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Aquí no: España no es que te vote Txapote

Domingo 30 de julio de 2023

ALANA S. PORTERO, Historiadora, escritora y directora de teatro. Autora de ’La mala costumbre’ (Seix Barral) 24/07/2023 Público

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Varias personas portan banderas de España y una pancarta con la imagen del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en la que se lee "Que te vote Txapote, traidor!", durante una manifestación. Fernando Sánchez / Europa Press

España no es "que te vote Txapote", ni la censura de teatro en los pueblos, ni los cines que ponen excusas para proyectar Te estoy amando locamente, ni el Gish gallop del político de derechas aleccionado por uno más listo y malo que él. Tampoco es esos "qué poquito os queda" que se lanzan en redes sociales o en la calle a mujeres, personas visiblemente LGTBIAQ+ y otros colectivos que el bárbaro de turno considera una amenaza para la integridad de sus ingles, su bandera y su necedad.

Esto son cosas que pasan en España, que la ensucian pero que no la definen. Sucesos que dan miedo, que desplazan la mirada y pintan un país peor de lo que es. Acciones premeditadas por tipos listos y malvados que usan a las personas como a peones sin voluntad, sabiendo, que las consecuencias de lo que suceda, jamás les alcanzarán.

Ellos siembran el caos, recogen el maletín, se echan el abrigo al brazo y se van por donde han venido camino al siguiente postor. Los veinte escaños que ha perdido Vox gritan que ya está bien de gallos de pelea con maneras de legionario, que ya hemos pasado por ahí y que el dolor sigue latente, que aquí no puede crecer el fascismo que infecta Europa porque somos sus hijas bastardas y no dejó tras de sí más que sal, tierra quemada, fosas llenas y privilegios. Aquí no.

Las despreciadas, las supuestas paniaguadas, las amenazadas, las que iban a adoctrinar a los niños, las tramposas de la diversidad, feministas, maricones, trans, bis, bolleras, rojas con pinza en la nariz, rojas convencidas, abstencionistas, abuelas cariñosas que se movilizan porque un degenerado dice que su nieto con pluma está en riesgo, vecinas empáticas, podemitas decepcionadas, moras, sudacas, amigas y conocidas han ido a votar o han convencido a otras de que lo hagan, han dado ese empujón de última hora, ese plantar cara en las instituciones que dice que no, que aquí no, que basta de chantajes, amenazas y farfolla bélica contra las que se suponen débiles, porque no lo son, no lo somos, y donde no llegan los arrestos de los que pegan palizas en callejones al grito de ¡Viva España!, llega la capacidad para organizarse, para ceder, para hacer algo en lo que no se cree pero que se sabe importante, para votar con convicción sin dejar de entender que el trabajo se hace en la calle, en las casas, en las organizaciones, en los centros sociales, en los sindicatos, en el trabajo cada día, en el ámbito familiar y vecinal, en las AMPAS, en toda oportunidad que tengamos para estar juntas, colaborar y prestarnos ayuda.

Las lógicas electorales son las que son, la derecha ha perdido pero la izquierda no suma sin ayuda de realidades nacionales y nacionalistas que no son España, pero sí Estado español. Y eso también es parte de lo que somos, de lo que son, o se entiende o lo perdemos todo. Sumar, aunque compuesta por otras fuerzas, ha obtenido unos resultados más que buenos para haberse conformado en un mes y sin tiempo para hacer las cosas del todo bien. La cuestión es si ha sido suficiente como para no replantearse estrategias sobre qué y a quién se ha dejado fuera, si realmente los cálculos eran acertados. Creo con firmeza en la voluntad popular de Sumar, en Yolanda Díaz, en el proyecto, pero esos 31 diputados quizá crezcan ampliando las miras y reduciendo los cálculos.

La acción popular ha dejado clara su postura: entenderse por y para frenar a una derecha que bebe de Orban, de la Ley y Justicia polaca y de Meloni. Aquí no. Eso no.

Mientras las fuerzas progresistas están condenadas a entenderse por un bien mayor, la derecha del Partido Popular debe decidir si sigue por el camino del odio que ya ha marcado a Vox para que vaya situándose en el mismo carril por el que se fue Ciudadanos, que un día estuvo a punto de comerse el mundo y hoy es un meme de globos tirados en el suelo y atriles vacíos.

Si el relevo, el revulsivo o el golpe maestro va a ser darle la oportunidad a Ayuso, ahí va un consejo gratis, lo que funciona en Madrid, colapsa fuera. No somos las ciudadanas más queridas del país y eso aplica a la política. La Ayuso macarra, dura e impasible no tiene batería autónoma, ni Miguel Ángel Rodríguez ha inventado un cable tan largo que atraviese las fronteras de la Comunidad de Madrid y proporcione energía a la presidenta lejos de la Puerta del Sol.

Sobre el PSOE y Pedro Sánchez, lo explican mejor los memes que cualquier análisis, Sánchez es un político atrevido, que corre riesgos, listo, carismático y mucho más calculador de lo que parece. Detrás de ese camino del héroe, del superviviente, del suertudo o de su supuesta "flor en el culo" hay una mente analítica a la que no se le escapan los detalles y que reacciona sin dar tiempo al enemigo a que se relama. Pedro solamente pierde una vez. Al PSOE le sienta bien girar a la izquierda, dejarse contaminar por sus socios, Unidas Podemos le ha hecho mucho bien y los peores momentos de la legislatura han sido cuando han ido por separado. La sintonía con Díaz parece mucho mejor que con los y las dirigentes moradas, confiemos en que Sánchez, que es listo como un hurón, sepa entenderlo del todo.

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