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Malvenido Mr. Bush

Panamá, Año IV, No. 98

31 de octubre al 6 de noviembre de 2005

Los panameños tenemos múltiples y sobradas razones para repudiar la visita del presidente de los Estados Unidos de América, Sr. George W. Bush. No se trata tan solo del sometimiento semicolonial de que hemos sido objeto por parte del gobierno de Estados Unidos durante toda nuestra historia. El Sr. Bush no solo es el representante de un gobierno imperial y genocida, sino también es el heredero directo de la orden de abrir fuego el 9 de enero de 1964, y que dejó un saldo de 21 muertos y más de 500 panameños heridos de bala. También es el heredero directo, y ahora literalmente, de la orden proferida por su padre para invadir el 20 de diciembre de 1989 el territorio panameño, con el saldo monstruoso de más de 700 muertos y miles de heridos. Para entender esta última barbarie baste con decir que en solo 48 horas de aquella fatídica fecha, la invasión cercenó siete veces más vidas que las achacables a la dictadura de 20 años.

Nuestras razones actuales

Si bien todo ello constituye razones suficientes para rechazar de plano la ofensa de su visita, existen razones actuales que nos obligan a reaccionar en contra de la misma. Solo hay que tener presente que las políticas neoliberales impuestas por su gobierno dejan un saldo de más de 300 mil desempleados y casi un 50% de nuestra población sumida en una desesperada pobreza. Dichas políticas continúan aplicándose despiadadamente, y como resultado de ello hemos sufrido una reforma fiscal cuya única razón de ser es la de garantizar el pago de la impagable deuda externa. De igual manera, dichas políticas conllevan la necesaria destrucción de la seguridad social panameña, condenando a un tercio de la población a la más absoluta desprotección. Por último, como si no bastara con todo lo anterior, la pronta imposición del Tratado de Libre Comercio destruirá, sin ningún género de dudas, lo poco que queda del espacio económico nacional, profundizando de esa manera la insufrible pobreza que padece la inmensa mayoría del pueblo panameño.

Para qué viene Bush .

Descartando el risible argumento de que el actual gobierno lo ha invitado al país, los panameños nos preguntamos sobre las razones de tan ofensiva visita. Resulta ridículo señalar que viene para garantizar la firma del TLC o para garantizarse un trato preferente para las empresas norteamericanas en la ampliación del Canal. Bastaría una simple llamada del emperador para que el actual sumiso gobierno ejecutara las ordenes que para tales efectos serían necesarias. Por el contrario, a todos los panameños y panameñas debe quedarnos claro que tan nefasta visita tiene objetivos mucho más graves y por ello mismo inconfesables. Se trata, ni más ni menos, de imponerle a la República de Panamá, con el beneplácito del actual gobierno, el sometimiento neocolonial a las políticas guerreristas del gobierno de Bush. Efectivamente, el Sr. Bush viene a Panamá para enganchar a la República a su política de seguridad hemisférica, lo que implica el atenazamiento militar norteamericano del Canal de Panamá y la firma de los acuerdos que suman nuestro territorio a la fuerza de intervención rápida centroamericana.

No es de extrañar que el gobierno norteamericano, responsable de la intervención genocida de Irak y Afganistán, y garante del sometimiento colonial del pueblo palestino, haya diseñado una política de dominación mundial en la que todos los gobiernos vasallos, como el nuestro, tengan que jugar un papel específico en la denominada «guerra global contra el terrorismo». Una vez más, por tanto, el gobierno nacional, siendo coherente con las políticas de los anteriores gobiernos «democráticos», profundizará el sometimiento y la desnacionalización a ultranza de nuestro país. Resulta hipócrita y cómplice, por lo tanto, repudiar la visita de Bush sin condenar abiertamente la política entreguista y antipanameña del gobierno actual.

Demás está decir que los graves problemas que atenazan a la sociedad panameña, entre los que destacan la astronómica subida del precio de los carburantes y el caótico e insufrible sistema de transporte público, están directamente relacionados con las políticas neoliberales impuestas por Bush y acatadas sin rechistar por nuestro gobierno. Esa es la única explicación que hace comprensible el que las multinacionales importadoras y distribuidoras de hidrocarburos no sean nacionalizadas bajo el imperio de la Constitución y la Ley, para crear así la empresa nacional de hidrocarburos que haría posible una rebaja inmediata de los mismos en casi un 50%. De igual manera, esas políticas neoliberales, seguidas a pie juntillas por nuestro gobierno, constituyen el único obstáculo para la creación de la empresa nacional de transporte que permitiría la modernización y racionalización del transporte público, sin que ello supusiese el aumento del pasaje para los miles de trabajadores que día a día ven prolongada su jornada laboral en casi dos horas, que es el tiempo que invierten en ir y venir de sus casas al puesto de trabajo. Lo mismo podríamos decir del miserable aumento del salario mínimo que pretenden el gobierno y los empresarios para justificar así la «competitividad» de la fuerza laboral panameña.

Como se comprenderá, a la indignación que genera tan nefasta visita se deberá de agregar la vergüenza que debemos sentir todos los panameños y panameñas, en razón de que lo único novedoso de la «Patria Nueva», prometida por el gobierno actual, es un sometimiento casi sin precedentes a las políticas representadas por el gobierno de Washington.

Es por todo lo anterior que convocamos al pueblo panameño a concentrarse en la Plaza Porras, el lunes 7 de noviembre a las 4:00 p.m., para dejar constancia histórica de nuestro rechazo patriótico a la ofensa que significa la presencia en nuestro territorio del Sr. George W. Bush.

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