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Opinión

«Cambio climático y ciudad»

Artículo de opinión de nuestro compañero Javier Gutiérrez Hurtado

Lunes 2 de julio de 2018

Cada vez quedan menos dudas de que el problema del cambio climático se ha convertido en el asunto más complicado de la esfera internacional. Todas las personas nos encontramos amenazadas. Los ecosistemas también. Los estilos de vida, producción y consumo de los países occidentales se generalizan por todo el mundo y aumentan las posibilidades de un mayor calentamiento de la tierra.

Los datos de la Organización Meteorológica Mundial son contundentes. La temperatura media del planeta bate registros en los últimos años. Los datos promedio de periodos significativos también. Sus analistas señalan acontecimientos cada vez más evidentes: la duración e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos es un referente de los últimos años.

Ante esta realidad, ¿qué hace la comunidad internacional? El ya caduco Protocolo de Kyoto alejó los resultados de las previsiones. No cumplieron todos los países que habían anunciado su participación (el incumplimiento de Estados Unidos fue el más flagrante); no sirvió para detener el progresivo calentamiento de la tierra; y algunas de sus consecuencias son cada vez más evidentes: pérdidas generalizadas de la masa de los glaciares, concentraciones elevadas y crecientes de CO2 en la atmósfera, sequías prolongadas en algunas zonas del mundo, y elevación del nivel de las aguas marinas.

El nuevo Acuerdo de París presenta algunas mejoras y carencias evidentes. Entre las primeras el objetivo más directo de frenar el incremento de la temperatura media de la tierra y la participación de la práctica totalidad de los países (aunque Donald Trump ya ha apartado a los Estados Unidos de sus compromisos). Entre las segundas la insuficiencia del objetivo explícito de reducción de la temperatura media (la mayor parte de los científicos señalan su insuficiencia para abordar cabalmente los problemas asociados al cambio climático) y la escasa precisión de los planes que tiene que presentar cada país para lograr el objetivo señalado. Tampoco es asunto menor la creación de fondos internacionales de solidaridad para que los países más pobres puedan contribuir efectivamente al cumplimiento de los acuerdos. Es precisamente esa falta de compromisos la que ha llevado a la ineficacia de todas las “Conferencias de las Partes” que se han celebrado desde la cumbre de París.

Estamos, pues, en un momento delicado en el que cualquier esfuerzo debe ser bienvenido. Las ciudades deben cambiar muchas de sus pautas de comportamiento. Valladolid también. Creo que el reto más importante que debe abordar la corporación municipal es el de lograr un cambio significativo en las pautas y formas de movilidad de las personas. La dirección es evidente: más gente caminando y en bicicleta, mayor utilización de un transporte público con más medios y más eficacia, y menor utilización de los vehículos a motor privados. Pero no basta con cambios en las administraciones. Todas las personas podemos hacer cosas. No olvidemos que es posible utilizar menos energía sin perder confort. A esa labor estamos convocados con urgencia.

Javier Gutiérrez
Ecologistas en Acción