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Entrevista a Las Tesis: “Descolonicemos la idea de que baile es igual a fiesta, hay una protesta que tiene música”

Miércoles 28 de abril de 2021

Berta Gómez Santo Tomás 21/04/2021 Pikara

El colectivo interdisciplinario chileno Las Tesis acaba de publicar su libro ‘Quemar el miedo. Un manifiesto’, aunque se sienten un poco incómodas con la palabra manifiesto porque «expone cosas que se dan por sentado como verdades».

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Las Tesis | Foto cedida por el sello Temas de hoy.

“La subversión sumergida en belleza es revolución”. Con esta frase, que resume como pocas el espíritu contestatario de Las Tesis, comienza su libro Quemar el miedo. Un manifiesto, publicado recientemente en España y América Latina, junto a la editorial Planeta –aquí, a través del sello Temas de hoy–. Aunque a estas alturas no necesitan presentación, Las Tesis se autodescriben como “un colectivo interdisciplinario de cuatro mujeres de Valparaíso (Chile)”, explican como respuesta a la primera pregunta de esta entrevista, “y lo que hacemos es trabajar una puesta en escena en pequeño formato, de corta duración, donde se traslada la teoría a formatos audiovisuales, textiles o performáticos”. En realidad, solo responde a mis preguntas a través de la videollamada una de sus integrantes, Paula Cometa, pero me pide explícitamente que utilice la primera persona del plural porque hablará en nombre del conjunto.

El estallido del colectivo comienza el 25 de noviembre de 2019. Después de representar una de esas performance, El violador en tu camino, en Santiago, la capital chilena, por el día contra la violencia hacia las mujeres: el vídeo de su actuación viraliza y tanto la canción como el baile comienzan a ser imitados y reproducidos en manifestaciones y protestas en todas partes del mundo, como símbolo de resistencia y rechazo a la violencia patriarcal. Desde ese momento, su nombre y sus ideas se instalaron en el imaginario colectivo. Las Tesis han seguido estando presentes hasta hoy, con la publicación del manifiesto: Dafne Valdés, Paula Cometa, Sibila Sotomayor y Lea Cáceres son las creadoras de un himno internacional feminista, un fenómeno global que grita al unísono que la culpa de las violaciones no es de las víctimas, ni de dónde estaban, ni de cómo vestían. El violador, señalan Las Tesis –y con ellas tantas otras mujeres– son “los pacos, los jueces, el Estado y el presidente”.

¿Cuál era el espíritu original de El violador en tu camino?

Esta obra aborda el tema de la violencia sexual en América Latina. Ahí habíamos usado como base teórica un libro de Rita Segato, donde se plantea que la violación es parte de una conducta social y no es una enfermedad mental: es una desmitificación de la violación. Eso lo llevamos a una canción, El violador en tu camino, para una instancia de corte de calle en Valparaíso en el contexto del estallido social.

El éxito internacional es abrumador. Como ejemplo, una institución como la revista Times os nombró una de las 100 personas o colectivos más influyentes para el mundo en 2020. ¿Qué ha supuesto este apoyo para el colectivo? ¿Ha transformado incluso vuestras vidas personales?

Al principio, en diciembre de 2019, fue super solicitada nuestra participación, había mujeres que nos escribían desde todas partes del mundo para ir a representarlo, pero no teníamos ni dinero para ir, ni siquiera al sur de Chile. Había una situación de caos también acá y era super complejo viajar en un bus a otra región porque podía haber barricadas en los peajes. Todo era muy complejo y por eso decidimos entregar la obra. Era una forma de decir: no se preocupen porque no vamos a poder ir, aquí está la pista de audio, acá está la letra y hay vídeos con la coreografía. Finalmente se lo empezaron a autogestionar otras mujeres y disidencias y eso fue muy gratificante, que la obra descanse en esas personas, la autoría existe pero tú no tienes que estar ahí para que la obra se ejecute.

¿También ha habido repercusiones negativas?

Lo bueno de ser un colectivo es que todos los procesos se hacen de manera grupal y, afortunadamente, somos cuatro para sostenerlo. Porque sí, todo esto trae mucha violencia, estás en la mira incluso del Estado, y lo cierto es que hay muchas cosas que se empiezan a desprender de esta situación. Por redes sociales nos repiten que ojalá nos violen y que ojalá nos maten, son las reacciones evidentes del patriarcado. Supone mucha incomodidad que se esté diciendo “el violador eres tú” y nos responden que no todos son violadores. Eso genera mucho odio, también al punto que después, cuando trabajamos el manifiesto contra la violencia policial en Chile, recibimos dos denuncias de la policía de acá. Desde 2020 no hemos descansado mucho.

Quería preguntaros precisamente por esas denuncias: fuisteis acusadas por atentar contra la autoridad con amenazas contra Carabineros de Chile. ¿Cómo ha sido este proceso judicial? ¿Os sentís más vulnerables ahora?

Es muy absurdo porque lo que finalmente se juzga es un texto, lo mismo que pasa con las Pussy Riot o las mujeres en Polonia que salieron a protestar porque se estaban quitando derechos de aborto. Imagino que son mensajes que perturban demasiado a las cúpulas de poder con unas bases históricamente patriarcales y lo que generan son estas respuestas de denuncia. Las policías ya han sido deslegitimadas por sí solas: acá en Chile son policías militarizadas desde la dictadura, hay mucha violencia institucional, se van ellos mismos ridiculizando. Solo el Gobierno de extrema derecha apoyaba a los carabineros en estas denuncias. Los organismos de derechos humanos lo trataron como una obra activista que velaba por el resguardo de los derechos de las mujeres y las disidencias. Esto nos puso inmediatamente en la situación de que corremos peligro, están atentando contra personas que defienden los derechos humanos; y ahí, claro, se armó todo. Hubo una defensa internacional e incluso se sumaron las actrices de Hollywood ante las denuncias. Finalmente, en enero tuvimos la audiencia judicial y las denuncias fueron desestimadas porque no tenían pruebas válidas. El problema ha sido todo este tiempo, viviendo en un contexto de pandemia en Chile, donde hay toque de queda prácticamente desde octubre de 2019 y tienes que pedir permiso a una comisaría virtual cada vez que quieras salir de tu casa. Tus datos van a los carabineros cada vez que te quieres mover y era muy angustiante sentir este hipercontrol mientras teníamos dos denuncias.

En España hace unas semanas un rapero fue encarcelado por denuncias similares, específicamente por cantar letras que contenían injurias al rey. ¿Creeis que en Chile es el feminismo uno de los movimientos que está en el punto de mira de la represión estatal?

Con nosotras fue así. En las protestas, las coordinadoras feministas son violentamente reprimidas, no hay filtro. El 25 de noviembre del año pasado en Santiago nosotras fuimos a hacer la obra del Violador eres tú de nuevo en la Plaza de la Dignidad, y llegaron las fuerzas especiales a reprimir con mucha fuerza a las mujeres, en el día contra la violencia hacia las mujeres. Ese es el escenario, aunque ahora con una nueva constitución digan que la paridad existe: en la calle la violencia sigue estando muy presente.

Una tensión que existe en el feminismo es que cuando una frase o demanda se repite a menudo, se vuelve mainstream, a veces el status quo o incluso marcas se apropian de un contenido político y lo vacían de significado. No sé si habéis vivido alguna experiencia similar con esta performance.

Claro, hay un montón de reinterpretaciones del texto, de la música, que son bastante burdas. Se me ocurren muchos ejemplos por redes sociales. En Argentina un tipo se disfrazó de nosotras para una asignatura de género, aunque luego le hicieron reprobar el examen. También hay cuestiones a gran escala donde se utiliza la obra para lucrarse con todo tipo de productos, cambiando por ejemplo la letra pero usando la base. Al final son plagios. Y es superofensivo para nosotras, pero aún más para las mujeres que decidieron hacer esa performance y que finalmente pudieron iniciar un proceso de autosanación a partir de todo esto. Es muy ofensivo que se use la letra para decir cuestiones que son inversas, es una lástima porque el capitalismo absorbe todos estos productos dándoles muy mal uso. Esta es una canción de protesta.

Sobre esta cuestión de cantar y bailar protestando, el pasado 8M en Barcelona hubo quejas durante la manifestación estática porque se habían instalado escenarios con música: varios grupos feministas creían que el ambiente era demasiado festivo para una jornada de reivindicación. Para vosotras, la música es vuestro principal canal de expresión, ¿cuál es su potencial político?

La música es un pulso. La melodía, los sonidos, la armonía, todo esto es vital, entonces cuando llevas un texto a lo musical, ocurren otras cosas que no ocurren con la simple lectura. En la performance lo que se va diciendo pasa por el cuerpo, la experiencia te está atravesando. Además, estando en la calle, estás dándole cara a la policía o a las instituciones. Aunque aquí en Chile ocurre también, de repente se usan mucho las batucadas para las protestas y algunos grupos de personas dicen “oh, por qué las usan si esto no es un carnaval feliz”. Es un grito de fuerza, se usa música para decir algo. Y sí, te hace bailar, pero no es una fiesta precisamente. Empecemos a descolonizarnos de estas ideas de que baile es igual a fiesta: hay una protesta que tiene música y eso no lo podemos evadir.

Acabáis de publicar un libro en forma de manifiesto que reúne un poco todos estos pensamientos, ¿sentís que sirve para reconocer el origen de vuestra obra después de tantas repeticiones?

El libro es bien interesante porque en cada capítulo hay una pequeña introducción con el texto de cada una de las obras que hemos creado, así puedes ver la relación entre las letras y una explicación más larga a continuación que nos permite que se conozca lo que pensamos. Igual a nosotras la palabra “manifiesto” de la portada nos incomoda un poco, porque el manifiesto expone cosas que se dan por sentado como verdades. Acompaña cuestiones patriarcales: acá, yo, en mi posición de intelectual, se me ha ocurrido esto y entonces lo manifiesto. Es super déspota pensar la teoría así, y se le puso este nombre al libro por cuestiones editoriales. Por ello, queríamos aclarar que nosotras no hemos pretendemos ser las dueñas de la verdad en ningún momento. Más que nada son reflexiones e ideas para que otras mujeres puedan tomarlo, leerlo y ver que han pasado experiencias que son comunes.

¿De ahí que siempre utilicéis el “nosotras” en el libro?

Sí, para entender que si algo no me ha pasado a mí en persona pero te han pasado a ti, yo puedo también vivirlo contigo. Viene a ser la idea detrás de “la culpa no era mía”: me pasaba a mí, te pasaba a ti y entre todas estamos diciéndolo. Es como, “vale, gracias, porque siempre pensé que yo tenía la culpa de que un tío me violara”.

A pesar de que sois un grupo feminista que se apoya en fundamentos teóricos, incluso hay un reconocimiento a la importancia de “las tesis” ya en vuestro propio nombre, ¿por qué hacer este tipo de publicación, que es más una llamada a la acción?

Así nos lo planteó la editorial y así lo empezamos a abordar, pero igual en paralelo también lanzamos un libro que es una antología, más teórico. Solo se publicó en Chile, pero se puede comprar online. En este otro lo que hemos hecho es una recopilación de textos e imágenes de mujeres importantes para nosotras en filosofía, historia, teatro, artes visuales, diseño. Viene a hacer esa parte de pensamiento, de dato duro. Quemar el miedo toma estas teorías y pasa a otra cosa. No hay ninguna cita teórica, es una lectura más de reflexión que de tomar apuntes.

Silvia Federici, una de vuestras referencias, de hecho, apostó por arrancar su teoría feminista del activismo de calle, ya desde los años 70 cuando impulsó los Comités en defensa de un salario para el trabajo doméstico. ¿Compartís esta idea?

Sí, es importante pasar más allá de lo academicista, si no, se queda muy en la burbuja. También reconocer que la observación de lo cotidiano es lo que te lleva a pensar, a escribir un libro: esa observación es importante, esa práctica. También el leerlo y llevarlo después al ejercicio, otorgarle una dimensión de conciencia, argumentación y lucha en las calles a cuestiones que se han dado por naturales desde la Edad Media.

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