proyectos, una obra de teatro se dibuja en el horizonte. Durante la charla en La Tribu Mostra cuenta que en este proceso de volver a su comunidad campesina y darle nombre a lo que vive, se dió cuenta que leer también es una cuestión de clase, y el teatro funciona para reivindicar el lenguaje oral.

Fotos: Gala Abramovich

Fuente: Laftem

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