Sin Tregua / N°12 Diciembre 2005 / Enero 2006

Sección: Memoria de Clase
1) 70 años de Frentes Populares (Parte II)

En el número anterior de Sin Tregua se publicó un primer artículo sobre las consecuencias catastróficas que trajo para el movimiento revolucionario internacional las políticas de Frente Popular impulsadas por el stalinismo a lo largo del siglo pasado.
En la presente nota se profundiza el análisis de las mismas, al mismo tiempo que se rescata la vigencia de las políticas de frente único proletario.

En agosto de 1935 el VII Congreso de la Internacional Comunista aprobó definitivamente la línea de Frente Popular. Para los comunistas del mundo entero implicaba salir del aislamiento al que los había condenado la línea anterior ("tercer período"). El planteo era la más amplia unidad contra el fascismo en ascenso. Ese planteo era atractivo para millones de personas en todo el mundo que veían cómo la marea reaccionaria subía (Mussolini, Hitler, Salazar en Portugal, Dolfuss en Austria). En principio, las resoluciones se amparaban en las del tercer Congreso, que propiciaban el Frente Único. De todos modos, esta no era la primera vez que la Internacional aplicaba la política de "la más amplia unidad".

China: entrega y sangría
En 1924 el joven Partido Comunista chino había iniciado una política de Frente Único (antiimperialista y antifeudal) con el Kuomintang chino (1). Esta política parecía razonable. El líder nacionalista chino Sun Yat Sen había visitado la URSS y se había pronunciado a su favor. En los dos primeros años, esta política implicó el crecimiento de ambos partidos, la conformación de una academia del "ejército rojo" donde los comunistas tenían fuerte presencia y el ingreso de los comunistas en el comité central del Kuomintang. El PC chino tenía muchas más posibilidades de conseguir la participación de los trabajadores que otras opciones más moderadas; y así lo hizo, convirtiéndose en el partido de los trabajadores revolucionarios de las ciudades y en su única expresión política. Sin embargo, al año siguiente empezó a tallar fuerte la burguesía china. Stalin y los representantes de la Internacional aconsejaron a los comunistas fusionarse en el Kuomintang y confiar en su líder, el representante político de la burguesía. Esta política implicó que los comunistas abandonaran a su suerte la lucha de los campesinos chinos y siguieran la política de "bloque de las cuatro clases" (campesinos, pequeña burguesía, trabajadores y burguesía) perdiendo la dirección a manos de los patrones, así como un tiempo precioso. Este proceso duró dos años y no manifestó todas sus consecuencias hasta 1927. En una incomprensión del centralismo que se rebelaría trágica, aún no estando de acuerdo, los comunistas cumplieron lo que consideraban "órdenes" inapelables. Así, en el momento mismo en que la alianza nacionalista comunista derrotaba a sus enemigos, se les escapó la victoria de las manos. Las tropas nacionalistas masacraron a los trabajadores comunistas chinos que habían cumplido con las órdenes de confiar y esperar. La matanza fue espantosa, con decenas de miles de muertos. El proletariado de las ciudades jamás se recuperó.

El "tercer período"
Después de esta aplicación "precoz" de la política de Frente Popular, tuvo lugar un congreso del Partido Comunista ruso donde la oposición unida sería derrotada por la burocracia stalinista (2). Aunque la burocratización estaba avanzada y la democracia había desaparecido casi por completo, los opositores todavía representaban un peligro para la burocracia. En China se había visto cómo las previsiones de Trotsky y los "trotskistas" chinos se habían revelado ciertas. Había que demostrar que la IC seguía "en la lucha" y por eso se desencadenó el ataque suicida de Cantón. Después de entregar de pies y manos a la flor y nata de los trabajadores chinos, ahora se mandaba a lo que quedaba a una acción suicida con el único fin de mantener la farsa de una "victoria" para un Congreso. Que durara un día, no importaba. Lo importante era el pseudo "hecho político". Con el desastre de Cantón se inaugura la nueva línea de la Conmintern: “el tercer período". Este consistió no sólo en desencadenar ataques suicidas sino en desconocer a las otras fuerzas políticas presentes en la clase trabajadora y renunciar a cualquier análisis serio, ya que "todos los demás eran fascistas"(3). Por ejemplo en Alemania.

La responsabilidad ante el avance del nazismo
Los comunistas alemanes, pese a varias derrotas, eran un partido fuerte con muchos militantes. Aún eran el partido que por sí solo sacaba más votos, pero jamás se le cruzó por la cabeza un frente común con los socialdemócratas para parar a los nazis, ni una huelga general, ni nada (4). Los comunistas llegaron a apoyar un plebiscito regional que hacían los nazis para bajar a los socialistas llamándolo "el plebiscito rojo". La prensa comunista proclamaba a los cuatro vientos: "Cada paso más de Hitler hacia el triunfo es un paso más de Thalman hacia el poder" (5).
Hoy sabemos que el triunfo de Hitler no fue la antesala de la llegada de Thalman al poder, sino al campo de concentración donde pagaría muy caro sus errores de apreciación.

El nacimiento del Frente Popular
No es raro entonces que, con tanto desastre, un retorno a la política unitaria fuera visto con muy buenos ojos. El "padre de la criatura" (teórico, claro que el político fue Stalin) G. Dimitrov embellecía su creación al decir: "Hemos tomado rumbo decidido y audaz hacia el frente único de la clase obrera" (6). Hasta aquí no se ve diferencia con la línea de Lenin. Sin embargo, unos minutos más tarde el discurso empieza a "amalgamar" la línea de Frente Único con la línea nueva de Frente Popular antifascista: "No me refiero aquí al gobierno que puede ser formado ´después´ de la victoria de la revolución". Sutilmente se van dando los pasos hacia la confusión, primero de Frente único con Frente Popular y después a la sustitución de aquel por este otro. El "pase mágico" es decisivo: se cambia una política de unidad obrera por una de seguidismo a la burguesía… ¡en nombre de la unidad obrera! Para esto, aprovecharon el sentimiento de unidad entre obreras y obreros para llevarlos atrás de sus enemigos (7).
Los PC stalinizados no profundizaron la unidad obrera sino que le sumaron a la burguesía. Esto terminó con el gobierno de Frente Popular en Francia que, si bien introdujo algunas reformas, fue inservible para parar el fascismo en su país y en España (8).
El Frente Popular español frenó uno de los procesos revolucionarios más importantes de la historia en nombre del "antifascismo" abstracto.
Poder diferenciar ambas políticas es de vital importancia para los trabajadores/as revolucionarios de nuestro país y todos los demás.

Vicente Peña

Notas:
1- Partido Nacional y Popular, policlasista.
2- La oposición de izquierda encabezada por Trotsky y los grupos de los viejos bolcheviques Kamenev y Zinoviev.
3- Ver Sin Tregua N° 11.
4- Dándole una magnífica excusa a la dirección reformista para hacer un acuerdo intrascendente con algunas fuerzas de "centro".
5- Dirigente comunista alemán.
6- Dimitrov ya había hecho escuela en el año 23 en su país, cuando el PC (muy numeroso) se negó a defender al gobierno popular campesino de Stambulinsky con la excusa de que no era 100% socialista. Cuando el golpe reaccionario de Tsankov fue un éxito intentaron un contragolpe solos, mandando a su partido al muere para cubrir de "gloria" la equivocación anterior.
7- En 1933 buena parte de las bases socialistas asturianas habían propuesto un frente electoral con los comunistas para parar a la derecha. En Málaga, el comunista Cayetano Bolívar fue electo por un frente único de hecho entre los grupos de izquierda que apoyaron su candidatura sin consultar al PC. En Asturias los mineros socialistas, plumistas, anarquistas etc., se unieron en una insurrección que durante dos semanas tomó el poder en la región. En Francia en 1934/5 los obreros se unieron en imponentes manifestaciones contra el fascismo.
8- A la que el gobierno de Blum dejó sola en su lucha contra el fascismo de Franco.


2) Dos hitos para una tradición revolucionaria


Entre las resoluciones de II Plenario anual de M-IR realizado en abril de este año (cuyos aspectos fundamentales pueden leerse en Sin Tregua Nº 8), ratificamos nuestra construcción política dentro de la rica herencia del marxismo revolucionario que tiene en Marx, Engels, Lenin y Trotsky sus exponentes principales, junto con el ejemplo ético y combatiente de Ernesto "Che" Guevara.
A su vez, entre las organizaciones revolucionarias en los ´70 en nuestro país, reivindicamos especialmente los experiencias del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), por considerarlas las expresiones más destacadas de la izquierda revolucionaria de la época. Pese a sus diferencias, ambas organizaciones lograron tener una importante inserción entre la vanguardia obrera de aquellos años; abordaron la cuestión del poder desde una perspectiva integral asumiendo en consecuencia todos los planos de la lucha de clases.
Para M-IR recuperar y recrear esta tradición revolucionaria es tanto un desafío como un compromiso. El desarrollo de la lucha obrera y popular, y las tareas que ésta exige, plantea la necesidad de forjar una opción revolucionaria capaz de presentar una alternativa superadora tanto del electoralismo y el pacifismo adaptado de las principales fuerzas de la izquierda argentina, como así también de las variantes stalinistas y frentepopulistas que predominan entre las organizaciones que se reivindican guevaristas.
Lejos de una mirada acrítica o fetichista de ambas experiencias, con sus aciertos y errores, reivindicamos al OCPO y al PRT como puntos de referencia ineludibles para la construcción de una organización de los trabajadores revolucionarios hoy.
A continuación presentamos dos artículos -uno sobre la génesis de OCPO y otro sobre la política del PRT hacia la clase obrera- como una forma de comenzar a profundizar esta recuperación histórica.

3) OCPO: un afluente destacado de la izquierda revolucionaria en los ´70

De olvido u omisiones
Al hablar de la lucha revolucionaria de los ´70 en Argentina, las versiones "oficiales" de dicho período, suelen limitarse a las experiencias de Montoneros y el PRT, sin duda las expresiones de mayor magnitud entre las organizaciones armadas, como si poco hubiera sucedido por fuera de ellas. Sin embargo, esta visión acotada pierde de vista a una innumerable cantidad de organizaciones y grupos políticos -de diferentes desarrollos y las más variadas orientaciones ideológicas- algunos de los cuales llegaron a jugar papeles no menores en la coyuntura política de la época y en destacados hechos de la lucha de clases.
Entre las principales experiencias omitidas por esa historia "oficial", que incluso se extiende al ámbito militante, se encuentra la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), que llegó a ser la tercera organización armada a nivel nacional detrás de las dos ya nombradas. Su caso es por demás llamativo, ya que resulta significativo que tan importante desarrollo político haya dejado tan poco registro histórico. Por esto mismo no es casual que OCPO sea hoy un enigma para buena parte de los militantes revolucionarios de nuestros días.
En este artículo nos vamos a abocar exclusivamente a la génesis de OCPO; mientras que en el próximo número de Sin Tregua nos dedicaremos a recuperar los que consideramos fueron algunos de sus principales aportes.

Además de vertiginosa, la de OCPO es una experiencia efímera. Pasaron solo un puñado de años desde su estructuración como organización nacional hasta su casi total desarticulación a raíz de la represión de la dictadura militar genocida. La brevedad de su historia no le quita méritos a OCPO, que en tan poco tiempo logrará una importantísima acumulación política e ideológica.
En un artículo publicado sobre la historia de OCPO, dos de sus fundadores señalan: "Poder Obrero fue la síntesis de una de las tres grandes vertientes revolucionarias de la Argentina: la de origen peronista, que culminó en Peronismo de Base-FAP y Montoneros-FAR, la marxista, que tuvo su mayor desarrollo en el PRT, y la socialista revolucionaria, con FAL y OCPO como principales expresiones" (Dardo Castro y Juan Iturburu, "Organización Comunista Poder Obrero", en Lucha Armada Nº 1. De acá en más todas las citas corresponden a este texto).

"El Obrero", eje aglutinante de OCPO
OCPO fue el resultado de un intenso y fructífero proceso de reagrupamientos de una cantidad importante de grupos desparramados por todo el país, que tuvo como "eje aglutinante" a El Obrero, pequeño destacamento surgido en Córdoba a fines de los ´60 "por iniciativa de un grupo de militantes cordobeses, entre ellos, varios que habían participado de la etapa final del Movimiento de Liberación Nacional, conocido como "Malena" (…) De esa breve experiencia había quedado la apertura hacia el peronismo, la valoración de las condiciones nacionales en la elaboración de una estrategia revolucionaria y la concepción de que el partido de la revolución no surge de la autodefinición de un grupo de intelectuales sino de un proceso de masas en el que convergen los distintos agrupamientos de la vanguardia".
El núcleo de El Obrero -que estaba integrado por Carlos Fessia, Jorge Camilión, Juan Iturburu, Rodolfo Espeche y Dardo Castro, entre otros- nació huérfano de tradición revolucionaria: "no tenía referencias en la historia de la izquierda argentina, pues no provenía de ninguna de las grandes escisiones del Partido Comunista, ni del peronismo, ni de las vertientes trotskystas". Pese a esto, y quizás ayudado por esta originalidad genética, El Obrero logrará ser artífice en la vertiginosa construcción de una organización nacional.

De ORPO a OCPO
"El período de gestación previa se da con varios grupos afincados en Córdoba, Tucumán, Rosario, Buenos y La Plata, cuando el debate teórico-político está fuertemente impregnado por la recuperación de la teoría marxista clásica (…) En un encuentro realizado en Córdoba en 1974, una decena de agrupaciones pertenecientes a la izquierda socialista revolucionaria acordaron formar la Organización Revolucionaria Poder Obrero (ORPO), que integraron el grupo El Obrero, Poder Obrero de Santa Fe, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Buenos Aires, Acción Comunista y otros", relatan Castro e Iturburu.
Esa primera confluencia que dio origen a ORPO se estructuró en base a un cuerpo programático cuyos puntos centrales fueron:
- En primer lugar, la convicción sobre la necesidad de construir una nueva organización "que unifique a los destacamentos de la izquierda socialista revolucionaria", luego de asumir en todas sus implicancias la ruptura con las "concepciones de la izquierda tradicional".
- "Que el carácter de la revolución en la Argentina es predominantemente socialista".
- Que la Argentina atravesaba en esa época "una situación prerrevolucionaria".
- "Que la construcción de las vanguardias políticas se da en el proceso mismo de construcción del Frente de Masas, distinguiendo entre dirección revolucionaria -que es colectiva, compartida por los distintos destacamentos prerrevolucionarios y no necesariamente comunista-- del partido de la revolución".
- "Que la lucha por la democracia y el socialismo tiene un carácter ineludiblemente violento";
- "Que el carácter del enfrentamiento armado entre el proletariado y sus aliados (frente) a la gran burguesía y el imperialismo, exige una estrategia de Guerra Civil Revolucionaria".
Será sobre este acervo programático que un año después, en 1975, se dará la confluencia con otra cantidad de grupos para formar OCPO: "en un nuevo encuentro en Buenos Aires se incorporan FAL de Rosario y Santa Fe, y Lucha Socialista de La Plata, cuyo principal dirigente era Luis Rubio. Poco antes ya se habían integrado grupos más pequeños de Mendoza y San Juan, dirigentes estudiantiles de Filosofìa/70 de Buenos Aires, y ARDES, una agrupación fundamentalmente estudiantil de Tucumán, aunque su principal dirigente, Héctor Marteau, tenía una proyección popular importante en esa ciudad. Luego de un corto debate sobre la necesidad de asumir la identidad comunista, pese a décadas de desprestigio, el nombre mudó a Organización Comunista Poder Obrero (OCPO)".

Golpe para un final que no es final
Ya estructurada como organización nacional, OCPO tendrá su mayor desarrollo entre la vanguardia obrera de Córdoba y en el cordón industrial de Villa Constitución, jugando un rol destacado en las "Coordinadoras de Gremios en Lucha" en el ´75. Su inserción en estos procesos servirá para que en función de su experiencia de masas, OCPO vaya ajustando algunas definiciones y rectificando otras (el análisis de estos aspectos excede ampliamente el objetivo de esta nota).
Como el de toda la generación del ´70, la maduración y el crecimiento de OCPO fueron abortados por el golpe militar fascista. Evidentemente la "tardanza" de OCPO para llegar a construirse como fuerza nacional -cosa que como ya vimos recién logra en el ´75, año por demás crucial en la resolución de las contradicciones político-militares del período- atentó contra sus posibilidades de ponerse a la altura del tremendo desafío que se avecinaba, y sortear esa coyuntura adversa preservándose como organización política.
Pero no fue así. OCPO no logró resistir los embates represivos de la dictadura militar: primero será golpeado y aniquilado su aparato militar -las Brigadas Rojas- y finalmente será desarticulada toda la organización. Muchos de sus militantes se encuentran desaparecidos y sus nombres integran la lista de mártires de la clase trabajadora.
Desde M-IR reivindicamos su lucha, retomamos sus banderas, con la firme convicción de seguir avanzando en el camino del poder obrero y popular hacia el socialismo.

Víctor Antuña

4) El PRT y su construcción en la clase obrera

Existe un mito muy difundido -incluso en ámbitos de izquierda- que reduce la experiencia del PRT al plano militar. Algunos ni siquiera hablan de la construcción partidaria y simplemente refieren al ERP. Con ello desconocen su vocación por construirse en el seno del proletariado, y niegan el enorme aporte que el PRT hizo a la organización y desarrollo del clasismo en el seno de la clase obrera hacia fines de los años '60. Lo que sigue son pequeños fragmentos de documentos del PRT que testimonian esta orientación y la preocupación permanente por plasmarla.

El PRT, a lo largo de sus pocos años de existencia, logró insertarse en las principales fábricas del país, convirtiéndose en un actor relevante para el proletariado industrial y principalmente para su vanguardia. Detrás de ese logro estaba su temprana decisión política: "el lugar fundamental de trabajo para el partido es el proletariado fabril y, en especial, el de las fábricas y ramas industriales de mayor concentración (metalúrgicos, carne, textiles, azucareros, automotores)
A este criterio central, que debe orientar la concentración de fuerzas del partido le agregamos dos que se combinan: uno objetivo, debemos trabajar constante y consecuentemente en los sectores más explotados; y otro subjetivo, debemos volcar parte de nuestras fuerzas en los sectores donde surjan elementos de vanguardia y activistas sindicales, aún cuando no sean los más concentrados o los más superexplotados" ; sin dejar de reconocer que "las capas mejor organizadas de los obreros son las que más rápida y fácilmente asimilan las ideas del socialismo. En ellas se recluta principalmente a los obreros de vanguardia" (1).
El PRT establecía una clara distinción entre las distintas herramientas de la clase para su organización y acción política. En ese sentido, junto a la construcción partidaria daba gran impulso a diferentes instrumentos de frente único, de manera que oficien de palancas de movilización en un sentido revolucionario. Bajo ese criterio promovió su acción sindical, llegando su punto más alto en la conformación del Movimiento Sindical de Base (MSB), una corriente que logró agrupar a los valores más destacados de la vanguardia obrera, entendida "como una auténtica alternativa organizativa para el combate para las más amplias masas obreras".
Esta orientación consecuente hacia la clase obrera se desarrolló en permanente lucha contra las concepciones "sindicalistas" y economicistas. Ello exigía una ajustada articulación entre la lucha económica y los objetivos políticos más estratégicos, subordinando la primera a esto último.
"La participación de los revolucionarios en la lucha económica debe realizarse con los objetivos de vincularse a las capas más atrasadas del proletariado, movilizar al conjunto del proletariado contra el régimen y ayudar a la penetración de la agitación y la propaganda política. La lucha económica no debe verse como opuesta a la política, sino como un nivel inferior de la lucha proletaria, que los revolucionarios debemos utilizar para nuestros objetivos estratégicos, sin dejar de esforzarnos en todo momento para elevar cada una de sus fases en el plano político... nuestra política de masas para el movimiento obrero debe combinar su forma esencial, la propaganda y agitación política y el desarrollo del partido, con el cuidado de las condiciones de vida de las masas y una gran atención a las reivindicaciones inmediatas, teniendo en cuenta los elementos fundamentales de la situación actual; caída catastrófica del nivel de vida, opresión política, régimen semi-militar en el trabajo, intento de estatizar completamente el movimiento sindical, represión policial indiscriminada, etc.".
Por lo tanto, "la construcción de organizaciones de masas para luchar por sus reivindicaciones inmediatas lo más amplias y menos clandestinas posibles (sindicatos, comisiones de fábrica, agrupaciones clasistas, comisiones barriales, etc.) y la lucha por la dirección de las existentes, constituyen una necesidad estratégica del partido para reforzar su influencia sobre las capas más atrasadas del proletariado, extender y generalizar la lucha económica y facilitar el tránsito hacia la comprensión del socialismo revolucionario entre las amplias masas. Esta tarea está estrechamente vinculada al desarrollo del partido entre la clase obrera y subordinada a él y bajo ningún aspecto podrá dejar de desarrollarse... Nuestro partido debe alentar e impulsar la multiplicación de agrupaciones clasistas amplias, de comisiones de resistencia fabriles allí donde haya condiciones y la extensión y generalización de las luchas del proletariado, cuidando que ello no afecte sino que favorezca en el sentido más amplio la actividad político-revolucionaria del partido (...)
El partido debe luchar firme y consecuentemente por la dirección del movimiento sindical antidictatorial evitando caer tanto en el sectarismo, como en el oportunismo, oscilaciones permanentes de la etapa sindicalista de la organización que hemos desterrado definitivamente" (4).
Sobre la base y el peso de estas definiciones, el PRT nos deja un legado fundamental que como M-IR hacemos propio e intentamos plasmar en nuestra construcción.
"Con las inmensas responsabilidades que el Partido tiene por delante resulta hoy decisivo el resultado del trabajo revolucionario en las grandes fábricas. La incorporación de centenares y miles de obreros fabriles a la construcción orgánica del PRT. El surgimiento de decenas y centenares de nuevos cuadros de origen proletario harán imbatible a nuestro Partido, permitirá que nuestra organización cumpla exitosamente su compleja misión revolucionaria".

Miguel Sánchez

Notas:
1- El único camino hacia el poder obrero y el socialismo, pag. 73.
2- II Plenario del MSB, abril de 1974.
3- V Congreso del PRT, pág. 79-80.
4- Idem anterior.
5- Las tareas centrales del partido, CC setiembre 1974.


Fidel: "Fue la huelga general la que dio todo el poder a la revolución"
5) ¡Larga vida a la revolución cubana!

Hace 59 años desembarcaba en las costas de Cuba la tripulación del "Granma", compuesta por poco más de ochenta revolucionarios que pronto serían diezmados por las fuerzas represivas. Reducidos a apenas una docena, tres años después entraban triunfalmente en las principales ciudades. Esta nota trata de ser un homenaje a esa clase, esas mujeres y hombres que lo hicieron posible. Un homenaje y una explicación de la Primera Revolución Socialista de América.

Un poco de historia
Cuba fue el último país latinoamericano en independizarse (1898). Un año antes se fundó el Partido Socialista (PS). Seis años antes fueron las primeras huelgas por las 8 horas y la independencia. El primer congreso obrero funcionó cercado por las tropas españolas. Además, la producción en plantaciones e ingenios llevo rápidamente el capitalismo al campo, creando una numerosa clase de trabajadores rurales y de semi proletarios rurales (un tiempo trabajan para un capitalista y otro en una pequeña parcela). También se desarrolló la clase en el sector de los transportes. Los trabajadores de este sector motorizaron una huelga en 1930. El dictador Machado declaró: "En este país no habrá huelga que dure 24 horas" y provocó una que duró mucho más. Desde entonces, las luchas obreras y estudiantiles combinadas con la acción armada (el Directorio Universitario era, al mismo tiempo, una organización estudiantil y armada) fueron acelerando la caída del régimen militar. La gran huelga general del ´33 terminó definitivamente con la dictadura.

El Movimiento 26 de Julio: una tradición revolucionaria y "hacer la experiencia"
Los "barbudos" se inscribían en una tradición revolucionaria específica. El Directorio ya había recurrido a la acción directa e inclusive había asaltado el cuartel de San Luis en el ´33. El movimiento revolucionario cubano había hecho su experiencia con los movimientos democráticos. Si bien muchos seguían depositando su fe en la "democracia", creyendo que por sí sola curaría todos los males de la sociedad, otros sabían que con la democracia no "se cura" ni "se come" ni "se educa". Al poco tiempo de haber derribado a Machado, el Directorio y los trabajadores tuvieron que salir de nuevo a la lucha. El presidente Céspedes (sucesor nombrado por el sólo mérito de ser descendiente de un héroe de la independencia), no hacía nada bueno. El lema del Directorio fue "Céspedes no es un tirano, es un inútil". Al mismo tiempo, la corrupción feroz distraía la atención de los problemas estructurales, haciendo creer que todo se arreglaba si "dejaban de robar". Los sectores de vanguardia fueron haciendo su experiencia con estas ideas. El partido Ortodoxo (en el que militó Fidel y por el cual fue candidato) se pronunciaba contra la corrupción (su emblema era una escoba). Pero también vinculaba esa reivindicación a otras y recurría a la "propaganda por los hechos" llegando al espectacular suicidio "en directo" de su líder, Raúl Chivas, que se pegó un pistoletazo en plena emisión radial después de un discurso que finalizó con estas palabras: "Camaradas de Ortodoxia ¡adelante! ¡por la libertad económica, la libertad política y la justicia social! ¡echemos a los ladrones del gobierno! Pueblo de Cuba levántate y anda! ¡pueblo de Cuba despierta! ¡Este es mi último aldabonazo a tu puerta!".
Otros ejemplos demostraban la futilidad de la vía pacífica y legal. En Guatemala, en 1954, un gobierno surgido de un movimiento popular había intentado emprender transformaciones por la vía institucional y pronto vio los límites: fue derribado por un golpe financiado por Estados Unidos y con apoyo aéreo de dicho país. También habían visto de cerca ejemplos de movimientos centroamericanos que, llegados al poder, hacían lo mismo que decían combatir. Pudieron ver para qué servía una acción aislada de la clase trabajadora y el pueblo: para nada.

Un pueblo concreto: el pueblo trabajador
El "26 de Julio", como sus antecesores, también apelaba al "pueblo". Pero éste era un pueblo muy preciso: "Seiscientos mil cubanos que están sin trabajo deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar en busca de sustento; los quinientos mil obreros del campo que viven en bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al año y pasan hambre el resto… los cuatrocientos mil obreros industriales cuyos retiros están todos desfalcados, cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas son las infernales habitaciones de las cuarterías… cuyo futuro es la rebaja y el despido, cuya vida es el trabajo y su descanso es la tumba; los cien mil agricultores que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya… que no pueden mejorarla, ni embellecerla, ni amarla, plantar un cedro o un naranjo porque no saben el día que vendrá el alguacil a decirles que tienen que irse, pequeños comerciantes (…) maestros (…) jóvenes profesionales".

Sin obreros no hay azúcar
Por eso, "el 26" inscribía su lucha en una estrategia que hacía de la insurrección armada, mediante la huelga general, su culminación. La historia desde la lucha por la independencia los justificaba. La gran combatividad de los años treinta parecía cosa del pasado, pero los grupos más radicales esperaban el regreso de la clase trabajadora a la lucha. Esa espera tenía sobradas razones. Los obreros tenían conciencia de su importancia. Al argumento patronal de que "sin azúcar no hay país" Jesús Menéndez (cañero, negro, comunista) respondió: "Sí, pero sin obreros no hay azúcar". Menéndez fue un gran dirigente obrero. Su asesinato, al igual que el de otros luchadores sindicales no detuvo, ni podía detener, a toda una clase.
El mismo año del Moncada empezaba a recuperarse la lucha obrera (por reivindicaciones específicas y por la libertad de los presos políticos). En el ´55 una serie de huelgas tuvo su punto culminante en la huelga azucarera de diciembre. Choques con los soldados, poblaciones enteras paralizadas, concejales obligados a barrer las calles, lucha de barricadas. Las reivindicaciones económicas iban de la mano de otras más políticas como "¡Abajo el gobierno criminal!".
Es sobre esta base que empieza a crecer "el 26 de Julio" en las ciudades: los trabajadores organizados, entre otros, por Frank País.

De derrota en derrota hasta la victoria final
El 26 de julio de 1953 dos grupos de doscientos hombres debían tomar los cuarteles de Moncada y Bayazo y repartir armas entre la población. La convocatoria a una huelga general haría el resto. Derrotados por las tropas de Batista fueron reprimidos ferozmente. El 2 de diciembre de 1956 desembarcan del "Granma" ochenta y dos combatientes. Esta vez habían preparado contactos previos entre los trabajadores rurales y urbanos. Nuevamente fueron diezmados hasta ser apenas una docena. Sin embargo, esta vez pudieron sobreponerse, controlar la sierra y extenderse por la isla. ¿Qué pasó? El día del desembarco, Celia Sánchez (una de las militantes más destacadas del movimiento) fue a ver al líder de los precaristas (esos campesinos que podían ser desalojados en cualquier momento) y le dijo que había llegado Fidel: "¡De punta en blanco! Con zapatos bajos, guayabera, lacito y un sombrero de fieltro… y con su revólver a la cintura".
Cuando llegó la noticia él, como muchos otros, sabía qué hacer. Los campesinos sabían que "si sale gente armada hay que prestarles protección". No era nuevo, había una tradición de armarse en autodefensa en la sierra. Era célebre el ejemplo de "Realengo 18", un asentamiento que había resistido los embates por desalojarlos de los terratenientes y el ejército. La burguesía terrateniente había apelado un sinnúmero de veces, y trabajadores y cultivadores habían aprendido a defenderse. Pronto, el ejército rebelde se nutrió de gente como ellos: trabajadores golondrina, jornaleros sin trabajo, precaristas, cañeros: gentes como Elpidio Barrera: "Mujer, seis hijos… trabaja donde encuentra y cómo encuentra".

Hacia la victoria
Ya en 1957, los rebeldes dirigidos por Camilo y el Che triunfan en los combates de El Plata y El Uvero. Con el primero alientan la lucha en la sierra, cuando los daban por vencidos; con el segundo, la extienden a todo el país, obligando al ejército a cederles la sierra. Resisten a los feroces bombardeos y en las ciudades los obreros pisan el acelerador. Principalmente en Santiago, de donde es Frank País. El gobierno encuentra y asesina a Frank. Se desata una monumental huelga general en toda la provincia de Oriente durante los primeros días de agosto. Un cortejo fúnebre de catorce cuadras choca con la policía y se desatan campales batallas callejeras. El movimiento surge espontáneamente y así se detiene. Las condiciones parecen propicias. Sin embargo, la huelga general insurreccional de abril del ´58 fracasa. La huelga es fuerte pero parcial y no sirve a su objetivo. Pero el movimiento se reorganiza y la organización, encabezada por Fidel el Che, Camilo y Celia entre otros, dirige la acción de masas en todos los planos: huelga, lucha armada e insurrección. Una combinación que será fatal para el viejo poder.
El Che triunfa en Santa clara, sus fuerzas y las de Camilo convergen. Mientras, en Santiago una huelga desata la insurrección. "Santiago de Cuba serás libre porque te lo has ganado" dijo Fidel y más tarde agregó: "Fue la huelga general la que dio todo el poder a la revolución".
Empezaba el año ´59, y con él, Cuba empezaba su camino de libertad y poder de los trabajadores.


Vicente Peña