Xarxa Feminista PV

Amor y respeto , si no ¿qué?

Viernes 14 de enero de 2005

AMOR Y RESPETO, SI NO ¿QUÉ?

Se da un ambiente de malestar de género, de las que vivimos como mujeres, entre otras identidades fragmentadas..., que no cala en la estructura, en ese esqueleto, en esa red de relaciones y vivencias que formamos de alguna manera las que vivimos en la disidencia. Se da un ambiente de impotencia y de cansancio, hablamos en las esquinas, en los pasillos, en los resquicios de las asambleas... de temas que históricamente no hemos sabido afrontar colectivamente quizás porque repercute en nuestras propias identidades y nos exige una vigilancia cotidiana y eterna aunque, para ojos agudos, representa la liberación y el crecimiento, la creación de relaciones sólidas igualitarias y de verdad disidentes de la mediocridad cotidiana, de la muerte interna. Os queremos y por eso vamos a ello... esto es cómo vemos el patio en las comunidades, casas, centros sociales, colectivos, ateneos, etc...

En nuestras relaciones se da una falta de desarrollo de lo emocional, del autocuidado, del cariño y del mimo, algo característico del rol llamado femenino en esta cultura y es que nuestros espacios liberados apestan a heterológica, donde se asientan los valores de la masculinidad hegemónica... Así, se valora el hacer frente al sentir, hay poca comunicación y mucha hiperactividad (ésta te ayuda a no sentirte, a no sentir a las demás), se reproduce la dinámica del más fuerte o del más activo, la acción frente al sentimiento, los proyectos frente a las relaciones humanas, frente a las personas que son su contenido y sentido. Vivimos una sequía del sentir y de lo emocional frente al bien nutrido activismo mecánico del activista máquina. Esto nos provoca una falta de empatía. Así, la norma autoritaria, es decir la lógica patriarcal inscrita en nuestras relaciones, nos maltrata y no sabemos defendernos, ni protegernos ni a nosotras, ni a las demás... Como la sociedad en general, somos personas que carecemos de una sólida autoestima, y es que si no nos lo hemos currado individualmente, es la norma estar falta de amor propio, al igual que tender al consecuente relleno de este vacío a través de las estrategias de género...

Un ejemplo típico de nuestros machitos -pero no olvidemos que las estrategias son de género por lo que aunque sean adscritas socialmente a un sexo en concreto cualquiera puede asimilarlas (valga la aclaración de aquí en adelante): la dinámica de querer “follar” a toda bicha viviente, como manera inconsciente o no de nutrir la autoestima, y en cuyo acto no se desarrollan para nada lo emocional profundo; hay ganas de ligar pero no de intimar, de mimar, de comunicar; más bien es un desfogue, se concibe como un mero impulso de energía enquistada en el pene (también esto es cultura), que al soltarla se quedan agustito porque rellena ese vacío interior por un momento, mientras se cosifica al personal y se reprimen los sentimientos íntimos.

Otro ejemplo típico de nuestras damitas es el no defenderse de la violencia, entrar en relaciones de poder, autodestructivas, masoquistas, ésta es una situación usual entre nosotras, que bien lo mamamos de nuestras madres y abuelas, pero que no sólo tiene explicación por nuestra baja autoestima, sino por el vacío de estrategias de lucha contra la violencia patriarcal en nuestras comunidades, es decir la ya mencionada falta de empatía y de autocuidado y es que todo se va cerrando queridas...

No sabemos cómo actuar frente a los hechos de violencia externos; por ejemplo, llega un tío y va baboseando a diferentes tías durante la fiesta, las jornadas... lo hace justo porque sabe que puede, porque frente a otro tipo de agresiones como fascistas, racistas, ... las sexistas tendemos a tratarlas en lo “íntimo”. Comentamos con las otras personas más cercanas el hecho, previendo a éstas y dejando al colectivo desprotegido con el muerto. O creamos rumores de tanto hablarlo entre nosotras, que no nos protegen y que no resuelven el problema porque no se dirigen a la persona que acosa, que es sobre la que hay que actuar. También está la inercia de desprenderse físicamente del baboso, sin pedir responsabilidades, sin abrir una discusión para aclarar el hecho y tomar medidas de responsabilidad y actuación colectiva. En resumen, tenderemos a evitarle y él tan pancho. De forma inconsciente quizás se tiende a “normalizarle”, tú evitas el conflicto y si pretendes abrirlo, saltarán voces conciliadoras “está borracho”, “pasa de él”, “está en un mal momento” o “es su carácter”, nadie quiere mal rollito, y seguimos en las mismas...

Funcionamos con la misma lógica frente a los hechos de violencia internos , por ejemplo, ante personas que se imponen por sistema sobre otras, pero que se concibe como parte de su carácter, carisma... También, y de gran importancia, las relaciones de violencia entre “compañeras sentimentales”, que no faltan, y que llegan a extremos de torturas psicológicas y físicas. Si no lo ves abre los ojos, porque nacen de nuestro silencio.

Estas dinámicas se legitiman en torno al concepto de lo personal, lo íntimo individual, lo privado... que enmascara nuestras relaciones de su carácter político, social y colectivo... bajo esta trampa legitimamos la violencia y explotación que se da entre nosotras... Nos defendemos frente a las agresiones del sistema social que nos rodea pero reproducimos en nuestros ambientes su mentalidad legitimando nuestra autoexplotación. Aquí entra la deconstrucción del concepto de amor y un replanteamiento de nuestras relaciones en general.

Queremos relaciones igualitarias, el resto es dar fuelle al patriarcado, y las tendremos a través del autocuidado y la empatía (nos repetimos), si tuviésemos cuidado de nuestras compas, en la fiesta, en la asamblea, en el día a día, esto no ocurriría, porque la gente estaría protegida naturalmente por sus compas y la situación de violencia o la actitud autoritaria no pasaría de una, porque ahí se cortaría. En el caso del acoso, hecha una, finito. Y en el caso de las relaciones de poder o de las relaciones de explotación o de violencia entre “parejas”, hemos de dejar de mirar a otro lado, hemos de autoprotegernos, reafirmar el bienestar de nuestras compas y enfrentar los conflictos cuando los halla. Una relación de violencia, no se normaliza si hay compas cerca que muestren el sin sentido, que acompañen y protejan. No sentirse sola es indispensable para no ser sometida, para no caer en el vacío, en la soledad del que emergen y que crean este tipo de relaciones destructivas.

Yo recuerdo estar en una relación de violencia y nadie nunca me pregunto cómo me iba, cómo me sentía, nadie me tendió un cable, nadie me dio un empujoncito para sacarme de esa locura, estaba rodeada de gente, pero en lo “íntimo” nadie metió la nariz, y yo por supuesto estaba asustada y avergonzada como para hacerlo yo, el salto me era demasiado grande... Tenemos en nuestro corazón las garras del patriarcado, si no nos ayudamos entre nosotras, estamos muertas, nos hemos de proteger, entre todas podemos quitarnos su lógica de la cabeza y el corazón.

Y es que estamos construidas para ver a la otra persona con desconfianza, creamos distancias entre nosotras, miedos, vergüenzas que nos hacen perder un mundo. Yo desde mi experiencia de género femenino siento a veces como es más fácil entablar relación con tíos que con tías, igual porque suelen haber más tíos en los ambientes alternativos, pero creo más bien que es porque suelen llevar un rol más dinámico y extrovertido, sin tapujos, aunque también debemos tener en cuenta el tema de ligar. Ante esta idea una sabia compa me dijo: “claro que es más fácil tener relaciones con los tíos que con las tías, es más duro con ellas, pero merece la pena hacer el esfuerzo...”; también cabe preguntarse por qué ellas están un paso atrás en este sentido, por qué no nos entramos las unas a las otras con tanta facilidad e interés.

Por otro lado, hay un fenómeno curioso y es que a la larga, con las que profundizas más es con ellas, las que abren sus sentimientos y enseguida empatizas; con ellos es algo más superficial y de acción o conocimiento, no de sentimiento o identidad (hablo de pautas heteros, básicamente). Esta abertura te permite entrar en las problemáticas de las otras, porque las comparten. Así, por ejemplo, pasa que llegas a unos encuentros y haces amistad con la peña de la casa; entre ellas y ellos los contenidos son diferentes; si estás abierta e interesada algunas de las demás mujeres se te abren respecto a las problemáticas de género: “nos sucede esto... lo otro, vivimos este problema...”. Nosotras hablamos de nuestras relaciones cotidianas, de las dinámicas de género, ellos no dicen nada o tienden a verlo como problemáticas individuales, sienten que no les afecta. Nosotras sufrimos las consecuencias de no romper con la heterorealidad, y ellos dicen que son conscientes pero no las sufren in situ. Nadie sabe qué hacer, cómo crear la ruptura, cómo superarlo. Creo que parte del problema está en que nosotras no priorizamos nuestros sentimientos y nos dejamos llevar por las dinámicas mayoritarias (masculinas) de las casas, colectivos... mientras hagamos esto seguiremos sin resolver las cuestiones, porque quedan en segundo plano, sin cauce de resolución. Que se pare el mundo, ni un paso más sin resolver el contenido de nuestras relaciones, sino para mi ningún proyecto tiene sentido porque esta vacío de contenido.

Las diferentes subjetividades entre los géneros, que como explico, están implicando para mi un problema práctico, pueden conllevar a una fuga de heterosexuales sensibles, trans, bolleras, maricas y otros personajes no heteronormativos, de nuestros “espacios disidentes”, hacia lugares realmente liberados, que por lo visto están por crear... porque nos aburrimos y sobretodo, porque no nos sentimos seguras y queremos ser libres... Propongo que se abran los ojos y se empiece a concebir nuestro autoritarismo interno como asunto de todas. Éste implica agresiones de todo tipo: los abusos de poder en las asambleas por l@s carismátic@s o históric@s de turno, ante esto cabe replantear nuestras dinámicas asamblearias: quién habla, de qué se habla, quién decide, a quién se escucha... Los machaques entre compas emparejadas, colectivicemos el autocuidado, ¡mete tus narices en las relaciones de las demás!, responsabilizate del cuidado de tus compas. Las agresiones en las fiestas, piensa que un baboso suelto no tiene espacio en nuestra casa, un baboso es alguien que se impone sobre las demás ¿dónde esta el límite?, el límite del patriarca es tu muerte, actúa!. Crea medios cotidianos de expresión y actuación contra las agresiones.

Hagamos públicas las problemáticas de género, hagamos colectivos nuestros sentimientos, dediquemos asambleas cotidianamente para hablar de nuestro sentir, de nuestros miedos, malos rollos, incomunicaciones interpersonales y colectivas, dediquémonos tiempo para decirnos con respeto y sin juzgar, lo que vemos feo y lo que vemos lindo en las demás, aprendes, te lo digo, tanto como una recién nacida y rompes dinámicas de muerte que, si no se externalizan, nos acaban pareciendo naturales.

Salut, amor y respeto!

animalhada@yahoo.es

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