Los caminos de Oriente Medio
Phyllis Bennis*
Instituto
de Estudios Políticos, 12 de marzo de 2005
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 23 de marzo de 2005
Traducción para CSCAweb de Silvia Pérez López
"Realmente
nos encontramos en un momento interesante, de grandes oportunidades,
para cierto número de países en Oriente Medio;
un momento que puede llegar a convertirse en una etapa histórica.
Pero si esto sucede será gracias a los propios habitantes
de esa región; gracias a la lucha que ellos emprendieron,
hace años, para conseguir sus derechos, su libertad, su
democracia. La afirmación de que George Bush y su invasión
de Iraq han propiciado una explosión de democracia en
la región, o una 'inesperada ráfaga de libertad',
como se afirma en el New York Times, es una aserción
engañosa. Es más, se trata de un insulto a largas
décadas de lucha del pueblo palestino, del iraquí,
egipcio, libanés y sirio, y de muchos otros activistas.
Trata de equiparar la ocupación estadounidense y de sus
aliados con la democracia, y la lucha contra esas ocupaciones
con el terrorismo, haciendo caso omiso a la historia"
En una emisión reciente
del programa Democracy Now (Democracia Ahora), la conocida
feminista, novelista y activista egipcia Nawal al-Sadawi supo
responder de forma precisa a los alardes del presidente Bush
cuando afirma que sus políticas, en particular las que
se refieren a la invasión y ocupación de Iraq,
son las responsables del nuevo giro "democrático"
que se está dando en Oriente Medio. Según la autora
egipcia "se trata en realidad de otra clase de imperialismo.
Ahora no sólo nos roban nuestras tierras y nuestros recursos,
sino que también somos privados de nuestras propias luchas".
Realmente nos encontramos en
un momento interesante, de grandes oportunidades, para cierto
número de países en Oriente Medio; un momento que
puede llegar a convertirse en una etapa histórica. Pero
si esto sucede será gracias a los propios habitantes de
esa región; gracias a la lucha que ellos emprendieron,
hace años, para conseguir sus derechos, su libertad, su
democracia. La afirmación de que George Bush y su invasión
de Iraq han propiciado una explosión de democracia en
la región, o una "inesperada ráfaga de libertad",
como se afirma en el New York Times, es una aserción
engañosa. Es más, se trata de un insulto a largas
décadas de lucha del pueblo palestino, del iraquí,
egipcio, libanés y sirio, y de muchos otros activistas.
Trata de equiparar la ocupación estadounidense y de sus
aliados con la democracia, y la lucha contra esas ocupaciones
con el terrorismo, haciendo caso omiso a la historia.
En noviembre de 2003, retomando
las ideas de la Guerra Fría y del "Legado Democrático
Nacional", tan ideológicamente arraigado, Bush afirmó:
"ser complacientes con la falta de libertad en Oriente
Medio no nos proporciona un entorno más seguro".
La declaración era un clásico "bushismo":
por un lado no tenía ninguna intención de cambiar
esa realidad complaciente más allá de la retórica,
y por otro, su análisis de la democracia en la región
de Oriente Medio comenzaba y terminaba en el impacto que ésta
podría tener en los Estados Unidos.
Es por todos conocido el apoyo
de Estados Unidos a monarquías absolutas y regímenes
dictatoriales disfrazados de "democracias" en todo
Oriente Medio, y que ese apoyo continúa siendo el factor
que permite a esos regímenes continuar en el poder. Ese
respaldo en el pasado estaba basado en el mantenimiento del control
estadounidense sobre la crucial producción petrolífera,
y en la dominación estratégico-militar de una región
de vital importancia. Ahora Bush nos quiere hacer ver que esos
días acabaron. Sin embargo, esta afirmación se
desmonta fácilmente al observar que no se está
haciendo ningún esfuerzo para disminuir la dependencia
global del petróleo que viene de Oriente Medio, y por
ende, tampoco disminuye la determinación estadounidense
de controlar el acceso mundial a ese recurso.
Presionar al egipcio Hosni
Mubarak para liberar a líder opositor al frente de un
pequeño partido pro-estadounidense es fácil. Pero
mientras que la ayuda anual estadounidense a Egipto (de 2 billones
de dólares) esté condicionada a la apertura masiva
del sistema económico y político egipcio, no hay
ninguna base que nos permita tomar en serio la afirmación
de que la Casa Blanca está apoyando la democracia egipcia.
Aplaudir la celebración de elecciones en Palestina es
fácil. Pero hasta que Estados Unidos no dé poder
realmente a la democracia palestina, algo que se lograría
con el fin de la ocupación militar de sus tierras, retirando
la ayuda económica, militar, política y diplomática
que Estados Unidos da a Israel y supeditando esa ayuda al fin
de la ocupación de todo el margen occidental, Gaza y el
Este de Jerusalén; hasta entonces, no hay ningún
argumento que sustente el "apoyo" de Bush a la democracia
en un estado Palestino viable.
Líbano
Bush y sus subalternos han
mostrado una y otra vez a través de los medios de comunicación
imágenes de miles de manifestantes libaneses que inundaban
la Plaza de los Mártires de Beirut, vestidos a la occidental,
con camisetas cortas enseñando el ombligo y con los consabidos
teléfonos móviles. Reclamaban el fin de la ocupación
siria del Líbano, pedían la retirada de los 14.000
soldados y de los aproximadamente 5.000 agentes de la inteligencia
siria. Pero cuando muchos más manifestantes, entre medio
millón y un millón de libaneses, tomaron el centro
de Beirut en una manifestación diferente, que llenó
la Plaza de los Mártires y se extendió por calles
anejas, y en la que se reclamaba el fin de TODA injerencia extranjera
y se pedía que Siria se retirase, como se determinó
desde Beirut y Dasmasco y no desde Washington; entonces, la Casa
Blanca no dijo nada. Estos manifestantes libaneses no eran los
mismos a los que Bush prometió: "cuando os levantéis
por la libertad, yo estaré con vosotros". Había
pocos teléfonos móviles, y menos camisetas ceñidas;
esos libaneses eran más tradicionales, y lo que es más
relevante, eran mayoritariamente pobres. A diferencia de al menos
algunos de los manifestantes anti-Siria, este grupo no considera
a Estados Unidos como compañero estratégico.
La movilización anti-Siria
en Beirut reflejaba una abrumadora presencia de personas de clase
media y alta de libaneses urbanitas. Como apuntaba Ahmed Beydoun,
sociólogo de la Universidad del Líbano: "ellos
quieren que sus instituciones funcionen con normalidad, algo
que impide la influencia siria. No es un problema del sistema
político en sí mismo". Esto significa que
quieren que el sistema político funcione mejor, pero sin
transformar el sistema. Demandan elecciones libres de la dominación
siria, pero basándose en el sistema político confesional
existente que se estableció en el Líbano con la
retirada de Francia en 1932. Este sistema estaba basado en un
parlamento formado por una mayoría cristiana de "seis
a cinco", y todavía hoy las posiciones políticas
se reparten en base al censo de 1932. El presidente es un cristiano
maronita, el primer ministro es suní, el portavoz es shií,
etc. La población ha cambiado de forma drástica,
pero no se ha tomado ningún censo desde entonces, y los
manifestantes anti-sirios no lo piden, ni tampoco demandan elecciones
basadas en el sistema de una persona, un voto, para sustituir
un sistema controlado por un poder sectario.
Las protestas anti-sirias en
el Líbano aumentaron con el asesinato del primer ministro,
Rafik Hariri. Estados Unidos, a pesar de la falta de evidencias,
culpó a Siria. Es interesante resaltar que los manifestantes
anti-sirios se vistieran de naranja y afirmaran que su modelo
a seguir era la reciente "Revolución Naranja",
movimiento que ayudó a derrocar al gobierno ucraniano,
y no el modelo de las recientes elecciones en Iraq, controladas
por Estados Unidos. Los paralelismos muestran que, como en Ucrania,
las movilizaciones masivas apoyaron a Viktor Yushchenko, un líder
que como Hariri es conocido por su visión pro-occidental,
pro-globalización y pro-Estados Unidos. Nuevas informaciones
que confirman que doctores estadounidenses tuvieron que trabajar
en secreto para diagnosticar y tratar el envenenamiento de Yuschenko,
nos dan alguna indicación de cuán peligrosos podrían
haber sido esos vínculos estadounidenses si se hubiesen
hecho públicos.
No sorprende el hecho de que
Bush prestase poca atención al más abundante grupo
de manifestantes libaneses pro-sirios que no actuaron como extras
en esta "extravagancia" orquestada desde la Casa Blanca.
Después de todo, ¿cuántas veces ha prestado
atención la administración Bush a las enormes manifestaciones
que se han producido dentro del propio territorio estadounidense,
y ha denominando "heroes de la democracia" a los manifestantes
en las calles de Washington o Nueva York? El enfoque continúa
con el uso selectivo de las imágenes de siempre o con
la supresión cuidadosa de otras por la administración
Bush para reafirmar su proclama de "llevar la democracia
a Oriente Medio".
Siria
Cuando el secretario general
de la ONU anunció que iba a mandar a Terje Roed-Larsen
como enviado especial para Oriente Próximo para que demandase
el fin inmediato de la ocupación, se produjo un momento
de ironía sublime. El enviado tenía como cometido
avisar al líder del poder ocupante que si no empezaba
a replegar sus tropas inmediatamente y a establecer un calendario
para terminar rápidamente con la ocupación, el
país que representaba se iba a enfrentar a la hostilidad
del sistema internacional y al aislamiento político y
económico. Pero ¡vaya! El destino fijado para Roed-Larsen
fue Damasco, y no Tel-Aviv, y su reunión fue con el presidente
sirio Bashar al-Assad, y no con el primer ministro israelí
Ariel Sharon. La presencia Siria en el Líbano se ha convertido
de repente en el objeto central del endurecimiento severo de
las leyes internacionales y de las resoluciones de la ONU, mientras
la ocupación israelí, mucho más larga y
agresiva, permanece fuera de la jurisdicción de operaciones
de la ONU, y su violación de la legalidad internacional
permanece impune.
Al mismo tiempo es interesante
observar cómo la retórica de Bush se centra en
un ataque creciente hacia Siria, principalmente en tres cuestiones:
la presencia de tropas sirias en el Líbano, el apoyo de
Siria a Hezbollah, y la presunta complicidad de Siria con la
resistencia iraquí. En el discurso "demócrata"
de Bush, sin embargo, se echa de menos alguna mención
a falta democracia en Siria. Bush no hace ninguna observación
sobre el largo sufrimiento de los defensores de los derechos
humanos y de la democracia encarcelados en Siria. ¿Por
qué? Pues porque la democratización real de Siria,
en forma de elecciones o delegación del poder en la sociedad
civil, probablemente se tornaría más "islamista"
de lo que cualquier miembro de la Casa Blanca de Bush desease.
Los demócratas sirios son en su mayoría islamistas,
y dentro del léxico de la Casa Blanca, no pueden ser contabilizados
como verdaderos demócratas.
No debería sorprender
a nadie que en toda la discusión sobre Siria y la ocupación,
no se pronunciaran las palabras "Altos del Golán".
Tras 37 años, la ocupación israelí en el
Golán sirio se mantiene indemne.
Palestina
La usurpación estadounidense
de los anhelos democráticos árabes se extiende
mucho más allá del Líbano. Los palestinos
organizaron unas elecciones relativamente justas y libres en
enero de este año. Eligieron a un líder moderado
con ansias de entablar relaciones con Estados Unidos. Por supuesto,
eso sólo fue posible gracias a que Estados Unidos tenía
desplegados a 150.000 soldados ocupando Iraq para brindar la
oportunidad electoral a los iraquíes. Se ignora, claro
está, que esas elecciones, organizadas en el contexto
de un país con 37 años de ocupación militar,
proporcionan el marco democrático a un pueblo al que todavía
se le niega el ejercicio real de ese poder. Se olvida también,
la larga, y a menudo amarga, batalla de los palestinos tanto
por la democracia como por la libertad. Se olvidan asimismo las
elecciones de 1996 en las que Yasir Arafat fue elegido no con
el 99% de los votos, tan típico de Egipto y de otros países
aliados de Estados Unidos, sino con la importante pero no aplastante
mayoría de aproximadamente el 68%.
Gran parte del júbilo
estadounidense manifestado tras las elecciones palestinas no
se debió a la naturaleza "libre y justa" del
voto, una valoración difícil de comprender en un
contexto de ocupación militar, sino a los resultados obtenidos.
La elección de Mahmoud
Abbas, o Abu Mazen, refleja algunos paralelismos con la situación
política de las elecciones nicaragüenses de 1990
que desbancaron al gobierno sandinista a favor de la candidata
apoyada por Estados Unidos, Violeta Chamorro. Después
de más de una década de guerra entre la contra,
apoyada por Estados Unidos, y el gobierno sandinista, se convenció
a la población nicaragüense de que si votaban de
nuevo a los sandinistas, los Estados Unidos seguirían
imponiendo la guerra, el hambre y el colapso económico.
Sólo el voto por Chamorro, se les dijo a los nicaragüenses,
les brindaba la oportunidad de retomar los lazos con Estados
Unidos, y de reconstruir su país. Vaya sorpresa que Chamorro
ganara con una abrumadora mayoría. De forma similar, mientras
Abu Mazen mantuvo la legítima credencial de haber sido
el confidente más cercano del, en los últimos tiempos,
venerado Yasir Arafat, en realidad carecía una base política
independiente, pero el hecho de que la opinión pública
le viese como el único candidato con el que Israel y Estados
Unidos estaban dispuestos a negociar, le sirvió para ganar
las elecciones.
La democracia palestina es,
en conjunto, la más avanzada de la región, y es
reflejo de los avances que la sociedad civil palestina ha construido
con su movilización en contra de la ocupación.
Como resultado de esto, Abu Mazen consiguió cerca del
60% de los votos, y la campaña a favor de los derechos
humanos de Mustafa Barghouti consiguió el 20%, mientras
que el otro 20% se lo repartían el resto de los candidatos.
Gran parte de la historia de la democracia palestina es desconocida
incluso dentro del mundo árabe. El New York Times
citaba a una manifestante libanesa que se felicitaba de que esa
protesta era "algo nuevo en el mundo árabe: pacifista,
democrática y espontánea", Su declaración
delataba la falta de familiaridad no sólo con las elecciones
palestinas, sino con algo de mayor relevancia, con el legado
de la primera Intifada o alzamiento palestino (1987-1993). Esa
movilización fue una movilización sin armas, simbolizada
internacionalmente con los niños blandiendo piedras, sin
el armamento actual y sin atentados suicidas. La Intifada generó
movimientos populares, otorgando el poder a mujeres y jóvenes
para salvaguardar sus pueblos de las incursiones de los soldados
israelíes; para cultivar y distribuir comida bajo los
prolongados toques de queda; para suministrar asistencia médica
a los habitantes de los pueblos y de los campos de refugiados
que no podían viajar a los hospitales. Los trabajadores
se organizaron para defender sus derechos, se preparó
una resistencia tributaria, y otras muchas actividades de protesta
no violentas. La Intifada consiguió movilizar a toda la
sociedad en contra de la ocupación. El levantamiento creó,
durante esos seis años, una nueva cultura palestina mucho
más democrática que todo lo que había existido
hasta entonces. El éxito de los esfuerzos electorales
palestinos en el presente periodo post-Oslo se enraíza
en la anterior democracia de la Intifada.
Egipto
En cuanto a Egipto, Hosni Mubarak
ha "ganado" cuatro legislaturas de seis años
desde que llegó al poder tras el asesinato de Anwar Sadat,
con resultados que siempre oscilan por encima del 90%. Estrecho
aliado de Estados Unidos, cada administración estadounidense,
desde Jimmy Carter, ha mantenido el suministro de una enorme
cantidad de ayuda económica a Egipto, y le recibe como
un aliado estratégico y "democrático".
Recientemente, siguiendo los envites verbales de Bush, Rice y
otros, pero sin ningún cambio que menoscabase el respaldo
estadounidense, Mubarak anunció que por primera vez otros
candidatos podrían optar a la presidencia. El cambio ha
sido anunciado a bombo y platillo como parte de la "nueva
libertad" que Bush está logrando propagar en Oriente
Medio.
Realmente se está produciendo
un movimiento de cambio en la historia de la región, incluyendo
a Egipto. Pero este momento ha llegado sobre todo gracias a la
trayectoria política de los, algunas veces, partidos ilegales
o semi-legales; de las organizaciones de derechos humanos; de
los sindicatos, asociaciones de estudiantes y abogados; de las
movilizaciones de mujeres, y de otros muchos sectores de la sociedad
civil que han seguido trabajando a pesar de la represión
sufrida durante años, décadas y generaciones.
Una visión más
sensata y prudente de lo que ha cambiado y de lo que no lo ha
hecho en Egipto, daría una valoración diferente
a la que se reivindica desde la administración Bush, que
defiende que "Egipto está democratizándose
gracias a que nosotros invadimos Iraq". Mubarak continúa
gobernando bajo una ley de emergencia, vigente desde 1981, que
otorga al presidente un poder prácticamente irrebatible.
El presidente ha dejado claro que sólo los partidos aceptados
como legítimos por el parlamento dominado por Mubarak
serán los que podrán optar al cargo. La Hermandad
Musulmana, el partido más grande, uno de los más
antiguos y de mayor influencia entre los partidos islamistas,
sigue estando ilegalizado. El movimiento Kifaya ("Basta")
ha organizado manifestaciones pidiendo a Mubarak su renuncia
a la presidencia y que se abstenga de transferir la presidencia
a su hijo Gamal, ampliamente visto como su heredero ya designado.
El movimiento está funcionando, pero no está claro
que se le permita proponer un candidato a la presidencia.
El partido Ghad ("Mañana")
es el favorito de la administración Bush y de la prensa
estadounidense. Las autoridades egipcias encarcelaron a Ayman
Nour, líder del partido Ghad, a principios de este año,
y Estados Unidos respondió con severidad, exigiendo su
puesta en libertad. La secretaria de estado, Condoleezza Rice
incluso pospuso una visita programada a Egipto en protesta al
encarcelamiento de Nour. Fue liberado el 12 de marzo. Sin embargo,
el apoyo de Washington al Ghad está basado no tanto en
una oposición real al gobierno represivo de Mubarak sino
más bien en que en líneas generales el partido
reconoce tener una postura pro-globalización, pro-privatización
y pro-estadounidense. Aunque Nour se dio a conocer por dar asistencia
social a habitantes con pocos recursos de El Cairo, el enfoque
que su partido tiene de los derechos humanos se limita básicamente
a derechos políticos, y no tanto a los derechos económicos
o sociales, además no cuenta con el apoyo (ni en el tiempo
ni en la cantidad) de la población egipcia.
El clima político en
Egipto también se ha trasformado en los últimos
años gracias al trabajo de las organizaciones de derechos
humanos, a pesar de la continua represión y el rechazo
del gobierno a una apertura política. Muchos han criticado
las redadas arbitrarias, especialmente en organizaciones islamistas,
y en particular desde los atentados de octubre de 2004 en la
turística ciudad egipcia de Taba.
Los sindicatos y otras organizaciones
de trabajadores han iniciado huelgas para protestar por las políticas
empresariales, globalizadoras, y perjudiciales para los trabajadores
de Mubarak, y en especial las de su hijo Gamal. En febrero de
2005 hubo una gran huelga contra la privatización de una
compañía nacional.
¿Está
creciendo la democratización?
La revista Christian Science
Monitor apuntaba el 28 de febrero: "la mayoría
de los giros recientes hacia la democratización han sido
iniciativas top-down (de abajo a arriba) con deseos de
apaciguar a Washington". Hay una larga historia de regímenes
represivos en Oriente Medio que se han limitado a hacer concesiones
menores con el fin de mitigar de manera simbólica las
demandas de Washington, para inmediatamente volver al estado
inicial cuando los americanos vuelven la vista hacia otro lado.
Los monarcas kuwaitíes prometieron una democratización
tras la Tormenta del Desierto que nunca se materializó.
Las recientemente celebradas "elecciones" municipales
en Arabia Saudí se organizaron para apaciguar las inquietudes
estadounidenses, pero los cambios son improbables cuando únicamente
los hombres pueden ejercer el derecho al voto y cuando la mitad
de los miembros del consejo son elegidos por la familia real.
Al final, lo que observamos
en Oriente Medio es una expansión no de la democracia,
sino de la ocupación. Israel "permite" a los
palestinos celebrar elecciones (a pesar del acoso constante,
los arrestos, y las persistentes detenciones de los candidatos
que no tienen los favores de Israel), pero la ocupación
continúa sin obstáculos, así como la colonización
a través de los asentamientos y del Muro, con la permanente
anexión de tierras del margen occidental y del Este de
Jerusalén. Los Estados Unidos, presionados por el Ayatollah
Ali al-Sistani, finalmente accedieron a celebrar elecciones en
el Iraq ocupado, pero la ocupación militar y sus mortales
consecuencias, que incluyen las docenas de iraquíes que
mueren a diario, continúa.
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