Sin Tregua / N°12 Diciembre 2005 / Enero 2006

Sección: Internacional
1) Imperialismo y resistencia

La lucha de los pueblos de Medio Oriente es una respuesta a las políticas de saqueo del imperialismo en la región. Más allá de sus limitaciones y debilidades, es un deber de los socialistas darles su apoyo.

Peligros para la humanidad, peligros para el capital
El llamado a "borrar a Israel del mapa" por parte del presidente de Irán Mahmud Ahmadinejad, quien asumió cuatros meses atrás con el 67% de los votos, volcó aun más la mirada de los "gendarmes de la paz" sobre dicho país. Pero dicho sea de paso, Irán no cuenta con una mirada exclusiva por parte de las potencias imperialistas, ya que no es un caso particular y único. Al "peligro iraní" se le suma "el peligro sirio", "el peligro palestino", y el archiconocido "peligro iraki". La existencia de estos "peligros árabes" nos plantea unas series de interrogantes: ¿qué ha cambiado en los últimos años en Medio Oriente que ha pasado a ser el centro de atención de las potencias imperialistas y cuna de todos los "males"?, ¿qué significa ser "el peligro"?

Haciendo un poco de Historia
El fin del nasserismo y la caída de los regímenes nacionalistas árabes, a fines de la década del ´60 y principios del ´70, trajo aparejado la estabilidad política de los regímenes establecidos, con algunas escasas excepciones. Paradójicamente dicha estabilidad fue alcanzada mediante una alianza de intereses de múltiples sectores, que permitieron un orden económico y político que beneficiaba tanto a las enquistadas elites gobernantes y burguesías nacionales como a las potencias imperialistas, modificándose radicalmente el equilibrio entre los sectores público y privado de la economía. El proceso de apertura comercial implicó una fuerte inversión extranjera en la región, fundamentalmente de Estados Unidos y Europa, centrada específicamente en sus enclaves petroleros. Obviamente tampoco faltaron los dólares frescos de los organismos internacionales de crédito.
La participación conjunta de las elites gobernantes de los países árabes y el capital imperialista en el "negocio del petróleo" cristalizó una alianza de intereses ampliamente duradera. La ocupación rusa de Afganistán en 1979 y la Revolución Iraní de 1978/79 alertó al imperialismo, ya que constituían una amenaza. El “temor rojo” y aires antiimperialistas aparecían en escena. Esto llevó, entre otras cuestiones, al imperialismo yanqui a financiar al "malvado" de Bin Laden.
La caída de la URSS planteó nuevas condiciones que posibilitaron un reordenamiento de la región en función de los intereses imperialistas. Las famosas "crisis del Golfo", dieron inicio a una nueva etapa de afianzamiento del imperialismo sobre la base de la ocupación e invasión directa mediante la fuerza militar, en aquellos países de la región donde se dificultó, por diferentes razones, la instauración de elites locales socias. Este accionar propiamente militar en la región es acompañado a su vez, en el caso palestino-israelí, por un intento de establecer una "solución" negociada mediante un acuerdo de paz, con el objetivo de estabilizar uno de los conflicto más arraigado en Medio Oriente.
Es decir que en las últimas décadas no han sido procesos internos dentro de los países de Medio Oriente los que ocasionaron que se constituyan "peligros para la Humanidad", sino la reacción y profundización imperialista en la región es quien los convierte en tales. Los peligros para el capital pasan hacer planteados como peligros para la humanidad, por aquellos que conciben a la humanidad como sinónimo de capital.

La resistencia antiimperialista
La profundización de la incursión imperialista en Medio Oriente y la resistencia a la misma constituye una unidad dialéctica de un mismo proceso. Si entendemos los conflictos en la región no como casos aislados, particulares, sino como la profundización de las políticas del imperialismo, las resistencias al mismo deben ser entendidas como diferentes manifestaciones/expresiones que adquiere en cada país la lucha antiimperialista de los pueblos.
Una mirada global de las mismas implica determinar el carácter que adquiere cada una de ellas. Si bien tanto en el caso iraní, irakí, palestino, y en mucha menor medida el sirio, se reivindica una difusa identidad islámica, dejándose de lado otros lazos de pertenencia como la nación o las clases, las mismas no poseen un carácter meramente religioso. Las reivindicaciones antiimperialistas se centran en reivindicaciones de autodeterminación política y defensa de la propiedad de los recursos naturales. La apelación a una "identidad islámica" en los hechos no es más que la cristalización de un frente popular capaz de enfrentar al imperialismo, y de aquí tal vez la limitación intrínseca de dichos movimientos, en cuanto a las futuras condiciones materiales de existencia y de vida de la clase obrera en la región.
Mas allá de sus presentes y futuras limitaciones y el discutible carácter reaccionario de las tácticas empleadas -en cuanto a los efectos y consecuencias que las mismas ocasionan- es un deber socialista abrazar la lucha antiimperialista de estos pueblos.

F. Abdel

2)La lucha de calles en Francia

La juventud de los suburbios parisinos expresa, a su forma, el repudio ante una sociedad y un gobierno que además de oprimirlos, los margina. Algo se está cocinando en Francia. Es necesario que la clase trabajadora francesa tienda puentes con estos jóvenes para darle una perspectiva a su rabia.
Todo comenzó la noche del 27 de octubre, casi por casualidad... o no. En Clichy-sous-bois, una localidad periférica de Paris, tres jóvenes musulmanes de origen africano y turco que estaban jugando al fútbol con amigos huyeron al ver a la policía en una de las habituales "rondas" de hostigamiento, porque varios de ellos no tenían "papeles". Al escapar se escondieron en una central eléctrica donde dos de ellos murieron y el tercero quedó grave.
Un "accidente", si no fuera porque en estas barriadas de grises e insalubres monoblocks, la desocupación duplica la media nacional (10% en Francia, 20% en estas periferias). Si no fuera por que en los últimos 25 años, la falta de recursos suministrados por el Estado convirtió a muchas de estas "ciudades dormitorio" construidas en los ´60, en guetos exclusivos. Si no fuera porque los inmigrantes y sus hijos (aún de tercera generación), la mayoría provenientes de las ex colonias francesas en África, sufren cotidianamente la discriminación por su color y lugar de residencia. Y a esto se le agrega que muchos son musulmanes, lo que desde el 11 de septiembre de 2001 supone una carga extra.
El fermento estaba allí, silenciosa y lentamente acumulado, como un río de lava subterránea por años de pobreza, racismo, represión y humillación.

"Los miserables"

Esa misma noche se produjo la reacción. Grupos de jóvenes salieron a descargar su furia incendiando autos, enfrentándose con la policía y atacando edificios públicos. En realidad no es la primera vez que ocurre, ya hubo otras en 1985, también en 1998 y en enero de 1999.
Lo que no se podía prever era que en esta ocasión se mantendría en el tiempo y se extendería por toda Francia de forma espontánea, aún sin tener dirección definida. En los primeros días, el levantamiento urbano permaneció restringido al área parisina de Saint-Denis.
La política de "tolerancia cero" del ministro del interior Sarkozy, consiste en reprimir y aterrorizar a los jóvenes de las barriadas pobres y periféricas, donde hace meses, se reemplazó a la policía de barrio por la policía antidisturbios. Sarkozy, rival de Chirac, apunta a consolidar su candidatura para las presidenciales de 2007, mediante una estrategia que incluye captar a parte del electorado de Le Pen. Su soberbia provocación al calificar de "escoria" a los jóvenes y prometer "limpiar" los suburbios encendió la mecha y el fuego pronto se extendió en el anillo parisino y al resto del país.
En los primeros 12 días los choques callejeros alcanzaron los suburbios de 300 ciudades francesas. Fueron incendiados más de 6.500 vehículos, llegando a quemarse 1400 en una sola noche; incluso hubo algunos enfrentamientos a los tiros. Mientras, las autoridades musulmanas y barriales fueron impotentes, urgiendo a los jóvenes a "apaciguar su cólera".
También se produjeron dos hechos similares en Bélgica y Alemania, que encendieron alarmas en Europa por la posibilidad de un contagio por imitación que, por ahora, no sucedió.

Estado de emergencia, juicios sumarios y expulsiones

Después de permanecer en silencio por dos semanas, el 8 de noviembre el gobierno recurrió a una ley de 1955 ¡que se utilizó durante la guerra de Argelia!, y decretó el estado de emergencia. Pero con la extensión de la revuelta, el 21 (esta vez con voto parlamentario) se prolongó el estado de emergencia por tres meses. Entre otros poderes, permite los allanamientos nocturnos en domicilios sin orden judicial y el establecimiento del toque de queda en los distritos "calientes", mientras que las limitaciones a otras libertades (de reunión, protesta, etc.) quedan a discreción de los prefectos locales.
El PS, el PC y los "verdes" se limitaron a protestar por el estado de sitio, a reclamar la renuncia de Sarkosy y a pedir el retorno de la policía barrial.
Los tribunales están sometiendo a procesos judiciales acelerados a los jóvenes arrestados. Al 20 de noviembre, se registraban más de 1500 detenidos y 400 personas habían sido condenadas a penas de prisión efectiva de entre 4 meses y 10 años. Simultáneamente, desde el gobierno se anunció la pretensión de expulsar rápidamente a aquellos "agitadores" que estén en condición de ilegales (¡otra que la ley de residencia aplicada a principios del siglo pasado en nuestro país para perseguir a los inmigrantes anarquistas y comunistas!).
La fuerte represión puede conseguir una relativa calma, pero siempre precaria. Para "equiparar", Chirac propuso el regreso al Servicio Nacional Voluntario que involucrará a 50.000 jóvenes en el 2007. Demasiado poco como contención.
El hecho de que se haya quemado el auto del vecino y la escuela del barrio son indicadores de que no estamos ante un movimiento políticamente organizado y con orientación definida, más que en el carácter antipolicial y en el repudio elemental al ministro del Interior. Sin embargo, no hay que perder de vista que estos jóvenes son fundamentalmente trabajadores pauperizados.
El gobierno de Chirac viene de una contundente derrota en las urnas por el NO en el referéndum de la Constitución europea, y de una importante ola de huelgas y movilizaciones contra las privatizaciones del transporte. Pero desde los sindicatos no se ha intentado tender puentes de lucha hacia los jóvenes que protagonizan la rebelión.
De lo que podemos estar seguros es que algo se está cocinando en Francia. La juventud necesita que la clase obrera la ayude con sus propios métodos de lucha de clases.

Martín Compagno

3) Herencia colonial y globalización imperialista

Los guetos de hoy, que los funcionarios llaman "zonas calientes" surgen en las décadas del ´60 y ´70, cuando Francia necesitaba mano de obra y los inmigrantes del norte de África se instalaron allí.
El problema de la inmigración es sólo una de las consecuencias de la colonización, pero mucho más aún lo es para los propios emigrantes que para el país receptor. Lo mismo cabe decir de la explotación y la miseria, que son mucho más agudos en el país de origen. Allí los servicios públicos y recursos naturales son explotados por oligopolios extranjeros, los salarios son más bajos y la transferencia de plusvalía, mediante el pago de deuda, inhibe el desarrollo económico.
La inmigración se origina en esta situación y es sólo una de las consecuencias; ni la más desestabilizadora ni la más importante. La novedad es que ahora afecta a la metrópoli en su propia casa, aunque por cada inmigrante que llega, en los países dependientes quedan miles en la mayor miseria.
Esta es la realidad de la globalización capitalista que el discurso oficial sobre el "choque de civilizaciones" y el "terrorismo islamista" trata de ocultar. La libre movilidad del capital no tiene su contrapartida en lo que respecta a la libertad de movimiento de la fuerza de trabajo. Por el contrario, la deslocalización de industrias cobra sentido en tanto puedan aprovecharse nichos de mano de obra barata.
El control de los flujos migratorios, es un intento de "administrar" la oferta y demanda de fuerza de trabajo y la mano de obra sobrante por parte del capital, para estimular la división entre los trabajadores echando mano al racismo. Pero la mano de obra excedente en una región no siempre coincide con lo que el capital necesita en otra. Por eso desde la Unión Europea y Estados Unidos se estimula la entrada de trabajadores descalificados para presionar la baja del salario en sus países. Incluso se utiliza la ilegalidad como mecanismo de precarización y chantaje. Pero esto, se combina con las restricciones para evitar la llegada de una masa excesiva y estimula la xenofobia. Mientras los capitalistas dominen, esta situación no desaparecerá. Sólo el internacionalismo proletario -la solidaridad entre todos los trabajadores-, nos permite luchar efectivamente contra esta situación y combatir el racismo, no sólo en sus efectos, sino también apuntando a sus causas. Esta es una de nuestras tareas en el camino.

M.C.

A raíz de una ley jubilatoria que afecta a los trabajadores
4) Huelgas generales en Bélgica

Bélgica vivió su segunda huelga general en menos de tres semanas. Fue contra el "Plan Generación" que aumenta la edad jubilatoria, los años de aportes y reduce el costo empresario para emplear jóvenes. Se paralizó toda la zona norte industrial y los transportes y cien mil obreros marcharon en Bruselas. Una huelga así, apoyada por las tres centrales obreras, no se producía desde hace 12 años.
La primera jornada del 7 de octubre, convocada por la central sindical socialista, se desarrolló mediante cortes y bloqueos de empresas que se extendieron por todo el país. A la acción se sumaron grandes contingentes de trabajadores afiliados a la central cristiana.
La segunda jornada, del 28 de octubre, fue convocada por las tres centrales se desarrolló una masiva manifestación de cien mil trabajadores en Bruselas. Esta marcha levantó la defensa del derecho de huelga, ya que las cámaras patronales amenazan con recurrir a la justicia y el gobierno amenaza con enviar a la policía.
Con la elevación de la edad jubilatoria va a aumentar, todavía más, el desempleo que ya alcanza al 12% de la población. El plan se enmarca en un compromiso del gobierno ante la Comisión Europea. Con los mismos argumentos, los gobiernos del más distinto signo están impulsando estas reformas en España, Alemania, Gran Bretaña, Italia y Francia. Se trata de una política coordinada para elevar la competencia entre los trabajadores, elevar el desempleo y, por esta vía, hacer pasar las rebajas de salarios, la flexibilización laboral y el trabajo basura.


Martín Compagno