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Artículo de opnión de Margarita Mediavilla Pascual

«Ciencia, ecología y transgénicos»

De momento lo que la industria nos ofrece son productos que convienen a sus intereses pero que no han conseguido aumentar la productividad, que contaminan los cultivos convencionales y perjudican económicamente a los agricultores biológicos

Martes 5 de mayo de 2009

Creer en la Ciencia es poco científico, porque la ciencia no es cuestión de fe, es utilizar un método particular para alcanzar conocimiento. Pero la ciencia y la tecnología han transformado tanto nuestra vida que a veces tendemos a una admiración irracional que hace muy difícil criticar algo revestido de «avance científico», como es el caso de los alimentos transgénicos.

El siglo XX ha visto avances asombrosos pero la ciencia del siglo XXI está descubriendo también muchas fronteras a las que no sabe cómo enfrentarse. El gen y el funcionamiento de la vida nos han mostrado una frontera muy difícil de traspasar: la de la complejidad. Los seres vivos son tan extraordinariamente complejos que las herramientas matemáticas de que dispone la ciencia hasta la fecha demuestran ser muy insuficientes. La robótica y la inteligencia artificial, por ejemplo, también se han enfrentado con ese mismo problema. En los últimos 40 años, a pesar de haber llegado a resultados interesantes, se han quedado muy lejos de imitar a los seres vivos y ya sufren un cierto estancamiento. Nuestra ingeniería actual, con todos sus avances, tiene que quitarse el sombrero ante las creaciones de la naturaleza:
adaptables, flexibles, capaces de automantenerse, extremadamente complejas y a la vez extremadamente estables...

La agricultura industrial es otro de esos campos en los cuales parece que la ciencia ha conseguido mejorar la naturaleza, pero tiene varios talones de Aquiles: contamina el entorno, empobrece los suelos y, sobre todo, necesita un aporte muy elevado de petróleo para fabricar los abonos químicos. Nuestros avances no están mal, pero palidecen cuando los comparamos con lo que la ecología científica nos está enseñando que hacen los ecosistemas naturales. Los ecosistemas son creaciones soberbias, cuyo funcionamiento pone los dientes largos a cualquier ingeniero. Son extremadamente elegantes, extremadamente eficientes en el uso de la energía, reciclan todos los materiales hasta un nivel asombroso, no producen apenas residuos, se mantienen y controlan a pesar de su complejidad, evolucionan y aprenden....estamos muy lejos de mejorar las creaciones de la naturaleza, lo único que hemos conseguido es proporcionar a la raza humana comodidades que no disfrutan otras especies, pero nos queda mucho que aprender.

Por eso, cuando hablamos de los transgénicos, no debemos dejarnos engañar por el triunfalismo científico. Llevamos unos pocos años de investigación en este campo y los resultados son limitados. Estamos muy lejos de contar con una teoría que describa el gen y nos permita predecir su funcionamiento y estamos todavía más lejos de predecir los ecosistemas. Las semillas y los animales transgénicos que se han creado hasta la fecha son imposibles de controlar y son un riesgo cuando se liberan en el entorno. Y sin embargo los ecosistemas naturales son en definitiva los que nos dan de comer, los que reciclan nuestras basuras y los que nos proporcionan aire para respirar. Los ecosistemas ya han sufrido mucho el impacto de las actividades humanas y una de las amenazas más graves son las plagas provocadas por la introducción de especies exóticas ¿es necesario que a todas las plagas naturales sumemos ahora las plagas transgénicas? La naturaleza se merece un poco más de respeto por parte de unos humanos que ni siquiera llegamos a imitarla. A ver si vamos a ser capaces de degradar todos los ecosistemas del Planeta mucho antes de haber sido capaces siquiera de comprenderlos.

Si los beneficios que los alimentos transgénicos proporcionan fueran incuestionables podríamos que evaluar si es necesario correr ese riesgo, pero ¿realmente son tan beneficiosos los transgénicos? Sinceramente, yo creo que en estos últimos 15 años todavía no han demostrado una utilidad que justifique ni lejanamente cualquier riesgo. Es comprensible que la industria, que ha invertido mucho dinero en investigación, quiera obtener resultados económicos rápidos, pero la ciencia ofrece sus resultados lentamente. De momento lo que la industria nos ofrece son productos que convienen a sus intereses pero que no han conseguido aumentar la productividad, que contaminan los cultivos convencionales y perjudican económicamente a los agricultores biológicos, que aumentan el uso de herbicidas, que no se sabe qué efectos pueden tener en el entorno, que no se conoce si generan alergias en los humanos....

Este sábado se organizó una protesta a nivel nacional contra los cultivos transgénicos con una manifestación conjunta de grupos ecologistas y sindicatos agrarios en Zaragoza. No es una manifestación del ecologismo contra la ciencia, sino las críticas de la sociedad hacia una industria que nos vende una tecnología muy inmadura, cuya utilidad y necesidad es cuestionable y que tiene su impacto en el medio ambiente.

Margarita Mediavilla
Profesora de la Escuela Universitaria Politécnica y miembro de Ecologistas en Acción de Valladolid