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“Las mujeres sin hogar no suelen estar en la calle porque es un espacio muy agresivo”

Sábado 16 de febrero de 2019

Rosa, Concha y Yazmina explican las altas barreras que deben saltar las mujeres que no tienen un techo bajo el que vivir.

Sara Plaza 13-02-2019 Pikara

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Yazmina. / Foto: Beatriz Ortiz, de la asociación Realidades.

Rosa Sambucety es pianista, bailarina, intérprete y un largo etcétera. Le gusta que le definan como actriz multidisciplinar y presume de haber trabajado durante 10 años en televisión, atravesando diferentes cadenas y platós. Rosa Sambucety es madre de tres hijos y fue víctima de violencia machista. Rosa Sambucety también ha sido una mujer sin hogar. Rosa es muchas Rosas y explica su vida con una catarsis de sinceridad y positividad.

“Mi historia empieza cuando te quedas sin trabajo, tienes un dinero ahorrado pero empiezas a pagar y el dinero se acaba y entonces vuelvo a casa de mi madre, con 49 años, dos de mis tres hijos y mi nieta. Empezamos a molestar a mi madre y nos echó de casa en varias ocasiones. En una de esas llamé a la policía y ellos me ofrecieron un centro de acogida en Palma de Mallorca durante seis meses”. Tras esto consiguió remontar un tiempo trabajando en un bar. Pero por avatares del destino el negocio cerró. Rosa acabó en Madrid en casa de una amiga con lo puesto. Mientras sus hijos se independizaban y creaban sus propios hogares, ella, que no quería interrumpir sus vidas, acabó pidiendo una cama en albergues municipales, primero en el Centro para Personas Sin Hogar de San Isidro y finalmente en el Luis Vives. Hoy tiene trabajo y encara el futuro con las pilas cargadas. Tiene claro quién es y que esto le puede pasar a cualquiera.

“Me he encontrado con muchas mujeres cultas, una se asombra. Un bache económico es un bache económico tengas la cultura que tengas y la formación que tengas”, asegura. Ahora se encuentra inmersa en la promoción del corto que protagoniza, ‘La pantalla en la calle’, un trabajo de los directores César de Nicolás y Juan Martínez que intenta luchar contra los prejuicios intelectuales hacia las personas sin hogar. “Cualquiera puede acabar así. Espera a que un jefe deje de pagarte. Y en esta situación hay mujeres. Y muchas”, advierte.

Estar en riesgo de desahucio, ocupar el sofá de un familiar o alquilar una habitación en una residencia también es estar sin hogar. 

Como en todos los colectivos, en el ‘sinhogarismo’ las mujeres también están silenciadas. En el imaginario colectivo reina la imagen del hombre que se enfrenta a dormir al raso y eso es lo que la sociedad entiende por la falta de un techo, pero la realidad es bien diferente. Lo explica Beatriz Ortiz Martínez, directora de comunicación de la Asociación Realidades: “En el sinhogarismo se ha intervenido desde una perspectiva androcéntrica hecha por el patriarcado. A nivel investigación, cuando se estudia este fenómeno se analiza la gente en situación de calle, donde los hombres son el 80 por ciento. Nosotras defendemos el sinhogarismo como un concepto más amplio. Las mujeres sin hogar no suelen estar en la calle porque es un espacio muy agresivo para nosotras. Estar en riesgo de desahucio, ocupar el sofá de un familiar o alquilar una habitación en una residencia también es estar sin hogar”. Ortiz señala que la consecuencia de la ausencia de perspectiva de género en las investigaciones es que las necesidades de las mujeres sin hogar no se ven cubiertas. “Los recursos están pensados más para hombres. Las necesidades que tienen las mujeres están descubiertas. Por ejemplo, a la hora de cubrir necesidades básicas las mujeres no tienen acceso a productos de higiene”, ejemplifica.

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Concha. / Foto: Beatriz Ortiz, de la asociación Realidades.

Vulnerabiliodad extrema

Según la clasificación europea ETHOS (siglas en inglés de la tipología europea sobre personas sin hogar), que incluye un amplio espectro de situaciones, y datos de la Fundación FOESSA, en España hay más de 1,5 millones de personas sin vivienda digna. La fundación RAIS calcula que 31.000 personas sufren ‘sinhogarismo’ y 8.000 de ellas duermen al raso. De éstas, se estima que dos de cada diez son mujeres. La realidad entre ambos géneros es bien diferente y cabe destacar la especial vulnerabilidad de las mujeres. Todo esto se desprende del informe ‘Cuando la casa nos enferma’, de la asociación Provivienda. Así, un 25 por ciento de las mujeres sin hogar manifiestan haber sufrido algún tipo de agresión sexual. Solo un 1,5 por ciento de los hombres admiten haber sufrido algo así. El informe destaca también que un 26 por ciento de estas mujeres se encuentran en esta situación por haber sufrido violencia de género. “De las mujeres que hemos entrevistado, una de ellas sufrió violencia de género en el hogar y la volvió a sufrir en la calle, pero se quedaba cerca del agresor porque pensó que podía sufrirla de desconocidos”, explica Thomas Ubrich, responsable del informe. “Las otras mujeres tenían hijos y una de ellas pasó 10 días en la calle con sus dos pequeños. Desconocía los recursos de emergencia y se fue a un cajero tapando muy bien al niño pequeño porque tenía miedo a los servicios sociales. La pobreza está feminizada y muchas veces son mujeres con hijos a su cargo”, advierte el investigador. “Estas situaciones existen, lo sabemos, pero no se recogen datos y no se pueden poner en práctica políticas. Lo invisibilizamos todo”, asegura.

31.000 personas sufren sinhogarismo en España, y 8.000 de ellas duermen al raso. 2 de cada 10 son mujeres.

“A mí me habían negado que aquí en Madrid hubiera mujeres sin techo. Las mujeres sin hogar están invisibilizadas, pero existen. He conocido a algunas que se van a dormir a Urgencias porque no tiene donde ir. Y así es como se van volviendo invisibles, no se las ve”, explica Yazmira Navarro, quien hoy vive en un piso gestionado por la asociación Realidades. Yazmira, licenciada en Derecho, se vio “al filo de la navaja” cuando, tras un año en Cataluña, se le agotaron los ahorros. “Llegué desde Venezuela en noviembre de 2015. Tuve que salir de allí sin planificación y sin recursos. En los servicios sociales de Barcelona me dijeron que mi caso no era urgente. Me ubicaron 15 días en un hostal y me preparé para venir a Madrid. Aquí me ha ido mejor, he podido homologar mis estudios y ahora trabajo en la agencia tributaria”, explica.

El machismo exacerbado de la calle

“Yo le digo que yo me he escondido. Nadie se creía de mí que yo era una persona sin hogar. Intentaba ducharme, estar aseada. Tienes que pelear el doble que los hombres por guardarte”, cuenta Concha, quien llegó a pasar seis meses durmiendo en la calle, mientras indica las estrategias que utilizaba para protegerse. “Trataba de estar en sitios públicos para que se me viera. Te dicen que te juntes con un hombre para que no te diga nada el resto, pero eso no siempre es cierto. Tienes que estar muy sola para que no te pase nada. Cuando te rodeas de gente, más probabilidades hay de meterse en problemas”, cuenta. Concha, de 64 años y enferma de corazón, hoy vive en un piso de Provivienda. En 2014 tuvo una operación de triple by pass y, al no tener familia, se vio en la calle. “Soy hija de padres adoptivos. He pasado la mayoría de mi vida sola. Mis padres son ingleses. Marché de España en los 90 y en 2012 regresé desde Estados Unidos. Tengo una enfermedad crónica pero si me ofrecen trabajo de traductora o de guía turística podría hacerlo”, añade.

Concha, Yazmira y nueve mujeres más han preparado el videoclip ‘100x cientas’. Una campaña a ritmo de rap con la que la asociación Realidades quiere transmitir que “en las calles y en las casas, sólo cambia el escenario: acosadas, violadas, agredidas, maltratadas”, remarcando además que las violencias que sufren ellas son más extremas. “Además cargamos con más estigmas, los agresores sexuales nos ven como un blanco fácil, nos cuesta denunciar ya que a menudo no nos creen porque somos personas sin hogar”, denuncian.

100XCientas - El rap de las #MujeresSinHogar #HaciéndonosVisibles

“Las relaciones de poder están más marcadas y el machismo es mucho más fuerte y exacerbado en la calle”, cuenta Beatriz Ortiz, de Realidades. “Las mujeres tienen estrategias, buscan figuras de protección y muchas mantienen relaciones de pareja insatisfactorias, no son libres para decidir”, alerta quien señala que en época de frío la situación se agudiza. “En los recursos para personas sin hogar, los hombres ven a las mujeres como un objeto, les hacen el paseíllo al entrar, se las rifan… Se han dado agresiones sexuales y los profesionales no saben como actuar, no se penaliza a los hombres y no hay protocolos incorporados”, apunta.

Rosa, Concha y Yazmira son solo tres de las mujeres que se han enfrentado a esta realidad. Las tres tienen claro que con ayuda se puede salir de ese bache del destino y por eso cuentan su historia, para que su situación se visibilice y al resto se nos dispare la luz de alerta. “Yo solo pido que traten de mirar en su entorno, a sus personas más cercanas. En la mayoría de ese entorno hay mujeres en riesgo de exclusión social”, pide Yazmira. “Vamos todos a arrimar el hombro para que la calidad de vida de las mujeres sin hogar mejore. Yo estoy volviendo a empezar de cero, no es tan fácil, pero tampoco tan difícil”, concluye.

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