Xarxa Feminista PV

¿Dónde estás tú?

Viernes 20 de octubre de 2023

GABRIELA WIENER, Escritora y poeta 18/10/2023 Público

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Territorios Palestinos, Khan Yunis: El humo se eleva después de los ataques aéreos israelíes contra la ciudad de Khan Yunis en el sur de la Franja de Gaza.- Abed Rahim Khatib/dpa

No sé dónde estaban ustedes en los 80 pero yo sí sé dónde estaba yo. En mi cuarto de pre-adolescente en el que mi hermanita y yo teníamos colgado de la pared un cuadro con la bandera Palestina y esa extraña palabra "intifada". Mi mamá y mi papá estaban en el salón sentados escuchando una canción de ese señor que les gustaba escuchar, Alberto Cortés, que decía: ¿A dónde estabas tú, con tu arrogancia, poderoso señor que en la mochila/llevas todo el cadáver de la infancia de Sabra y Chatila?". El ángel del horror, años después, ha seguido su marcha inexorable.

Por suerte mis padres nos enseñaron a indignarnos por lo que pasaba dentro, cerca, pero también por los horrores humanos que ocurrían fuera, muy lejos de nuestro pequeño y también infame país. Cuando salíamos a protestar por las masacres al pueblo palestino llevábamos nuestro cuadrito de la bandera y los agitábamos entre pañuelos bicolor. No sé si una niña es capaz de comprender la complejidad del conflicto en la Franja de Gaza pero estoy segura de que comprende lo suficiente, lo que todos deberíamos estar comprendiendo ahora mismo: la diferencia entre la guerra y el genocidio, la diferencia entre la guerra y la paz.

¿Dónde estar, dónde ponernos, mientras caen las bombas sobre los hospitales y abren zanjas con los cuerpos de los niños que lo último que aprendieron en su paso por este mundo es a no tener ya miedo a nada, ni a la muerte? Esos niños viejos de los que hablaba César Vallejo cuando escribía de los niños españoles muertos en la Guerra Civil: ¡Qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano, qué viejo vuestro dos en el cuaderno!". Dónde ponernos, dígamelo por favor, para no tener que ver a los líderes del mundo libre haciendo piruetas verbales para no condenar lo condenable, para no respirar lo irrespirable, para no llorar a todas horas. Para no decirle cohetes errantes a los misiles alevosos. Cuántos bebés más temblando como tiembla la misma tierra bombardeada tendremos que subir a las redes sociales y no habrá bastado para el cese al fuego.

¿Cómo demonios mirarnos al espejo sin dar un grito, si fuimos niñas, niños y dejamos de serlo creciendo y no muriendo? Duele ver a los ojos a la infancia palestina clausurada. ¿Cómo seguir a nuestros hijos por la calle Embajadores de Madrid, verlos, no sé, reír con otros niños, coger una manzana, morderla y no salir corriendo? Otra generación más en Palestina que habrá pensado que la vida era la guerra, que la guerra era la vida. Que una casa es lo que te usurpan y lo que te quitan. Que una madre es un recuerdo. Que un padre, un soldado muerto. Que la verdad es lo que nos ocultan. No sé dónde estás tú pero si el tirano de Israel dice que ellos son los hijos de la luz y de la humanidad, yo me siento más que nunca hija de las tinieblas y de las bestias. Y de ese lugar al que han querido someternos, volveremos como esas florecillas que siguen de pie después de haber sido pisoteadas por la bota. Una flor que podría llamarse Intifada.

Es verdad, en esos campos que nunca han sido refugio de nada ni de nadie, ¿dónde se fue el sol, Dios, el señor que lee el periódico, la ONU, los jueces, Bruselas, la justicia, la razón, el periodismo, tu consciencia, la ley, dónde están todos? Yo no sé dónde están ustedes, pero hoy, 18 de octubre de 2023, un día después de que bombardearan un hospital lleno de inocentes palestinos y el presidente de Estados Unidos, ni siquiera un republicano, llegara a Israel para abrazar a Netanyahu, yo estoy en mi habitación de pre-menopáusica queriendo que las paredes me traguen por escribir esto que tampoco va a servir para nada.

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