CEPRID

¿’Fracking’ en Uruguay?

Sábado 16 de febrero de 2013 por CEPRID

Víctor L. Bacchetta

Observatorio Minero del Uruguay

Nota del CEPRID: El pasado 14 de febrero tres de los principales grupos derechistas españoles (PP, UPyD, CiU) rechazaron prohibir esta práctica en el Estado español. Esta es la razón por la que incluimos este extenso dossier en esta actualización.

Sin haber concluido la evaluación de los impactos en su tierra, Estados Unidos está usando la tecnología para el petróleo y gas no convencional en su estrategia de dominación mundial. En Europa del Este la punta de lanza es la USAID, mientras en América del Sur cumplen ese rol empresas y medios especializados de la petroquímica que se reúnen en foros exclusivos. Con YPF reestatizada, Argentina lidera la apuesta al ‘fracking’ en la región pero Uruguay, con la discreción habitual, se destaca por haber cedido un 15% del territorio con ese propósito.

Se perfora verticalmente el suelo miles de metros, luego horizontalmente en varias direcciones de dos a tres kilómetros cada una y se inyecta a alta presión una mezcla de hasta 30 millones de litros de agua, centenares de toneladas de arena y decenas de miles de litros de aditivos químicos no revelados para extraer, a través de las grietas generadas, petróleo y gas atrapados en rocas porosas pero impermeables. Esta es la fractura hidráulica o ‘fracking’ en acción.

A la superficie vuelve hasta un 50% del fluido inyectado, junto con el petróleo o metano extraído del esquisto. Una vez separados los hidrocarburos, el líquido resultante es un efluente altamente tóxico que contiene además elementos radioactivos y otros carcinógenos probados presentes en la roca. Paralelamente, desde el subsuelo se han contaminado tierras fértiles, aguas subterráneas y superficiales e incluso se han verificado terremotos como resultado del ‘fracking’.

En Estados Unidos, donde esta tecnología de extracción de los hidrocarburos no convencionales se viene aplicando desde 1998, vastas áreas rurales en 34 estados de la federación se han vuelto zonas industriales donde opera una maquinaria estrepitosa, atendidas cada una por decenas de camiones con combustible, así como agua y los productos químicos utilizados en la operación, que luego son desechados en lagunas al aire libre o reinyectados en el subsuelo.

La Universidad de Cornell relevó 24 establecimientos rurales en seis estados en donde se registró contaminación del aire, agua y suelo por exposición a químicos del ‘fracking’, la muerte de más de 70 animales por ingestión de agua contaminada, animales con deformaciones congénitas (por ej., sin cola) y serios trastornos reproductivos y gastrointestinales. Los científicos advirtieron que los químicos podrían aparecer en productos de carne o leche a partir de esos animales.

La siesta de la EPA

El plan diseñado por la EPA (Environmental Protection Agency), organismo encargado del control ambiental en Estados Unidos, para Estudiar los Impactos Potenciales de la Fractura Hidráulica en los Recursos de Agua Potable fue iniciado recién en 2011 y debía concluir a fines de 2012. Pero el pasado mes de diciembre, el organismo liberó al público solo un adelanto de sus trabajos y anunció una postergación de los resultados de la investigación por dos años más.

“La EPA está comprometida a conducir un estudio con la mejor ciencia disponible, fuentes de información independientes y un proceso transparente con revisión por pares que asegurará la validez y la precisión de los resultados”, declaró. “En última instancia -concluyó-, se espera que los resultados de este estudio suministren al público, y a los tomadores de decisiones a todos los niveles, conocimiento científico de alta calidad”. Pero llegará demasiado tarde.

Para 2030 la producción mundial de combustibles líquidos proveniente de los yacimientos conocidos caerá de 86 a 43 millones de barriles por día pero los hidrocarburos no convencionales son totalmente insuficientes para suplir esa carencia. (Fuente: Glen Sweetnam/US Energy Information Administration) En efecto, según cifras de conocimiento público, en Estados Unidos se han perforado más de 500.000 pozos para ‘fracking’ a un ritmo de 30.000 pozos por año. Con una densidad de 1,5 a 3,5 por kilómetro cuadrado, cada plataforma ocupa dos hectáreas. La Administración de Información de Energía (EIA) informó que se extrajeron en 2011 en ese país 8,5 TCF (sigla en inglés, millones de millones de pies cúbicos) de gas, 34,9% del consumo anual estadounidense.

Mientras los movimientos sociales creados a raíz de los impactos sufridos proponen prohibir la tecnología o suspenderla hasta tener una evaluación de sus efectos y los científicos enfrentan dificultades para publicar sus investigaciones sobre los daños provocados, las petroleras ExxonMobil, Chevron y Halliburton, las mayores del mundo, dedican cientos de millones de dólares a propaganda, grupos de presión y las campañas electorales de los partidos.

De hecho, el pueblo estadounidense ha sido utilizado como Conejillo de Indias en este proceso. Esas mismas empresas, con el apoyo del Departamento de Estado, lideran la expansión de esta tecnología en el mundo. Primero se la llamó Iniciativa Global del Gas de Esquisto y ahora pasó a ser el Programa para el Compromiso Técnico en Gas No Convencional (UGTEP).

USAID en el Noreste

La expansión internacional del ‘fracking’ no responde solo al interés de las empresas sino que se ha vuelto un instrumento de la estrategia de Estados Unidos para dominar la política energética de los países. Así lo hace, en particular, con las ex repúblicas y aliados de la extinta Unión Soviética como Ucrania, Lituania, Polonia y Bulgaria, rivalizando con la Federación Rusa. “Apoyamos firmemente la estrategia de independencia energética de Lituania, que incluye el desarrollo regional de la energía nuclear, del gas natural licuado, del petróleo y el gas no convencionales, así como las conexiones de gas y electricidad entre los Estados Bálticos y el resto de la Unión Europea”, dijo Hillary Clinton en julio de 2011, de visita en aquel país. Con el mismo fin, la secretaria de estado recorrió varios países de la órbita de Rusia.

En estos casos, el programa UGTEP es ejecutado por la USAID, la agencia de cooperación internacional de Estados Unidos. Un informe de la USAID para Ucrania, divulgado por OPSur (www.opsur.org.ar), expone las condiciones bajo las cuales Estados Unidos y las petroleras se instalan en el país. La USAID no sólo se ocupa del marco regulatorio económico, ambiental y fiscal, sino también de la estrategia para gestionar el probable conflicto social. El informe desarrolla minuciosamente las actividades a desarrollar para obtener la confianza de gobiernos locales, pobladores (propietarios de tierras y comunidades) y ONGs. “Una temprana articulación con estos grupos es importante para facilitar el desarrollo”, dice la USAID y propone -“modificadas para Ucrania”- las recomendaciones elaboradas por el NPC (Consejo Nacional del Petróleo de EEUU) para “un desarrollo eficiente, sustentable y prudente”(sic).

Diez días después de haberse publicado el informe de la USAID, el presidente ucraniano, Viktor Yanukovych, concedió áreas de exploración a Chevron y Shell para realizar trabajos asociadas con la estatal Nadra. Pocos meses más adelante, Ucrania concedió a ExxonMobil, Shell, OMV Petrom (rumana) y Nadra un área gasífera en el Mar Negro, en desmedro de la rusa Lukoil, y le dio ingreso a la italiana Eni asociada con capitales británicos y ucranianos.

Otra cara en el Sur

Tal vez por los malos antecedentes de la USAID, la ofensiva del ‘fracking’ en esta región cambia de fachada. American Business Conferences (ABC), las empresas, los ingenieros y publicaciones especializadas del sector petroquímico son quienes promueven aquí las reuniones dedicadas a evaluar la calidad de los yacimientos, el marco normativo y las condiciones de inversión en “los mercados emergentes de petróleo y gas no convencional” de América del Sur.

ABC es clara: “La revolución del gas de esquisto & petróleo crudo no convencional ha permitido la capitalización en masa de nuevas y lucrativas oportunidades no convencionales por parte de empresas energéticas norteamericanas. Por lo tanto, la pregunta es ¿Ahora, hacia dónde?”. El próximo evento será la conferencia “Cuencas Emergentes de Petróleo y Gas No Convencional – Sudamérica 2013″, a realizarse el 27 y 28 de febrero, en Buenos Aires.

Según la convocatoria del evento, “El congreso examinará el riesgo político y regulador (…) para determinar la viabilidad económica de invertir en (…) Colombia, Brasil, Argentina, Perú, Chile, Ecuador, Paraguay & Uruguay”. Estos son los invitados del programa UGTEP y, de hecho, los caminos que seguirán las inversiones en los países nombrados se definen en estas reuniones entre ejecutivos de las empresas privadas y funcionarios gubernamentales.

Argentina posee las mayores reservas de gas de esquisto de la región (774 TCF) y la estrategia de desarrollo de la re estatizada YPF se basa en los hidrocarburos no convencionales. A fines de 2012, YPF firmó sendos acuerdos con Chevron, por 100 pozos y una inversión de mil millones de dólares, y con el grupo Bulgheroni, por 130 pozos y una inversión de 1.500 millones de dólares, en 290 y 663 kilómetros cuadrados del yacimiento de Vaca Muerta, respectivamente.

Segundo en reservas en la región (681 TCF), México explota un pozo de esquisto desde febrero de 2011. La estatal Pemex espera operar 6.500 pozos en 50 años. En Brasil, la ANP (Agencia Nacional de Petróleo) estima sus reservas en 500 TCF, pero va más lento. La primera cesión de bloques de exploración de gas de esquisto está prevista para diciembre de 2013. “A la uruguaya” …

Con 21 TCF de reservas de gas de esquisto estimadas por la EIA de Estados Unidos, Uruguay adjudicó en 2012 para actividades de prospección, exploración y explotación un total de 23.500 kilómetros cuadrados, un 15% del territorio nacional. En la relación entre reservas posibles y superficie afectada, este país lleva por lejos la delantera frente al resto de la región.

Mapa de los contratos de ANCAP con Schuepbach e YPF

ANCAP firmó dos contratos de exploración y explotación con la estadounidense Schuepbach y otro de prospección con YPF, sobre 13.890 y 9.694 kilómetros cuadrados, respectivamente. Las áreas se localizan en los departamentos de Durazno, Tacuarembó, Paysandú, Salto, Artigas y Rivera. Como es norma en estos contratos, YPF tiene la prioridad para obtener, si lo desea, un nuevo contrato para las dos etapas siguientes. Así ocurrió antes con Schuepbach.

Las autoridades de ANCAP han sido reacias a admitir que están detrás de los esquistos, cuya extracción solo es redituable con ‘fracking’. Fue necesaria una acción judicial para que el ente mostrara los contratos y confirmar que se buscan hidrocarburos tanto convencionales como no convencionales. En los últimos días de enero, un comunicado de la empresa estatal argentina sobre una reunión entre los presidentes de ANCAP y de YPF arrojó nueva luz. Un pasaje del comunicado referido a las autoridades uruguayas expresó: “Asimismo, manifestaron su vocación en asociarse con YPF para el desarrollo del no convencional en Vaca Muerta y el desarrollo de proyectos conjuntos en campos maduros. Los ejecutivos de Ancap dijeron que será importante que el desarrollo de Shale (petróleo o gas de esquisto) en Argentina sea una “verdadera escuela” para el resto de las petroleras de la región”. Está todo dicho.

Quizás, para saber ahora lo que irá a pasar en nuestro país y cuándo, convenga ir al congreso de fin de mes en Buenos Aires sobre los mercados emergentes de la región. Según el programa del evento, al tratar el caso de Uruguay “Evaluaremos una combinación de potencial geológico y entorno regulador para determinar la futura viabilidad de la explotación productiva”(sic).


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