La Administración Bush
y la monarquía hachemí llegan a un acuerdo secreto
para uso de territorio jordano en la intervención de EEUU
contra Iraq
Nota Informativa CSCAweb, 29 de septiembre
de 2002 (www.nodo50.org/csca)
EEUU ha alcanzado un pacto
con el rey Abdula II de Jordania para la utilización del
territorio jordano en la eventual guerra contra Iraq. A cambio,
EEUU garantizará el suministro de petróleo que
Jordania adquiere de Iraq y apoyo militar.
A pesar de las reiteradas negativas formales del gobierno
jordano a apoyar un ataque estadounidense contra Iraq -por el
riesgo de la desestabilización interna y regional que
pueda acarrear- el rey Abdula II y la Administración Bush
habrían alcanzado un pacto secreto que, según indica
el News Day [1] en su edición del 19 de
septiembre, autoriza a las tropas estadounidenses a utilizar
el territorio jordano en una eventual guerra contra Iraq. Fuentes
diplomáticas occidentales en Jordania han explicado que
este plan tendría por objeto que EEUU pudiera defender
a Israel desde territorio jordano ante un supuesto ataque de
misiles iraquíes contra ese Estado. Las mismas fuentes
señalan, sin embargo, que de acuerdo con las estimaciones
de un estudio realizado en 1999 por el Instituto Internacional
de Estudios Estratégicos de Londres, Iraq únicamente
estaría en posesión de una docena de misiles Scud
y ninguno de ellos estaría equipado con armas químicas
o biológicas efectivas.
Los efectos reales de dicho pacto, sin embargo, avalarían
la plena aceptación y colaboración del régimen
jordano con EEUU en la guerra contra Iraq al haber aceptado el
rey Abdula que el ejército de EEUU pueda operar en el
desierto este de Jordania para atacar desde su frontera el oeste
de Iraq. Las filtraciones en algunos medios de comunicación
hace varias semanas acerca de los movimientos militares que estaban
teniendo lugar en esa zona del territorio jordano -con intervención
de operativos militares estadounidenses-y que obligaron a la
oficialidad del régimen a emitir declaraciones públicas
negando tales informaciones y a reiterar su oposición
a la guerra de EEUU contra Iraq, pudieran resultar veraces a
la luz del citado pacto de colaboración jordano-estadounidense.
Reconocido por representantes oficiales del régimen
aunque no publicitado abiertamente, el pacto entre el rey Abdula
y la Administración Bush incluye que EEUU garantizará
el reemplazo y suministro de petróleo a bajo precio que
el gobierno jordano adquiere en la actualidad de Iraq. El suministro
energético es una cuestión vital para Jordania,
un país con escasísimos recursos naturales y con
una economía extremadamente débil que tradicionalmente
ha condicionado la dependencia político-económica
de sus vecinos del Golfo.
Igualmente, EEUU habría incluido en el pacto con Abdula
la intensificación de la colaboración de sus servicios
de seguridad con los servicios secretos jordanos a fin de controlar
la presencia iraquí en Jordania y activar conjuntamente
los mecanismos para neutralizar cualquier movimiento que pudiera
desencadenarse contra intereses estadounidenses en el país.
En este sentido, la especulación que medios oficiales
jordanos vienen haciendo en las últimas semanas a cerca
de la posibilidad de que la presencia de agentes de la inteligencia
iraquí asentados en Jordania pueda desencadenar represalias
de Iraq contra intereses estadounidenses o jordanos en su país,
está siendo utilizada como argumento en las escasas informaciones
oficiales sobre el pacto jordano-estadounidense. Las declaraciones
efectuadas por el vicepresidente iraquí
Taha Yasin Ramadán en su visita a Jordania a principios
de septiembre han sido tomadas por algunos sectores oficiales
jordanos como un llamamiento a la población árabe
contra los intereses de EEUU. Yasin Ramadan manifestó
en una rueda de prensa que "el pueblo árabe tiene
derecho, donde quiera que esté a luchar contra la agresión
[a Iraq] a través de sus representantes, por si mismos
y por todos los medios [...]. Apelamos a los árabes y
a los pueblos para que hagan frente a los intereses de los agresores,
a sus bienes y a sus representantes".
La decisión jordana de apoyar a EEUU en su guerra contra
Iraq puede evaluarse en una clave menos coyuntural que la de
la propia guerra y más a largo plazo, especialmente si
se toman en consideración las cada vez más numerosas
informaciones a cerca de los planes de la Administración
Bush para la post-guerra y que afectan a una reordenación
de toda la región de acuerdo con los intereses estratégicos
y energéticos de EEUU. Este plan prevería para
Jordania la instauración en su territorio de un Estado
palestino -previo traslado forzoso de la población palestina
de los Territorios Ocupados (TTOO) y, a cambio, favorecería
la instauración de la dinastía hachemí en
parte del actual Iraq una vez depuesto su gobierno y reordenado
y/o repartido el territorio iraquí.
Legitimación o vasallaje
Fiel a la trayectoria de alineación con la política
estadounidense para Oriente Medio que le caracteriza desde 1993,
el régimen jordano atraviesa, como buena parte de los
regímenes árabes, el dilema de corresponder al
vasallaje que EEUU le reclama para mantener el reconocimiento
de su legitimidad -esta vez, apoyando la guerra contra Iraq-
o situarse al lado de la voluntad de su población profundamente
opuesta a cualquier intervención militar contra el vecino
iraquí.
El dilema no es baladí, pues al igual que ocurre en
Egipto o en Arabia Saudí, la intervención contra
Iraq y el asedio final contra Palestina que Sharon ha abierto
ya al abrigo del prefacio de la guerra, son dos cuestiones engarzadas
que han exacerbado el clima popular contra la política
de EEUU en el mundo árabe y ante las cuales los gobernantes
locales no pueden dar meras salidas formales o las reiteradas
respuestas de contención mediante represión interna.
Frente a ello, el régimen jordano en particular afronta
la eventualidad de perder el reconocimiento ante EEUU y una interlocución
que, habida cuenta del excepcional papel que juega el Estado
jordano en el tablero de Oriente Medio, podría muy bien
quedar trastocado para la monarquía hachemí de
no responder positivamente a las presiones estadounidenses para
aceptar la invasión de Iraq. No en vano, la Guerra del
Golfo de 1991 y el rechazo nacional jordano -oficial y popular--
que operó entonces contra la intervención multinacional,
costaron un alto precio político y económico a
Jordania que sólo saldaría plegándose su
régimen a la imposición de EEUU de reconocer al
Estado de Israel y al proceso de normalización
de relaciones económicas y de toda índole con dicho
Estado, proceso iniciado en la Conferencia de Madrid de 1991.
A cambio, la monarquía hachemí se restituyó
ante Occidente como interlocutor legitimado por Washington y
fue perdiendo la legitimidad interna entre una población
cada vez más represaliada por criticar la deriva interna,
regional e internacional del 'Nuevo Orden' al que ha quedado
sometida Jordania y el mundo árabe en esta última
década.
Nota:
1. Véase: Jordan's Secret Deal on Iraq.
Would allow U.S. forces to use country to defend Israel
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