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TIEMPOS DIFICILES

Panamá, Año IV, No. 80

4 al 10 de abril de 2005

Vivimos tiempos difíciles, qué duda cabe. Hace sólo unos meses llamábamos a votar en blanco como forma de rechazo de todas las candidaturas partidocráticas neoliberales, pues a nuestro entender ninguna de ellas expresaba una alternativa distinta a «más de lo mismo». Pensábamos que el voto en blanco podría impulsar la aparición de una corriente ciudadana consciente de que era urgente y necesario construir una alternativa nacional al neoliberalismo y al régimen político de democracia restringida a través del cual se nos domina.

Algunas criticas sin fundamento

Como respuesta se nos enviaron a la redacción muchas opiniones de lectores que optaban deliberadamente por «el mal menor», y otras que nos señalaban que la posibilidad de un cambio era posible y que por ello había que darles un margen de confianza a los de «cero corrupción, más trabajo y más seguridad». Pese a la enorme presión nos mantuvimos firmes en nuestra posición, entendiendo que el futuro inmediato nos daría la razón, si bien ello serviría de poco pues se habría alejado del horizonte inmediato el inicio de la construcción de un partido de masas capaz de ofrecerle al conjunto de nuestro pueblo una alternativa política al callejón sin salida al que nos han llevado. La impaciencia por las transformaciones políticas y sociales que son urgentes e imprescindibles nos desdibujaron un tanto que el «crecimiento de la conciencia» de los pueblos es un fenómeno histórico complejo y lleno de obstáculos creados por los beneficiarios del poder. Sabemos que hoy muchos de nuestros críticos de buena fe han despertado del sueño hipnótico que les hizo creer, una vez más, en las posibilidades del «mal menor» o del cambio posible sin que hubiese que construir previamente una alternativa política popular y ciudadana. Su decepción y frustración debe ser, a sólo siete meses de gobierno, enorme. A ellos los convocamos nuevamente para dejar atrás la frustración y poner manos a la obra.

Otras criticas también nos llegaron. La de aquéllos que nos acusaron injustamente de querer «recomponer» la resquebrajada estructura de dominación, y de buscar como oportunistas la construcción de un partido legal «para hacerle el juego» a los sectores dominantes. Como no se trataba de un debate de ideas, sino de un ataque alejado del razonamiento y la experiencia histórica, no consideramos prudente ni necesario entrar en una discusión sin sentido. Se trataba de los mismos críticos que condenaban las posibilidades de una Asamblea Constituyente como salida política a la democracia restringida que padecemos, abriendo de esa manera las puertas de la arena política a las fuerzas emergentes que representan una alternativa al régimen de dominación neoliberal. Pero así como entonces callamos, hoy los saludamos fraternalmente por el salto que significa llamar a la Asamblea Constituyente y proponer, como salida política a la crisis de la CSS, la propuesta de un referéndum democrático. Ello no significa que no existan aún grandes diferencias políticas. Lo que significa es que algunas direcciones del movimiento popular empiezan a caminar por la misma trocha de la lucha por la ampliación, extensión y profundización de las libertades democráticas para nuestro pueblo. Y ello es un enorme paso adelante en el camino correcto.

Una oportunidad perdida

Tal vez ahora esté más clara la importancia estratégica que hubiese tenido una candidatura independiente de las fuerzas neoliberales a la Alcaldía de Panamá. El debate ni entonces ni ahora se refería a la posibilidad de ganar o perder, o sobre cuáles hubieran podido ser los «márgenes de actuación» de un Alcalde independiente surgido de la lucha popular contra las políticas neoliberales. Ahora tal vez se vea con mayor claridad que el meollo del debate se refería a las enormes posibilidades políticas que tenía tal candidatura para el reagrupamiento de amplios sectores sociales opuestos a las políticas neoliberales, lo que hubiera estimulado al proceso de construcción de un partido de masas capaz de dar ahora la batalla política abierta contra la reforma neoliberal de la CSS y por el derecho democrático del pueblo para optar en un referéndum entre la propuesta popular y la propuesta neoliberal sobre esa reforma. Se hubiese ganado o se hubiese perdido la elección para la Alcaldía, el pueblo panameño dispondría hoy de un instrumento político capaz de encabezar la movilización contra sus opresores en esta coyuntura, por no hablar de la necesaria construcción del Frente Nacional por el NO para derrotar, en futuro referéndum, los planes neoliberales de ampliación del Canal.

Libertades democráticas y unidad popular

Sea como sea, existen algunas señales de que pareciera que ha empezado a disolverse la pesada losa que ha significado la incomprensión de la «cuestión democrática» en el seno del movimiento popular y ciudadano que resiste y lucha contra las nefastas políticas neoliberales. Hay que alegrarse por ello, y empujar para que desenvolviendo ese ovillo pueda tirarse del hilo que permita la discusión serena y desapasionada sobre la necesaria lucha por la unidad del movimiento social bajo un programa común, independiente de las fuerzas neoliberales, lo que sólo será posible en un marco democrático de respeto a la autonomía y diversidad de tales organizaciones.

Hoy, más que nunca, la unidad capaz de construir la fuerza material necesaria para detener la embestida neoliberal contra la CSS sólo es posible al margen de practicas que jerarquizan a los movimientos sociales, ignoran su diversidad y autonomía, y confunden la política capituladora de algunas direcciones de sindicatos y gremios con la sincera voluntad de lucha de sus bases. De igual manera, hay que tener presente que lo importante, lo central, es la voluntad de lucha de amplios sectores sociales y ciudadanos que no tienen necesariamente que identificarse con la explícita ideología de algunos dirigentes. ¿Dejaremos en manos de dichas direcciones capituladoras a las bases de esas organizaciones? ¿Excluiremos de la lucha a los miles de ciudadanos y asalariados que no se identifican con tal o cual ideología? En otras palabras, ¿elaboraremos políticas que privilegien los intereses de los sectores populares antes que los intereses de «nuestra» organización? Sólo respondiendo a tales interrogantes podremos superar con éxito los tiempos difíciles que nos ha tocado vivir.

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