Puede parecer que el paisaje de Valladolid no tiene una belleza especial, pues no cuenta con montañas ni accidentes geológicos espectaculares. Sin embargo, si nos fijamos con atención, nos daremos cuenta de que algunos de los parajes que nos rodean tienen, un gran potencial paisajístico y de ocio; y otros, ya tienen, por su historia y la gran fuerza de la madre naturaleza un atractivo innegable.
Tenemos suaves lomas casi desnudas, dos hermosos ríos, dos auténticos canales y una vía verde. Si estuviesen en otras zonas de España o Europa hubieran sido hace tiempo verdaderas joyas naturales, mimadas y acomodadas para el disfrute de las gentes.
Cuando echamos un vistazo a la capital de Castilla y León, tanto la ciudad como su entorno, nos puede parecer que su paisaje no tiene una belleza especial, pues no cuenta con montañas ni accidentes geológicos espectaculares. Sin embargo si nos fijamos con atención, nos daremos cuenta de que algunos de los parajes que nos rodean tienen, un gran potencial paisajístico y de ocio; y otros, ya tienen, por su historia y la gran fuerza de la madre naturaleza un atractivo innegable.
Tenemos suaves lomas casi desnudas, dos hermosos ríos, dos auténticos canales y una vía verde. Estoy seguro de que si estuviesen en otras zonas de España o Europa, hubieran sido hace tiempo verdaderas joyas naturales, mimadas y acomodadas para el disfrute de las gentes de su entorno.
Los cerros que abrazan Valladolid con ternura, Fuente el Sol, Contiendas etc. tienen algunas manchas de vegetación que nos hacen imaginar, lo magnifico que seria observarlos, tanto desde la urbe como in situ, llenos de vegetación autóctona por los que poder pasear andando o en bicicleta en cualquier época del año. Los palentinos lo saben muy bien, pues disfrutan desde hace muchos años, de su gran parque forestal Monte el Viejo.
Durante décadas, estas colinas han estado abandonadas a su suerte por parte de nuestros dirigentes municipales y autonómicos. Ahora se habla de hacer lo que se debería haber realizado quince o veinte años atrás, plantar gran cantidad de árboles y convertir estas laderas en parques forestales. Esto que en principio es loable, pues mas vale tarde que nunca, debe hacerse con cuidado. Muchas veces las administraciones, generan una desproporción entre los elementos vivos y los construidos en este tipo de proyectos, cuando lo que se debería buscar es el mantenimiento de superficies permeables, capaces de absorber las precipitaciones, mediante terrenos fijados por matorrales y arbolado autóctono. Destinar una parte del proyecto a las operaciones de mantenimiento y limpieza que estos espacios van a necesitar los dos años posteriores a la plantación. Un parque forestal necesita básicamente abundante vegetación surcada por caminos y senderos. También como es lógico para que su transito sea atractivo, unos fáciles y agradables accesos en autobús, bicicleta o andando.
El Canal de Castilla, con más de dos siglos de historia, es donde más se esta invirtiendo y en el que, en este momento, se desarrolla un Plan de excelencia turística. Claro que hay que mimar nuestros canales, como ya hacen los holandeses con los suyos. Lo más importante es que los caminos de sirga que acompañan las mansas aguas de nuestro canal más emblemático estén libres en todo su recorrido, y especialmente en su desembocadura en Valladolid, donde más personas pueden disfrutarlos. Pues aunque sea una lamentable paradoja, el tramo final del “excelentísimo” canal esta cortado por la propia Confederación Hidrográfica del Duero y su dársena infrautilizada. Señores, empecemos la casa por los cimientos y hagamos que este sendero de gran recorrido (GR 89) tenga un “final” feliz y al mismo tiempo se incluya una conexión por carril bici arbolado al resto de la ciudad.
Nuestro caudaloso Pisuerga, alabado por Cervantes y por el que nos sentimos acariacidos los Vallisoletanos, no hemos sabido corresponder a su afecto, pues la ciudad siempre ha dado su espalda al río: desembocando nuestros fétidos desagües hasta hace poco, despropósitos urbanísticos como el duque de Lerma; con indiscriminados “botellones” y un largo etc. Todo ello mancilla la belleza de este gran cauce. Nuestros gobernantes no han sabido adaptar la abundante vegetación natural que riegan sus aguas, para hacer dos senderos que atraviesen el estrecho bosque de ribera de norte a sur de la capital en ambas márgenes. El microclima que genera esta espesura hace que su paseo sea agradable durante todo el año. Tan solo algún tramo se ha desarrollado con tal fin y ya están prácticamente intransitables debido a que no se hace ningún tipo de mantenimiento.
El Esgueva está siendo recuperado como ruta verde, por parte de la diputación. Cuenta con centro de interpretación y parque temático. Apenas tiene vegetación propia, la poca que se ha plantado se ha secado en su mayor parte por falta del mantenimiento oportuno. Sin esta vegetación, la ruta pierde mucho atractivo sobre todo en primavera y verano. También es triste que el ayuntamiento de Valladolid no haya conectado aun esta ruta con la capital, mediante paseo arbolado para peatones y bicis.
Finalmente, y no por ello menos relevante, hay que destacar la vía verde del tren burra. Con mas de un siglo de historia, la locomotora que movía aquel tren que todavía recuerdan nuestros abuelos, descansa de su viajar durante décadas en la plaza S. Bartolomé.
El camino que dejo el ferrocarril de vía estrecha, ha sido mutilado o invadido en muchas ocasiones por carreteras y viviendas. Ya ha sido parcialmente recuperada en una zona (Valencia de don Juan) que tiene mucha menos población y belleza natural. Quizás se pueda entender que en otras épocas estuviese abandonada, pero no se comprende que entrado el siglo XXI, siga siendo absorbida por el asfalto de las urbanizaciones de Zaratán e incluso este cortada por algún particular en su tramo mas espectacular. Allí sus centenarias encinas y robles nos recuerdan que alguna vez un mono podía recorrer la península sin bajarse de los árboles.
Señores responsables municipales, provinciales y autonómicos. ¿Cuando vamos a valorar, proteger y potenciar los parajes naturales que nos rodean? Ese anillo verde debe estar mimado y comunicado con la ciudad mediante paseos arbolados y carril bici. Esto ya lo han hecho en Burgos, Vitoria etc. El soterramiento de la vía es una gran oportunidad que no hay que perder para desarrollar un pasillo verde que genere movilidad sostenible y enlace la ciudad con los espacios verdes aledaños. Las últimas noticias al respecto son desalentadoras, parece que se vuelve a dar prioridad al automóvil frente a las demás formas de desplazarse. Lamentable paradoja si se quiere detener el galopante cambio climático global y la creciente contaminación y ruido de nuestra urbe.
Concluyendo, más árboles, menos asfalto, coches y ladrillo que truncan nuestros senderos y efímeras vidas. Es más sostenible, saludable y económico.
Salvador Azpeleta
Miembro de Asamblea ciclista de Valladolid (ASCIVA), Ecologistas en acción y Asociación para la recuperación del bosque autóctono (ARBA)