Sección:
Memoria de Clase
1) 70 años de Frentes Populares (Parte II)
En
el número anterior de Sin Tregua se publicó un primer
artículo sobre las consecuencias catastróficas que
trajo para el movimiento revolucionario internacional las políticas
de Frente Popular impulsadas por el stalinismo a lo largo del
siglo pasado.
En la presente nota se profundiza el análisis de las mismas,
al mismo tiempo que se rescata la vigencia de las políticas
de frente único proletario.
En
agosto de 1935 el VII Congreso de la Internacional Comunista aprobó
definitivamente la línea de Frente Popular. Para los comunistas
del mundo entero implicaba salir del aislamiento al que los había
condenado la línea anterior ("tercer período").
El planteo era la más amplia unidad contra el fascismo
en ascenso. Ese planteo era atractivo para millones de personas
en todo el mundo que veían cómo la marea reaccionaria
subía (Mussolini, Hitler, Salazar en Portugal, Dolfuss
en Austria). En principio, las resoluciones se amparaban en las
del tercer Congreso, que propiciaban el Frente Único. De
todos modos, esta no era la primera vez que la Internacional aplicaba
la política de "la más amplia unidad".
China:
entrega y sangría
En 1924 el joven Partido Comunista chino había iniciado
una política de Frente Único (antiimperialista y
antifeudal) con el Kuomintang chino (1). Esta política
parecía razonable. El líder nacionalista chino Sun
Yat Sen había visitado la URSS y se había pronunciado
a su favor. En los dos primeros años, esta política
implicó el crecimiento de ambos partidos, la conformación
de una academia del "ejército rojo" donde los
comunistas tenían fuerte presencia y el ingreso de los
comunistas en el comité central del Kuomintang. El PC chino
tenía muchas más posibilidades de conseguir la participación
de los trabajadores que otras opciones más moderadas; y
así lo hizo, convirtiéndose en el partido de los
trabajadores revolucionarios de las ciudades y en su única
expresión política. Sin embargo, al año siguiente
empezó a tallar fuerte la burguesía china. Stalin
y los representantes de la Internacional aconsejaron a los comunistas
fusionarse en el Kuomintang y confiar en su líder, el representante
político de la burguesía. Esta política implicó
que los comunistas abandonaran a su suerte la lucha de los campesinos
chinos y siguieran la política de "bloque de las cuatro
clases" (campesinos, pequeña burguesía, trabajadores
y burguesía) perdiendo la dirección a manos de los
patrones, así como un tiempo precioso. Este proceso duró
dos años y no manifestó todas sus consecuencias
hasta 1927. En una incomprensión del centralismo que se
rebelaría trágica, aún no estando de acuerdo,
los comunistas cumplieron lo que consideraban "órdenes"
inapelables. Así, en el momento mismo en que la alianza
nacionalista comunista derrotaba a sus enemigos, se les escapó
la victoria de las manos. Las tropas nacionalistas masacraron
a los trabajadores comunistas chinos que habían cumplido
con las órdenes de confiar y esperar. La matanza fue espantosa,
con decenas de miles de muertos. El proletariado de las ciudades
jamás se recuperó.
El
"tercer período"
Después de esta aplicación "precoz" de
la política de Frente Popular, tuvo lugar un congreso del
Partido Comunista ruso donde la oposición unida sería
derrotada por la burocracia stalinista (2). Aunque la burocratización
estaba avanzada y la democracia había desaparecido casi
por completo, los opositores todavía representaban un peligro
para la burocracia. En China se había visto cómo
las previsiones de Trotsky y los "trotskistas" chinos
se habían revelado ciertas. Había que demostrar
que la IC seguía "en la lucha" y por eso se desencadenó
el ataque suicida de Cantón. Después de entregar
de pies y manos a la flor y nata de los trabajadores chinos, ahora
se mandaba a lo que quedaba a una acción suicida con el
único fin de mantener la farsa de una "victoria"
para un Congreso. Que durara un día, no importaba. Lo importante
era el pseudo "hecho político". Con el desastre
de Cantón se inaugura la nueva línea de la Conmintern:
“el tercer período". Este consistió no
sólo en desencadenar ataques suicidas sino en desconocer
a las otras fuerzas políticas presentes en la clase trabajadora
y renunciar a cualquier análisis serio, ya que "todos
los demás eran fascistas"(3). Por ejemplo en Alemania.
La
responsabilidad ante el avance del nazismo
Los comunistas alemanes, pese a varias derrotas, eran un partido
fuerte con muchos militantes. Aún eran el partido que por
sí solo sacaba más votos, pero jamás se le
cruzó por la cabeza un frente común con los socialdemócratas
para parar a los nazis, ni una huelga general, ni nada (4). Los
comunistas llegaron a apoyar un plebiscito regional que hacían
los nazis para bajar a los socialistas llamándolo "el
plebiscito rojo". La prensa comunista proclamaba a los cuatro
vientos: "Cada paso más de Hitler hacia el triunfo
es un paso más de Thalman hacia el poder" (5).
Hoy sabemos que el triunfo de Hitler no fue la antesala de la
llegada de Thalman al poder, sino al campo de concentración
donde pagaría muy caro sus errores de apreciación.
El
nacimiento del Frente Popular
No es raro entonces que, con tanto desastre, un retorno a la política
unitaria fuera visto con muy buenos ojos. El "padre de la
criatura" (teórico, claro que el político fue
Stalin) G. Dimitrov embellecía su creación al decir:
"Hemos tomado rumbo decidido y audaz hacia el frente único
de la clase obrera" (6). Hasta aquí no se ve diferencia
con la línea de Lenin. Sin embargo, unos minutos más
tarde el discurso empieza a "amalgamar" la línea
de Frente Único con la línea nueva de Frente Popular
antifascista: "No me refiero aquí al gobierno que
puede ser formado ´después´ de la victoria
de la revolución". Sutilmente se van dando los pasos
hacia la confusión, primero de Frente único con
Frente Popular y después a la sustitución de aquel
por este otro. El "pase mágico" es decisivo:
se cambia una política de unidad obrera por una de seguidismo
a la burguesía… ¡en nombre de la unidad obrera!
Para esto, aprovecharon el sentimiento de unidad entre obreras
y obreros para llevarlos atrás de sus enemigos (7).
Los PC stalinizados no profundizaron la unidad obrera sino que
le sumaron a la burguesía. Esto terminó con el gobierno
de Frente Popular en Francia que, si bien introdujo algunas reformas,
fue inservible para parar el fascismo en su país y en España
(8).
El Frente Popular español frenó uno de los procesos
revolucionarios más importantes de la historia en nombre
del "antifascismo" abstracto.
Poder diferenciar ambas políticas es de vital importancia
para los trabajadores/as revolucionarios de nuestro país
y todos los demás.
Vicente
Peña
Notas:
1- Partido Nacional y Popular, policlasista.
2- La oposición de izquierda encabezada por Trotsky y los
grupos de los viejos bolcheviques Kamenev y Zinoviev.
3- Ver Sin Tregua N° 11.
4- Dándole una magnífica excusa a la dirección
reformista para hacer un acuerdo intrascendente con algunas fuerzas
de "centro".
5- Dirigente comunista alemán.
6- Dimitrov ya había hecho escuela en el año 23
en su país, cuando el PC (muy numeroso) se negó
a defender al gobierno popular campesino de Stambulinsky con la
excusa de que no era 100% socialista. Cuando el golpe reaccionario
de Tsankov fue un éxito intentaron un contragolpe solos,
mandando a su partido al muere para cubrir de "gloria"
la equivocación anterior.
7- En 1933 buena parte de las bases socialistas asturianas habían
propuesto un frente electoral con los comunistas para parar a
la derecha. En Málaga, el comunista Cayetano Bolívar
fue electo por un frente único de hecho entre los grupos
de izquierda que apoyaron su candidatura sin consultar al PC.
En Asturias los mineros socialistas, plumistas, anarquistas etc.,
se unieron en una insurrección que durante dos semanas
tomó el poder en la región. En Francia en 1934/5
los obreros se unieron en imponentes manifestaciones contra el
fascismo.
8- A la que el gobierno de Blum dejó sola en su lucha contra
el fascismo de Franco.
2) Dos hitos para una tradición revolucionaria
Entre las resoluciones de II Plenario anual de M-IR realizado
en abril de este año (cuyos aspectos fundamentales pueden
leerse en Sin Tregua Nº 8), ratificamos nuestra construcción
política dentro de la rica herencia del marxismo revolucionario
que tiene en Marx, Engels, Lenin y Trotsky sus exponentes principales,
junto con el ejemplo ético y combatiente de Ernesto "Che"
Guevara.
A su vez, entre las organizaciones revolucionarias en los ´70
en nuestro país, reivindicamos especialmente los experiencias
del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y la Organización
Comunista Poder Obrero (OCPO), por considerarlas las expresiones
más destacadas de la izquierda revolucionaria de la época.
Pese a sus diferencias, ambas organizaciones lograron tener una
importante inserción entre la vanguardia obrera de aquellos
años; abordaron la cuestión del poder desde una
perspectiva integral asumiendo en consecuencia todos los planos
de la lucha de clases.
Para M-IR recuperar y recrear esta tradición revolucionaria
es tanto un desafío como un compromiso. El desarrollo de
la lucha obrera y popular, y las tareas que ésta exige,
plantea la necesidad de forjar una opción revolucionaria
capaz de presentar una alternativa superadora tanto del electoralismo
y el pacifismo adaptado de las principales fuerzas de la izquierda
argentina, como así también de las variantes stalinistas
y frentepopulistas que predominan entre las organizaciones que
se reivindican guevaristas.
Lejos de una mirada acrítica o fetichista de ambas experiencias,
con sus aciertos y errores, reivindicamos al OCPO y al PRT como
puntos de referencia ineludibles para la construcción de
una organización de los trabajadores revolucionarios hoy.
A continuación presentamos dos artículos -uno sobre
la génesis de OCPO y otro sobre la política del
PRT hacia la clase obrera- como una forma de comenzar a profundizar
esta recuperación histórica.
3)
OCPO: un afluente destacado de la izquierda revolucionaria en
los ´70
De
olvido u omisiones
Al hablar de la lucha revolucionaria de los ´70 en Argentina,
las versiones "oficiales" de dicho período, suelen
limitarse a las experiencias de Montoneros y el PRT, sin duda
las expresiones de mayor magnitud entre las organizaciones armadas,
como si poco hubiera sucedido por fuera de ellas. Sin embargo,
esta visión acotada pierde de vista a una innumerable cantidad
de organizaciones y grupos políticos -de diferentes desarrollos
y las más variadas orientaciones ideológicas- algunos
de los cuales llegaron a jugar papeles no menores en la coyuntura
política de la época y en destacados hechos de la
lucha de clases.
Entre las principales experiencias omitidas por esa historia "oficial",
que incluso se extiende al ámbito militante, se encuentra
la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), que llegó
a ser la tercera organización armada a nivel nacional detrás
de las dos ya nombradas. Su caso es por demás llamativo,
ya que resulta significativo que tan importante desarrollo político
haya dejado tan poco registro histórico. Por esto mismo
no es casual que OCPO sea hoy un enigma para buena parte de los
militantes revolucionarios de nuestros días.
En este artículo nos vamos a abocar exclusivamente a la
génesis de OCPO; mientras que en el próximo número
de Sin Tregua nos dedicaremos a recuperar los que consideramos
fueron algunos de sus principales aportes.
Además
de vertiginosa, la de OCPO es una experiencia efímera.
Pasaron solo un puñado de años desde su estructuración
como organización nacional hasta su casi total desarticulación
a raíz de la represión de la dictadura militar genocida.
La brevedad de su historia no le quita méritos a OCPO,
que en tan poco tiempo logrará una importantísima
acumulación política e ideológica.
En un artículo publicado sobre la historia de OCPO, dos
de sus fundadores señalan: "Poder Obrero fue la síntesis
de una de las tres grandes vertientes revolucionarias de la Argentina:
la de origen peronista, que culminó en Peronismo de Base-FAP
y Montoneros-FAR, la marxista, que tuvo su mayor desarrollo en
el PRT, y la socialista revolucionaria, con FAL y OCPO como principales
expresiones" (Dardo Castro y Juan Iturburu, "Organización
Comunista Poder Obrero", en Lucha Armada Nº 1. De acá
en más todas las citas corresponden a este texto).
"El
Obrero", eje aglutinante de OCPO
OCPO fue el resultado de un intenso y fructífero proceso
de reagrupamientos de una cantidad importante de grupos desparramados
por todo el país, que tuvo como "eje aglutinante"
a El Obrero, pequeño destacamento surgido en Córdoba
a fines de los ´60 "por iniciativa de un grupo de militantes
cordobeses, entre ellos, varios que habían participado
de la etapa final del Movimiento de Liberación Nacional,
conocido como "Malena" (…) De esa breve experiencia
había quedado la apertura hacia el peronismo, la valoración
de las condiciones nacionales en la elaboración de una
estrategia revolucionaria y la concepción de que el partido
de la revolución no surge de la autodefinición de
un grupo de intelectuales sino de un proceso de masas en el que
convergen los distintos agrupamientos de la vanguardia".
El núcleo de El Obrero -que estaba integrado por Carlos
Fessia, Jorge Camilión, Juan Iturburu, Rodolfo Espeche
y Dardo Castro, entre otros- nació huérfano de tradición
revolucionaria: "no tenía referencias en la historia
de la izquierda argentina, pues no provenía de ninguna
de las grandes escisiones del Partido Comunista, ni del peronismo,
ni de las vertientes trotskystas". Pese a esto, y quizás
ayudado por esta originalidad genética, El Obrero logrará
ser artífice en la vertiginosa construcción de una
organización nacional.
De
ORPO a OCPO
"El período de gestación previa se da con varios
grupos afincados en Córdoba, Tucumán, Rosario, Buenos
y La Plata, cuando el debate teórico-político está
fuertemente impregnado por la recuperación de la teoría
marxista clásica (…) En un encuentro realizado en
Córdoba en 1974, una decena de agrupaciones pertenecientes
a la izquierda socialista revolucionaria acordaron formar la Organización
Revolucionaria Poder Obrero (ORPO), que integraron el grupo El
Obrero, Poder Obrero de Santa Fe, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR) de Buenos Aires, Acción Comunista y otros",
relatan Castro e Iturburu.
Esa primera confluencia que dio origen a ORPO se estructuró
en base a un cuerpo programático cuyos puntos centrales
fueron:
- En primer lugar, la convicción sobre la necesidad de
construir una nueva organización "que unifique a los
destacamentos de la izquierda socialista revolucionaria",
luego de asumir en todas sus implicancias la ruptura con las "concepciones
de la izquierda tradicional".
- "Que el carácter de la revolución en la Argentina
es predominantemente socialista".
- Que la Argentina atravesaba en esa época "una situación
prerrevolucionaria".
- "Que la construcción de las vanguardias políticas
se da en el proceso mismo de construcción del Frente de
Masas, distinguiendo entre dirección revolucionaria -que
es colectiva, compartida por los distintos destacamentos prerrevolucionarios
y no necesariamente comunista-- del partido de la revolución".
- "Que la lucha por la democracia y el socialismo tiene un
carácter ineludiblemente violento";
- "Que el carácter del enfrentamiento armado entre
el proletariado y sus aliados (frente) a la gran burguesía
y el imperialismo, exige una estrategia de Guerra Civil Revolucionaria".
Será sobre este acervo programático que un año
después, en 1975, se dará la confluencia con otra
cantidad de grupos para formar OCPO: "en un nuevo encuentro
en Buenos Aires se incorporan FAL de Rosario y Santa Fe, y Lucha
Socialista de La Plata, cuyo principal dirigente era Luis Rubio.
Poco antes ya se habían integrado grupos más pequeños
de Mendoza y San Juan, dirigentes estudiantiles de Filosofìa/70
de Buenos Aires, y ARDES, una agrupación fundamentalmente
estudiantil de Tucumán, aunque su principal dirigente,
Héctor Marteau, tenía una proyección popular
importante en esa ciudad. Luego de un corto debate sobre la necesidad
de asumir la identidad comunista, pese a décadas de desprestigio,
el nombre mudó a Organización Comunista Poder Obrero
(OCPO)".
Golpe
para un final que no es final
Ya estructurada como organización nacional, OCPO tendrá
su mayor desarrollo entre la vanguardia obrera de Córdoba
y en el cordón industrial de Villa Constitución,
jugando un rol destacado en las "Coordinadoras de Gremios
en Lucha" en el ´75. Su inserción en estos procesos
servirá para que en función de su experiencia de
masas, OCPO vaya ajustando algunas definiciones y rectificando
otras (el análisis de estos aspectos excede ampliamente
el objetivo de esta nota).
Como el de toda la generación del ´70, la maduración
y el crecimiento de OCPO fueron abortados por el golpe militar
fascista. Evidentemente la "tardanza" de OCPO para llegar
a construirse como fuerza nacional -cosa que como ya vimos recién
logra en el ´75, año por demás crucial en
la resolución de las contradicciones político-militares
del período- atentó contra sus posibilidades de
ponerse a la altura del tremendo desafío que se avecinaba,
y sortear esa coyuntura adversa preservándose como organización
política.
Pero no fue así. OCPO no logró resistir los embates
represivos de la dictadura militar: primero será golpeado
y aniquilado su aparato militar -las Brigadas Rojas- y finalmente
será desarticulada toda la organización. Muchos
de sus militantes se encuentran desaparecidos y sus nombres integran
la lista de mártires de la clase trabajadora.
Desde M-IR reivindicamos su lucha, retomamos sus banderas, con
la firme convicción de seguir avanzando en el camino del
poder obrero y popular hacia el socialismo.
Víctor
Antuña
4)
El PRT y su construcción en la clase obrera
Existe
un mito muy difundido -incluso en ámbitos de izquierda-
que reduce la experiencia del PRT al plano militar. Algunos ni
siquiera hablan de la construcción partidaria y simplemente
refieren al ERP. Con ello desconocen su vocación por construirse
en el seno del proletariado, y niegan el enorme aporte que el
PRT hizo a la organización y desarrollo del clasismo en
el seno de la clase obrera hacia fines de los años '60.
Lo que sigue son pequeños fragmentos de documentos del
PRT que testimonian esta orientación y la preocupación
permanente por plasmarla.
El
PRT, a lo largo de sus pocos años de existencia, logró
insertarse en las principales fábricas del país,
convirtiéndose en un actor relevante para el proletariado
industrial y principalmente para su vanguardia. Detrás
de ese logro estaba su temprana decisión política:
"el lugar fundamental de trabajo para el partido es el proletariado
fabril y, en especial, el de las fábricas y ramas industriales
de mayor concentración (metalúrgicos, carne, textiles,
azucareros, automotores)
A este criterio central, que debe orientar la concentración
de fuerzas del partido le agregamos dos que se combinan: uno objetivo,
debemos trabajar constante y consecuentemente en los sectores
más explotados; y otro subjetivo, debemos volcar parte
de nuestras fuerzas en los sectores donde surjan elementos de
vanguardia y activistas sindicales, aún cuando no sean
los más concentrados o los más superexplotados"
; sin dejar de reconocer que "las capas mejor organizadas
de los obreros son las que más rápida y fácilmente
asimilan las ideas del socialismo. En ellas se recluta principalmente
a los obreros de vanguardia" (1).
El PRT establecía una clara distinción entre las
distintas herramientas de la clase para su organización
y acción política. En ese sentido, junto a la construcción
partidaria daba gran impulso a diferentes instrumentos de frente
único, de manera que oficien de palancas de movilización
en un sentido revolucionario. Bajo ese criterio promovió
su acción sindical, llegando su punto más alto en
la conformación del Movimiento Sindical de Base (MSB),
una corriente que logró agrupar a los valores más
destacados de la vanguardia obrera, entendida "como una auténtica
alternativa organizativa para el combate para las más amplias
masas obreras".
Esta orientación consecuente hacia la clase obrera se desarrolló
en permanente lucha contra las concepciones "sindicalistas"
y economicistas. Ello exigía una ajustada articulación
entre la lucha económica y los objetivos políticos
más estratégicos, subordinando la primera a esto
último.
"La participación de los revolucionarios en la lucha
económica debe realizarse con los objetivos de vincularse
a las capas más atrasadas del proletariado, movilizar al
conjunto del proletariado contra el régimen y ayudar a
la penetración de la agitación y la propaganda política.
La lucha económica no debe verse como opuesta a la política,
sino como un nivel inferior de la lucha proletaria, que los revolucionarios
debemos utilizar para nuestros objetivos estratégicos,
sin dejar de esforzarnos en todo momento para elevar cada una
de sus fases en el plano político... nuestra política
de masas para el movimiento obrero debe combinar su forma esencial,
la propaganda y agitación política y el desarrollo
del partido, con el cuidado de las condiciones de vida de las
masas y una gran atención a las reivindicaciones inmediatas,
teniendo en cuenta los elementos fundamentales de la situación
actual; caída catastrófica del nivel de vida, opresión
política, régimen semi-militar en el trabajo, intento
de estatizar completamente el movimiento sindical, represión
policial indiscriminada, etc.".
Por lo tanto, "la construcción de organizaciones de
masas para luchar por sus reivindicaciones inmediatas lo más
amplias y menos clandestinas posibles (sindicatos, comisiones
de fábrica, agrupaciones clasistas, comisiones barriales,
etc.) y la lucha por la dirección de las existentes, constituyen
una necesidad estratégica del partido para reforzar su
influencia sobre las capas más atrasadas del proletariado,
extender y generalizar la lucha económica y facilitar el
tránsito hacia la comprensión del socialismo revolucionario
entre las amplias masas. Esta tarea está estrechamente
vinculada al desarrollo del partido entre la clase obrera y subordinada
a él y bajo ningún aspecto podrá dejar de
desarrollarse... Nuestro partido debe alentar e impulsar la multiplicación
de agrupaciones clasistas amplias, de comisiones de resistencia
fabriles allí donde haya condiciones y la extensión
y generalización de las luchas del proletariado, cuidando
que ello no afecte sino que favorezca en el sentido más
amplio la actividad político-revolucionaria del partido
(...)
El partido debe luchar firme y consecuentemente por la dirección
del movimiento sindical antidictatorial evitando caer tanto en
el sectarismo, como en el oportunismo, oscilaciones permanentes
de la etapa sindicalista de la organización que hemos desterrado
definitivamente" (4).
Sobre la base y el peso de estas definiciones, el PRT nos deja
un legado fundamental que como M-IR hacemos propio e intentamos
plasmar en nuestra construcción.
"Con las inmensas responsabilidades que el Partido tiene
por delante resulta hoy decisivo el resultado del trabajo revolucionario
en las grandes fábricas. La incorporación de centenares
y miles de obreros fabriles a la construcción orgánica
del PRT. El surgimiento de decenas y centenares de nuevos cuadros
de origen proletario harán imbatible a nuestro Partido,
permitirá que nuestra organización cumpla exitosamente
su compleja misión revolucionaria".
Miguel
Sánchez
Notas:
1- El único camino hacia el poder obrero y el socialismo,
pag. 73.
2- II Plenario del MSB, abril de 1974.
3- V Congreso del PRT, pág. 79-80.
4- Idem anterior.
5- Las tareas centrales del partido, CC setiembre 1974.
Fidel: "Fue la huelga general la que dio todo el poder
a la revolución"
5) ¡Larga vida a la revolución cubana!
Hace
59 años desembarcaba en las costas de Cuba la tripulación
del "Granma", compuesta por poco más de ochenta
revolucionarios que pronto serían diezmados por las fuerzas
represivas. Reducidos a apenas una docena, tres años después
entraban triunfalmente en las principales ciudades. Esta nota
trata de ser un homenaje a esa clase, esas mujeres y hombres que
lo hicieron posible. Un homenaje y una explicación de la
Primera Revolución Socialista de América.
Un
poco de historia
Cuba fue el último país latinoamericano en independizarse
(1898). Un año antes se fundó el Partido Socialista
(PS). Seis años antes fueron las primeras huelgas por las
8 horas y la independencia. El primer congreso obrero funcionó
cercado por las tropas españolas. Además, la producción
en plantaciones e ingenios llevo rápidamente el capitalismo
al campo, creando una numerosa clase de trabajadores rurales y
de semi proletarios rurales (un tiempo trabajan para un capitalista
y otro en una pequeña parcela). También se desarrolló
la clase en el sector de los transportes. Los trabajadores de
este sector motorizaron una huelga en 1930. El dictador Machado
declaró: "En este país no habrá huelga
que dure 24 horas" y provocó una que duró mucho
más. Desde entonces, las luchas obreras y estudiantiles
combinadas con la acción armada (el Directorio Universitario
era, al mismo tiempo, una organización estudiantil y armada)
fueron acelerando la caída del régimen militar.
La gran huelga general del ´33 terminó definitivamente
con la dictadura.
El
Movimiento 26 de Julio: una tradición revolucionaria y
"hacer la experiencia"
Los "barbudos" se inscribían en una tradición
revolucionaria específica. El Directorio ya había
recurrido a la acción directa e inclusive había
asaltado el cuartel de San Luis en el ´33. El movimiento
revolucionario cubano había hecho su experiencia con los
movimientos democráticos. Si bien muchos seguían
depositando su fe en la "democracia", creyendo que por
sí sola curaría todos los males de la sociedad,
otros sabían que con la democracia no "se cura"
ni "se come" ni "se educa". Al poco tiempo
de haber derribado a Machado, el Directorio y los trabajadores
tuvieron que salir de nuevo a la lucha. El presidente Céspedes
(sucesor nombrado por el sólo mérito de ser descendiente
de un héroe de la independencia), no hacía nada
bueno. El lema del Directorio fue "Céspedes no es
un tirano, es un inútil". Al mismo tiempo, la corrupción
feroz distraía la atención de los problemas estructurales,
haciendo creer que todo se arreglaba si "dejaban de robar".
Los sectores de vanguardia fueron haciendo su experiencia con
estas ideas. El partido Ortodoxo (en el que militó Fidel
y por el cual fue candidato) se pronunciaba contra la corrupción
(su emblema era una escoba). Pero también vinculaba esa
reivindicación a otras y recurría a la "propaganda
por los hechos" llegando al espectacular suicidio "en
directo" de su líder, Raúl Chivas, que se pegó
un pistoletazo en plena emisión radial después de
un discurso que finalizó con estas palabras: "Camaradas
de Ortodoxia ¡adelante! ¡por la libertad económica,
la libertad política y la justicia social! ¡echemos
a los ladrones del gobierno! Pueblo de Cuba levántate y
anda! ¡pueblo de Cuba despierta! ¡Este es mi último
aldabonazo a tu puerta!".
Otros ejemplos demostraban la futilidad de la vía pacífica
y legal. En Guatemala, en 1954, un gobierno surgido de un movimiento
popular había intentado emprender transformaciones por
la vía institucional y pronto vio los límites: fue
derribado por un golpe financiado por Estados Unidos y con apoyo
aéreo de dicho país. También habían
visto de cerca ejemplos de movimientos centroamericanos que, llegados
al poder, hacían lo mismo que decían combatir. Pudieron
ver para qué servía una acción aislada de
la clase trabajadora y el pueblo: para nada.
Un
pueblo concreto: el pueblo trabajador
El "26 de Julio", como sus antecesores, también
apelaba al "pueblo". Pero éste era un pueblo
muy preciso: "Seiscientos mil cubanos que están sin
trabajo deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar
en busca de sustento; los quinientos mil obreros del campo que
viven en bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al
año y pasan hambre el resto… los cuatrocientos mil
obreros industriales cuyos retiros están todos desfalcados,
cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas
son las infernales habitaciones de las cuarterías…
cuyo futuro es la rebaja y el despido, cuya vida es el trabajo
y su descanso es la tumba; los cien mil agricultores que viven
y mueren trabajando una tierra que no es suya… que no pueden
mejorarla, ni embellecerla, ni amarla, plantar un cedro o un naranjo
porque no saben el día que vendrá el alguacil a
decirles que tienen que irse, pequeños comerciantes (…)
maestros (…) jóvenes profesionales".
Sin
obreros no hay azúcar
Por eso, "el 26" inscribía su lucha en una estrategia
que hacía de la insurrección armada, mediante la
huelga general, su culminación. La historia desde la lucha
por la independencia los justificaba. La gran combatividad de
los años treinta parecía cosa del pasado, pero los
grupos más radicales esperaban el regreso de la clase trabajadora
a la lucha. Esa espera tenía sobradas razones. Los obreros
tenían conciencia de su importancia. Al argumento patronal
de que "sin azúcar no hay país" Jesús
Menéndez (cañero, negro, comunista) respondió:
"Sí, pero sin obreros no hay azúcar".
Menéndez fue un gran dirigente obrero. Su asesinato, al
igual que el de otros luchadores sindicales no detuvo, ni podía
detener, a toda una clase.
El mismo año del Moncada empezaba a recuperarse la lucha
obrera (por reivindicaciones específicas y por la libertad
de los presos políticos). En el ´55 una serie de
huelgas tuvo su punto culminante en la huelga azucarera de diciembre.
Choques con los soldados, poblaciones enteras paralizadas, concejales
obligados a barrer las calles, lucha de barricadas. Las reivindicaciones
económicas iban de la mano de otras más políticas
como "¡Abajo el gobierno criminal!".
Es sobre esta base que empieza a crecer "el 26 de Julio"
en las ciudades: los trabajadores organizados, entre otros, por
Frank País.
De
derrota en derrota hasta la victoria final
El 26 de julio de 1953 dos grupos de doscientos hombres debían
tomar los cuarteles de Moncada y Bayazo y repartir armas entre
la población. La convocatoria a una huelga general haría
el resto. Derrotados por las tropas de Batista fueron reprimidos
ferozmente. El 2 de diciembre de 1956 desembarcan del "Granma"
ochenta y dos combatientes. Esta vez habían preparado contactos
previos entre los trabajadores rurales y urbanos. Nuevamente fueron
diezmados hasta ser apenas una docena. Sin embargo, esta vez pudieron
sobreponerse, controlar la sierra y extenderse por la isla. ¿Qué
pasó? El día del desembarco, Celia Sánchez
(una de las militantes más destacadas del movimiento) fue
a ver al líder de los precaristas (esos campesinos que
podían ser desalojados en cualquier momento) y le dijo
que había llegado Fidel: "¡De punta en blanco!
Con zapatos bajos, guayabera, lacito y un sombrero de fieltro…
y con su revólver a la cintura".
Cuando llegó la noticia él, como muchos otros, sabía
qué hacer. Los campesinos sabían que "si sale
gente armada hay que prestarles protección". No era
nuevo, había una tradición de armarse en autodefensa
en la sierra. Era célebre el ejemplo de "Realengo
18", un asentamiento que había resistido los embates
por desalojarlos de los terratenientes y el ejército. La
burguesía terrateniente había apelado un sinnúmero
de veces, y trabajadores y cultivadores habían aprendido
a defenderse. Pronto, el ejército rebelde se nutrió
de gente como ellos: trabajadores golondrina, jornaleros sin trabajo,
precaristas, cañeros: gentes como Elpidio Barrera: "Mujer,
seis hijos… trabaja donde encuentra y cómo encuentra".
Hacia
la victoria
Ya en 1957, los rebeldes dirigidos por Camilo y el Che triunfan
en los combates de El Plata y El Uvero. Con el primero alientan
la lucha en la sierra, cuando los daban por vencidos; con el segundo,
la extienden a todo el país, obligando al ejército
a cederles la sierra. Resisten a los feroces bombardeos y en las
ciudades los obreros pisan el acelerador. Principalmente en Santiago,
de donde es Frank País. El gobierno encuentra y asesina
a Frank. Se desata una monumental huelga general en toda la provincia
de Oriente durante los primeros días de agosto. Un cortejo
fúnebre de catorce cuadras choca con la policía
y se desatan campales batallas callejeras. El movimiento surge
espontáneamente y así se detiene. Las condiciones
parecen propicias. Sin embargo, la huelga general insurreccional
de abril del ´58 fracasa. La huelga es fuerte pero parcial
y no sirve a su objetivo. Pero el movimiento se reorganiza y la
organización, encabezada por Fidel el Che, Camilo y Celia
entre otros, dirige la acción de masas en todos los planos:
huelga, lucha armada e insurrección. Una combinación
que será fatal para el viejo poder.
El Che triunfa en Santa clara, sus fuerzas y las de Camilo convergen.
Mientras, en Santiago una huelga desata la insurrección.
"Santiago de Cuba serás libre porque te lo has ganado"
dijo Fidel y más tarde agregó: "Fue la huelga
general la que dio todo el poder a la revolución".
Empezaba el año ´59, y con él, Cuba empezaba
su camino de libertad y poder de los trabajadores.
Vicente Peña