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Debates feministas Laicidad y feminismo: Repercusiones en los debates sobre aborto y multiculturalidad Teresa Maldonado

Domingo 6 de noviembre de 2011

1.- Debate feminista: de la multiculturalidad a la multi-religiosidad

El papel y el lugar de las religiones en mundo actual y, en particular, en el Estado de derecho y en las democracias modernas es objeto de renovado interés en los últimos años. Pero siendo un tema de reflexión y discusión en sí mismo, otro debate de rabiosa actualidad −el que versa sobre la multiculturalidad− ha venido también a amplificar el interés del tema religioso. Tal y como ha señalado la organización Women Against Fundamentalism, la religión conforma el núcleo duro de la cultura. Y, se podría añadir, muy especialmente de la cultura entendida como lo hacen los multiculturalistas, esto es, en su acepción más romántica y menos ilustrada.

Como es de sobra conocido, las feministas tenemos un interés muy especial en terciar en el debate sobre la multiculturalidad, porque el rol social de las mujeres suele estar en el centro de la discusión. Desde la perspectiva feminista-ilustrada hemos visto (y vemos) el despliegue del feminismo fuertemente vinculado a los procesos de racionalización ilustrada y a la conexa privatización de la religión, es decir, concebimos el feminismo indisolublemente ligado al proceso de laicización. Seguramente no necesitamos modificar substancialmente dicha consideración, pero tal vez sí convenga matizarla, vistas las controversias en que está enredado el propio concepto de secularización y su relación con la Modernidad, por un lado, y vista también la falta de unanimidad feminista respecto al tratamiento teórico y político que merece el hecho de la multiculturalidad en nuestras sociedades1.

A este respecto, suscribo la distinción de Celia Amorós entre multiculturalidad como hecho y multiculturalismo como tesis normativa sobre ese hecho.

En el debate sobre multiculturalismo y feminismo han surgido posiciones que se autodefinen como “feminismo musulmán”. La referencia a un “feminismo católico” o, más genéricamente, a un “feminismo cristiano” tiende a aparecer no tanto en conexión con la multiculturalidad, sino en otros contextos, a saber, en el campo de la teología feminista, lo cual no deja de ser significativo. En todo caso, tanto “feminismo musulmán” como “feminismo católico” −u otras− son expresiones que se usan de hecho con frecuencia, pero tal vez deberíamos investigar si no adolecen de contradictio in terminis. Parece que de constatar algo que nadie pone en duda, a saber, que hay mujeres feministas creyentes −o prácticas hermenéuticas feministas sobre los textos sagrados de determinadas religiones− se ha pasado a plantear la existencia, bastante más dudosa, de cosas como un ‘feminismo católico’ o ‘islámico’. Este ejercicio de adjetivación del feminismo es, como mínimo, discutible. No se me escapa que hay indudablemente análisis y propuestas políticas feministas vinculadas explícitamente a determinados credos religiosos, el caso de la organización Católicas por el derecho a decidir resulta paradigmático en ese sentido. Pero también conviene que nos percatemos de que actualmente muchas posturas decididamente antifeministas se esconden tras diversos rótulos que incluyen el adjetivo ‘feminista’. Soy consciente de que en este punto nos enfrentamos a un espinoso problema: lo dificultoso (¡y pretencioso!) de querer expedir certificados de autenticidad o labels de garantía y de pureza feminista. Pero una cosa es reconocer lo antedicho (y la amplísima pluralidad de los análisis y la propuestas feministas), y otra muy distinta aceptar que el feminismo sea una etiqueta susceptible de estirarse hasta donde haga falta para incluir todo análisis que se autodefina como tal.

Asistimos a una novedosa estrategia en los discursos antifeministas que parecen sacar mejores réditos no de presentar al feminismo como el monstruo a batir, sino de postularse a sí mismos como paladines del “verdadero” feminismo, tergiversando y adulterando completamente los contenidos de éste. No estoy diciendo, claro está, que todo lo que se auto-presente como “feminismo católico” o “feminismo musulmán” responda necesariamente a esta estrategia, sino que una parte al menos sí pudiera hacerlo.

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Fte. LRM

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