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Obituario

Ha fallecido nuestro compañero Guillermo Díez

Tras dejar el Ayuntamiento de Valladolid, donde fue concejal, comenzó su colaboración con Ecologistas en Acción y durante todo este tiempo ha participado, a veces con su presencia y siempre con el corazón, en nuestras tareas

Jueves 15 de marzo de 2012

«Mis recuerdos de Guillermo Díez»

Conocí a Guillermo Díez hacia 1988, casi al tiempo que a Javier Gutiérrez, recién elegidos ambos concejales del Ayuntamiento de Valladolid. Guillermo había sido designado Concejal de Medio Ambiente, Salud y Consumo en el tercer equipo de gobierno del socialista Tomás Rodríguez Bolaños.

Por alguna de nuestras actividades que tuvo reflejo en la prensa, nos convocó a la entonces Asociación Vallisoletana para la Defensa del Medio Ambiente (AVDEM) a una reunión de presentación. La realidad ciudadana de finales de los años 80 fue torciendo el inicial deseo de colaboración, y la relación institucional y personal se fue tensando a causa de conflictos como la contaminación de la fábrica de Nitratos de Castilla (NICAS), el aparcamiento subterráneo de la Plaza de España o la contaminación atmosférica en la ciudad, que en 1991 alcanzaba niveles alarmantes.

En aquel momento, nada apuntaba a que nos pudiéramos convertir en compañeros de viaje, lo que confirma los giros inesperados que a veces da la vida.

Guillermo fue el primer concejal de Medio Ambiente de la ciudad. Tras un duro conflicto ciudadano, reubicó la Cerámica Silió del barrio de los Vadillos a un área industrial. Puso en marcha la red municipal de control de la contaminación atmosférica. Y creó el Consejo Municipal de Medio Ambiente, que hoy perdura bajo la denominación más críptica de Consejo de la Agenda 21 Local. Mantuvo una posición crítica frente a la iniciativa autonómica de instalar un vertedero de residuos tóxicos en Santovenia de Pisuerga, a las puertas de la ciudad de Valladolid.

En su segundo mandato, repitió como concejal de Medio Ambiente, aunque bajo la dirección de Marisa del Valle. Su relación con algunos de sus compañeros del equipo socialista se fue distanciando, lo que junto a una salud delicada precipitó su salida del Ayuntamiento de Valladolid, antes de la debacle socialista de 1995 que encumbró al omnipotente y omnipresente Javier León.

Meses después de su dimisión como concejal, en un encuentro casual en la calle, me confesó, entre la impotencia y la decepción, su sensación de no haber podido hacer gran cosa desde su cargo. Pero de su paso por el Ayuntamiento retuvo un gran interés por los problemas medioambientales, y buscaba la manera de canalizarlo a través de alguna asociación. Le sugerí de inmediato que colaborara con nosotros, y de esta manera tan simple Guillermo se convirtió en un compañero más de la entonces Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza (AEDENAT).

Desde el primer momento, por su experiencia institucional se hizo cargo de representarnos en el Consejo Municipal de Medio Ambiente que él mismo había creado, ahora desde el otro lado de la barrera. Ahí fue el portavoz de los ecologistas durante más de un lustro, hasta que el empeoramiento de su estado de salud le llevo a retirarse de la vida política, con el cambio de siglo. Desde entonces, Guillermo ha mantenido desde El Norte de Castilla una ventana crítica a la orgía desarrollista que nos ha llevado al actual callejón sin salida, entre tanto oportunista y adulador del poder económico y político.

Sirvan estos breves recuerdos para significar la lúcida y honesta evolución de un luchador, desde el compromiso sindical y político que nunca abandonó a la defensa del medio ambiente. Hasta siempre, compañero.

Miguel Ángel Ceballos Ayuso
Ecologistas en Acción de Valladolid


«Ha fallecido nuestro compañero Guillermo Díez»

En nombre de los compañeros de Ecologistas en Acción escribo estas líneas en recuerdo de Guillermo Díez, fallecido el 13 de marzo. Su vida ha sido la de una persona comprometida con sus ideas y con la solución de los problemas de sus tiempos.

Su labor social siempre ha sido activa. En los últimos años participando, desde Ecologistas en Acción, en los afanes por mejorar el medio ambiente y por hacer partícipe a toda la sociedad y, sobre todo, a los poderes públicos, de la necesidad de mantener los ecosistemas que hemos recibido. Esa preocupación se manifestaba en sus escritos publicados en el Norte de Castilla y en cuantas actividades participaba, que eran muchas siempre que su precaria salud le dejaba.

Pero quiero referirme a sus tiempos, en plural. Siempre he pensado que nuestra sociedad tiene una deuda pendiente con aquellas personas que, en una situación difícil de verdad, se atrevieron a decir alto y claro que nuestro país necesitaba la libertad como el comer. Guillermo fue sindicalista en esa época y, en aquellos momentos duros, mostró su compromiso con la democracia y con los trabajadores.

Luego su trayectoria vital le llevó por los derroteros institucionales. Allí empezó su compromiso con el medio ambiente. No conocemos las razones que le llevaron a ese puesto pero sí sabemos que comenzó un camino que nunca abandonó. Comprendió que los asuntos de la sostenibilidad eran fundamentales para un mundo mejor. Como todos, tuvo que poner los codos encima de la mesa y aprender cosas nuevas que, hasta entonces, no habíamos sabido valorar. Nos recordó que la edad no es un inconveniente cuando se cuenta con ganas y con frescura intelectual.

Tras dejar el Ayuntamiento de Valladolid, donde fue concejal, comenzó su colaboración con Ecologistas en Acción. Durante todo este tiempo ha participado, a veces con su presencia y siempre con el corazón, en nuestras tareas. Somos pocos y nos duele perder a uno de los nuestros.

Fco. Javier Gutiérrez Hurtado
Ecologistas en Acción de Valladolid


Fundador de Comisiones Obreras y agitador de la banca

Guillermo Díez contribuyó a la lucha contra la dictadura franquista desde múltiples frentes, la política, el movimiento obrero y el periodismo

El pasado martes, el que suscribe perdió a un amigo y Valladolid despidió con tristeza a una figura clave en la lucha por las libertades democráticas durante los últimos años del Franquismo. Cofundador de Comisiones Obreras, militante comunista en la clandestinidad, concejal socialista en tiempos de euforia democrática y colaborador incisivo de este periódico, Guillermo Díez Martínez nos ha legado una intachable trayectoria de honradez política, fidelidad crítica a los ideales y tenacidad en la defensa de quienes más lo necesitan.

Del movimiento obrero al movimiento ecologista; del sindicato vertical a la asamblea democrática; del Frente de Juventudes, en fin, al PSOE de Valladolid. Y a un cierto desengaño, todo hay que decirlo, en los últimos años.
Veinticuatro meses después de finalizado oficialmente el régimen de racionamiento en España, un adolescente de 16 años se devanaba los sesos por encauzar un compromiso social cada vez más acuciante. Era 1954. Valladolid estrenaba una remodelada Plaza de San Miguel, llegaban a la ciudad, repatriados de la URSS, antiguos combatientes de la División Azul y El Norte de Castilla preparaba los actos conmemorativos de su centenario. Y Guillermo Díez, seducido por «esa lírica que tenían algunos textos joseantonianos», pero sobre todo «por la vena obrera y populista de Ramiro Ledesma Ramos», formalizaba su entrada en el falangista Frente de Juventudes.

Era ésta una de las pocas organizaciones, amén de las impulsadas por la jerarquía eclesiástica, que permitían a la juventud debatir sobre cuestiones políticas. Gracias a que el delegado del Frente era el periodista Carlos Campoy, entonces redactor jefe de El Norte, comenzó su colaboración con el diario decano, que ha mantenido hasta poco antes de su fallecimiento.

Tan imparable como el proceso de industrialización de aquel Valladolid de los 50 era su ansia por implicarse en la problemática social de una ciudad acuciada por los rigores de la autarquía. Su entrada, en 1956, en el Banco Central –donde conoció, por cierto, a un apocado y tímido Francisco Pérez, más conocido como Paco Umbral– le abrió las puertas al compromiso concreto como enlace en el sindicato vertical. En los años 60 consumó el viraje ideológico desde aquel falangismo romántico y adolescente hacia un comunismo en modo alguno dogmático. Ocurrió cuando su pretensión por encontrar a alguien que se moviese en la ciudad lo condujo, ineludiblemente, al corazón del Partido Comunista, que latía gracias al empuje de una pequeña y maltrecha célula formada por Francisco Rodríguez, Benedicto de Blas, Andrés Medina, Armando del Tío, Caracena, Santiago Rubio y alguno más. En 1968 formalizó su militancia comunista.

Junto a ellos y a otra media docena de trabajadores, algunos procedentes de los movimientos apostólicos más progresistas, participó ese mismo año en la creación de las Comisiones Obreras de Valladolid, a través de una reunión facilitada por el dominico Carmelo García en la Escuela Social de San Pablo.

Guillermo Díez Martínez

Fuente: Texto: Enrique Berzal, El Norte de Castilla, 15-03-2012.