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Entrevista a la escritora Cristina Morales: «Nos venden que la revolución es salir a la plaza, pero se nos olvidan las revoluciones en lo íntimo»

Domingo 12 de abril de 2020

Emilia Laura Arias Domínguez 01/04/2020 Pikara

Premio Herralde de Novela y Premio Nacional de Narrativa, la escritora Cristina Morales (Granada, 1985) ha conseguido con su cuarto libro, ‘Lectura Fácil’ (Anagrama), atrapar, divertir y remover con la literatura más incómoda, ácida y brutalmente reivindicativa.

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Cristina Morales. / Foto: Bachinibachini

Premio Herralde de Novela y Premio Nacional de Narrativa, la escritora Cristina Morales (Granada, 1985) ha conseguido con su cuarto libro, Lectura Fácil (Anagrama), atrapar, divertir y remover con la literatura más incómoda, ácida y brutalmente reivindicativa. La escritora y bailarina nos enfrenta en su libro con la historia de un grupo de mujeres con diversidad funcional que conviven en un piso tutelado de Barcelona. No en vano en la portada reza “Ni Dios, ni amo, ni partido, ni de fútbol…”. Lectura Fácil es una novela que no deja títere con cabeza y que es capaz de situarnos frente al espejo capacitista más incómodo. Con Morales, la conversación amable fluye entre danza, anarquía, feminismo, lucha, disidencia y referentes.

Cristina Morales es licenciada en Derecho Internacional, ha escrito relatos, ha publicado cuatro libros (Los combatientes, Malas palabras, Terroristas modernos y Lectura Fácil) y tiene más proyectos entre manos y entre varias manos. Lectura Fácil ha resultado un bofetón divertido, ácido como un limón y tremendamente instructivo de una mujer que tiene mucha letra por delante y mucha rebeldía, por suerte. Morales baila en el colectivo Iniciativa Sexual Femenina y vive como escribe: en libertad y sin corsés.

Lectura fácil nos pone un espejo difícil…. ¿era tu pretensión?

Una se pone a escribir sin pretender nada. Juan Marsé decía que su única pretensión cuando se sentaba a escribir era terminar la obra cuanto antes. No hay un plan preconcebido. La novela tiene un mensaje a una misma, ¿no?

En tu novela hay cuatro protagonistas maravillosas a las que muchas personas llaman discapacitadas.

La discapacidad existe porque es un concepto creado desde y por el poder, igual que la palabra Estado. Otra cosa es que pensemos que es un hecho natural. Es muy reciente y hay poca literatura al respecto. Es un eufemismo. Antes se decía subnormal o retrasado. Ahora se usa diverso intelectual, que es otro eufemismo. Se viene transformando porque designa una realidad incómoda. Somos incapaces de considerarnos iguales realmente. La palabra blanco y la palabra negro. La palabra hombre y la palabra mujer…

El fanzine interior de la novela habla, entre otras cosas, de Pablo Pineda, actor de la película Yo También, que aborda el sobre síndrome de down. En la película da la sensación de que se le perdona su machismo…

Sí, exactamente eso. Al que la sociedad subalterniza le perdona a cambio de que se integre en la parte más perversa de la realidad: macho, defensor de la empresa privada, denigrador de sus compañeras, antiabortista, capitalista y muchas más cosas. El fanzine en el que hablo de él y de esa película tenía muchas más páginas, pero la editorial no quiso incluirlas todas. En cada una de mis presentaciones llevo el fanzine completo y se puede conseguir y leer en su totalidad.

Tenemos Ministerio de Igualdad. ¿Qué te parece?

No lo tengo teorizado. María Galindo sí lo ha hecho. Ella le llama el patriarcado con falda. No es feminista un Ministerio de Igualdad.

He leído que no tienes redes sociales. Te cuento que hay bastante enfrentamiento y crispación…

No tengo ninguna red, pero tengo teléfono móvil y ya me parece un arma del diablo. Lo quiero tirar a la basura. Si tuviera que estar pendiente de redes sociales me daría un ictus directamente. No me dejarían leer, ni vivir. Ya el teléfono me impide agarrar un libro y tirarme tres horas seguidas de lectura. Son enemigos de la lectura tradicional esos dispositivos anejos al cuerpo. Impiden la lectura tradicional. Me parecen un poco envilecedoras estas cosas.

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Foto del álbum personal de Cristina Morales. / Foto: Guido Micheli

En redes y fuera de ellas hay una fuerte reacción heteropatriarcal a las conquistas feministas… ¿tienes esa sensación?

En las redes puede que exista esa reacción violenta porque es el campo del enemigo. Las redes sociales no son emancipadoras en sí mismas. La censura en las redes sociales es total. Solo hay que ver de dónde y de quién vienen. Ya hay iniciativas en espacios libertarios y no libertarios para limitar las comunicaciones por redes sociales. Recuperar formas de comunicar que son las que usan buena parte de los colectivos que buscan la emancipación.

Yásnaya Elena Aguilar Gil, una mujer mixe mexicana a la que tuve el gusto de conocer, me dijo hace poco que no podemos dar por hecho que todas las personas tienen acceso a internet, son letrados y, en caso de tenerlo, que usen las redes sociales. ¿Qué pasa con una octogenaria de una comunidad indígena sin acceso a internet? Las redes no son el vellocino de oro. Los pueblos no se van a emancipar en las redes sociales.

Es como la muchacha esta, Greta Thunberg, que es muy lista y tiene el coño muy bien puesto, pero… los medios y las instituciones hablan de ella como sinónimo de ecologismo. Es ecologismo blanco. En América y Asia llevan tiempo peleando, están asesinando a personas defensoras del medioambiente en comunidades originarias, en países del extrarradio del progreso, como los denomina Agustín García Calvo. Como si no hubiera ecologistas luchando desde tiempos de la invasión defendiendo sus tierras, su agua y su aire…

Quienes son tus referentes políticos…

María Galindo: activista, militante, tiene en la calle su lugar de acción. Acció Llibertaria de Sans. Yásnaya Elena Aguilar Gil, el escritor italiano Erri de Luca, Paul Preciado, Mujeres Creando, el colectivo de mujeres de Bolivia…

Y tus referentes literarios:

María Galindo otra vez (se ríe), Agustín García Calvo, Juan Bonilla, Bolaño, Céline.

¿Qué nos pasa al feminismo que andamos a la gresca con determinadas cuestiones (prostitución, trabajo sexual, sujeto del feminismo…)?

Creo que no nos damos los espacios suficientes para construir ni tejer redes. Las redes, por ejemplo, que es donde me comentas que hay crispación y faltas de respeto, son lugares de reafirmación del yo. Marina Garcés lo decía. Como puede haber empatía en esos lugares. Son yuxtaposiciones de individuos, pero no son la aglutinación de personas, de sentires… No permiten la construcción, el intercambio y lo enriquecedor de los debates. He vivido debates con personas y se da el conflicto, pero siempre, siempre respetuoso. No frecuento espacios donde eso se convierta en un Sálvame Deluxe. Si no nos vemos la cara, este respeto me parece muy difícil de lograr. El anonimato hace que parezca que no tenemos cuerpo. Es la sustitución del cuerpo por el algoritmo. Uno se expresa no solo con lo que dice, también se expresa con sus silencios, por cómo se mueve, con todo el cuerpo, en como cede la palabra, en cómo se levanta a preparar un café durante el debate. Esto está fuera de las redes.

Eres bailarina. ¿Es la danza un espacio de lucha?

Sí, mira… no lo había verbalizado así, pero sí. La danza puede ser un espacio de lucha con nosotras mismas y nuestros prejuicios. Lucha contra una educación burguesa o de buena obrera. También de trinchera frente a lo que el otro quiere hacer de ti como un cuerpo deseable nada más. La danza de la academia siempre ha dicho qué es lo deseable, qué es lo bello, qué es lo hermoso. Como si la mente no tuviera nada que decir, como si la mente y el cuerpo fueran la misma cosa. La danza es también un espacio de alianzas, y qué alegría que eso sea así. … A nuestro colectivo, Iniciativa Sexual Femenina, se nos han vaciado salas en muchas ocasiones por la carga sexual de la pieza. Sobre todo, en una ocasión había chicas con el moño y el atuendo que pide la academia, que venían de ballet. Eran jóvenes y adolescentes… Esto nos recordaba cómo nos han enseñado, como las adultizan, como las machean…

¿Machear…?

El camino corto para decir que nos tratan machistamente. Ese momento en el que alguien abusa de ti por ser quien es y por ocupar el lugar que ocupa por privilegios… ¡machear!

¿Y las machas?

¿Qué sería de los machos sin sus aliadas? Sobre los hombros de las mujeres recae el control moral de la educación de la familia. Donde no llegaban ellos con su poder económico han llegado sus policías de lo privado. Por eso creo que la liberación empieza o está también en lo íntimo…

Porque lo personal es político.

Por supuesto. Cuando nos venden que la revolución es salir a la plaza se nos olvida las revoluciones en lo íntimo. Y lo que nos ha vendido la historiografía sobre las revoluciones ningunea y olvida otras revoluciones. Las agresiones que sufren las mujeres en la plaza haciendo la revolución o cuando te dejas bigote y tu compañero te mira el bigote en la plaza.

¿Estas escribiendo otra novela ya?

Estoy escribiendo, pero no una novela. Estoy escribiendo una dramaturgia para Sol Picó. Mi colectivo ISF colabora en el proceso de creación a nivel más corporal… es todo un equipo y yo hago una parte de todo esto. Pero sí, estoy deseando volver a escribir. Mi segunda novela ahora será reeditada por Anagrama con otro título. Se llamaba Malas Palabras y ahora se publica con el nombre original: Introducción a Teresa de Jesús y he escrito una nota de autora de cinco páginas. Hace un año que no podía escribir cinco páginas seguidas. Qué placer.

Quería preguntarte por el Premio Nacional de Narrativa y lo que dijeron en Ciudadanos sobre ti.

Fue tan virulento su ataque que un premio que no es tan conocido ni prestigioso parecía que me iba a solucionar la vida para siempre, iba a salvar mi vida y yo ya no tenía que escribir nunca más… o algo así… 20.000 euros de este frente a los 600.000 del Premio Planeta… Es una cosa rara estos premios “nacionales”. De pronto me he convertido en una “autora española”. Me han convertido en eso, signifique lo que signifique…. Desde Pikara le doy las gracias a Albert Rivera por disparar el interés por mi obra. No dejes de escribir eso… ¡por favor!

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