La necesidad del post-sionismo
La asimilación local de
la identidad judía nos ofrece un futuro mejor
John Rose*
The
Guardian
/ CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 9 de mayo de 2005
Traducción de Natalia Litvina para CSCAweb
"¿Acaso
no son las comunidades judías en Europa Occidental y América
modelos de una asimilación ilustrada donde podemos expresar
nuestra identidad judía, al mismo tiempo que nos sentimos
"en casa" en nuestros lugares de nacimiento? La desposesión
de los palestinos da fuerzas a este argumento. ¿Cómo
podemos justificar el derecho a la ciudadanía israelí
cuando los palestinos no tienen país?"
¿Puede justificarse
el proyecto sionista por las razones religiosas e históricas
que atan a tantos judíos a la "tierra de Israel"?
La idea de una patria judía sigue ofreciendo dos problemas.
El primero es que rechaza los derechos de los palestinos, especialmente
los derechos de los refugiados desposeidos que ven un Israel
construido en su tierra. Y el segundo: ¿que significa
"patria" para la mayoría de los judíos
que viven fuera de Israel? Existe un nexo interesante y poco
estudiado entre ambos problemas. Resolver el segundo puede ayudar
a resolver el primero. Pero esto implica que los judíos
occidentales renunciemos a nuestro derecho "automático"
de ser ciudadanos potenciales de Israel.
Esta postura está en
sintonía con el ritmo de la historia judía, especialmente
y de forma paradójica en Oriente Medio. Hace más
de 2000 años, mucho antes de la destrucción del
segundo templo de Jerusalén en el año 70 A.C, el
filósofo judío Filón de Alejandría
ya se enfrentó a esta cuestión. "Patria",
patris, es el lugar de nacimiento y de educación
de uno. La peregrinación de los judíos al templo
de Jerusalén significaba abandonar la patris para
visitar a lo que Filón no llamaba "patria" sino
"tierra extraña".
Por cierto, la existencia de
prósperas comunidades judías, como la de Filón,
por todo el Mediterráneo y más allá, mucho
antes de la caída del segundo templo de Jerusalén,
contradice el mito sionista del "exilio". Este mito
afirma que los judíos fueron obligados a exiliarse tras
la caída del segundo templo como resultado de las duras
políticas de dispersión de Roma. El proyecto sionista
pretende resolver esa dispersión 2000 años después.
Pero esta "dispersión" parece ser una condición
histórica mucho más "natural".
Más de 1000 años
más tarde, en Egipto también encontramos una próspera
comunidad judía en la recién construída
ciudad islámica de El Cairo. El profesor Shelomo Goitein,
brillante erudito de las relaciones judeoárabes, en su
análisis de documentos jenízaros, encontrados en
una sinagoga medieval, nos dejó una idea sobre la visión
que tenían los judíos locales acerca la "patria".
Ésta es la cota histórica más alta en las
relaciones judeoislámicas, simbolizada por Saladino, el
mayor líder del mundo islámico, que defendió
a El Cairo de los cruzados, expulsándolos también
de Jerusalén.
Merece la pena recordar que
fueron los cruzados europeos quienes masacraron a los judíos
(por supuesto, también a los musulmanes) en Jerusalén,
y que fue Saladino quien logró echarlos. Sin embargo,
la mayoría de los judíos no tenían la intención
de vivir en Jerusalén. Ésta era un centro religioso
y espiritual, no una "patria". Las comunidades judías
se sentíane "en casa" cuando estaban en sus
aldeas, pueblos y ciudades a lo largo y ancho del mundo islámico.
Los judíos emigraron
desde Europa al mundo islámico para escapar de las cruzadas.
Los judíos de El Cairo rápidamente ofrecieron su
ayuda a sus correligionarios europeos. De acuerdo con Goitein,
las autoridades islámicas no hiceron nada por impedir
esta migración. Que contraste comparado con nuestra contemporánea
y "civilizada" actitud frente a la inmigración
Judíos
iraquíes
Los judíos iraquíes
de principios del siglo XX nos pueden dar una lección
similar. Hasta hoy, los judíos iraquíes se jactan
de una historia ininterrumpida de 2.500 años, de Babilonia
a Bagdad. Cuando se unieron al movimiento nacional iraquí
para expulsar a los británicos inmediatamente después
de la primera guerra mundial, ciertamente no mostraron aprecio
por los sionistas. Menahem Daniel, un destacado judío
de Bagdad, les escribía en 1922: "Se os considera
una amenaza para la vida nacional árabe". Les decía:
por favor, quedaros lejos de aquí.
La cultura judía floreció
como parte de la cultura iraquí. Alrededor de un tercio
de los músicos iraquíes más populares eran
judíos. En 1949, cuando la crisis para los judíos
iraquíes se intensificaba, orquestada cínicamente
por Israel, Reino Unido y el gobierno títere pro-británico
de Bagdad, el periódico "The Jewish Chronicle"
reflejaba la determinación por parte de los judíos
iraquíes de aguantar el chaparrón: "En general,
la tolerancia islámica ha permitido a los judíos
de Bagdad desarrollarse como un centro de conocimiento y comercio.
Y ellos, y los suyos, desean quedarse aquí".
Se podrá objetar que
la experienca judía, sin embargo, sugiere la idea de una
patria judía segura para evitar otro Holocausto. He aquí
otro ejemplo más de lo que llamaremos la visión
"lagrimógena" de la historia judía: la
inevitabilidad del sufrimiento judío a manos de los no
judíos. Como alguna pluma ha anotado, existe el peligro
de que la cicatriz haga el daño de la herida.
En realidad, la experiencia
judía europea es bastante más compleja. La respuesta
judía a los pogroms antisemitas de la tambaleante Rusia
zarista, hace mas de cien años, merece una atención
particular. Las migraciones en masa de judíos a América
y Europa Occidental, comienzan aquí. Los sionistas desarrollaron
sus mejores cuadros aquí. Sin embargo, los asombrosos
niveler de participación judía en la resistencia
contra el Zar nos cuentan una historia judía diferente.
Una historia donde la cualidad judía mas consistente era
la solidaridad en la resistencia con los no judíos. Bund,
judío socialista, fue pionero en esto, cosa que los sionistas
simplemente no podían entender.
El valor de la solidaridad
fue construido siguiendo la promesa realizada a los judíos
por la Ilustración y la Revolución Francesa. Allí
se decía que todos somos bienvenidos como ciudadanos de
igual categoría en la tierra donde se nace. ¿ Y
no es ésta la expresión de la historia judía
en los tiempos modernos?¿Acaso no son las comunidades
judías en Europa Occidental y América modelos de
una asimilación ilustrada donde podemos expresar nuestra
identidad judía, al mismo tiempo que nos sentimos como
en casa en nuestros lugares de nacimiento? La desposesión
de los palestinos da fuerzas a este argumento. ¿Cómo
podemos justificar el derecho a la ciudadanía israelí
cuando los palestinos no tienen país?
La reconciliación entre
árabes y judíos precisa un enfoque diferente. Puede
verse legitimada, en palabras de Walter Benjamín, en las
"chispas de esperanza" que encontramos en las relaciones
históricas entre ambas comunidades en Oriente Medio. Algunos
israelíes entienden esto. Los intelectuales israelíes
asociados con la tendencia conocida como post-sionista consideran
con seguridad la posibilidad de presencia judía en la
zona sin un estado sionista. Un pequeño número
de antiguos líderes sionistas, como Meron Benvenisti,
quien fuera alcalde de Jerusalén, están de acuerdo
en ello. Afirman que la revolución sionista ha llegado
a su fin. Sugiere desechar la "ley del retorno", que
permite a cualquier judío del mundo convertirse en ciudadanos
israelíes.
Benvenisti asegura que ama
esta tierra, y que esta tierra es árabe. Quizá
los viejos pensadores judíos de la Ilustración
que defendían la asimiliación tenían mas
razón de lo que pensaban. Imaginemos a los tataranietos
de los colonos judíos de Palestina asimilando y siendo
asimilados por la cultura árabe, absorbiéndola
y contribuyendo a su desarrollo, en algún momento de este
siglo.
¿Un cambio de fe? Sin
duda, pero nosotros los judíos somos bastante buenos en
esto.
|