Panamá, Año IV, No. 82
18 al 24 de abril de 2005
La próxima semana se reunirán en Washington los presidentes de Panamá y Estados Unidos. En declaraciones previas a la visita, nuestro Ministro de Relaciones Exteriores ha remarcando que existen unas «excelentes relaciones entre los dos países y que el tema de la limpieza de los polígonos de tiro no estará en la agenda». Agregó que se tratarán temas referentes a la ampliación del Canal, el comercio entre ambos países, la seguridad, la lucha contra el terrorismo y el fortalecimiento de la democracia.
Curiosa agenda que nos lleva a preguntarnos a quién pertenece la misma. No se trata de una pregunta retórica, puesto que, por lo dicho por el Canciller, la agenda americana está clara y no tenemos certeza alguna de que exista una agenda panameña. Veámoslo con calma.
La contaminación militar de partes importantes del territorio nacional fue causada por los «ejercicios» realizados durante décadas por las fuerzas norteamericanas, y quedó claro en el Tratado que tales «polígonos» serían limpiados y descontaminados por los EEUU antes de la devolución del Canal y demás bienes y tierras conexos. Al respecto, el gobierno norteamericano ha sido enfático en que no realizará tal limpieza. Por lo tanto, no hay duda alguna que en la agenda americana este tema está excluido. ¿Y en la agenda panameña?
En cuanto a la ampliación del Canal, los EEUU están interesados en incluir en el Tratado de Libre Comercio que se negocia un apartado que otorgue «trato preferente a las empresas norteamericanas». No faltaría más: se trata de un meganegocio de más de 5.000 millones de dólares. ¿Pero qué interés puede tener Panamá en dar tal trato preferente cuando ello irritaría a la Comunidad Europea y a Japón? ¿Cómo puede conversarse sobre una ampliación que el pueblo panameño aún no ha decidido, puesto que ni siquiera conoce en qué consiste?
Como se sabe, el TLC que se negocia no ha podido ser concluido por la resistencia de diversos sectores del agro que no aceptan su muerte anunciada. El mercado del arroz, el pollo, la carne de res y de cerdo, la cebolla y otros productos, será deglutido en un abrir y cerrar de ojos en beneficio de los subsidiados productores norteamericanos, por no hablar de otros rubros como el comercio al por menor, el mercado profesional, etc. Se argumenta que los interesados en cerrar el TLC somos los panameños, puesto que los EEUU no tienen interés alguno en un mercado tan pequeño como el nuestro. Se trata de un grave error por incomprensión: el mercado panameño no es lo que se negocia, lo que se negocia es el mercado latinoamericano en su conjunto , que, ante el fracaso del ALCA, se negocia ahora país por país. Por otra parte, los norteamericanos no pierden de vista el valor del ejemplo. Si Panamá se negara a la firma del TLC podría estar dando un «maligno» ejemplo que estimularía la enorme resistencia de los pueblos y de algunos dignos gobiernos que lo rechazan u están ofreciendo resistencia al sacrificio de sus intereses nacionales en beneficio de la expansión comercial y financiera de los Estados Unidos. Está claro que el tema forma parte sustancial de la agenda americana. Pero, ¿qué interés tendría Panamá en ello?
En cuanto a la seguridad, la lucha contra el terrorismo y el fortalecimiento de la democracia, los norteamericanos están vivamente interesados en el involucramiento de Panamá en el Plan Colombia, para lo cual debe poner al servicio de «los intereses de seguridad norteamericanos» la soberanía terrestre, marítima y aérea nacional, incluyendo, claro está, el control de aduanas y puertos. También están interesados en que nuestro país forme parte de la fuerza militar conjunta centroamericana que se está gestando para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Tampoco escapa al interés norteamericano la continuidad de la permanencia de Panamá en la coalición de países que invadieron a Irak, sobre todo ahora que más de catorce países la han abandonado y/o anunciado su retiro en los próximos meses. Por último, el gobierno Bush exigirá que el gobierno panameño mantenga su apoyo a México para la candidatura a la Secretaria General de la OEA, pues ese sumiso candidato fortalecería «la democracia continental». Se comprende que todos estos temas, de interés exclusivo del gobierno norteamericano, estén en su agenda. ¿Pero son del interés panameño?
No cabe la menor duda de que el lobo a convocado al cordero para poner las cosas en su sitio, y para ello tiene una jugosa y bien servida agenda. Nuestro gobierno asiste a la cita como un convidado de Piedra, carente de voz y pensamiento propio.
Ahora bien, si nuestro gobierno carece de agenda, la Nación panameña sí la tiene. En ese sentido, sería de nuestro interés nacional la derogación de los indultos concedidos a cinco terrorista cubanos, y de esa manera poder solicitar su captura internacional, requisito indispensable para restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, en este caso uno de los países ofendidos. Dado ese paso, se normalizarían las relaciones diplomáticas con Venezuela (otro de los países ofendidos, dado que Posadas Carriles escapo de una cárcel venezolana donde cumplía una condena de 30 años por volar un avión cubano de pasajeros). Normalizadas tales relaciones, obstaculizadas en la actualidad por el indulto concedidos a los terroristas, Panamá tendría el camino expedito para la firma de un acuerdo preferencial para la compra de petróleo refinado en Venezuela y la firma de otro que iniciaría la construcción de un gasoducto hasta Panamá, temas que, como se ve, son en estos momentos, y en el futuro, de extraordinario interés para la Nación.
También en la agenda de la Nación panameña estaría el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, lo que nos permitiría suscribir de inmediato un acuerdo comercial preferencial, permitiéndonos el acceso al mercado más grande del mundo, y posibilitándose, además, acuerdos de inversión multimillonarios.
Por otra parte, convendría a la Nación la afirmación de su condición de país neutral, desvinculándonos por ello de la alianza invasora de Irak y del plan militar conjunto centroamericano, poniendo fin de una vez por todas a la presencia de tropas militares norteamericanas «visitantes» y de todo aquello que pueda involucrarnos en el conflicto interno que sufre la hermana República de Colombia. Como puede observarse, la Nación panameña sí tiene una agenda, aunque su gobierno lo ignore.