Somos gente. Gente normal. Gente que preferiría estar ocupándose de sus asuntos, jugando al mus con los amigos o en el parque con nuestros hijos, trabajando cada dia para progresar en nuestras vidas, sin tener la espantosa certeza de que, entretanto, una pandilla de impresentables están dispuestos a bombardear a gente que no conocen, a hacerlo con nuestros impuestos, a mentirnos sobre sus razones para ello y a ocultarnos los efectos de lo que hacen. Somos ciudadanos de la calle escandalizados,
espantados, indignados, avergonzados, furiosos por la agresión a
nuestro sentido común, a nuestra inteligancia y a nuestra
dignidad que ha perpetrado el gobierno del PP. Sentimos que
nuestra dignidad ha sido violada. Quienes nos representan han
organizado una masacre con nuestro dinero y en nuestro nombre. Y no
vamos a dejar que nos despisten. No vamos a olvidar. Estamos asqueados. Estamos hartos. Somos un grupo de personas lo suficientemente
jóvenes como para ver como nuestros padres, que esperaron la
mayor parte de su vida para poder votar, de pronto encuentran su voto
secuestrado y prostituido por unos canallas. Gente decente que
votó al PP ahora está confundida, traicionada, atrapada en
una tesitura que no se merecen. Los votantes honestos del PP no nos
merecemos esa lacra de partido. Los españoles honestos no nos
merecemos esta peste de gobierno. Los ciudadanos no nos merecemos esta
farsa de democracia. ¿O sí? Si el PP sale impune de
esta barbaridad, quizá si nos la merezcamos. Es el momento de decidir. Somos, también, lo suficientemente
viejos para tener hijos que están aprendiendo las reglas de juego
democrático, y no nos gusta lo que los políticos del PP
les están enseñando. Hemos visto a muchachos no muy
distintos de nuestros hijos en las manifestaciones atravesando coches en
la calle ante la policía, y eso no nos gusta, pero nos indigna
que el gobierno intente criminalizar a unos jóvenes más
que comprensiblemente furiosos. Somos conscientes de que si nosotros no
ponemos coto AHORA al abuso de poder y al desprecio de los gobernantes,
nuestros hijos van a tener que hacer cosas más serias que quemar
papeleras para recuperar los derechos y la dignidad que nosotros nos
estamos dejando arrebatar. Somos, en fín, ciudadanos adultos que
quieren ser tratados como adultos en una democracia digna: que no
estamos dispuestos a soportar que nuestro propio gobierno nos mienta,
nos insulte, nos desprecie, nos estafe. No nos movemos contra un partido, sino contra
un modo de actuar que consideramos intolerable. Somos gente escandalizada, Hemos votado a los
partidos cada cuatro años. Hemos intentado creernos los cuentos
que cuentan y portarnos bien, pero tenemos que constatar que algo no
funciona: algo está seriamente enfermo en el sistema
político cuando un tipo puede cometer un crimen a la luz
pública con la oposición impotente del 90 % de la gente.
No podemos creer que esta mierda sea nuestra única opción
política. No podemos llamar a esto Democracia. Somos gente a quien la guerra de Iraq, y la
posguerra que está siguiendo, nos ha parecido una calamidad sin
paliativos: una calamidad provocada por criminales por motivos que no
están dispuestos a confesar. Pero también sentimos que la
guerra nos ha dado la oportunidad y la obligación de despertar a
lo que está ocurriendo. Una vez despiertos, tenemos la
obligación de reaccionar. Somos gente que hemos visto en las
manifestaciones contra la guerra, junto a nosotros, a gente muy, muy de
derechas de nuestras ciudades, y que nos hemos dado cuenta de que hay
algo más importante que nuestras diferencias políticas
personales: nuestra dignidad y decencia individual que nos une contra
los indeseables que han usurpado el poder en nuestro país. Y en medio de todo ello, somos gente que
albergamos la esperanza de que la abominación que nuestros
gobernantes han perpetrado y están perpetrando nos ayude a
nosotros, los ciudadanos de apie, a fermentar, con un poco de
unión y un poco menos de dogmatismo, una nueva forma de ser
españoles, de ser ciudadanos responsables, de ser seres humanos. |
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