Xarxa Feminista PV

La parábola del sembrador

Domingo 21 de marzo de 2021

Pikara Magazine 03/03/2021

Sábado, 20 de julio de 2024. Así arranca la novela de Octavia Butler, que publica en castellano Capitán Swing. Compartimos en exclusiva el prólogo de Gloria Steniem.

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Portada ‘La parábola del sembrador’.

Prólogo de la novela La parábola del sembrador (Capitán Swing), de Octavia Butler.

Si hay algo más aterrador que una novela distópica sobre el futuro, es una novela distópica sobre el futuro que se escribió en el pasado y que ya ha empezado a hacerse realidad. Esto es lo que hace que La parábola del sembrador resulte aún más impactante que cuando se publicó por primera vez.

Hace veinticinco años, la formidable Octavia Butler escribió este primer volumen de lo que iba a ser una trilogía. Desgraciadamente, murió a la temprana edad de cincuenta y ocho años, pero por suerte tenemos esta novela y su secuela, La parábola de los talentos. El título hace referencia a los versículos de la Biblia que describen no la semilla, sino los diversos terrenos en los que esta cae; un reto para los lectores, que serán el terreno de las semillas de advertencia.

La historia empieza en una California del futuro que está dividida en tres mundos superpuestos: el de los poderosos, que poseen y controlan el agua, la electricidad y el cultivo de alimentos; el de una clase media en apuros, formada por gente que vive en vecindarios cercados por muros, usa armas de fuego para protegerse y hace todo lo posible por aferrarse a un orden ya pasado; y el de la gente sin hogar, los analfabetos, los moribundos y las prostitutas de las calles de la ciudad y el campo, que roban a los vivos y rebuscan entre cadáveres insepultos que se quedan tirados allí donde caen.

En todos estos mundos, el agua cuesta más que la gasolina; la policía y los bomberos atienden solo a quienes pueden pagarles; saber leer y escribir es una destreza tan rara que se ha convertido en una ventaja a la hora de conseguir trabajo; circulan drogas sintéticas que despiertan una obsesión por el fuego entre quienes las consumen, y nadie está a salvo de atracos, violaciones ni incendios a pesar de las armas, los muros, los portones y los niveles de protección.

Entre esa clase media que vive en vecindarios amurallados y lucha por mantener un orden pasado es donde encontramos a una adolescente llamada Lauren, nuestra narradora. Es inteligente y susceptible a la esperanza y al miedo, a los amigos y a las traiciones. Además, sufre el síndrome de hiperempatía, que ha heredado de su madre drogadicta y que le hace sentir el dolor de todo ser vivo que tenga cerca, animales incluidos, pero ese dolor puede ser tan grande que la inmoviliza hasta el punto de no poder ayudar a quien está sufriendo. La hiperempatía es capaz de causar tanto dolor que Lauren puede acabar ayudando a morir a quien sufre; Butler no es nada romántica respecto al coste de la empatía. En la complicada vida personal de Lauren, primero la vemos con su familia; luego, cuando la pierde y se echa a andar hacia el norte a través de una tierra sin ley, con un amante y amigos dispares, se convierte en una líder que no solo mantiene unido al grupo, sino que, pudiendo abandonarlo y salvarse, se niega a hacerlo. También es una poeta que imagina el futuro. En un libro titulado Semilla Terrestre: los libros de los vivos, nos cuenta lo que termina siendo el tema del libro de Butler: que el destino de la raza humana es emigrar a otros planetas y sistemas solares.

Con esto no estoy desvelando la trama. Los distintos acontecimientos atrapan igualmente por su inmediatez, su intimidad y la extraña semejanza con lo que ya estamos viviendo. De hecho, es probable que los lectores se sorprendan imaginándose cómo continúa la historia mucho después de haber terminado el libro. Para Butler, el futuro depende no solo de una fuerza inmensa como el calentamiento global (que aquí se representa como una realidad gradual y aterradora de largas sequías seguidas de inundaciones), sino también del comportamiento humano. Deja muy claro que fue este el que provocó el calentamiento global y no al revés; por lo menos, hasta que fue casi demasiado tarde. A diferencia de muchos autores de ciencia ficción, pero al igual que muchas autoras feministas de ciencia ficción, como Joanna Russ, Ursula K. LeGuin y Marge Piercy, Butler no se limita a crear un futuro basado en una ciencia y una tecnología nuevas: también nos muestra el resultado del comportamiento humano anterior que las guía.

En el mundo de la ciencia ficción, que en vida de la autora estaba hecho por y para escritores y lectores hombres blancos, siempre se ha visto a Octavia Butler como una anomalía. Ella, sin embargo, sentía que encajaba como nadie: «Soy negra, soy solitaria, siempre he estado en los márgenes». Sus personajes son jóvenes y viejos, hispanos, afroamericanos, entre otros, y todos ellos responden a las formas más naturales y únicas de ser estadounidense.

Cuando la joven Lauren empieza a cruzar el país andando para salvar su vida futura, por ejemplo, resuena un eco de los esclavos africanos que, en el pasado, ponían rumbo al norte para salvar la suya. Cuando están definiendo a Dios, a sus personajes se les ocurre la idea de que Dios es Cambio, la Verdad de la Vida.

No es de extrañar que Octavia Butler fuera la primera escritora de ciencia ficción en recibir un premio Genius de la fundación MacArthur, ni que motivara a millones de lectores que nunca antes se habían visto atraídos por la ciencia ficción ni la fantasía futurista, ni que los autores de ciencia ficción afroamericanos (en su mayoría mujeres, pero no solo) la citen como su casi única fuente de inspiración, ni que los libros de ciencia ficción que leyó de niña fueran regalos de las familias para las que su madre trabajaba de criada, ni que ahora se la traduzca y lea en países de todo el mundo, ni que su propia vida suene a ciencia ficción.

Pero, como ella misma acostumbraba a señalar, lo que escribía no era ni ciencia ni ficción, porque «todas las luchas son en esencia luchas por el poder: quién va a mandar, quién va a dirigir, quién va a determinar, a perfeccionar, a confinar, a diseñar».

Octavia Butler ponía sobre la mesa nuestras auténticas posibilidades como seres humanos. Y creo que puede ayudarnos para que cada uno de nosotros haga eso mismo.

Durante las décadas de los 60, 70 y 80, coincidiendo con la segunda ola del feminismo, un buen puñado de autoras como Joana Russ o Angela Carter volcaron en la ciencia ficción (un territorio eminentemente masculino) sus preocupaciones. Pero si en aquel momento una escritora de ciencia ficción era algo atípico, una escritora de ciencia ficción negra lo era todavía más, y Octavia Butler se convirtió en una de las pioneras del afrofuturismo, llegando a ser la primera escritora de ciencia ficción en recibir un premio Genius de la Fundación MacArthur.

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