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Premios Atila 2006

Ecologistas en Acción de Valladolid concede los Premios Atila 2006 al alcalde de Valladolid y al concejal de urbanismo

Son responsables de un modelo urbano que favorece la especulación, la dispersión de la ciudad, el uso del transporte privado favorecido por la construcción y/o ampliación de nuevas infraestructuras como aparcamientos en el casco histórico y la pérdida de terrenos ambientalmente valiosos en el entorno inmediato de la ciudad

Domingo 4 de junio de 2006

Francisco Javier León de la Riva, alcalde del Ayuntamiento de Valladolid y José Antonio García de Coca, concejal de Urbanismo, resultan ganadores del premio Atila y Caballo de Atila respectivamente

El Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra el 5 de junio, fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 para marcar la apertura de la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano. Los fines de este evento anual son aumentar la conciencia medioambiental y fomentar la acción global para la protección del medio ambiente.

Con ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, Ecologistas en Acción de Valladolid hace pública la concesión de los Premios Atila 2006, premios que desde 1992 «distinguen y denuncian a aquellas personas, entidades o proyectos que más han destacado por su contribución a la destrucción del medio ambiente local».

Elegidos mediante nominación popular, los premiados en 2006 son Francisco Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid, y José Antonio García de Coca, concejal de Urbanismo.

En el caso de León de la Riva, Premio Atila, se han señalado en las nominaciones recibidas, entre otros muchos «méritos», «el rosario de omisiones y desprecios al medio ambiente y a los que lo defienden», destacándose su «carácter cateto, vergonzante e insensible en el respeto a la naturaleza y al patrimonio arqueológico de la ciudad», «su extraordinaria complicidad con las empresas privadas concesionarias de servicios y obras públicas», «seguir en el puesto público sin el menor remordimiento por sus actos», «la tala de arbolado para sustituirlo por cemento», y «el deterioro de la convivencia de los habitantes de Valladolid hasta limites patológicos con especial interés por el caos urbanístico, las obras injustificadas, el descontrol de la contaminación atmosférica y acústica».

García de Coca obtiene el Caballo de Atila en atención a «cambiar con criterios particulares el PGOU de Valladolid», «incluir aparcamientos rotatorios sin accesibilidad», «impulsar áreas urbanizables en suelo rústico», según se recoge en las nominaciones.

Ambos son responsables de un modelo urbano que favorece la especulación, la dispersión de la ciudad, el uso del transporte privado favorecido por la construcción y/o ampliación de nuevas infraestructuras (aumento de capacidad de las vías de acceso a la ciudad, aparcamientos en el centro de la ciudad) la pérdida de terrenos ambientalmente valiosos en el entorno inmediato de la ciudad y, en general, la degradación de la calidad de vida de los ciudadanos. Todo ello aderezado con el incumplimiento de las exigencias medioambientales, como obviar los aspectos ambientales asociados a los proyectos urbanísticos impulsados por el ayuntamiento o no poner en marcha un plan de reducción de la contaminación obligado por ley.

La conducta de los premiados ha merecido tanto el reproche en las nominaciones como en los tribunales, donde ya suman más de veinte resoluciones contrarias a sus prácticas urbanísticas y ambientales.

Valladolid es, por tanto, una ciudad cada vez menos habitable por la reiterada superación de los límites de contaminación atmosférica, la pérdida de espacios verdes de calidad, el aumento del ruido ambiente y del estrés por la incomodidad de los desplazamientos en transporte público colectivo, los peatonales y ciclistas.

Ecologistas en Acción ha optado siempre por un modelo de ciudad compacto y sostenible, que favorezca las relaciones humanas y la actividad económica local, que sea respetuoso con el medio ambiente favoreciendo un entorno limpio y saludable, que potencie y dinamice los barrios tradicionales y que favorezca el uso de servicios, transportes y bienes públicos. Creemos que los vallisoletanos merecen que los premiados concentren sus esfuerzos no en perseguir arbitrariamente a quienes trabajan por la mejora del medio ambiente de la ciudad, sino en cumplir la ley y desarrollar una política urbanística más sostenible.