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Dolores Fernández:“A las gitanas se las ha perseguido por la venta ambulante y por el estraperlo”

Lunes 16 de octubre de 2023

La historia de la represión a las mujeres gitanas durante la Guerra Civil española y la posguerra está todavía por escribirse. Dolores Fernández ha investigado sobre ello en la provincia de Granada.

Tatiana Romero 04-10-2023 Pikara

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Dolores Fernández Fernández. / Foto: Teresa Villaverde

Dicen Conxita Mir y Julián Casanova en Morir, matar, sobrevivir (2004) que la sociedad que se constituyó a partir de 1939 lo hizo basada en la sospecha, el miedo y la delación al vecino. Desentramar los nudos y las relaciones de poder que existían en la sociedad franquista es fundamental para entender la repercusión de la represión en las formas de sociabilidad que perviven hasta nuestros días.

Las gitanas sufrieron una represión extra, además de por mujeres y “rojas”, por ser gitanas. Aunque los estudios sobre la historia de las mujeres durante el franquismo son cada vez más mayores, los de las mujeres gitanas siguen escaseando. “No hay apenas investigaciones sobre ellas, pero no es un fenómeno exclusivo de este período, sucede con toda la historia del pueblo gitano en España”, dice Dolores Fernández Fernández, presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas Romi y coautora del libro Mujeres gitanas represaliadas en la provincia de Granada durante la Guerra Civil y la Posguerra (1936-1950).

La participación de Dolores Fernández en las primeras jornadas de Historia pública sobre las prisiones femeninas del franquismo, organizadas por la Fundación Rosa Luxemburg, fue una de las intervenciones más interesantes del encuentro, porque no estamos acostumbradas a escuchar a las mujeres gitanas en estos foros; como la propia Dolores Fernández dice, “deberíamos normalizar que las mujeres gitanas han participado de la historia de España como cualquier otra persona nacida en este territorio”.

Cuando estudiaste la carrera ¿había muchas mujeres gitanas? ¿Sufriste discriminación y gitanofobia?

Mi hermana y yo fuimos las primeras en ir a la universidad de mi familia. Ya desde el colegio se nos miraba raro, estuvimos internas en un colegio privado de monjas porque mis padres se fueron a trabajar a Alemania y no podían tenernos con ellos. Al principio entrar a ese colegio fue difícil, las monjas no concebían que dos niñas gitanas estudiaran ahí, sin embargo, fueron esas mismas monjas las que pidieron a mi madre que nos permitiera continuar con los estudios universitarios, porque ella quería llevarnos a trabajar con ella a Alemania. Finalmente yo hice Magisterio y mi hermana, Derecho. Cuando empezamos no había más gitanas estudiando con nosotras y aunque no sentí gitanofobia como tal, es verdad que mis compañeras no me invitaban a sus fiestas, a salir una noche, o a su casa, ¡imagínate invitar a una gitana a tu casa! [risas]. Se notaba el rechazo, sobre todo porque estaba muy normalizado, tanto el racismo como la discriminación a los gitanos. Yo a veces me sentía hasta privilegiada cuando no se metían conmigo o me insultaban, así de normalizado estaba que agradecíamos no ser foco de ataques.

¿Cómo y cuándo se fundó la Asociación de Mujeres Gitanas Romi?

Durante la carrera ya le daba vueltas a la idea de organizarnos, leía textos de ideas libertarias, de escuelas populares gitanas y pensaba que las cosas no podían seguir así, que la educación y la formación era imprescindible para cambiar la situación de las mujeres gitanas. En los años 90 todavía estaba muy mal visto que las chicas gitanas estudiaran, era una vergüenza que una mujer gitana fuera a la universidad, las cosas han cambiado mucho desde entonces. La asociación surge por una necesidad de reivindicar nuestra libertad e igualdad, surge para cuestionar las tradiciones que afectaban más a las mujeres que a los hombres. Para nosotras, un grupo de cuatro o cinco mujeres universitarias gitanas, conformarnos como colectivo fue una revolución feminista gitana. Las gitanas tenían muchas ganas de hacer cosas y muchas ganas de cambiar, de cambiar su estatus en la sociedad, los prejuicios que había sobre ellas y la sumisión dentro de la familia. En un primer momento los hombres no nos tomaron muy en serio, pero cuando organizamos las primeras jornadas sobre la situación de la mujer gitana, en junio de 1991, la participación fue muy alta y fueron las mismas mujeres mayores quienes nos animaron a continuar con el trabajo en las asociaciones. Esas jornadas fueron un parteaguas dentro de la cultura gitana. Sin duda es gracias al asociacionismo que hemos podido conformar un feminismo gitano fuerte y articulado, donde las gitanas somos las protagonistas.

¿De dónde surge la necesidad de construir memoria del pueblo gitano durante la Guerra Civil?

La comunidad gitana sufrió mucho durante la posguerra y era un tema del que no se hablaba; quienes lo habían vivido lo tenían enterrado bajo el silencio. Las entrevistas al principio fueron muy difíciles porque no querían recordar aquella época, sin embargo, nosotras teníamos claro que había que visibilizar esos mismos sufrimientos de las mujeres gitanas, porque pareciera que los gitanos no hubiéramos participado en la Guerra Civil y que no hubiéramos sufrido lo mismo durante la posguerra y no fue así. Necesitábamos reivindicar ese espacio, un espacio donde no solo participaran los payos, sino también los gitanos. Reivindicamos nuestro lugar en la historia de España porque formamos parte de ella. Era urgente recopilar los testimonios de mujeres, porque cuando empezamos a trabajar en la memoria ya eran mayores y que se han ido muriendo.

Desde la asociación han impulsado el estudio de la historia de las mujeres gitanas durante la Guerra Civil y el franquismo, ¿cómo comenzó ese trabajo?

Cuando comenzamos estábamos un poquito verdes en esto de la investigación histórica. Primero fuimos al Centro Documental de la memoria Histórica y de ahí sacamos mucha información buscando por apellidos. De esa investigación salió el libro Mujeres Represaliadas en la provincia de Granada durante la Guerra Civil y la Posguerra (1936-1950), que pudimos publicar con la ayuda de Eusebio Rodríguez Padilla; él ya había investigado en el archivo del Juzgado Togado Militar de Almería en donde están los legajos de los tribunales de guerra. La ayuda de Eusebio fue muy importante, pero las entrevistas las teníamos que hacer nosotras, porque las mujeres gitanas solo querían contar lo que les pasó a otras mujeres gitanas. Era un trabajo de nosotras y una necesidad de nosotras. De esta investigación salieron unas jornadas sobre la represión a los gitanos durante la Guerra y la posguerra en 2008. A partir de ahí hemos seguido investigando y publicado: Mujeres gitanas en la guerra civil y la posguerra. Voces de la Memoria (2010). Y en los últimos años estamos trabajando sobre la memoria de las mujeres del Sacromonte [barrio de Granada].

¿Qué suponía ser gitana y “roja” durante uno de los períodos de más represión del siglo XX español?

Muchas mujeres gitanas fueron acusadas de ser de izquierdas de una manera injusta, es decir, sin haber pertenecido a ningún partido político. Sí, algunas eran simpatizantes, pero otras muchas no, se las acusaba solo por ser gitanas, si a alguien había que echarle la culpa de la quema de una iglesia para salvarse de la represión, pues se la echaba a la gitana. Como siempre, a los gitanos se les echa la culpa de cosas que no hacen, pero resulta ser lo más fácil, por los prejuicios y estereotipos arraigados en la sociedad. Hubo muchos gitanos que tuvieron que huir a Melilla o a Gibraltar porque los estaban persiguiendo.

¿Las presas gitanas estaban clasificadas como presas comunes o como presas políticas?

La mayoría están clasificadas como presas políticas sin haber formado parte de ningún partido o sindicato de izquierdas. A las mujeres gitanas se las acusaba o bien de ser “rojas”, o de hurto o de estraperlo. En los pueblos se culpaba a las gitanas sin ningún tipo de justificación y se las maltrataba además por el estigma de ser gitanas.

El 26 de octubre de 1939 se publica en el BOE el decreto que ilegaliza la venta de productos a precios superiores al de tasa, lo conocido como estraperlo, ¿cómo afecta esto a las mujeres gitanas?

A las mujeres gitanas se las perseguía tanto por el estraperlo como por la venta ambulante, que era la forma en la que ellas sostenían a sus familias. Ellas vendían en los cortijos con el bulto y, muchas veces no era ni tan siquiera venta, sino intercambio de productos. La Guardia Civil las persiguió con especial encono, las detenían y les robaban la mercancía; eso le sucedió a mi madre, mientras vendía, el guardia la detuvo y le cogió el bulto, pero con la suerte que ella le compraba a un hombre del pueblo que le daba facturas de todas las compras que le hacía para poder demostrar que la venta era legal y que los enseres no eran robados. Cuando a ella la detienen tuvo que ir el hombre del pueblo que le vendía a confirmar que esos productos los había comprado ella.

¿Se aplica también a la población gitana la ley de vagos y maleantes?

Claro, a las mujeres gitanas se les aplicó muchísimo. Por ejemplo, las mujeres del Sacromonte iban por las mañanas a vender, por las tardes se ponían el vestido de gitana para actuar y así hasta las 12 de la noche, todo esto para poder darle de comer a sus hijos. A las autoridades no les gustaba que exhibieran su arte en espacios públicos y les aplicaban la ley de vagos y maleantes y directamente a la cárcel o, en el peor de los casos, una multa. Las gitanas hemos estado muy mal miradas y muy perseguidas después de la posguerra y eso es muy injusto porque nosotras también hemos construido este país y formamos parte como ciudadanas españolas, pero nunca se nos ha considerado españolas.

¿Es posible saber cuántas mujeres gitanas fueron represaliadas durante la Guerra Civil y el franquismo?

Es muy complicado, porque nosotras tenemos los datos de Granada y parte de Almería. Se han hecho muy pocas investigaciones, nosotras hemos sido las primeras en estudiar esto. No hay investigación, pero tampoco hay financiación para estudiar la represión a los gitanos y gitanas durante la posguerra y la persecución durante todo el franquismo. Tampoco hay investigaciones sobre las mujeres gitanas en las cárceles.

Tu participación en las jornadas de historia pública de las prisiones del franquismo ha sido la única referida al pueblo gitano, supongo que esto sucederá a menudo, ¿se debe a que no conocemos las investigaciones respecto a la historia del pueblo gitano en el territorio español, o a que hay pocas investigaciones?

Se juntan las dos cosas, hay pocas investigaciones sobre la historia y la cultura del pueblo gitano en España y las investigaciones que hay no son tomadas en cuenta o no se consideran en los espacios académicos.

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