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Central nuclear de Garoña

Ecologistas en acción denuncia que la corrosión avanza en Garoña sin que se haya adoptado una solución definitiva

Jueves 20 de noviembre de 2003

Además del barrilete, la corrosión alcanzó a los manguitos de las penetraciones de las barras de control del reactor de la central nuclear de Garoña (Burgos). Los propietarios de la central han propuesto varias formas de actuar sobre el problema al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), sin que se haya optado por ninguno de ellos. Para Ecologistas en Acción, el problema es que no se puede garantizar que ninguno de ellos sea totalmente eficaz y que la corrosión puede estar afectando ya a otros elementos de la planta.

El barrilete de la central de Garoña fue la primera pieza del núcleo del reactor en mostrar este problema que afecta a muchas de las centrales nucleares españolas. Se trata de la llamada corrosión intergranular bajo tensión que, básicamente, consiste en que los metales se corroen y se acaban por fisurar. Este fenómeno aparece debido a la forma en que fueron tratados, a su composición y al ambiente agresivo químico y radiactivo que sufren los materiales en reactor nuclear. La aparición de fisuras debido a la corrosión obligó al cambio de los 12 generadores de vapor de Almaraz I y II (Cáceres) y de Ascó I y II (Tarragona), así como la tapa de la vasija del reactor de Zorita (Guadalajara) o la tapa de Ascó II.

Según Ecologistas en Acción, Garoña no se ha salvado, ni mucho menos, sino que vio afectado en primer lugar el barrilete, que es una pieza clave para la seguridad puesto que mantiene la estabilidad estructural de los elementos combustibles y distribuye el refrigerante de forma apropiada. El barrilete se reparó de una forma chapucera y recientemente han aparecido problemas de corrosión en los manguitos de las penetraciones de las barras de control. Se trata de nuevo de otro elemento importante desde el punto de vista de la seguridad. No en vano las barras de control son claves para detener la reacción nuclear y han de estar siempre operativas para parar en caso de emergencia. La primera acción de la central ha sido similar a la que se adoptó en Zorita, y consiste en inyectar hidrógeno en el agua del refrigerante con la esperanza de disminuir su capacidad corrosiva. Además se colocaron sellos en los manguitos más dañados.

La solución de futuro aún no está clara. Se baraja la expansión de los manguitos o su soldadura a las penetraciones, pero el CSN aún no ha determinado cual es la más apropiada. Para Ecologistas en Acción ambas soluciones no son sino parches incapaces de garantizar la seguridad de la central. La corrosión puede seguir avanzando y afectar a otros elementos del circuito primario, lo cual condena a la nuclear a sufrir perpetuas inspecciones en cada parada para recarga.

Lo más sensato, a juicio de Ecologistas en Acción, es proceder al cierre definitivo de la central que ya tiene más de 30 años y que está totalmente amortizada. De esta forma se evitaría someter a la población y al medio ambiente al riesgo de un accidente severo.


Más información: Paco Castro, 639 10 42 33