Sección:
Internacional
1) Imperialismo y resistencia
La
lucha de los pueblos de Medio Oriente es una respuesta a las políticas
de saqueo del imperialismo en la región. Más allá
de sus limitaciones y debilidades, es un deber de los socialistas
darles su apoyo.
Peligros
para la humanidad, peligros para el capital
El llamado a "borrar a Israel del mapa" por parte del
presidente de Irán Mahmud Ahmadinejad, quien asumió
cuatros meses atrás con el 67% de los votos, volcó
aun más la mirada de los "gendarmes de la paz"
sobre dicho país. Pero dicho sea de paso, Irán no
cuenta con una mirada exclusiva por parte de las potencias imperialistas,
ya que no es un caso particular y único. Al "peligro
iraní" se le suma "el peligro sirio", "el
peligro palestino", y el archiconocido "peligro iraki".
La existencia de estos "peligros árabes" nos
plantea unas series de interrogantes: ¿qué ha cambiado
en los últimos años en Medio Oriente que ha pasado
a ser el centro de atención de las potencias imperialistas
y cuna de todos los "males"?, ¿qué significa
ser "el peligro"?
Haciendo
un poco de Historia
El fin del nasserismo y la caída de los regímenes
nacionalistas árabes, a fines de la década del ´60
y principios del ´70, trajo aparejado la estabilidad política
de los regímenes establecidos, con algunas escasas excepciones.
Paradójicamente dicha estabilidad fue alcanzada mediante
una alianza de intereses de múltiples sectores, que permitieron
un orden económico y político que beneficiaba tanto
a las enquistadas elites gobernantes y burguesías nacionales
como a las potencias imperialistas, modificándose radicalmente
el equilibrio entre los sectores público y privado de la
economía. El proceso de apertura comercial implicó
una fuerte inversión extranjera en la región, fundamentalmente
de Estados Unidos y Europa, centrada específicamente en
sus enclaves petroleros. Obviamente tampoco faltaron los dólares
frescos de los organismos internacionales de crédito.
La participación conjunta de las elites gobernantes de
los países árabes y el capital imperialista en el
"negocio del petróleo" cristalizó una
alianza de intereses ampliamente duradera. La ocupación
rusa de Afganistán en 1979 y la Revolución Iraní
de 1978/79 alertó al imperialismo, ya que constituían
una amenaza. El “temor rojo” y aires antiimperialistas
aparecían en escena. Esto llevó, entre otras cuestiones,
al imperialismo yanqui a financiar al "malvado" de Bin
Laden.
La caída de la URSS planteó nuevas condiciones que
posibilitaron un reordenamiento de la región en función
de los intereses imperialistas. Las famosas "crisis del Golfo",
dieron inicio a una nueva etapa de afianzamiento del imperialismo
sobre la base de la ocupación e invasión directa
mediante la fuerza militar, en aquellos países de la región
donde se dificultó, por diferentes razones, la instauración
de elites locales socias. Este accionar propiamente militar en
la región es acompañado a su vez, en el caso palestino-israelí,
por un intento de establecer una "solución" negociada
mediante un acuerdo de paz, con el objetivo de estabilizar uno
de los conflicto más arraigado en Medio Oriente.
Es decir que en las últimas décadas no han sido
procesos internos dentro de los países de Medio Oriente
los que ocasionaron que se constituyan "peligros para la
Humanidad", sino la reacción y profundización
imperialista en la región es quien los convierte en tales.
Los peligros para el capital pasan hacer planteados como peligros
para la humanidad, por aquellos que conciben a la humanidad como
sinónimo de capital.
La
resistencia antiimperialista
La profundización de la incursión imperialista en
Medio Oriente y la resistencia a la misma constituye una unidad
dialéctica de un mismo proceso. Si entendemos los conflictos
en la región no como casos aislados, particulares, sino
como la profundización de las políticas del imperialismo,
las resistencias al mismo deben ser entendidas como diferentes
manifestaciones/expresiones que adquiere en cada país la
lucha antiimperialista de los pueblos.
Una mirada global de las mismas implica determinar el carácter
que adquiere cada una de ellas. Si bien tanto en el caso iraní,
irakí, palestino, y en mucha menor medida el sirio, se
reivindica una difusa identidad islámica, dejándose
de lado otros lazos de pertenencia como la nación o las
clases, las mismas no poseen un carácter meramente religioso.
Las reivindicaciones antiimperialistas se centran en reivindicaciones
de autodeterminación política y defensa de la propiedad
de los recursos naturales. La apelación a una "identidad
islámica" en los hechos no es más que la cristalización
de un frente popular capaz de enfrentar al imperialismo, y de
aquí tal vez la limitación intrínseca de
dichos movimientos, en cuanto a las futuras condiciones materiales
de existencia y de vida de la clase obrera en la región.
Mas allá de sus presentes y futuras limitaciones y el discutible
carácter reaccionario de las tácticas empleadas
-en cuanto a los efectos y consecuencias que las mismas ocasionan-
es un deber socialista abrazar la lucha antiimperialista de estos
pueblos.
F.
Abdel
2)La
lucha de calles en Francia
La
juventud de los suburbios parisinos expresa, a su forma, el repudio
ante una sociedad y un gobierno que además de oprimirlos,
los margina. Algo se está cocinando en Francia. Es necesario
que la clase trabajadora francesa tienda puentes con estos jóvenes
para darle una perspectiva a su rabia.
Todo comenzó la noche del 27 de octubre, casi por casualidad...
o no. En Clichy-sous-bois, una localidad periférica de
Paris, tres jóvenes musulmanes de origen africano y turco
que estaban jugando al fútbol con amigos huyeron al ver
a la policía en una de las habituales "rondas"
de hostigamiento, porque varios de ellos no tenían "papeles".
Al escapar se escondieron en una central eléctrica donde
dos de ellos murieron y el tercero quedó grave.
Un "accidente", si no fuera porque en estas barriadas
de grises e insalubres monoblocks, la desocupación duplica
la media nacional (10% en Francia, 20% en estas periferias). Si
no fuera por que en los últimos 25 años, la falta
de recursos suministrados por el Estado convirtió a muchas
de estas "ciudades dormitorio" construidas en los ´60,
en guetos exclusivos. Si no fuera porque los inmigrantes y sus
hijos (aún de tercera generación), la mayoría
provenientes de las ex colonias francesas en África, sufren
cotidianamente la discriminación por su color y lugar de
residencia. Y a esto se le agrega que muchos son musulmanes, lo
que desde el 11 de septiembre de 2001 supone una carga extra.
El fermento estaba allí, silenciosa y lentamente acumulado,
como un río de lava subterránea por años
de pobreza, racismo, represión y humillación.
"Los
miserables"
Esa
misma noche se produjo la reacción. Grupos de jóvenes
salieron a descargar su furia incendiando autos, enfrentándose
con la policía y atacando edificios públicos. En
realidad no es la primera vez que ocurre, ya hubo otras en 1985,
también en 1998 y en enero de 1999.
Lo que no se podía prever era que en esta ocasión
se mantendría en el tiempo y se extendería por toda
Francia de forma espontánea, aún sin tener dirección
definida. En los primeros días, el levantamiento urbano
permaneció restringido al área parisina de Saint-Denis.
La política de "tolerancia cero" del ministro
del interior Sarkozy, consiste en reprimir y aterrorizar a los
jóvenes de las barriadas pobres y periféricas, donde
hace meses, se reemplazó a la policía de barrio
por la policía antidisturbios. Sarkozy, rival de Chirac,
apunta a consolidar su candidatura para las presidenciales de
2007, mediante una estrategia que incluye captar a parte del electorado
de Le Pen. Su soberbia provocación al calificar de "escoria"
a los jóvenes y prometer "limpiar" los suburbios
encendió la mecha y el fuego pronto se extendió
en el anillo parisino y al resto del país.
En los primeros 12 días los choques callejeros alcanzaron
los suburbios de 300 ciudades francesas. Fueron incendiados más
de 6.500 vehículos, llegando a quemarse 1400 en una sola
noche; incluso hubo algunos enfrentamientos a los tiros. Mientras,
las autoridades musulmanas y barriales fueron impotentes, urgiendo
a los jóvenes a "apaciguar su cólera".
También se produjeron dos hechos similares en Bélgica
y Alemania, que encendieron alarmas en Europa por la posibilidad
de un contagio por imitación que, por ahora, no sucedió.
Estado
de emergencia, juicios sumarios y expulsiones
Después
de permanecer en silencio por dos semanas, el 8 de noviembre el
gobierno recurrió a una ley de 1955 ¡que se utilizó
durante la guerra de Argelia!, y decretó el estado de emergencia.
Pero con la extensión de la revuelta, el 21 (esta vez con
voto parlamentario) se prolongó el estado de emergencia
por tres meses. Entre otros poderes, permite los allanamientos
nocturnos en domicilios sin orden judicial y el establecimiento
del toque de queda en los distritos "calientes", mientras
que las limitaciones a otras libertades (de reunión, protesta,
etc.) quedan a discreción de los prefectos locales.
El PS, el PC y los "verdes" se limitaron a protestar
por el estado de sitio, a reclamar la renuncia de Sarkosy y a
pedir el retorno de la policía barrial.
Los tribunales están sometiendo a procesos judiciales acelerados
a los jóvenes arrestados. Al 20 de noviembre, se registraban
más de 1500 detenidos y 400 personas habían sido
condenadas a penas de prisión efectiva de entre 4 meses
y 10 años. Simultáneamente, desde el gobierno se
anunció la pretensión de expulsar rápidamente
a aquellos "agitadores" que estén en condición
de ilegales (¡otra que la ley de residencia aplicada a principios
del siglo pasado en nuestro país para perseguir a los inmigrantes
anarquistas y comunistas!).
La fuerte represión puede conseguir una relativa calma,
pero siempre precaria. Para "equiparar", Chirac propuso
el regreso al Servicio Nacional Voluntario que involucrará
a 50.000 jóvenes en el 2007. Demasiado poco como contención.
El hecho de que se haya quemado el auto del vecino y la escuela
del barrio son indicadores de que no estamos ante un movimiento
políticamente organizado y con orientación definida,
más que en el carácter antipolicial y en el repudio
elemental al ministro del Interior. Sin embargo, no hay que perder
de vista que estos jóvenes son fundamentalmente trabajadores
pauperizados.
El gobierno de Chirac viene de una contundente derrota en las
urnas por el NO en el referéndum de la Constitución
europea, y de una importante ola de huelgas y movilizaciones contra
las privatizaciones del transporte. Pero desde los sindicatos
no se ha intentado tender puentes de lucha hacia los jóvenes
que protagonizan la rebelión.
De lo que podemos estar seguros es que algo se está cocinando
en Francia. La juventud necesita que la clase obrera la ayude
con sus propios métodos de lucha de clases.
Martín
Compagno
Los
guetos de hoy, que los funcionarios llaman "zonas calientes"
surgen en las décadas del ´60 y ´70, cuando
Francia necesitaba mano de obra y los inmigrantes del norte de
África se instalaron allí.
El problema de la inmigración es sólo una de las
consecuencias de la colonización, pero mucho más
aún lo es para los propios emigrantes que para el país
receptor. Lo mismo cabe decir de la explotación y la miseria,
que son mucho más agudos en el país de origen. Allí
los servicios públicos y recursos naturales son explotados
por oligopolios extranjeros, los salarios son más bajos
y la transferencia de plusvalía, mediante el pago de deuda,
inhibe el desarrollo económico.
La inmigración se origina en esta situación y es
sólo una de las consecuencias; ni la más desestabilizadora
ni la más importante. La novedad es que ahora afecta a
la metrópoli en su propia casa, aunque por cada inmigrante
que llega, en los países dependientes quedan miles en la
mayor miseria.
Esta es la realidad de la globalización capitalista que
el discurso oficial sobre el "choque de civilizaciones"
y el "terrorismo islamista" trata de ocultar. La libre
movilidad del capital no tiene su contrapartida en lo que respecta
a la libertad de movimiento de la fuerza de trabajo. Por el contrario,
la deslocalización de industrias cobra sentido en tanto
puedan aprovecharse nichos de mano de obra barata.
El control de los flujos migratorios, es un intento de "administrar"
la oferta y demanda de fuerza de trabajo y la mano de obra sobrante
por parte del capital, para estimular la división entre
los trabajadores echando mano al racismo. Pero la mano de obra
excedente en una región no siempre coincide con lo que
el capital necesita en otra. Por eso desde la Unión Europea
y Estados Unidos se estimula la entrada de trabajadores descalificados
para presionar la baja del salario en sus países. Incluso
se utiliza la ilegalidad como mecanismo de precarización
y chantaje. Pero esto, se combina con las restricciones para evitar
la llegada de una masa excesiva y estimula la xenofobia. Mientras
los capitalistas dominen, esta situación no desaparecerá.
Sólo el internacionalismo proletario -la solidaridad entre
todos los trabajadores-, nos permite luchar efectivamente contra
esta situación y combatir el racismo, no sólo en
sus efectos, sino también apuntando a sus causas. Esta
es una de nuestras tareas en el camino.
M.C.
A
raíz de una ley jubilatoria que afecta a los trabajadores
4) Huelgas generales en Bélgica
Bélgica
vivió su segunda huelga general en menos de tres semanas.
Fue contra el "Plan Generación" que aumenta la
edad jubilatoria, los años de aportes y reduce el costo
empresario para emplear jóvenes. Se paralizó toda
la zona norte industrial y los transportes y cien mil obreros
marcharon en Bruselas. Una huelga así, apoyada por las
tres centrales obreras, no se producía desde hace 12 años.
La primera jornada del 7 de octubre, convocada por la central
sindical socialista, se desarrolló mediante cortes y bloqueos
de empresas que se extendieron por todo el país. A la acción
se sumaron grandes contingentes de trabajadores afiliados a la
central cristiana.
La segunda jornada, del 28 de octubre, fue convocada por las tres
centrales se desarrolló una masiva manifestación
de cien mil trabajadores en Bruselas. Esta marcha levantó
la defensa del derecho de huelga, ya que las cámaras patronales
amenazan con recurrir a la justicia y el gobierno amenaza con
enviar a la policía.
Con la elevación de la edad jubilatoria va a aumentar,
todavía más, el desempleo que ya alcanza al 12%
de la población. El plan se enmarca en un compromiso del
gobierno ante la Comisión Europea. Con los mismos argumentos,
los gobiernos del más distinto signo están impulsando
estas reformas en España, Alemania, Gran Bretaña,
Italia y Francia. Se trata de una política coordinada para
elevar la competencia entre los trabajadores, elevar el desempleo
y, por esta vía, hacer pasar las rebajas de salarios, la
flexibilización laboral y el trabajo basura.
Martín Compagno