Xarxa Feminista PV

“Nosotras nos queríamos”

Domingo 30 de junio de 2019

Gracias al trabajo de Valentina de Jesús Remella, enfermera y antropóloga lesbofeminista, Jerez de la Frontera se convirtió en el primer municipio del Estado español en ondear la bandera arcoíris. Con su presencia y conversación ponemos en acento en las genealogías lésbicas andaluzas antes de que, como ella misma comenta, “hagan un sándwich con nosotras”.

Mar Gallego 26-06-2019 Pikara

JPEG - 39.1 KB
Valentina de Jesús Remella.

"La mujer de los espacios”, como ella misma se define, me espera en un centro municipal con mucho hueco pero poco ruido, en el pueblo donde hoy reside: Chiclana de la Frontera. Valentina de Jesús Remella (Badajoz, 1955) es extremeña, portuguesa y andaluza de arraigo, tiempo y corazón. De orígenes humildes, llegó a Jerez de la Frontera por amor en 1982 después de muchas batallas políticas. Formó parte de la primera promoción de enfermeras tituladas en Extremadura y se negó a llevar falda y cofia cuando sus compañeros iban en pijama. Militó en la clandestinidad y de ahí le viene su sabiduría espacial: “Como las mujeres de las organizaciones políticas no teníamos un espacio…”, me comenta.

A su llegada a Jerez, Valentina formó parte del primer centro de planificación familiar de la ciudad, uno de los primeros en hacer vasectomías gratuitas. De forma paralela, se unió a una de las primeras asociaciones feministas de Andalucía: la Asociación Gaditana de la Mujer (AGM), que comenzó su andadura en 1978. Dentro se creó el primer colectivo de lesbianas feministas en Cádiz al que también pertenecía. En 1999, el consistorio jerezano decidió apostar por un área nueva y pionera, Salud y Género, ofreciendo a la funcionaria y activista coordinar el cotarro. Aceptó bajo la condición de que la dejaran hacer y con voluntad política y un equipo comprometido con el feminismo se pusieron en marcha: “Era un proyecto que se quería llevar a cabo desde el feminismo y lo interesante fue que se hizo con gente que quiso venirse. Un grupo fundamentalmente de mujeres aunque también había hombres. Desde mi lesbianismo no se puede obviar que éramos lesbianas, gays…”.

Las críticas no tardaron en llegar: “Para alguna gente aquello era una delegación de tortilleras y maricones en la que se estaba gastando dinero del Ayuntamiento”. El género y la salud entendidos de manera transversal fueron la causa de la colocación de la primera bandera arcoíris en el Ayuntamiento, en el año 2000. Jerez fue el primer consistorio en llevar a cabo este hito gracias al trabajo del equipo de dicha área. La delegación también fue el germen de la Asociación JereLesGay y del grupo local de hombres por la igualdad.

Claves fueron los lazos entre calle, colectivos e institución. Se trabajó codo a codo en cada objetivo. Para la activista, uno de los mayores logros de ese trabajo conjunto fue la pelea por conseguir un espacio en la feria. Desde la institución se apoyó una iniciativa que lideraron y ejecutaron las mujeres de JereLesGay: una caseta propia dedicada a las disidencias sexuales y de género que sigue presente cada año en la feria de Jerez. “Fue tremendo. Esos espacios son los espacios visibles, son los espacios de conquista. La gente va a esos sitios y los van transformando. Yo creo que eso se está perdiendo y que es fundamental retomar aquellos lugares que tienen tiempo y tradición. El primer año teníamos una cofradía delante. Rodeadas de cofradías y nosotras ahí. Además la caseta las montaron las mujeres lesbianas de la asociación. Aquello fue una historia hecha fundamentalmente por mujeres lesbianas”, recuerda.

Para Valentina de Jesús Remella, el compromiso del equipo fue fundamental y su necesidad de hacer caso omiso a los límites institucionales. Su dimisión del cargo se produjo como consecuencia de cambios en el equipo de gobierno municipal que trajeron consigo, según ella, una instrumentalización de la cuestión de la diversidad: “El PP lo corta y al PSOE yo creo que tampoco le interesa otro tipo de feminismo, y menos en la institución. Desde mi punto de vista, hay mucho puritanismo y conservadurismo”.

Valentina de Jesús Remella: «Aparte de los intereses políticos y la mercantilización, con la idea de que vamos a unirnos se invisibiliza a las mujeres lesbianas» 

A la lesbofeminista las reivindicaciones actuales en torno al Orgullo no le convencen: “Aparte de los intereses políticos y la mercantilización, con la idea de que vamos a unirnos se invisibiliza a las mujeres lesbianas. A mí me une más una historia con una compañera trans en un momento determinado que con un gay. Se ha hecho un batiburrillo con las siglas en el que se mezcla además mi opción sexual con la identidad. ¿Qué ha ocurrido? Pues lo de siempre. Que no hay un proceso democratizador detrás de los conceptos. Ahora mismo van a hacer un sándwich con nosotras”.

La pluma rosa

La apuesta por la feria y sus casetas como espacios simbólicos y estratégicos en Andalucía han sido sello también del activismo lesbofeminista de Valentina. Sus anécdotas sobre el movimiento de la calle, el que habitó fuera de la institución, están cargadas de complicidad entre mujeres, alegría y transgresiones que, según ella, tienen que ver con la cultura andaluza: “A raíz de que constituimos el colectivo de lesbianas en Cádiz, nosotras nos movíamos por las calles. Estaban presentes feministas y compañeras de los barrios de las que yo he aprendido muchísimo. Dábamos fiestas, no mítines, e introducíamos mucho el juego”.

JPEG - 46 KB
Mesa informativa sobre violencia de la AGM-Colectivo Lesbianas feministas de Cádiz. Principios de los 90.

Para ella el feminismo es alegría y la alegría “es una revolución tremenda”: “Hay gente que está construyendo el feminismo en Andalucía desde una base victimista y, sin embargo, el hacer las cosas con alegría es mucho de aquí. Aparte de la moralina judeocristiana que nos viene por todos lados, hay un tipo de salvadora que de alguna manera cree que tiene derecho a dirigir nuestras vidas y a decir lo que es feminista y lo que no. Yo recuerdo, por ejemplo, haber ido clandestinamente a colocar una pancarta del aborto en Cádiz en un edificio, llegar allí y darnos cuenta de que se nos había olvidado la pancarta. No era una tragedia. Nos jartábamos de reír. Tú ponías tus carteles y eso servía para que otra gente se acercara. En cambio ahora… una tristeza… Que sí, que nos están asesinando, pero en Andalucía estamos recibiendo influencias que no son la nuestras. Cuanto menos seria eres menos te toman en serio. Hay un complejo de inferioridad como ciudadanas”.

«A mí me une más una historia con una compañera trans en un momento determinado que con un gay», Valentina de Jesús Remella Clic para tuitear

La activista considera que la diversidad implica también reconocer y potenciar las distintas formas de sentir y hacer cultural. A sus 63 años cree que antes existía un mayor goce en el encuentro de las diferencias. Recuerda con cariño el desarrollo de los encuentros estatales y la riqueza en los que se desarrollaba. Cómo las compañeras vascas hablaban de las andaluzas como las de “la pluma rosa”: “Las compañeras no te lo planteaban desde una crítica, al contrario. La pluma eran comportamientos de las lesbianas andaluzas que no casaban con el estereotipo masculino. Parecía que había una línea de Madrid para arriba y otra de Madrid para abajo. La gente de aquí llevábamos otro puntito y la pluma rosa era una forma de hablar de esa alegría”.

Valentina de Jesús Remella considera que las lesbianas siguen siendo invisibles porque se difuminan entre los huecos feministas. La mujer de los espacios insiste además en que éstos fueron y siguen siendo necesarios. Para la activista el origen de las faltas de genealogías de la lucha lesbofeminista en Andalucía y el Estado español tiene que ver con la imposibilidad de que las mujeres tuvieran una doble vida y con la misoginia: se castiga a las mujeres lesbianas porque la sociedad machista percibe que no necesitan la presencia de los hombres. Ya jubilada, la lucha por la visibilidad sigue con ella, ahora en un pueblo donde las lesbianas más jóvenes se sorprenden al ver a una “lesbiana mayor”, como ella dice.

Las formas que mujeres como ella llevaron a cabo en su día eran distintas. La enfermera y antropóloga desconfía del concepto de “igualdad” bajo los términos que se están manejando ahora: “Tú estás en una mani de las que hacemos aquí, y ¿qué nos diferencia? ¿Qué diferencia a la que se hace en Cádiz de otra? Somos iguales y eso no es bueno”.

Lo que movía a compañeras vascas, madrileñas, murcianas o andaluzas eran también motivaciones que Valentina de Jesús Remella considera distintas a las de ahora. La estrategia se llamaba “cariño”: “La diferencia era que no nos apoyábamos. Nosotras es que nos queríamos”.

Comentar esta breve

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0